Es el hombre del momento en el Betis. Los focos le apuntan, todos hablan de él... Y sigue con la tranquilidad por bandera, ahora aderezada por una sonrisa que es una ventana de su felicidad. Sus goles se cuentan por puntos para el equipo y los dos últimos en Zaragoza le han catapultado a la primera línea de los artilleros nacionales. Sólo le superan, ojo, Fernando Llorente, Soldado y el sorprendente Michu. Es Rubén Castro Martín (Las Palmas, 27-6-1981), humilde en su discurso y con una historia por contar. Habla con goles pero también tiene su lado personal. Ahora no esconde su dicha, la satisfacción por haber encontrado su sitio después de ser un nómada. Para él es noticia estar dos años en el mismo lugar y, ya que estamos, apostaría por echar raíces: «Me queda un año más de contrato, pero lo que quiero es quedarme. Ya he dado muchas vueltas. En este club estoy a gusto, la gente me quiere, el vestuario me encanta. Me quiero quedar aquí, no me quiero ir a ningún otro lado. Si me dan diez años, me quedo aquí diez años. Soy feliz».
Uno de los motivos por los que Rubén Castro muestra su fidelidad al Betis es Pepe Mel. Y no lo esconde. «Conozco casi toda España de tanto que me he movido, pero para un futbolista es bueno estar como mínimo dos años en el mismo sitio para rendir bien. Me ha tocado buscarme la vida, he aprendido mucho, pero gracias a Dios ya me he asentado. En ningún sitio me he sentido como aquí, y eso se me nota. En el Betis he conectado bien con la afición y el vestuario, pero también es importante el míster, que es quien me ha traído y me hace jugar siempre. Es una persona especial para mí. Al poco tiempo de conocerlo nos entendíamos bastante bien. Él sabía qué podía darle y yo sabía qué quería de mí. Y marqué quince goles, pero el día que le echaron, yo fallé un penalti. Eso es verdad. Me pasó en Gerona, en el minuto cinco de partido, y perdimos por 3-1. Lo fallé, le echaron y aun así, al año siguiente, me fichó para el Betis. No me guardó rencor. ¿Que si hemos hablado de ese penalti? Claro, ahora cuando nos ponemos a ensayar penaltis me pone a tirar más (risas). Para mí es más que un entrenador. Apostó por mí y con una mirada nos entendemos y eso da sus frutos. Eso sí, no se casa con nadie y ya me ha dejado suplente esta temporada. Se pone serio cuando tiene que hacerlo. Es el entrenador al que más cosas tengo que agradecerle», asegura el máximo anotador bético.
Criado en el fútbol
Las palabras de Rubén no son cualquier cosa. Hablamos de alguien que se ha alimentado de fútbol por vía familiar. Pateaba un balón en el barrio de La Isleta imitando lo que hacía su padre en el Artesano y sus hermanos mayores, Álex y Guillermo, también futbolistas. En la familia son cuatro varones y una hermana. «Juego al fútbol porque es lo único que se me da bien», dice entre bromas. «Me he rodeado de fútbol y lo bonito es que llegado tan lejos como quería», continuaba. Los tres Castro coincidieron en el primer equipo del Las Palmas en la 2003-04. «En mi casa sólo se habla de fútbol. Cuando jugaba con ellos me daban muchos consejos, como que tuviera los pies en el suelo, que esto cambia mucho, y que trabajara. La pena es que aquel año descendimos, pero fue una experiencia», deja claro. «A mí me quedan muchos años todavía para seguir jugando. Es que ni me pongo a pensar en qué haré después. Soy de los típicos que usted escuchará dentro de unos años que con 37 estoy todavía dando vueltas por ahí», dice Rubén, que no se marca plazos, aunque sí un destino. «Si algún día me retiro y me quieren buscar, estaré por Las Palmas. Y me van a encontrar, porque aquello no es muy grande (risas). Me gusta mucho volver por allí. Si junto dos o tres días libres, tiro para ver a la familia. No cambio a Las Palmas por nada. Aquí soy feliz y Sevilla me encanta pero aquello es diferente a todo».
