La opinión de León Lasa, ex futbolista e hijo de entrenador, tuvo mucho peso en la decisión tomada en Pamplona para la continuidad de Mel · Guillén, Gordillo y Stosic actuaron con cordura y sensibilidad.
Pepe Mel iba a ser destituido si el Betis perdía en el Reyno de Navarra frente a Osasuna. Su suerte estaba echada y, prácticamente, no existía la posibilidad de dar marcha atrás porque la paciencia con el técnico no iba a ser infinita. Los pesos pesados del club ya lo habían decidido así y el plan B estaba presto para activarse esa misma atardecida en Pamplona.
Ocurrió, empero, que en los mismos intestinos del estadio pamplonica se generó una cumbre entre los directivos desplazados. A saber: el presidente, Miguel Guillén, su homólogo en la Fundación, Rafael Gordillo; el director deportivo, Vlada Stosic; y el consejero León Lasa, a la postre importantísimo para la decisión tomada por el cuarteto.
Evidentemente, el no tener a un sustituto para Mel completamente decidido dentro de la pequeña baraja manejada -Míchel es el favorito- y el aspecto económico han influido en la decisión adoptada por el club, pero cuando pasadas las 19:50 Ayza Gámez señaló el final del encuentro, la charla entre estos cuatro personajes se cernió exclusivamente a lo deportivo y las palabras del nuevo consejero verdiblanco, salido de la Junta General Ordinaria de finales de junio, se antojaron bastante importantes para la suerte final de la decisión.
León Lasa, abogado y escritor sevillano de 50 años, es hijo de quien fuese jugador y entrenador del Betis del mismo nombre, cuya última causa a la entidad heliopolitana fue el ascenso a Primera División de la temporada 78-79, con Gordillo, entre otros, a sus órdenes. Quizá por ello su hijo León, quien también fue futbolista aunque sin llegar a los registros de su progenitor, es, sin dudarlo, un hombre de fútbol, de pensamiento redondo como el balón, una figura que se antojaba muy necesaria en un club carente de ella en casi todas las parcelas, ya que la abundancia de futbolistas es la de gente que practicó este deporte, y no conlleva que lo sigan ni les guste, al menos en todos los casos.
Lasa sí ha estado muy encima siempre del fútbol y del Betis, su equipo, y el domingo, ya de noche en la fría Pamplona, quizá se acordase al ver a Mel dándolo todo en la banda y al equipo cómo cayó, de los días de entrenador de su padre, de aquellos malos momentos que éstos pasan, de esa soledad que ayer se hizo carne en Santa Justa en la persona de Mel a la llegada de la expedición.
Guillén, Gordillo y Stosic estuvieron a la altura humana que requería la situación y así se lo comunicaron por teléfono al resto de consejeros, principalmente a José Antonio Bosch, quien dejó la decisión en sus manos. Casi por unanimidad se llegó a la conclusión de que, precisamente, no era el día más justo para dejar sin trabajo al entrenador del Betis.
Serían las 20:05 y todo estaba decidido, pero minutos después Mel se montó en el autobús sin saber cuál sería su suerte. Y recorrió los 171 kilómetros que separan Pamplona de Zaragoza pensando que iba a ser destituido. Fue tras la cena en el hotel maño cuando el técnico, por boca de Guillén, supo que seguía al frente del equipo. Poco antes de la medianoche, Guillén lo ratificó: "Mel es nuestro entrenador y estamos a muerte con él y con los jugadores".
Fuente: Diario de Sevilla
Pepe Mel iba a ser destituido si el Betis perdía en el Reyno de Navarra frente a Osasuna. Su suerte estaba echada y, prácticamente, no existía la posibilidad de dar marcha atrás porque la paciencia con el técnico no iba a ser infinita. Los pesos pesados del club ya lo habían decidido así y el plan B estaba presto para activarse esa misma atardecida en Pamplona.
Ocurrió, empero, que en los mismos intestinos del estadio pamplonica se generó una cumbre entre los directivos desplazados. A saber: el presidente, Miguel Guillén, su homólogo en la Fundación, Rafael Gordillo; el director deportivo, Vlada Stosic; y el consejero León Lasa, a la postre importantísimo para la decisión tomada por el cuarteto.
Evidentemente, el no tener a un sustituto para Mel completamente decidido dentro de la pequeña baraja manejada -Míchel es el favorito- y el aspecto económico han influido en la decisión adoptada por el club, pero cuando pasadas las 19:50 Ayza Gámez señaló el final del encuentro, la charla entre estos cuatro personajes se cernió exclusivamente a lo deportivo y las palabras del nuevo consejero verdiblanco, salido de la Junta General Ordinaria de finales de junio, se antojaron bastante importantes para la suerte final de la decisión.
León Lasa, abogado y escritor sevillano de 50 años, es hijo de quien fuese jugador y entrenador del Betis del mismo nombre, cuya última causa a la entidad heliopolitana fue el ascenso a Primera División de la temporada 78-79, con Gordillo, entre otros, a sus órdenes. Quizá por ello su hijo León, quien también fue futbolista aunque sin llegar a los registros de su progenitor, es, sin dudarlo, un hombre de fútbol, de pensamiento redondo como el balón, una figura que se antojaba muy necesaria en un club carente de ella en casi todas las parcelas, ya que la abundancia de futbolistas es la de gente que practicó este deporte, y no conlleva que lo sigan ni les guste, al menos en todos los casos.
Lasa sí ha estado muy encima siempre del fútbol y del Betis, su equipo, y el domingo, ya de noche en la fría Pamplona, quizá se acordase al ver a Mel dándolo todo en la banda y al equipo cómo cayó, de los días de entrenador de su padre, de aquellos malos momentos que éstos pasan, de esa soledad que ayer se hizo carne en Santa Justa en la persona de Mel a la llegada de la expedición.
Guillén, Gordillo y Stosic estuvieron a la altura humana que requería la situación y así se lo comunicaron por teléfono al resto de consejeros, principalmente a José Antonio Bosch, quien dejó la decisión en sus manos. Casi por unanimidad se llegó a la conclusión de que, precisamente, no era el día más justo para dejar sin trabajo al entrenador del Betis.
Serían las 20:05 y todo estaba decidido, pero minutos después Mel se montó en el autobús sin saber cuál sería su suerte. Y recorrió los 171 kilómetros que separan Pamplona de Zaragoza pensando que iba a ser destituido. Fue tras la cena en el hotel maño cuando el técnico, por boca de Guillén, supo que seguía al frente del equipo. Poco antes de la medianoche, Guillén lo ratificó: "Mel es nuestro entrenador y estamos a muerte con él y con los jugadores".
Fuente: Diario de Sevilla
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