EN SEVILLA EXISTE UN ESCUDO INÉDITO DEL REAL BETIS BALOMPIÉ QUE FUE EL PREDECESOR DEL DE LAS 13 BARRAS
Por Manuel Carmona
En mi amplio deambular por innumerables lugares para confeccionar mi libro LOS JUGADORES DE LAS 13 BARRAS ─bien físicamente o utilizando las modernas técnicas de la comunicación─ localicé al hijo de un jugador bético, conocido futbolísticamente por Juárez, llamado Antonio Semprún. Antonio, un amable profesor de preparación física jubilado, que está cerca de cumplir los 70 años, amante, entre otros deportes, del ciclismo, me atendió muy gentilmente y estuvimos hablamos de su padre y, como es natural, de todos los aspectos relacionados con el Real Betis Balompié. En especial, porque al encontrarnos en la celebración del Centenario del club, era muy natural mantener una charla futbolística amplia y distendida.
Cuando decidí visitar a Antonio no esperaba ni por asomo encontrarme con la grata sorpresa de contemplar un escudo del Real Betis Balompié totalmente desconocido, pieza única en su clase, que me dejó absolutamente impresionado. Hasta entonces no habíamos visto otro igual ni siquiera dibujado, mientras que el que contemplamos por medio de su propietario se conserva tal como se fabricó, pues está chapado en oro y su propietario lo guarda con gran esmero y cariño, ya que se trata de un recuerdo de su progenitor. El escudo responde a la fisonomía del empleado por el club en aquella época, circular con corona y las dos clásicas “B” entrelazadas en su interior y dibujadas de una forma muy peculiar como puede observarse en la ilustración siguiente. La innovación, como se contempla el modelo fotografiado debajo de estas líneas, es que este curioso ejemplar contiene las trece barras bajo las dos letras. En lo que concierne a las barras, las que representan a las verdes deben ser las doradas y las huecas a las blancas, pues otros colores serían impensables para un escudo bético de esa época.
Si se contempla la constitución del referido emblema, se observa que el rayado sigue idéntica tónica del empleado por Enrique Añino Ilzarbe-Andueza en 1931, después que la República dejara al escudo bético sin corona, pues en ambos emblemas las barras comienzan con las de color blanco y tienen el mismo número: trece. ¿Podría pensarse que dicha innovación en ese escudo circular coronado podría deberse a don Enrique Añino? El hecho es imposible saberlo, ya que no existe ninguna constancia, pero tampoco resultaría muy extraño que así hubiese ocurrido si se repara que en aquella época el por entonces ilustre militar colaboraba en la cuestión de estética y exorno con el club. Más aún cuando el señor Añino utilizó más o menos un par de años después las trece barras en el escudo que fue aprobado a finales de 1931 y que las barras comenzaban también por las de color blanco. Pese a tales coincidencias no nos atreveríamos a adelantar ninguna hipótesis, ya que en cuestión de investigación hay que ser muy cautos y no inclinarse por aventurar ningún supuesto mientras que no se posean los datos definitivos. Lo que sí está demostrado es que el Real Betis lucía en aquella época el escudo circular, con corona y las dos clásicas “B” entrelazadas en su interior, aunque sin las trece barras que aparecen en el que posee Antonio Semprún.
─Antonio, ¿como llegó a su poder tan original escudo, único ejemplar que se conoce hasta ahora?
─Este escudo se lo regaló a mi padre, como a todos los jugadores de aquella época, la directiva del Real Betis Balompié sobre 1929 o 1930. Y debió ser a todos porque recuerdo que, siendo yo un niño, lo vi también en la solapa de Aranda y Jesús, que eran muy amigos de mi padre. Que yo sepa, este escudo no tuvo carácter oficial, pero quizá pudo deberse a una iniciativa de incorporar al escudo de entonces las rayas con los colores del club.
─Conoce usted ¿el motivo por el que el club le regaló ese escudo a su padre?
