El bosque de Vicente
España supera la fase de grupos como la selección que más goles ha marcado, la que menos ha encajado, la que más tiros a puerta ha realizado y la que más pases ha hilvanado. Sin embargo parece que no llueve a gusto de todos y se ha instalado un debate para intoxicar el grupo. Los análisis post-partido sobre la actuación de la selección española son casi igual de consistentes que el rendimiento que ofrecen los jugadores sobre el campo en la Eurocopa, si bien es cierto que la actuación con Croacia genera dudas de la superioridad del combinado nacional. Lejos quedan las lágrimas de Luis Enrique o la furia de Iván Helguera como bandera de los fracasos de la selección en la historia. España ha perdido la memoria y no se acuerda de donde vino o lo mucho que tuvo que llorar para disfrutar de un equipo inigualable.
De la crítica al elogio, y así sucesivamente. Los análisis post-partido sobre la actuación de la selección española son casi igual de consistentes que el rendimiento que ofrecen los jugadores sobre el campo en la Eurocopa. Los juicios sobre los problemas que dificultan la búsqueda de la pieza que no engrana empiezan a caer por su propio peso. Se hizo autocrítica tras empatar contra Italia, a pesar de que la ‘Azzurra’ sea un continuo dolor de cabeza en los torneos europeos a nivel de selecciones. Sin embargo, no hubo escrúpulo alguno en enaltecer el juego de los chicos de Vicente del Bosque contra Irlanda, encumbrando la figura de un bigoleador Fernando Torres al que había sido mandado a los leones en el debate del falso nueve. Traspasamos la línea baladí de las observaciones. Otra vez. Contra Croacia, vuelta a empezar.
Dobles pivotes, falsos nueves, transiciones defensa-ataque de los laterales… Todo vale. La rueda de la fortuna hace hincapié en la inestabilidad y en la vanidad de las cosas terrenales. No consiste en una defensa a ultranza sobre Vicente del Bosque ni un ataque vejatorio sobre su figura. Los 23 convocados para la Eurocopa más el cuerpo técnico y toda la delegación que le acompaña representan los intereses de todo un país. Todos a una.
La selección española – y su entorno – vive en su particular paraíso de Valhalla. Según la mitología nórdica, era un enorme y majestuoso salón ubicado en la ciudad de Asgard. En el Valhalla los difuntos se reúnen con las masas de muertos en combate conocidos como einherjer, así como con varios héroes y dioses germánicos legendarios. Como en el entorno de la selección. Los jugadores, de dioses pertenecientes al Olimpo por la dulce melodía que emiten sus movimientos sobre el césped al menosprecio exagerado y recargado, sin bases ni fundamentos, nada más que el de enturbiar el grupo humano con el guerracivilismo – tan de moda – de clubes e intereses no justificados.
Ninguneamos los esfuerzos de uno u otro jugador en función de los colores que representamos. Criticamos la titularidad de un lateral u otro en función del club al que apoyamos. Debatimos sobre la amistad o no de la pareja de centrales por la diferencia de colores en la camiseta que les pagan. Discusiones insulsas, sin forma, sin interés y que solamente hacen daño a la estabilidad de un equipo. Cabe recordar dos ejemplos para dar a entender el significado de la presión, independientemente de que tengas la selección con los mejores jugadores del mundo. Por un lado, la Francia subcampeona del Mundial 2006. Pasó la fase de grupos con cinco puntos (una victoria y dos empates) y llegó hasta la famosa final del cabezazo de Zidane a Materazzi. Desde España vendimos la piel del oso antes de cazarlo. Desde Francia, unión en busca de progreso. Ninguna crítica que no fuera constructiva. La unión hace la fuerza. Por otro lado, el cuento de Cenicienta que vivió Dinamarca en la Eurocopa de 1992 tras la decisión de la FIFA al excluir a Yugoslavia.
Decía Marcelo Bielsa: "No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto… Y cuando pierdes sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal”. España vive su cuento y se está deformando. España se está malacostumbrando. Ya no valora lo que se consigue. No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
Y es que al parecer ya queda lejos el error de un Míchel mal posicionado en la barrera contra Yugoslavia en Italia 1990; las lágrimas de Luis Enrique contra Italia en Estados Unidos 1994; el fallo de Zubizarreta contra Nigeria en Francia 1998; el penalti errado por Nadal en Inglaterra 1996; el penalti a las nubes de Raúl en Bélgica - Países Bajos 2000; el gol de Nuno Gomes en la Eurocopa de Portugal; el gol anulado a Morientes en el Mundial de Corea y Japón o la furia de Iván Helguera… La fragilidad de la memoria.
