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Una herencia maldita

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  • Una herencia maldita

    Un año después de la comedia entre Lopera y Bitton Sport, el Betis todavía sufre las consecuencias de esa mala gestión · Los contratos desfasados, las deudas o los líos accionariales lastran el presente bético.

    Hace justo un año, el Betis vivía momentos convulsos. Con Manuel Ruiz de Lopera escenificando su enésima venta de las acciones a Bitton Sport, el club entraba en una de las épocas más oscuras de su centenaria historia. La credibilidad que muchos otorgaron a aquella tragicomedia se fue desvaneciendo con el paso de los días y con los autos que la juez Mercedes Alaya elaboró para desacreditar aquellos episodios. Pero las consecuencias de aquella deficiente gestión todavía lastran el presente del Betis, tanto en el apartado deportivo como en el institucional, pese a los pasos que se han ido dando desde el 14 de diciembre.

    Los 18 años de loperismo y los seis meses de Oliver dejaron al Betis casi sin aire. "Estamos en una situación de quiebra técnica. Hemos heredado una situación de caos que estamos tratando de solucionar", reconoció hace unos días Fernando Criado, uno de los últimos en incorporarse al consejo de administración y cuya tarea en el club aparece relacionada con el departamento financiero. La parálisis que sufre, por ejemplo, la dirección deportiva en estos momentos tiene su origen en la errónea planificación anterior, con renovaciones o fichajes fuera de mercado y que ahora se está intentando solucionar.

    "Todo OK, todo vendido"

    Esa frase, que corresponde a un mensaje de texto recibido en aquella noche donde se escenificó la venta, resulta hasta cómica un año después, pero en aquellos días representó una de las claves de la ceremonia de la confusión. El fin de los días de Lopera en el Betis, al menos por ahora, introdujo en el club a una serie de personas que únicamente la labor de la juez Alaya permitió desenmascarar. En una época en la que se resaltan todo tipo de efemérides, uno de los días más tristes en la historia del Betis ha pasado casi desapercibido, pese a que sus consecuencias todavía se notan en el día a día de la entidad.

    Aquella negociación ya vislumbró el negro panorama que Lopera dejaba como herencia a los béticos, con un club endeudado, pese al "no se debe un duro a nadie" que tanto pregonó durante su mandato, y en manos de una serie de personas que sólo entraron en el club para lucrarse con todo tipo de operaciones, desde las comisiones en los traspasos o rescisiones de jugadores, hasta la propia entrada en el concurso de acreedores, fin último de muchas de las gestiones que se realizaron durante aquellos meses.

    Un lastre deportivo

    La dificultad para aligerar la plantilla con la que se ha encontrado la actual dirección deportiva viene provocada por la mala gestión realizada tanto en la época de Lopera y Momparlet como en la de Oliver. Los altos emolumentos de jugadores como Nelson, Goitia o Emana, a los que se pretende buscar una salida; las renovaciones de Fernando Vega o Arzu, con unas cifras hoy fuera de mercado y que dificultan ahora el margen de maniobra; o las deudas acumuladas con los jugadores de las pasadas temporadas, incluso habiendo negociado las rescisiones de sus contratos en algunos casos, o con otros clubes, son algunos de los aspectos heredados de las gestiones anteriores que suponen un lastre para el día a día de la entidad.

    Las negociaciones con los diversos agentes de los jugadores continúan, con el frenazo que está suponiendo para finalizar la confección de la plantilla, como era el deseo de la dirección deportiva para cuando comenzase la pretemporada.

    La imagen institucional

    Si algo ha empezado a recuperar el club en apenas seis meses ha sido su imagen en el fútbol español. La figura de Rafael Gordillo ha ejercido una enorme influencia para que el Betis volviera a tener su sitio, algo que incluso ya se mostró el pasado miércoles en el sorteo del calendario liguero cuando el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, puso al club verdiblanco como ejemplo de gestión en el marco de la economía de guerra que rige actualmente al fútbol español.

    Pese a todo, los vestigios del pasado continúan también en este apartado. Que el ex presidente José León continúe apareciendo en las reuniones de la Federación o los conflictos abiertos con la FIFA por los casos de Robert o Manu Gavilán son ejemplos de la tarea que el actual consejo de administración tiene aún tarea por delante para alcanzar el prestigio perdido en las instituciones.

    Contratos a mejorar

    Una de las primeras tareas que el consejo comenzó a realizar vino relacionada con muchos de los contratos que el club tenía firmados de épocas pasadas y que se consideraron mejorables. De hecho, Miguel Guillén se puso manos a la obra desde el primer día para conseguir esos ingresos añadidos, aunque aún queda trabajo por delante. El contrato firmado en su día por Lopera con Green Sport, la empresa que fabrica RBB, o el mismo espacio memorial inaugurado hace apenas un mes en el estadio son algunos de los aspectos de épocas pasadas que el club se ha visto obligado a mantener para cumplir con los compromisos adquiridos, pese a que dichos contratos fueran manifiestamente mejorables.

    Un año después de aquella imagen con Lopera y Oliver, el Betis continúa sufriendo las consecuencias de las malas gestiones. Tanto el consejo de administración como la dirección deportiva se encuentran con obstáculos del pasado para realizar las gestiones del presente. La herencia maldita dejada por Lopera y sus adláteres afecta a todos los ámbitos del club verdiblanco, desde la imagen de la institución como a la planificación planteada por Mel y Stosic.

    Diario de Sevilla - Una herencia maldita

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