─Él nunca me lo dijo siendo un niño y, cuando volví a ver el escudo, fue después de que hubiese fallecido ya no era posible preguntarle por el detalle.
─¿Por qué usted nunca tuvo la intención de divulgar su existencia, siendo una pieza tan original y valiosa?
─ Pues la verdad es que no lo pensé, pues la importancia que tiene para mí ese escudo es ser un recuerdo de mi padre. Aparte de que ignoro si por ahí hay otro igual, dado que constituyó un regalo hecho por el club a más de una persona y existe la posibilidad de que no sea el único que exista.
─¿Cuál es el principal valor que le da usted a este escudo que, al parecer, es el único que existe?
─Hombre, sin duda alguna el principal valor que tiene para mí, ya se lo he dicho, es el sentimental, ya que se trata de un recuerdo de mi padre. Por otra parte, su originalidad consiste en que respeta la fisonomía y el diseño del escudo oficial de su época, al que se le añadieron las barras con los colores del club. Puede pensarse que se tratara de un proyecto de la directiva para llevarlo a la práctica, pero como de eso no tengo ninguna noticia no quiero comentar nada al respecto para no meter la pata, pues yo no soy historiador sino hijo de un jugador del Betis.
─Si alguien le propusiera comprárselo, ¿qué precio le pondría usted?
─Eso es algo que no tiene precio y le aseguro que rechazaría cualquier propuesta, pues desprenderme de una joya así, por el valor sentimental que tiene para mí, es algo que nunca haría. Ese escudo, mientras mis descendientes no cambien de opinión, quiero que se herede de padres a hijos en nuestra familia y que sea ésta la que siempre lo conserve en honor y honra de mi padre, Antonio Semprún (“Juárez”) jugador que fue del Real Betis Balompié. Al respecto he de decirle que como jugador no sería uno de los más conocidos, pero a bético no hubo quien le ganara y de ello dio lecciones a todos los que lo conocieron.
Fuente: Documento sin título
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Grande Semprún, guarda buenos recuerdos un servidor que tuvo suerte de ser alumno tuyo.
PD: La verdad es que esto no lo habia visto por aqui antes...
Por Manuel Carmona
En mi amplio deambular por innumerables lugares para confeccionar mi libro LOS JUGADORES DE LAS 13 BARRAS ─bien físicamente o utilizando las modernas técnicas de la comunicación─ localicé al hijo de un jugador bético, conocido futbolísticamente por Juárez, llamado Antonio Semprún. Antonio, un amable profesor de preparación física jubilado, que está cerca de cumplir los 70 años, amante, entre otros deportes, del ciclismo, me atendió muy gentilmente y estuvimos hablamos de su padre y, como es natural, de todos los aspectos relacionados con el Real Betis Balompié. En especial, porque al encontrarnos en la celebración del Centenario del club, era muy natural mantener una charla futbolística amplia y distendida.
Cuando decidí visitar a Antonio no esperaba ni por asomo encontrarme con la grata sorpresa de contemplar un escudo del Real Betis Balompié totalmente desconocido, pieza única en su clase, que me dejó absolutamente impresionado. Hasta entonces no habíamos visto otro igual ni siquiera dibujado, mientras que el que contemplamos por medio de su propietario se conserva tal como se fabricó, pues está chapado en oro y su propietario lo guarda con gran esmero y cariño, ya que se trata de un recuerdo de su progenitor. El escudo responde a la fisonomía del empleado por el club en aquella época, circular con corona y las dos clásicas “B” entrelazadas en su interior y dibujadas de una forma muy peculiar como puede observarse en la ilustración siguiente. La innovación, como se contempla el modelo fotografiado debajo de estas líneas, es que este curioso ejemplar contiene las trece barras bajo las dos letras. En lo que concierne a las barras, las que representan a las verdes deben ser las doradas y las huecas a las blancas, pues otros colores serían impensables para un escudo bético de esa época.
