Va a ser el protagonista de la Junta de Accionistas del día 29. Tiene la mayoría al representar el paquete de Farusa y por ello sus decisiones están condicionadas. Tiene límites de actuación y hay quien no los comparte o entiende. Maneja con prudencia el nombre del presidente que sustituirá a Rafael Gordillo, de quien alaba su valentía y su compromiso en un tiempo tan complicado y con tantos riesgos para su reputación en el Betis. Prevé un horizonte optimista dentro de la contención económica e insiste en el cambio de modelo de club a empresa para desterrar el desastre que ha llevado al Betis al hundimiento económico en los últimos años, una losa que le costará tiempo superar.
—¿Cómo afronta la junta del 29-J?
—Preveo aprobar con retraso las cuentas y la designación de los auditores. También que haya mucho socio que va a querer hablar de cosas que no están en el orden del día. Será larga porque hay gente que quiere que se escuche su voz en la asamblea.
—¿Tiene claro el sentido del voto?
—Sí, voy a mantenerlo. No puede sorprender. Tengo el encargo de defender los derechos políticos de un paquete mayoritario. Cualquier cosa que lo debilite se sale del encargo.
—Eso tiende a olvidarse...
—Me da la sensación muchas veces de que la gente equivoca lo que represento con lo que soy. Trato de que no pase, pero la gente me dice «reparta usted las acciones» o «denos las acciones a los béticos». Son de Farusa y mi encomienda es que las siga conservando y cuanto más valiosas, mejor.
—¿Cómo se siente presionado al mismo tiempo por parte de la oposición a Lopera y por sus abogados?
—Son situaciones que no escoges. Soy pragmático. Podría haber aceptado el mandato judicial o no. Una vez elegido tengo que ir adelante. A todos nos gustaría que nos quiera todo el mundo, pero eso es imposible. La única manera de pelearte con todo el mundo es tratar de estar a bien con todos. Debes tener clara la línea, el objetivo y las reglas. A veces a la gente se le pasa que las hay. Y es curioso en fútbol, porque cuando un jugador en el área coge la pelota con la mano la gente se indigna si no se pita penalti. Sin embargo, en la vida real nos olvidamos. Tenemos que recordar permanentemente que hay reglas del juego como la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, la Ley de Sociedades Anónimas, la Ley de Sociedades de Capital... Y son las que guían el trabajo de la administración judicial, concursal y el consejo. Y eso parece que no gusta del todo. Cuando la norma no es suficientemente agradable a como yo quisiera, pues por qué no cumplirla. Cuando me beneficia, la exijo.
—¿Cómo se le pide prudencia o paciencia a gente que lleva tantos años luchando por una causa?
—Cada uno tiene su cometido. Primero, el principio de presunción de inocencia está por encima de dudas. Son las reglas del juego y en este escenario cada uno tenemos un cometido distinto. El entrenador no está para atender las lesiones y el médico no diseña la estrategia. Mi cometido es que el Betis sea valioso para que la participación que tenga Farusa lo sea. Hay otra gente que está con otro cometido que me parece tan noble como el mío pero que no debo confundir ni mezclarme con ellos.
—¿Qué ha ocurrido con PNB?
—Trato de llevar una línea coherente. El consejo manifiesta que someterá a un dictamen jurídico y lo hace. ¿Cuál es la parte ingrata? Que ha habido gente a la que si el dictamen le beneficia, habrían aceptado la regla y que si les perjudica, no. Nosotros con la misma deportividad aceptamos para bien o para mal porque no era un criterio personal sino una cuestión jurídica.
—¿El dictamen es cerrado o el asunto se puede reabrir en el futuro?
—Recomienda el reconocimiento de voto a PNB pero también señala una cantidad de cuestiones que quedan abiertas de la plataforma y que ésta tendrá que resolver. A efectos del consejo nos recomienda que le concedamos la representación de voto y así hacemos. A efectos de la plataforma, ellos sabrán si quieren resolver o no ese tipo de flecos jurídicos.
—Este conflicto, entre otras cuestiones, ha afectado a su imagen pública. ¿Le afecta?
—Preferiría que hablaran bien de mí, pero va incluido en el trabajo. Es inevitable estar dando la cara y representando a una institución que es seguida en la prensa casi como si estuvieses en Gran Hermano. Con la misma deportividad he tratado cuando dicen que soy un hombre diligente y honesto, tomar los comentarios de que soy un desastre y lo estoy haciendo muy mal y llevando al Betis al fracaso. También se emiten opiniones basadas en hechos falsos, pero eso no puedo evitarlo. Lamento la película de los rechazos de la presidencia o detalles así porque quien lo publica sabe que son falsos y de ahí que se saquen unas conclusiones erróneas. Pero no puedo evitarlo. Lo asumo y punto.