Entra en debate que Vicente del Bosque no sea el mejor estratega del panorama deportivo. Tampoco que sea el técnico con mayor sofisticación ni con las mejores ideas dentro de su cabeza. Sin embargo ha logrado instalar en el grupo y en el vestuario estabilidad y convicción. En el fútbol, como en la vida, es recomendable tener memoria. Hace un tiempo festejábamos lograr pasar de las fases de grupos. Saltábamos de júbilo si superábamos los malditos cuartos de final. Ocurrió hace unos cuantos años, con Luis Aragonés. Fue el punto de inflexión a los años de Clemente, Camacho, Iñaki Sáez... Aquella derrota en Belfast contra Irlanda del Norte desquebrajó las ilusiones, las expectativas de reunir a todo un país en verano junto al televisor y sirvió para sembrar fantasmas y atentar contra la figura de entrenador y jugadores. Meses más tarde, España levantaba su segunda Eurocopa de la historia. Quizás sea cierto que en España no estamos sabiendo valorar el momento que vivimos, la gran salud de nuestro deporte en una época donde supone ser la única alegría nacional.
Un día después de toda la tormenta, Iniesta y Del Bosque salían a rueda de prensa a impartir un curso magistral de calma y paciencia, algo que parece que hemos perdido para sumirnos en la más absoluta locura insana. “Nos equivocamos si creemos que vamos a ganar 3-0 todos los partidos. Los contrarios nos conocen, volver a ganar cuesta cada vez más”, decía el ídolo de Fuentealbilla. "Hemos pasado de pobres a ricos rápidamente y ya no sabemos valorar lo que tenemos. Todas las selecciones celebran el pase, se abrazan. Parece que a nosotros nos sabe a poco. No sabemos valorar lo que tenemos”, expresaba Vicente del Bosque. España siempre ha ido de menos a más y la situación no es tan comprometida…
La selección nacional ha superado la fase de grupos con dos victorias y un empate; primera de grupo con 7 puntos y seis goles marcados, sin su máximo goleador de la historia, David Villa. Es la selección que más goles ha marcado en la fase de grupos, la que menos ha encajado (1), la que más tiros a puerta ha realizado y la que más pases ha hilvanado. ¿Qué más necesitamos? Es innegable que el partido contra Croacia no fue el mejor. Que el árbitro no vio dos penaltis claros a favor de la selección de Bilic o que Casillas bajó de los cielos para volver (¿ha dejado de serlo alguna vez?) a vestirse de santo…
Pero no conviene confundir lo que sabemos que esta selección puede dar con lo que está dando. Porque al fin y al cabo, el hombre de este barco, que siembra la emoción, el levantarte de la silla mientras agarras con fuerza el brazo de tu acompañante esperando el gol, es don Andrés Iniesta, y si él lo dice, habrá que hacerle caso: “Le diría a la gente que estuviese tranquila y siguiese confiando en el equipo”.
El bosque de Vicente | VAVEL.com
España supera la fase de grupos como la selección que más goles ha marcado, la que menos ha encajado, la que más tiros a puerta ha realizado y la que más pases ha hilvanado. Sin embargo parece que no llueve a gusto de todos y se ha instalado un debate para intoxicar el grupo. Los análisis post-partido sobre la actuación de la selección española son casi igual de consistentes que el rendimiento que ofrecen los jugadores sobre el campo en la Eurocopa, si bien es cierto que la actuación con Croacia genera dudas de la superioridad del combinado nacional. Lejos quedan las lágrimas de Luis Enrique o la furia de Iván Helguera como bandera de los fracasos de la selección en la historia. España ha perdido la memoria y no se acuerda de donde vino o lo mucho que tuvo que llorar para disfrutar de un equipo inigualable.
De la crítica al elogio, y así sucesivamente. Los análisis post-partido sobre la actuación de la selección española son casi igual de consistentes que el rendimiento que ofrecen los jugadores sobre el campo en la Eurocopa. Los juicios sobre los problemas que dificultan la búsqueda de la pieza que no engrana empiezan a caer por su propio peso. Se hizo autocrítica tras empatar contra Italia, a pesar de que la ‘Azzurra’ sea un continuo dolor de cabeza en los torneos europeos a nivel de selecciones. Sin embargo, no hubo escrúpulo alguno en enaltecer el juego de los chicos de Vicente del Bosque contra Irlanda, encumbrando la figura de un bigoleador Fernando Torres al que había sido mandado a los leones en el debate del falso nueve. Traspasamos la línea baladí de las observaciones. Otra vez. Contra Croacia, vuelta a empezar.
Dobles pivotes, falsos nueves, transiciones defensa-ataque de los laterales… Todo vale. La rueda de la fortuna hace hincapié en la inestabilidad y en la vanidad de las cosas terrenales. No consiste en una defensa a ultranza sobre Vicente del Bosque ni un ataque vejatorio sobre su figura. Los 23 convocados para la Eurocopa más el cuerpo técnico y toda la delegación que le acompaña representan los intereses de todo un país. Todos a una.
La selección española – y su entorno – vive en su particular paraíso de Valhalla. Según la mitología nórdica, era un enorme y majestuoso salón ubicado en la ciudad de Asgard. En el Valhalla los difuntos se reúnen con las masas de muertos en combate conocidos como einherjer, así como con varios héroes y dioses germánicos legendarios. Como en el entorno de la selección. Los jugadores, de dioses pertenecientes al Olimpo por la dulce melodía que emiten sus movimientos sobre el césped al menosprecio exagerado y recargado, sin bases ni fundamentos, nada más que el de enturbiar el grupo humano con el guerracivilismo – tan de moda – de clubes e intereses no justificados.