Si se contempla la constitución del referido emblema, se observa que el rayado sigue idéntica tónica del empleado por Enrique Añino Ilzarbe-Andueza en 1931, después que la República dejara al escudo bético sin corona, pues en ambos emblemas las barras comienzan con las de color blanco y tienen el mismo número: trece. ¿Podría pensarse que dicha innovación en ese escudo circular coronado podría deberse a don Enrique Añino? El hecho es imposible saberlo, ya que no existe ninguna constancia, pero tampoco resultaría muy extraño que así hubiese ocurrido si se repara que en aquella época el por entonces ilustre militar colaboraba en la cuestión de estética y exorno con el club. Más aún cuando el señor Añino utilizó más o menos un par de años después las trece barras en el escudo que fue aprobado a finales de 1931 y que las barras comenzaban también por las de color blanco. Pese a tales coincidencias no nos atreveríamos a adelantar ninguna hipótesis, ya que en cuestión de investigación hay que ser muy cautos y no inclinarse por aventurar ningún supuesto mientras que no se posean los datos definitivos. Lo que sí está demostrado es que el Real Betis lucía en aquella época el escudo circular, con corona y las dos clásicas “B” entrelazadas en su interior, aunque sin las trece barras que aparecen en el que posee Antonio Semprún.
─Antonio, ¿como llegó a su poder tan original escudo, único ejemplar que se conoce hasta ahora?
─Este escudo se lo regaló a mi padre, como a todos los jugadores de aquella época, la directiva del Real Betis Balompié sobre 1929 o 1930. Y debió ser a todos porque recuerdo que, siendo yo un niño, lo vi también en la solapa de Aranda y Jesús, que eran muy amigos de mi padre. Que yo sepa, este escudo no tuvo carácter oficial, pero quizá pudo deberse a una iniciativa de incorporar al escudo de entonces las rayas con los colores del club.
─Conoce usted ¿el motivo por el que el club le regaló ese escudo a su padre?
─Él nunca me lo dijo siendo un niño y, cuando volví a ver el escudo, fue después de que hubiese fallecido ya no era posible preguntarle por el detalle.
─¿Por qué usted nunca tuvo la intención de divulgar su existencia, siendo una pieza tan original y valiosa?
─ Pues la verdad es que no lo pensé, pues la importancia que tiene para mí ese escudo es ser un recuerdo de mi padre. Aparte de que ignoro si por ahí hay otro igual, dado que constituyó un regalo hecho por el club a más de una persona y existe la posibilidad de que no sea el único que exista.
─¿Cuál es el principal valor que le da usted a este escudo que, al parecer, es el único que existe?
─Hombre, sin duda alguna el principal valor que tiene para mí, ya se lo he dicho, es el sentimental, ya que se trata de un recuerdo de mi padre. Por otra parte, su originalidad consiste en que respeta la fisonomía y el diseño del escudo oficial de su época, al que se le añadieron las barras con los colores del club. Puede pensarse que se tratara de un proyecto de la directiva para llevarlo a la práctica, pero como de eso no tengo ninguna noticia no quiero comentar nada al respecto para no meter la pata, pues yo no soy historiador sino hijo de un jugador del Betis.
─Si alguien le propusiera comprárselo, ¿qué precio le pondría usted?
─Eso es algo que no tiene precio y le aseguro que rechazaría cualquier propuesta, pues desprenderme de una joya así, por el valor sentimental que tiene para mí, es algo que nunca haría. Ese escudo, mientras mis descendientes no cambien de opinión, quiero que se herede de padres a hijos en nuestra familia y que sea ésta la que siempre lo conserve en honor y honra de mi padre, Antonio Semprún (“Juárez”) jugador que fue del Real Betis Balompié. Al respecto he de decirle que como jugador no sería uno de los más conocidos, pero a bético no hubo quien le ganara y de ello dio lecciones a todos los que lo conocieron.
Fuente: Documento sin título
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Grande Semprún, guarda buenos recuerdos un servidor que tuvo suerte de ser alumno tuyo.
PD: La verdad es que esto no lo habia visto por aqui antes...
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