Bradford 1985: la tragedia de Valley Parade
Lo que parecía que iba a ser un día de fiesta acabó por convertirse en una tragedia que ha marcado la historia más reciente del fútbol británico y que ha cambiado los estamentos de la legislación competitiva en el Reino Unido. No ha tenido tanta repercusión en la opinión pública como si lo hizo Heysel o Hillsborough. Sin embargo, quedó perpetuado en la memoria de los ciudadanos de las islas británicas como uno de los mayores desastres deportivos de su historia. Han pasado ya 27 años pero cada 11 de mayo se sufre una reminiscencia al pasado, a 1985, al año que Bradford ardió. Aquella celebración se tornó en tragedia: 56 muertos y más de 250 heridos.
Bradford 1985: la tragedia de Valley Parade
“¿No parece ser eso un pequeño incendio?”, se preguntaba John Helm, comentarista de la televisión de Yorkshire, mientras señalaba con su dedo al fondo de la grada al mismo tiempo que discurría el partido entre Bradford City y Lincoln City, de la Third Division de Inglaterra.
En mayo de 1985, la ciudad de Bradford, localizada en el condado de West Yorkshire, amanecía con un sol espléndido. Un día brillante para dar clausura a un gran año deportivo. El Bradford City, equipo de la urbe, celebraba su ascenso de categoría en Valley Parade. El ambiente era idílico. Las gradas quedaban pobladas por los aficionados, que daban colorido al contexto. Más de once mil espectadores no quisieron perderse como el equipo de su ciudad cerraba su ciclo antes de promocionar a la Second Division. Tampoco lo hicieron personajes relevantes del momento, que no fallaron a la cita. Peter Jackson, capitán de aquel Bradford City, regalaba a la grada el título liguero en la previa del partido. Era el primer título que ‘The Paraders’ lograban desde hace 56 años.
El avance del fuego fue imparable
"Había una atmósfera de carnaval antes del saque inicial, pero al final se convirtió en un día horrible”, contaba Jackson horas después, desde el hospital Bradford Royal, donde acudió a ver como su padre se recuperaba de unas quemaduras. No había terminado la primera mitad y Don Shaw mandaba detener el encuentro en el minuto 40 de partido. En la grada, el tumulto se desarrollaba con fuerza, con una banda sonora exterior de gritos y alaridos como música de fondo, que iba profundizándose en el interior del estadio hasta convertirse en un eco ensordecedor. Se palpaba el miedo desde el centro del terreno de juego, mientras que los aficionados abandonaban la grada de Valley Parade para amontonarse sobre el césped. ¿Cuál era la causa de aquella anomalía en el comportamiento de la hinchada?
El juez de línea avisó a Shaw de que en la grada se había iniciado un pequeño incendio. Se comunicó de la alerta de fuego, por lo que explica el comportamiento de los aficionados invadiendo el terreno de juego. El fuego se extendió por toda la hilera de la grada principal a un ritmo imparable. Otro sector de los aficionados abogó por salir fuera del estadio, con la mala fortuna de que los tornos de la entrada se atascaron y éstos fueron engullidos por las llamas.
La historia está llena de héroes anónimos. Uno de ellos en dicha tragedia fue Terry Yorath, el entrenador del Bradford City, que ayudó evacuando a los aficionados. Su esposa y su hija estaban presentes en la grada, en la misma ubicación donde el fuego tuvo su origen. Se trataba de una zona reservada para los directivos y ejecutivos del club, así como de patrocinadores, pero aquel día se decidió reservar esas plazas para hacer de la ocasión un motivo especial para los familiares. Pero ya no había nada que hacer. En aquel incidente fallecieron 56 personas y 250 resultaron heridas.
