Pues anda que no se pueden hacer cosas en día y medio en San Petersburgo.
Caminar por la misma Perspectiva Nevsky que tan bien describe Dostoyévski en muchas de sus obras, contemplar el enorme trasiego de gente y coches que circulan a gran velocidad bajo un cielo encapotado y de color rojizo cuando anochece.
Detenerse ante la Casa Singer y ver del otro lado de la acera la imponente Catedral de Kazán, donde se rinde devoción a Nuestra Señora de Kazán, "Madre y Protectora de Rusia". Un pequeño paseo por dentro de ese templo merece la pena por su grandiosidad y sobriedad ortodoxa.
Luego cruzar de nuevo la Avenida Nevsky y, de camino a la impresionante Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, pararse brevemente en Ploshad Iskusstv para mirar la estatua del padre de la literatura rusa moderna, Aleksandr Pushkin, que con su mano eterna alzada al cielo seguro buscaba inspiración para regalarnos su poema "El jinete de bronce".
¿Y cómo no caminar un poco por los cercanos y preciosos Jardines Mikhailkovsy, hoy cubiertos por un manto blanco helado que nos entrega una estampa única, antes de emprender un paseo más largo para fotografiarnos delante de la puerta del Palacio de Invierno con la Columna de Alejandro de fondo? Si la curiosidad aprieta y las piernas aguantan, no hay que perderse la Catedral de San Isaac, cuya base fue diseñada por un arquitecto español, y desde cuyo mirador se puede disfrutar de una vista única...
Y para los noctámbulos, muchos clubes y discotecas variadas en la calle Dumskaya, cerquita de Gostiny Dvor, en pleno centro neurálgico de la ciudad.
Da igual que haga un frío que pela, la antigua Leningrado merece la pena, y si encima va el Betis a jugar, mucho más.
Caminar por la misma Perspectiva Nevsky que tan bien describe Dostoyévski en muchas de sus obras, contemplar el enorme trasiego de gente y coches que circulan a gran velocidad bajo un cielo encapotado y de color rojizo cuando anochece.
Detenerse ante la Casa Singer y ver del otro lado de la acera la imponente Catedral de Kazán, donde se rinde devoción a Nuestra Señora de Kazán, "Madre y Protectora de Rusia". Un pequeño paseo por dentro de ese templo merece la pena por su grandiosidad y sobriedad ortodoxa.
Luego cruzar de nuevo la Avenida Nevsky y, de camino a la impresionante Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, pararse brevemente en Ploshad Iskusstv para mirar la estatua del padre de la literatura rusa moderna, Aleksandr Pushkin, que con su mano eterna alzada al cielo seguro buscaba inspiración para regalarnos su poema "El jinete de bronce".
¿Y cómo no caminar un poco por los cercanos y preciosos Jardines Mikhailkovsy, hoy cubiertos por un manto blanco helado que nos entrega una estampa única, antes de emprender un paseo más largo para fotografiarnos delante de la puerta del Palacio de Invierno con la Columna de Alejandro de fondo? Si la curiosidad aprieta y las piernas aguantan, no hay que perderse la Catedral de San Isaac, cuya base fue diseñada por un arquitecto español, y desde cuyo mirador se puede disfrutar de una vista única...
Y para los noctámbulos, muchos clubes y discotecas variadas en la calle Dumskaya, cerquita de Gostiny Dvor, en pleno centro neurálgico de la ciudad.
Da igual que haga un frío que pela, la antigua Leningrado merece la pena, y si encima va el Betis a jugar, mucho más.
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