No conozco, ni creo que conoceré a ningún entrenador que me haya hecho pasar tantos bochornos con los de Nervión. Para mí, Mel es ya historia y no quiero saber nunca más de su persona.
Si se va con el equipo de su yerno, si se va a Europa, es algo que no me importa.
Le deseo lo mejor personal y profesionalmente.
Y estas serán las últimas palabras que le dedico.
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