Conmoción local
Los jugadores del Bradford City presenciaron juntos desde una casa como el fuego se extendía por doquier entre las gradas. La avidez con la que las llamas avanzaban impedían controlar la situación, o en su defecto, evacuar a todas las personas presentes en la grada. Pero ninguno padeció tanto como Don Goodman, delantero del conjunto local. La ocasión lo merecía. Había telefoneado para pedir entradas de más para repartir entre la familia. Una de las que tuvo la suerte de optar a ellas fue su ex novia, que se encontró al final entre las víctimas mortales de la tragedia.
La revuelta estuvo intensificada al conocer que entre los 56 fallecidos estaba Sam Firth, un antiguo socio del club de 86 años de edad que había ligado su vida al Bradford City. En aquel incidente, las llamas del fuego llegaron a alcanzar los mil grados.
Todo por una colilla de un cigarro
Bradford no podía creer lo que había sucedido. El ascenso más triste de toda la historia deportiva. Todo el esfuerzo de una temporada calcinado por la voracidad del fuego. Los recuerdos quedaban quemados. Los mensajes de condolencia llegaban desde todos los rincones del mundo. Desde el palacio de Buckhingham con el lamento de la Reina Isabel II hasta el Vaticano, donde el Papa rendía piedad por lo sucedido. La primer ministro del Reino Unido, Margareth Thatcher, decidió aparecer en primer plano personándose en Valley Parade para dar cuenta del estado en que había quedado.
Días más tarde del desastre, los forenses y los atestados revelaron que la causa principal por lo que el estadio había prendido fue producto de una colilla de cigarro. Un cúmulo de consecuencias que derivó en un incendio imparable. Valley Parade estaba construido con postes de madera. Debajo de la estructura, montones de ****** se acumulaban desde hace años. La caída del cigarro mal apagado a las bolsas de ****** inició el fuego, alimentado por la madera con la que estaba construido las infraestructuras.
No fue la única causa que se esclareció sobre el caso. Aquellas personas que quedaron atrapadas en los tornos de la entrada y fueron devorados por las llamas del fuego sucumbieron por un error humano. Al ser un día tan especial, los delegados de permitir el acceso al estadio decidieron cerrar las puertas para evitar que los espectadores pudieran colarse al campo sin pagar la entrada.
Un duro varapalo que se veía acrecentado dieciocho días después con la tragedia de Heysel, en Bruselas, Bélgica. Una avalancha de aficionados en los prolegómenos de la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y el Juventus de Turínacababa con la vida de 39 aficionados.
Transición a la modernidad
La velocidad con la que las llamas se extendieron en Valley Parade ha sido objeto de estudios para los bomberos del Reino Unido. A día de hoy, el vídeo se difunde en los cursos de formación para el cuerpo de bomberos para demostrar la rapidez con la que el fuego puede devorar una estructura.
La política decidió entrar de lleno en el caso por la estupefacción que provocó en la población. Las autoridades británicas daban forma a la aplicación de una nueva legislación que luchara contra la inseguridad y los actos vandálicos dentro de recintos deportivos, lo que iniciaba una nueva ley de seguridad para el aficionado. Las medidas que se trataron por el gobierno no se terminaron de fundamentar hasta 1989, año que se produjo la tragedia de Hillsborough, donde fallecieron 96 aficionados del Liverpool.
El desastre supuso la transición en el cambio a la modernidad. Los estadios se restructurando presentando una nueva apariencia mucho más rejuvenecida y acorde a los tiempos que el fútbol del momento vivían. Se instalaron vigas de aluminio para sostener las gradas, en lugar de las de madera, para evitar la propagación de fuego. También se obligó a que la nueva ley recogiera que ningún aficionado estuviera de pie presenciando un partido, por lo que se habilitó butacas para que se sentaran.
El Bradford City supo curar sus heridas y después de la remodelación y reconstrucción del estadio, regresó a casa en 1986 después de haber estado jugando en Elland Road, estadio del Leeds United. Para cicatrizar las heridas, la ciudad de Bradford homenajeó a las víctimas y a los supervivientes con un monumento en pleno centro de la plaza del pueblo que rememora aquel fatídico día en el que el Bradford City celebraba su ascenso de categoría.
