Mel centra ya todas las miradas
El crédito de Pepe Mel no es ilimitado. No lo es el de nadie, y menos en el fútbol, donde los entrenadores pasan de ídolos a prescindibles como cualquier cosa en los equipos. Es su ley por mucho que se quiera ir contracorriente buscando a otros conceptos empresariales. Los resultados dictan quiénes lo hacen bien y quiénes no. Ya lo dijo Bosch, el ejecutivo con mando en plaza en el club. Un punto de los últimos 24 y sólo un gol en ocho partidos son datos suficientes para retirarle el velo protector a un técnico que ha disfrutado de un periodo de respeto y ausencia de crítica hacia su gestión por el mérito del ascenso y del arranque de temporada, pero éste tiene caducidad. Se despueblan las legiones de incondicionales del madrileño, que aún mantiene el cariño de una grada a la que le llegan sus mensajes y que ha creído a pies juntillas en sus preceptos. La cúpula del club, novata en estas cuestiones, no hará nada hasta que el pueblo dé su opinión y, sobre todo, si el equipo anda fuera de puestos de descenso porque eso implicaría una indemnización que no se puede permitir.
La cláusula. El quid de la cuestión. En aquella interminable negociación para renovar a Mel que alimentó la desconfianza de todos se pactó un contrato de tres temporadas, pero todas ellas condicionadas a la permanencia. Tras intentos infructuosos que contemplaban cláusulas por derivas negativas del equipo en la temporada, sí se incluyó que si el equipo está en puestos de descenso la destitución del técnico sería mucho menos onerosa de lo que es ahora. Era un asunto conocido desde la primavera pasada, por lo que las declaraciones recientes de Bosch no desvelan nada, sólo lo recuerdan. Eso sí, el equipo ha perdido doce posiciones en dos meses y se acerca al trío peligroso.
Apoyo popular. La bisoña directiva también teme perder el aliento de la grada en caso de tomar una determinación que no guste al beticismo. Mel sigue contando con el respaldo mayoritario, pero éste se va debilitando derrota a derrota. Si no se frena la crisis ante la Real y hay reacción del Villamarín, el consejo estaría menos comprometido a tomar una decisión en la que aún no parece creer. El aliento hacia Mel no sólo ha llegado desde las gargantas de los seguidores, sino también por parte de un nutrido frente que ha ensalzado los méritos del entrenador buscando el difícil encaje de semejanzas con Guardiola, Mourinho o Ferguson. La errónea atribución del mérito exclusivo del ascenso a la figura de Mel ha contribuido a ello, cuando el éxito fue grupal. Todo ello ha llevado a la búsqueda de culpables más o menos exógenos, desde la dirección deportiva, el preparador físico o el consejo. Mel, que hizo un buen trabajo en una campaña complicada, ascendió con un equipo de un presupuesto y calidad enormemente mayores a los rivales, por cuanto Sandoval y Fabri, que subieron con Rayo y Granada, pueden alcanzar sus méritos si se analiza su trabajo con términos objetivos.
Confección de la plantilla. Cuando se confirmó el ascenso, Mel señaló que iba a contar con el 90 por ciento de su plantilla de Segunda, luego que quería seis o siete fichajes, pero al final llegaron nueve. El consenso se publicitó de esta manera: «Hemos estado todos de acuerdo en lo que se necesitaba». Palabras del entrenador publicadas por ABC el 4 de septiembre. Dejando claro que la paternidad es compartida, el análisis de los que han llegado merece un castigo. Sólo uno ha sido titular en los últimos dos partidos (Ustaritz) y la aportación general ha sido, cuanto menos, dudosa. El caso Tosic es el que más resquemor genera. El verano no fue sencillo porque hubo muchas divergencias a la hora de componer el equipo (sobre todo en nombres propios) pero al finalizar todos contentos no serviría de nada que se filtraran ahora quiénes querían cada uno y quiénes llegaron. Tampoco alimentar el debate del fichaje invernal cuando quedan cuatro partidos para que siquiera pueda actuar éste y las soluciones para el Betis deben ser inmediatas. Además, si los que tienen que traer al salvador son los mismos que apostaron por los nueve anteriores... Eso sí, la plantilla es suficiente para alcanzar el objetivo de la permanencia. Si no, miren las de Racing, Sporting, Rayo, Granada, Osasuna, Real Sociedad...