Ninguneamos los esfuerzos de uno u otro jugador en función de los colores que representamos. Criticamos la titularidad de un lateral u otro en función del club al que apoyamos. Debatimos sobre la amistad o no de la pareja de centrales por la diferencia de colores en la camiseta que les pagan. Discusiones insulsas, sin forma, sin interés y que solamente hacen daño a la estabilidad de un equipo. Cabe recordar dos ejemplos para dar a entender el significado de la presión, independientemente de que tengas la selección con los mejores jugadores del mundo. Por un lado, la Francia subcampeona del Mundial 2006. Pasó la fase de grupos con cinco puntos (una victoria y dos empates) y llegó hasta la famosa final del cabezazo de Zidane a Materazzi. Desde España vendimos la piel del oso antes de cazarlo. Desde Francia, unión en busca de progreso. Ninguna crítica que no fuera constructiva. La unión hace la fuerza. Por otro lado, el cuento de Cenicienta que vivió Dinamarca en la Eurocopa de 1992 tras la decisión de la FIFA al excluir a Yugoslavia.
Decía Marcelo Bielsa: "No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto… Y cuando pierdes sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal”. España vive su cuento y se está deformando. España se está malacostumbrando. Ya no valora lo que se consigue. No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
Y es que al parecer ya queda lejos el error de un Míchel mal posicionado en la barrera contra Yugoslavia en Italia 1990; las lágrimas de Luis Enrique contra Italia en Estados Unidos 1994; el fallo de Zubizarreta contra Nigeria en Francia 1998; el penalti errado por Nadal en Inglaterra 1996; el penalti a las nubes de Raúl en Bélgica - Países Bajos 2000; el gol de Nuno Gomes en la Eurocopa de Portugal; el gol anulado a Morientes en el Mundial de Corea y Japón o la furia de Iván Helguera… La fragilidad de la memoria.
Entra en debate que Vicente del Bosque no sea el mejor estratega del panorama deportivo. Tampoco que sea el técnico con mayor sofisticación ni con las mejores ideas dentro de su cabeza. Sin embargo ha logrado instalar en el grupo y en el vestuario estabilidad y convicción. En el fútbol, como en la vida, es recomendable tener memoria. Hace un tiempo festejábamos lograr pasar de las fases de grupos. Saltábamos de júbilo si superábamos los malditos cuartos de final. Ocurrió hace unos cuantos años, con Luis Aragonés. Fue el punto de inflexión a los años de Clemente, Camacho, Iñaki Sáez... Aquella derrota en Belfast contra Irlanda del Norte desquebrajó las ilusiones, las expectativas de reunir a todo un país en verano junto al televisor y sirvió para sembrar fantasmas y atentar contra la figura de entrenador y jugadores. Meses más tarde, España levantaba su segunda Eurocopa de la historia. Quizás sea cierto que en España no estamos sabiendo valorar el momento que vivimos, la gran salud de nuestro deporte en una época donde supone ser la única alegría nacional.
Un día después de toda la tormenta, Iniesta y Del Bosque salían a rueda de prensa a impartir un curso magistral de calma y paciencia, algo que parece que hemos perdido para sumirnos en la más absoluta locura insana. “Nos equivocamos si creemos que vamos a ganar 3-0 todos los partidos. Los contrarios nos conocen, volver a ganar cuesta cada vez más”, decía el ídolo de Fuentealbilla. "Hemos pasado de pobres a ricos rápidamente y ya no sabemos valorar lo que tenemos. Todas las selecciones celebran el pase, se abrazan. Parece que a nosotros nos sabe a poco. No sabemos valorar lo que tenemos”, expresaba Vicente del Bosque. España siempre ha ido de menos a más y la situación no es tan comprometida…
La selección nacional ha superado la fase de grupos con dos victorias y un empate; primera de grupo con 7 puntos y seis goles marcados, sin su máximo goleador de la historia, David Villa. Es la selección que más goles ha marcado en la fase de grupos, la que menos ha encajado (1), la que más tiros a puerta ha realizado y la que más pases ha hilvanado. ¿Qué más necesitamos? Es innegable que el partido contra Croacia no fue el mejor. Que el árbitro no vio dos penaltis claros a favor de la selección de Bilic o que Casillas bajó de los cielos para volver (¿ha dejado de serlo alguna vez?) a vestirse de santo…
Pero no conviene confundir lo que sabemos que esta selección puede dar con lo que está dando. Porque al fin y al cabo, el hombre de este barco, que siembra la emoción, el levantarte de la silla mientras agarras con fuerza el brazo de tu acompañante esperando el gol, es don Andrés Iniesta, y si él lo dice, habrá que hacerle caso: “Le diría a la gente que estuviese tranquila y siguiese confiando en el equipo”.
El bosque de Vicente | VAVEL.com
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