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Lo que parecía que iba a ser un día de fiesta acabó por convertirse en una tragedia que ha marcado la historia más reciente del fútbol británico y que ha cambiado los estamentos de la legislación competitiva en el Reino Unido. No ha tenido tanta repercusión en la opinión pública como si lo hizo Heysel o Hillsborough. Sin embargo, quedó perpetuado en la memoria de los ciudadanos de las islas británicas como uno de los mayores desastres deportivos de su historia. Han pasado ya 27 años pero cada 11 de mayo se sufre una reminiscencia al pasado, a 1985, al año que Bradford ardió. Aquella celebración se tornó en tragedia: 56 muertos y más de 250 heridos.
Bradford 1985: la tragedia de Valley Parade
“¿No parece ser eso un pequeño incendio?”, se preguntaba John Helm, comentarista de la televisión de Yorkshire, mientras señalaba con su dedo al fondo de la grada al mismo tiempo que discurría el partido entre Bradford City y Lincoln City, de la Third Division de Inglaterra.
En mayo de 1985, la ciudad de Bradford, localizada en el condado de West Yorkshire, amanecía con un sol espléndido. Un día brillante para dar clausura a un gran año deportivo. El Bradford City, equipo de la urbe, celebraba su ascenso de categoría en Valley Parade. El ambiente era idílico. Las gradas quedaban pobladas por los aficionados, que daban colorido al contexto. Más de once mil espectadores no quisieron perderse como el equipo de su ciudad cerraba su ciclo antes de promocionar a la Second Division. Tampoco lo hicieron personajes relevantes del momento, que no fallaron a la cita. Peter Jackson, capitán de aquel Bradford City, regalaba a la grada el título liguero en la previa del partido. Era el primer título que ‘The Paraders’ lograban desde hace 56 años.
El avance del fuego fue imparable
"Había una atmósfera de carnaval antes del saque inicial, pero al final se convirtió en un día horrible”, contaba Jackson horas después, desde el hospital Bradford Royal, donde acudió a ver como su padre se recuperaba de unas quemaduras. No había terminado la primera mitad y Don Shaw mandaba detener el encuentro en el minuto 40 de partido. En la grada, el tumulto se desarrollaba con fuerza, con una banda sonora exterior de gritos y alaridos como música de fondo, que iba profundizándose en el interior del estadio hasta convertirse en un eco ensordecedor. Se palpaba el miedo desde el centro del terreno de juego, mientras que los aficionados abandonaban la grada de Valley Parade para amontonarse sobre el césped. ¿Cuál era la causa de aquella anomalía en el comportamiento de la hinchada?
El juez de línea avisó a Shaw de que en la grada se había iniciado un pequeño incendio. Se comunicó de la alerta de fuego, por lo que explica el comportamiento de los aficionados invadiendo el terreno de juego. El fuego se extendió por toda la hilera de la grada principal a un ritmo imparable. Otro sector de los aficionados abogó por salir fuera del estadio, con la mala fortuna de que los tornos de la entrada se atascaron y éstos fueron engullidos por las llamas.
La historia está llena de héroes anónimos. Uno de ellos en dicha tragedia fue Terry Yorath, el entrenador del Bradford City, que ayudó evacuando a los aficionados. Su esposa y su hija estaban presentes en la grada, en la misma ubicación donde el fuego tuvo su origen. Se trataba de una zona reservada para los directivos y ejecutivos del club, así como de patrocinadores, pero aquel día se decidió reservar esas plazas para hacer de la ocasión un motivo especial para los familiares. Pero ya no había nada que hacer. En aquel incidente fallecieron 56 personas y 250 resultaron heridas.