Rubén buscaba por las calles regates de ensueño que veía a Romario por la televisión, aunque tampoco es que estuviera pegado a la pequeña pantalla, sino que prefería el balón, más práctica que ilusión. Reconoce que le tiraban los colores blancos del Real Madrid, pero fue precisamente frente a este equipo cuando dio el aldabonazo que le catapultó a primera línea en la máxima categoría. Fue el tres de octubre de 2001 y el Insular se preparaba para vivir una noche mágica, inolvidable. Rubén había debutado unos meses antes con el primer equipo, con 19 años, y no se esperaba lo que iba a suceder: le marcó dos tantos a Casillas y el Las Palmas ganó 4-2. «Se me ha quedado grabado para toda la vida. Creo que ese día metí el mejor gol de mi carrera porque era muy joven, era contra el mejor equipo del mundo, en nuestro campo... Fue un día muy especial para todos y recuerdo aquella noche en casa con mi familia. Fue todo muy rápido porque estaba recién llegado a Primera. De eso se aprende mucho y mis hermanos me aconsejaron bien. Me dijeron que en el fútbol todo cambia muy rápidamente y que no por un día iba a ser el mejor. Tenían razón». Si aquel fue el gol más recordado, ¿cuál es para Rubén el que no ha marcado y que le hubiera gustado mucho hacerlo? «El del derbi. Me hubiera encantado y no lo conseguí. Me lo ha puesto fácil con esa pregunta».
Sueños de futuro
Aquellos fueron los primeros goles de Rubén en Primera y los de Zaragoza han sido los últimos hasta ahora. Entonces se presentó y ahora, once años después, con nueve en su cuenta tiene a mano la confirmación. «Llevo 19 partidos esta temporada y no me esperaba llevar tantos a estas alturas. Los compañeros me lo han puesto fácil. Ojalá pueda hacer los quince que vengo diciendo que quiero hacer. Los tengo al alcance, pero será difícil», afirma el canario, que se sitúa como el cuarto mejor nacional tras Llorente, Soldado y Michu. «No lo sabía y ahora sí me he puesto a ver esa clasificación. Están cerca, a dos y tres goles. Bueno, no me interesa todavía. Quiero que el equipo gane y si yo marco, pues mejor», dice con la boca pequeña, de donde no sale la palabra Eurocopa... «No, bah... Eso queda muy lejos, muy lejos. Este año vamos a olvidarnos de eso. Vamos a conseguir goles y el próximo ya se verá». Rubén fue internacional sub 21. «Disfruté mucho de aquella experiencia. Ojalá pudiera vivirla de nuevo en la grande. Imagínese». Pero tiene los pies en el suelo. «Nosotros hablamos sólo de permanencia y si luego vienen otras cosas ya veremos. Sabemos que este equipo no tiene términos medios, así que a ver si enlazamos ahora una buena racha».
"Estoy tan feliz en el Betis que me quedaría aquí diez años más"
Uno de los motivos por los que Rubén Castro muestra su fidelidad al Betis es Pepe Mel. Y no lo esconde. «Conozco casi toda España de tanto que me he movido, pero para un futbolista es bueno estar como mínimo dos años en el mismo sitio para rendir bien. Me ha tocado buscarme la vida, he aprendido mucho, pero gracias a Dios ya me he asentado. En ningún sitio me he sentido como aquí, y eso se me nota. En el Betis he conectado bien con la afición y el vestuario, pero también es importante el míster, que es quien me ha traído y me hace jugar siempre. Es una persona especial para mí. Al poco tiempo de conocerlo nos entendíamos bastante bien. Él sabía qué podía darle y yo sabía qué quería de mí. Y marqué quince goles, pero el día que le echaron, yo fallé un penalti. Eso es verdad. Me pasó en Gerona, en el minuto cinco de partido, y perdimos por 3-1. Lo fallé, le echaron y aun así, al año siguiente, me fichó para el Betis. No me guardó rencor. ¿Que si hemos hablado de ese penalti? Claro, ahora cuando nos ponemos a ensayar penaltis me pone a tirar más (risas). Para mí es más que un entrenador. Apostó por mí y con una mirada nos entendemos y eso da sus frutos. Eso sí, no se casa con nadie y ya me ha dejado suplente esta temporada. Se pone serio cuando tiene que hacerlo. Es el entrenador al que más cosas tengo que agradecerle», asegura el máximo anotador bético.
