Estamos viviendo uno de los años más importantes de la historia del Betis". Esto que leen lo dice Guillén en castellano, pero durante la comida se le oye tomar el teléfono y hablar también en francés, inglés y algún idioma no identificado para los que almuerzan con él: éste que escribe, Juan Jiménez, José Antonio Espina y el director de comunicación del Betis, Julio Jiménez. El presidente heliopolitano no descansa. Vive por y para el Betis y sus temas laborales los salda mientras recorre de un lado a otro la planta noble del Benito Villamarín. Hubo un momento en el que pudo verse superado, pero "a día de hoy me siento mucho más cómodo. Me voy encontrando en mi cargo y lo noto con el paso de las semanas. Es un orgullo y una enorme responsabilidad ser presidente del Betis pero ¿quién podría negarse?".
La vida de Miguel Guillén Vallejo (Sevilla, 1968) cambió radicalmente el pasado 29 de junio, cuando se convirtió en el 42º presidente de la historia verdiblanca. Sin vacilar, y a pesar de los problemas, volvería a aceptar el cargo que le ofrecieron Gordillo y Bosch: "Está claro que volvería a decir que sí, sin duda. Uno debe tener muy claro que no llega al cargo para pasárselo bien, porque es hay tremendo trabajo y una responsabilidad muy grande. Personalmente, por ejemplo, he dejado de disfrutar del fútbol". Para que vean: más que un lugar donde ver mejor la pelota, la poltrona escuece: "Cuando estoy en el palco ni me entero de muchas cosas. Lo único que pienso es en ganar y en que acabe pronto el partido. Le doy mil vueltas a la cabeza, por lo que significa ganar tres puntos o perderlos. Al acabar me dan una copia del partido entero y me la llevo a mi casa, donde lo veo tranquilamente".
Corbata de calidad, traje impecable, peinado caro... Pero mucha humildad. Los pies en el suelo. Guillén se considera uno más en la cada vez más engrasada maquinaria heliopolitana. Su Consejo, en equipo, sólo pretende de momento sentar las bases y la modernidad de la entidad a medio plazo. Y es que desde que lograron hacerse con el control del club en diciembre de 2010 han actuado "como cualquier persona con sentido común hubiese hecho. Nuestra idea era modernizar la entidad y dotar al club de una base empresarial con profesionales. A fin de cuentas es una empresa, aunque teniendo en cuenta que hay muchos sentimientos de por medio. Está claro que queda mucho por hacer porque partíamos de cero, pero lo realizado servirá para toda la vida", afirma el presidente sin ponerse un modelo fijo. Lo mejor, aprender de todos y luego darle forma de Betis: "Estamos aprovechando todos los viajes para ver como trabajan equipos importantes como el Madrid o el Athletic, pero tenemos nuestra idiosincrasia".
Cabeza y corazón, por tanto, y en cada uno de los aspectos los dos hombres que más deciden en el club junto al presidente: "Algún día, el beticismo sabrá valorar la gran labor de José Antonio Bosch. Pone la cara y se lleva todas las bofetadas. Su trabajo es encomiable, al igual que el de Rafael Gordillo, que es el mayor activo del club y genera unos recursos incalculables". Como todos los béticos, Guillén tiene pasión por el Vendaval del Polígono: "Es imposible llevarse mal con Rafa. Es una bendición contar con él. No hay nadie mejor para ser presidente de la Fundación. Cuando nos reunimos con un patrocinador importante, lo primero es hacerse una foto con Gordillo y pedirle un autógrafo".
Parece que nada afecta a este grupo de trabajo. A todos (menos al administrador judicial Bosch) les une un sentimiento enorme: el beticismo. No quieren portadas de periódicos ni mayor repercusión. Quizá por eso se mantienen al margen del proceso judicial contra el ex máximo accionista, Lopera. "Lo que tenga que ser, será. No podemos perder ni un segundo en ese asunto. Nos dedicamos a trabajar. Es más, nunca le preguntamos a Bosch sobre ese asunto porque entrar en especulaciones restaría, más que sumaría. Llegado el momento, que ocurra lo que tenga que ocurrir. Nosotros tendremos la conciencia muy tranquila y la satisfacción del trabajo bien hecho", explica concienzudamente Guillén, que expone la relación entre los dirigentes actuales del Betis: "La relación es muy estrecha con el Consejo, los administradores concursales, los empleados... y con Bosch. Él no impone nunca nada. Es el representante del paquete mayoritario. Su encomienda no es otra que revalorizar ese paquete y aunque su peso en el club es extraordinario, siempre cuenta con los demás".
Guillén incluso explica por qué fue el administrador judicial el encargado de hablar con los jugadores antes del partido contra el Athletic: "Estábamos él y yo, y Bosch tomó la batuta como representante de la mayoría accionarial. Lo cierto es que se limitó, como ya ha hecho otras veces, a ofrecer un discurso realista y a recordarle a los jugadores la difícil situación del club".