Conmoción local
Los jugadores del Bradford City presenciaron juntos desde una casa como el fuego se extendía por doquier entre las gradas. La avidez con la que las llamas avanzaban impedían controlar la situación, o en su defecto, evacuar a todas las personas presentes en la grada. Pero ninguno padeció tanto como Don Goodman, delantero del conjunto local. La ocasión lo merecía. Había telefoneado para pedir entradas de más para repartir entre la familia. Una de las que tuvo la suerte de optar a ellas fue su ex novia, que se encontró al final entre las víctimas mortales de la tragedia.
La revuelta estuvo intensificada al conocer que entre los 56 fallecidos estaba Sam Firth, un antiguo socio del club de 86 años de edad que había ligado su vida al Bradford City. En aquel incidente, las llamas del fuego llegaron a alcanzar los mil grados.
Todo por una colilla de un cigarro
Bradford no podía creer lo que había sucedido. El ascenso más triste de toda la historia deportiva. Todo el esfuerzo de una temporada calcinado por la voracidad del fuego. Los recuerdos quedaban quemados. Los mensajes de condolencia llegaban desde todos los rincones del mundo. Desde el palacio de Buckhingham con el lamento de la Reina Isabel II hasta el Vaticano, donde el Papa rendía piedad por lo sucedido. La primer ministro del Reino Unido, Margareth Thatcher, decidió aparecer en primer plano personándose en Valley Parade para dar cuenta del estado en que había quedado.
Días más tarde del desastre, los forenses y los atestados revelaron que la causa principal por lo que el estadio había prendido fue producto de una colilla de cigarro. Un cúmulo de consecuencias que derivó en un incendio imparable. Valley Parade estaba construido con postes de madera. Debajo de la estructura, montones de ****** se acumulaban desde hace años. La caída del cigarro mal apagado a las bolsas de ****** inició el fuego, alimentado por la madera con la que estaba construido las infraestructuras.
No fue la única causa que se esclareció sobre el caso. Aquellas personas que quedaron atrapadas en los tornos de la entrada y fueron devorados por las llamas del fuego sucumbieron por un error humano. Al ser un día tan especial, los delegados de permitir el acceso al estadio decidieron cerrar las puertas para evitar que los espectadores pudieran colarse al campo sin pagar la entrada.
Un duro varapalo que se veía acrecentado dieciocho días después con la tragedia de Heysel, en Bruselas, Bélgica. Una avalancha de aficionados en los prolegómenos de la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y el Juventus de Turínacababa con la vida de 39 aficionados.
Transición a la modernidad
La velocidad con la que las llamas se extendieron en Valley Parade ha sido objeto de estudios para los bomberos del Reino Unido. A día de hoy, el vídeo se difunde en los cursos de formación para el cuerpo de bomberos para demostrar la rapidez con la que el fuego puede devorar una estructura.
La política decidió entrar de lleno en el caso por la estupefacción que provocó en la población. Las autoridades británicas daban forma a la aplicación de una nueva legislación que luchara contra la inseguridad y los actos vandálicos dentro de recintos deportivos, lo que iniciaba una nueva ley de seguridad para el aficionado. Las medidas que se trataron por el gobierno no se terminaron de fundamentar hasta 1989, año que se produjo la tragedia de Hillsborough, donde fallecieron 96 aficionados del Liverpool.
El desastre supuso la transición en el cambio a la modernidad. Los estadios se restructurando presentando una nueva apariencia mucho más rejuvenecida y acorde a los tiempos que el fútbol del momento vivían. Se instalaron vigas de aluminio para sostener las gradas, en lugar de las de madera, para evitar la propagación de fuego. También se obligó a que la nueva ley recogiera que ningún aficionado estuviera de pie presenciando un partido, por lo que se habilitó butacas para que se sentaran.
El Bradford City supo curar sus heridas y después de la remodelación y reconstrucción del estadio, regresó a casa en 1986 después de haber estado jugando en Elland Road, estadio del Leeds United. Para cicatrizar las heridas, la ciudad de Bradford homenajeó a las víctimas y a los supervivientes con un monumento en pleno centro de la plaza del pueblo que rememora aquel fatídico día en el que el Bradford City celebraba su ascenso de categoría.
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