Criado en el fútbol
Las palabras de Rubén no son cualquier cosa. Hablamos de alguien que se ha alimentado de fútbol por vía familiar. Pateaba un balón en el barrio de La Isleta imitando lo que hacía su padre en el Artesano y sus hermanos mayores, Álex y Guillermo, también futbolistas. En la familia son cuatro varones y una hermana. «Juego al fútbol porque es lo único que se me da bien», dice entre bromas. «Me he rodeado de fútbol y lo bonito es que llegado tan lejos como quería», continuaba. Los tres Castro coincidieron en el primer equipo del Las Palmas en la 2003-04. «En mi casa sólo se habla de fútbol. Cuando jugaba con ellos me daban muchos consejos, como que tuviera los pies en el suelo, que esto cambia mucho, y que trabajara. La pena es que aquel año descendimos, pero fue una experiencia», deja claro. «A mí me quedan muchos años todavía para seguir jugando. Es que ni me pongo a pensar en qué haré después. Soy de los típicos que usted escuchará dentro de unos años que con 37 estoy todavía dando vueltas por ahí», dice Rubén, que no se marca plazos, aunque sí un destino. «Si algún día me retiro y me quieren buscar, estaré por Las Palmas. Y me van a encontrar, porque aquello no es muy grande (risas). Me gusta mucho volver por allí. Si junto dos o tres días libres, tiro para ver a la familia. No cambio a Las Palmas por nada. Aquí soy feliz y Sevilla me encanta pero aquello es diferente a todo».
Rubén buscaba por las calles regates de ensueño que veía a Romario por la televisión, aunque tampoco es que estuviera pegado a la pequeña pantalla, sino que prefería el balón, más práctica que ilusión. Reconoce que le tiraban los colores blancos del Real Madrid, pero fue precisamente frente a este equipo cuando dio el aldabonazo que le catapultó a primera línea en la máxima categoría. Fue el tres de octubre de 2001 y el Insular se preparaba para vivir una noche mágica, inolvidable. Rubén había debutado unos meses antes con el primer equipo, con 19 años, y no se esperaba lo que iba a suceder: le marcó dos tantos a Casillas y el Las Palmas ganó 4-2. «Se me ha quedado grabado para toda la vida. Creo que ese día metí el mejor gol de mi carrera porque era muy joven, era contra el mejor equipo del mundo, en nuestro campo... Fue un día muy especial para todos y recuerdo aquella noche en casa con mi familia. Fue todo muy rápido porque estaba recién llegado a Primera. De eso se aprende mucho y mis hermanos me aconsejaron bien. Me dijeron que en el fútbol todo cambia muy rápidamente y que no por un día iba a ser el mejor. Tenían razón». Si aquel fue el gol más recordado, ¿cuál es para Rubén el que no ha marcado y que le hubiera gustado mucho hacerlo? «El del derbi. Me hubiera encantado y no lo conseguí. Me lo ha puesto fácil con esa pregunta».
Sueños de futuro
Aquellos fueron los primeros goles de Rubén en Primera y los de Zaragoza han sido los últimos hasta ahora. Entonces se presentó y ahora, once años después, con nueve en su cuenta tiene a mano la confirmación. «Llevo 19 partidos esta temporada y no me esperaba llevar tantos a estas alturas. Los compañeros me lo han puesto fácil. Ojalá pueda hacer los quince que vengo diciendo que quiero hacer. Los tengo al alcance, pero será difícil», afirma el canario, que se sitúa como el cuarto mejor nacional tras Llorente, Soldado y Michu. «No lo sabía y ahora sí me he puesto a ver esa clasificación. Están cerca, a dos y tres goles. Bueno, no me interesa todavía. Quiero que el equipo gane y si yo marco, pues mejor», dice con la boca pequeña, de donde no sale la palabra Eurocopa... «No, bah... Eso queda muy lejos, muy lejos. Este año vamos a olvidarnos de eso. Vamos a conseguir goles y el próximo ya se verá». Rubén fue internacional sub 21. «Disfruté mucho de aquella experiencia. Ojalá pudiera vivirla de nuevo en la grande. Imagínese». Pero tiene los pies en el suelo. «Nosotros hablamos sólo de permanencia y si luego vienen otras cosas ya veremos. Sabemos que este equipo no tiene términos medios, así que a ver si enlazamos ahora una buena racha».
"Estoy tan feliz en el Betis que me quedaría aquí diez años más"
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