Tras los problemas se disipan las nubes. Si hay permanencia, todo se verá de color rosa y... los béticos y su Consejo soñarán: "Nuestra idea es vivir un año de transición para ir creciendo. Si nos salvamos, el próximo curso saldremos con objetivos diferentes. Venimos de una situación muy difícil y es clave no bajar ahora. Está claro que en nuestros planteamientos también se prevé descender, pero sería mucho menos traumático que sucediera dentro de varias temporadas, porque ahora tenemos que firmar el acuerdo con los acreedores y en Primera todo es más fácil. Aún así, los béticos deben saber que el futuro está asegurado y que nada acabará con nosotros".
Urgencias. Llega la hora más apetecible, la de hablar de fútbol. Y ahí, Guillén tampoco se quita de enmedio. Se expresa con tranquilidad, pero no oculta las urgencias: "Tenemos que sumar mucho lo antes posible. Ahora hay cinco partidos claves, porque el final de Liga es muy difícil con los encuentros contra el Valencia, Atlético de Madrid, el Barcelona o el derbi, y no queremos tener que recurrir a partidos épicos. Además, hay que incidir en que es clave este mes, porque son encuentros que perdimos en la primera vuelta. Hemos demostrado que con la actitud necesaria le podemos ganar a cualquiera. En mi opinión, si tenemos que bajar a Segunda que sea porque nos superan, pero no por falta de intensidad". Aunque no lo diga expresamente, el presidente tiene una espina clavada: el partido contra el Granada. Ese día sí que se enfadó de verdad, algo extraño en una persona de tanto optimismo como Guillén.
Felicidad que el presidente refleja al hablar de ese millón de béticos a los que tantas veces se ha referido como gran activo del club. "Tenemos 388 peñas y vemos el orgullo que sienten cuando los visitamos. Están entusiasmados", explica alguien que aún está impresionado, sobre todo, por el Santiago Bernabéu y el trato que recibieron del Real Madrid: "Un club señor. Nos trataron de maravilla y estaban en todo. Impresiona cómo es el palco, los vestuarios... La verdad es que se encuentran a otro nivel".
Grandeza, eso pretende Guillén que tenga el Betis. Y que el líder de ese proyecto no sea otro que Pepe Mel. "Es nuestro entrenador perfecto. Sabe que cuenta con todo el apoyo interno. Cuando lo hacemos en público no es de cara a la galería", reconoce el presidente, que aclara que Mel y Stosic están satisfechos con la división de poderes entre técnico y dirección deportiva. Queda dicho. El Betis está en Primera, con los grandes y con ganas de quedarse mucho tiempo.
AS
La vida de Miguel Guillén Vallejo (Sevilla, 1968) cambió radicalmente el pasado 29 de junio, cuando se convirtió en el 42º presidente de la historia verdiblanca. Sin vacilar, y a pesar de los problemas, volvería a aceptar el cargo que le ofrecieron Gordillo y Bosch: "Está claro que volvería a decir que sí, sin duda. Uno debe tener muy claro que no llega al cargo para pasárselo bien, porque es hay tremendo trabajo y una responsabilidad muy grande. Personalmente, por ejemplo, he dejado de disfrutar del fútbol". Para que vean: más que un lugar donde ver mejor la pelota, la poltrona escuece: "Cuando estoy en el palco ni me entero de muchas cosas. Lo único que pienso es en ganar y en que acabe pronto el partido. Le doy mil vueltas a la cabeza, por lo que significa ganar tres puntos o perderlos. Al acabar me dan una copia del partido entero y me la llevo a mi casa, donde lo veo tranquilamente".
Corbata de calidad, traje impecable, peinado caro... Pero mucha humildad. Los pies en el suelo. Guillén se considera uno más en la cada vez más engrasada maquinaria heliopolitana. Su Consejo, en equipo, sólo pretende de momento sentar las bases y la modernidad de la entidad a medio plazo. Y es que desde que lograron hacerse con el control del club en diciembre de 2010 han actuado "como cualquier persona con sentido común hubiese hecho. Nuestra idea era modernizar la entidad y dotar al club de una base empresarial con profesionales. A fin de cuentas es una empresa, aunque teniendo en cuenta que hay muchos sentimientos de por medio. Está claro que queda mucho por hacer porque partíamos de cero, pero lo realizado servirá para toda la vida", afirma el presidente sin ponerse un modelo fijo. Lo mejor, aprender de todos y luego darle forma de Betis: "Estamos aprovechando todos los viajes para ver como trabajan equipos importantes como el Madrid o el Athletic, pero tenemos nuestra idiosincrasia".