Desconcierto en el equipo. Mel los ha utilizado a todos de manera desigual y la confianza se ha ido desgarrando a jirones en un vestuario que, a veces, no entiende lo que hace su entrenador pues sus decisiones le resultan hasta extrañas. Jugadores que pasan de la titularidad a la grada y viceversa, cambios de posición, insistencia en un estilo que no funciona, ostracismos y protagonismos inesperados... Con ello ha amortizado la confianza de muchos jugadores que pueden ser muy válidos. El trato dado a varios de ellos ha sido llamativo por desigual al resto y eso afecta al grupo. También ha influido en la pérdida de fe en lo que se hace y en la debilidad mental en los partidos, cuando besan la lona al primer golpe, incapaz de remontar, o siquiera igualar, un resultado adverso en toda la Liga. Las sustituciones durante los choques tampoco han supuesto nada, puesto que no ha modificado ningún resultado para bien desde el banquillo.
Récords negativos. La temporada pasada se agolpaban plusmarcas batidas por los béticos bajo las órdenes de Mel y el arranque de campaña presente sucedía lo mismo, pero ha sido entrar en esta crisis y la situación ha dado un cambio tan radical que lo que se acercan ahora son marcas negativas de derrotas, goles anotados, puntos conseguidos en parciales de Liga... Hoy cumple el Betis dos meses sin ganar. Estos números no los ha resistido nadie en la historia del club. Nadie. Parafraseando a Mel cuando su negociación se ponía peliaguda, el club se está portando con él como si fuera una ONG.
El crédito de Pepe Mel no es ilimitado. No lo es el de nadie, y menos en el fútbol, donde los entrenadores pasan de ídolos a prescindibles como cualquier cosa en los equipos. Es su ley por mucho que se quiera ir contracorriente buscando a otros conceptos empresariales. Los resultados dictan quiénes lo hacen bien y quiénes no. Ya lo dijo Bosch, el ejecutivo con mando en plaza en el club. Un punto de los últimos 24 y sólo un gol en ocho partidos son datos suficientes para retirarle el velo protector a un técnico que ha disfrutado de un periodo de respeto y ausencia de crítica hacia su gestión por el mérito del ascenso y del arranque de temporada, pero éste tiene caducidad. Se despueblan las legiones de incondicionales del madrileño, que aún mantiene el cariño de una grada a la que le llegan sus mensajes y que ha creído a pies juntillas en sus preceptos. La cúpula del club, novata en estas cuestiones, no hará nada hasta que el pueblo dé su opinión y, sobre todo, si el equipo anda fuera de puestos de descenso porque eso implicaría una indemnización que no se puede permitir.
La cláusula. El quid de la cuestión. En aquella interminable negociación para renovar a Mel que alimentó la desconfianza de todos se pactó un contrato de tres temporadas, pero todas ellas condicionadas a la permanencia. Tras intentos infructuosos que contemplaban cláusulas por derivas negativas del equipo en la temporada, sí se incluyó que si el equipo está en puestos de descenso la destitución del técnico sería mucho menos onerosa de lo que es ahora. Era un asunto conocido desde la primavera pasada, por lo que las declaraciones recientes de Bosch no desvelan nada, sólo lo recuerdan. Eso sí, el equipo ha perdido doce posiciones en dos meses y se acerca al trío peligroso.
Apoyo popular. La bisoña directiva también teme perder el aliento de la grada en caso de tomar una determinación que no guste al beticismo. Mel sigue contando con el respaldo mayoritario, pero éste se va debilitando derrota a derrota. Si no se frena la crisis ante la Real y hay reacción del Villamarín, el consejo estaría menos comprometido a tomar una decisión en la que aún no parece creer. El aliento hacia Mel no sólo ha llegado desde las gargantas de los seguidores, sino también por parte de un nutrido frente que ha ensalzado los méritos del entrenador buscando el difícil encaje de semejanzas con Guardiola, Mourinho o Ferguson. La errónea atribución del mérito exclusivo del ascenso a la figura de Mel ha contribuido a ello, cuando el éxito fue grupal. Todo ello ha llevado a la búsqueda de culpables más o menos exógenos, desde la dirección deportiva, el preparador físico o el consejo. Mel, que hizo un buen trabajo en una campaña complicada, ascendió con un equipo de un presupuesto y calidad enormemente mayores a los rivales, por cuanto Sandoval y Fabri, que subieron con Rayo y Granada, pueden alcanzar sus méritos si se analiza su trabajo con términos objetivos.
Confección de la plantilla. Cuando se confirmó el ascenso, Mel señaló que iba a contar con el 90 por ciento de su plantilla de Segunda, luego que quería seis o siete fichajes, pero al final llegaron nueve. El consenso se publicitó de esta manera: «Hemos estado todos de acuerdo en lo que se necesitaba». Palabras del entrenador publicadas por ABC el 4 de septiembre. Dejando claro que la paternidad es compartida, el análisis de los que han llegado merece un castigo. Sólo uno ha sido titular en los últimos dos partidos (Ustaritz) y la aportación general ha sido, cuanto menos, dudosa. El caso Tosic es el que más resquemor genera. El verano no fue sencillo porque hubo muchas divergencias a la hora de componer el equipo (sobre todo en nombres propios) pero al finalizar todos contentos no serviría de nada que se filtraran ahora quiénes querían cada uno y quiénes llegaron. Tampoco alimentar el debate del fichaje invernal cuando quedan cuatro partidos para que siquiera pueda actuar éste y las soluciones para el Betis deben ser inmediatas. Además, si los que tienen que traer al salvador son los mismos que apostaron por los nueve anteriores... Eso sí, la plantilla es suficiente para alcanzar el objetivo de la permanencia. Si no, miren las de Racing, Sporting, Rayo, Granada, Osasuna, Real Sociedad...
Desconcierto en el equipo. Mel los ha utilizado a todos de manera desigual y la confianza se ha ido desgarrando a jirones en un vestuario que, a veces, no entiende lo que hace su entrenador pues sus decisiones le resultan hasta extrañas. Jugadores que pasan de la titularidad a la grada y viceversa, cambios de posición, insistencia en un estilo que no funciona, ostracismos y protagonismos inesperados... Con ello ha amortizado la confianza de muchos jugadores que pueden ser muy válidos. El trato dado a varios de ellos ha sido llamativo por desigual al resto y eso afecta al grupo. También ha influido en la pérdida de fe en lo que se hace y en la debilidad mental en los partidos, cuando besan la lona al primer golpe, incapaz de remontar, o siquiera igualar, un resultado adverso en toda la Liga. Las sustituciones durante los choques tampoco han supuesto nada, puesto que no ha modificado ningún resultado para bien desde el banquillo.
Récords negativos. La temporada pasada se agolpaban plusmarcas batidas por los béticos bajo las órdenes de Mel y el arranque de campaña presente sucedía lo mismo, pero ha sido entrar en esta crisis y la situación ha dado un cambio tan radical que lo que se acercan ahora son marcas negativas de derrotas, goles anotados, puntos conseguidos en parciales de Liga... Hoy cumple el Betis dos meses sin ganar. Estos números no los ha resistido nadie en la historia del club. Nadie. Parafraseando a Mel cuando su negociación se ponía peliaguda, el club se está portando con él como si fuera una ONG.
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