Cabeza y corazón, por tanto, y en cada uno de los aspectos los dos hombres que más deciden en el club junto al presidente: "Algún día, el beticismo sabrá valorar la gran labor de José Antonio Bosch. Pone la cara y se lleva todas las bofetadas. Su trabajo es encomiable, al igual que el de Rafael Gordillo, que es el mayor activo del club y genera unos recursos incalculables". Como todos los béticos, Guillén tiene pasión por el Vendaval del Polígono: "Es imposible llevarse mal con Rafa. Es una bendición contar con él. No hay nadie mejor para ser presidente de la Fundación. Cuando nos reunimos con un patrocinador importante, lo primero es hacerse una foto con Gordillo y pedirle un autógrafo".
Parece que nada afecta a este grupo de trabajo. A todos (menos al administrador judicial Bosch) les une un sentimiento enorme: el beticismo. No quieren portadas de periódicos ni mayor repercusión. Quizá por eso se mantienen al margen del proceso judicial contra el ex máximo accionista, Lopera. "Lo que tenga que ser, será. No podemos perder ni un segundo en ese asunto. Nos dedicamos a trabajar. Es más, nunca le preguntamos a Bosch sobre ese asunto porque entrar en especulaciones restaría, más que sumaría. Llegado el momento, que ocurra lo que tenga que ocurrir. Nosotros tendremos la conciencia muy tranquila y la satisfacción del trabajo bien hecho", explica concienzudamente Guillén, que expone la relación entre los dirigentes actuales del Betis: "La relación es muy estrecha con el Consejo, los administradores concursales, los empleados... y con Bosch. Él no impone nunca nada. Es el representante del paquete mayoritario. Su encomienda no es otra que revalorizar ese paquete y aunque su peso en el club es extraordinario, siempre cuenta con los demás".
Guillén incluso explica por qué fue el administrador judicial el encargado de hablar con los jugadores antes del partido contra el Athletic: "Estábamos él y yo, y Bosch tomó la batuta como representante de la mayoría accionarial. Lo cierto es que se limitó, como ya ha hecho otras veces, a ofrecer un discurso realista y a recordarle a los jugadores la difícil situación del club".
Tras los problemas se disipan las nubes. Si hay permanencia, todo se verá de color rosa y... los béticos y su Consejo soñarán: "Nuestra idea es vivir un año de transición para ir creciendo. Si nos salvamos, el próximo curso saldremos con objetivos diferentes. Venimos de una situación muy difícil y es clave no bajar ahora. Está claro que en nuestros planteamientos también se prevé descender, pero sería mucho menos traumático que sucediera dentro de varias temporadas, porque ahora tenemos que firmar el acuerdo con los acreedores y en Primera todo es más fácil. Aún así, los béticos deben saber que el futuro está asegurado y que nada acabará con nosotros".
Urgencias. Llega la hora más apetecible, la de hablar de fútbol. Y ahí, Guillén tampoco se quita de enmedio. Se expresa con tranquilidad, pero no oculta las urgencias: "Tenemos que sumar mucho lo antes posible. Ahora hay cinco partidos claves, porque el final de Liga es muy difícil con los encuentros contra el Valencia, Atlético de Madrid, el Barcelona o el derbi, y no queremos tener que recurrir a partidos épicos. Además, hay que incidir en que es clave este mes, porque son encuentros que perdimos en la primera vuelta. Hemos demostrado que con la actitud necesaria le podemos ganar a cualquiera. En mi opinión, si tenemos que bajar a Segunda que sea porque nos superan, pero no por falta de intensidad". Aunque no lo diga expresamente, el presidente tiene una espina clavada: el partido contra el Granada. Ese día sí que se enfadó de verdad, algo extraño en una persona de tanto optimismo como Guillén.
Felicidad que el presidente refleja al hablar de ese millón de béticos a los que tantas veces se ha referido como gran activo del club. "Tenemos 388 peñas y vemos el orgullo que sienten cuando los visitamos. Están entusiasmados", explica alguien que aún está impresionado, sobre todo, por el Santiago Bernabéu y el trato que recibieron del Real Madrid: "Un club señor. Nos trataron de maravilla y estaban en todo. Impresiona cómo es el palco, los vestuarios... La verdad es que se encuentran a otro nivel".
Grandeza, eso pretende Guillén que tenga el Betis. Y que el líder de ese proyecto no sea otro que Pepe Mel. "Es nuestro entrenador perfecto. Sabe que cuenta con todo el apoyo interno. Cuando lo hacemos en público no es de cara a la galería", reconoce el presidente, que aclara que Mel y Stosic están satisfechos con la división de poderes entre técnico y dirección deportiva. Queda dicho. El Betis está en Primera, con los grandes y con ganas de quedarse mucho tiempo.
AS
Comentario