—¿Qué cambiará a partir del 29-J?
—Ampliamos la configuración del consejo, las áreas y el reparto de las funciones. Destinaremos un consejero específico para cantera y con conocimiento de fútbol. Queremos adentrarnos en el mundo cultural de la ciudad. El consejo dará un paso atrás. El objetivo es que mientras se va profesionalizando el Betis el consejo tenga menos incidencia en el día a día y más de planificación global y que sean los ejecutivos los que trabajen. Los consejeros ni cobran ni van a cobrar. Aquí no hay un accionista mayoritario que ponga el dinero y que exija que se le trate como dueño. En el consejo se funciona con un hombre-mujer un voto, lo que quiere decir que el presidente o cualquiera en alguna ocasión puede sentir que no se vota en su dirección, pero eso nos aparta de los regímenes presidencialistas donde el club es un presidente.
—¿Cuál es el perfil de éste?
—Seguimos con la línea de profesionales independientes. Es casi imposible encontrar a personas que no hayan estado cerca del Betis, alguna mácula tienen. Tampoco va a representar a ninguna familia —tanto plataformas como familias tradicionales—, sino al conjunto. Estamos empeñados en que la imagen del club sea Gordillo y no el presidente. Eso descarta un presidente estrella.
—Con usted en el consejo, ¿qué competencias tendrá el presidente?
—Yo soy uno más. La atribución que me queda es si considero que el consejo lo está haciendo muy mal o que está atacando los intereses del socio mayoritario, convocar una asamblea y pedir un nuevo consejo.
—¿Saldrá del consejo actual?
—No quiero descartar a nadie.
—¿Hasta qué día le insistió a Gordillo para que siguiera?
—Él dio el paso porque se lo pedían las circunstancias pero estaba haciendo algo en contra de su voluntad y que lo que podía producir es desgaste en su imagen. Eso lo entendí a la semana de conocerle y es razonable. Creo que los béticos en general no saben el riesgo que ha asumido Rafa y lo que se jugaba, entre otras cosas porque todo ha salido bien. Si el Betis no hubiese subido, habría sido un fallo directo de Gordillo y de los que le acompañamos. Sin embargo, si asciende es un éxito de todos.
—¿Dará usted un paso a un lado tras la asamblea?
—Sí. Habrá otro portavoz. Queremos que lo conflictivo deje de ser noticia y vender Betis. Queremos que la imagen esté encabezada por Rafa. Yo quiero retirarme severamente.
—Hay quien le achaca ansias de notoriedad para satisfacer su ego.
—Jamás he buscado una entrevista o una foto. Tengo claro que en el encargo judicial iba la «venta» del trabajo. Es necesario que se entienda. La situación es realmente atípica. No es normal que en un club de fútbol el accionista mayoritario esté representado por un administrador designado por un juzgado. Sí entendemos que era necesario que se supiera qué es eso y la única manera es a través de los medios. Cuando decides aparecer, el cuándo, cómo y dónde no lo controlas. Queríamos transparencia porque necesitábamos que la masa bética confiase en que se está haciendo algo honesto y limpio por el Betis. Ahora me toca a mí, pero luego a otro y se le imputará que tiene afán de protagonismo, notoriedad...
—Últimamente han tomado decisiones duras y parece que no han sido bien explicadas.
—A veces se nos pide que demos la razón última de por qué no renovamos un contrato o por qué renegociamos o provocamos un despido. Todo el mundo tiene que pensar que cuando a él le despiden en su empresa o no le contratan lo último que le apetece es que su empresario vaya diciendo las razones. Todos querríamos que nos den una recomendación y buscar otro trabajo. Podemos equivocarnos, pero las razones forman parte de la intimidad. Lo que decimos es que hay otro mejor o que puede hacer la misma labor en mejores condiciones. También hay que tener claro que el club va profesionalizándose y tiene confianza en sus ejecutivos. Aquí no hay un dueño del cortijo que hace lo que le da la gana. Yo puedo poner la cara, la voz y llevarme las bofetadas, pero más de una de estas decisiones las están tomando los ejecutivos y lo que tiene que hacer el consejo es arroparlos, respetar la decisión, y pasar revista cuando haya un periodo suficiente para saber si fueron acertadas o no. Si no lo fueron, habrá que despedirles; si lo fueron, aplaudirles. Algunas de las decisiones no me han gustado, pero para eso hay unos ejecutivos en los que confías y que saben de su trabajo más que tú. Hemos delegado esa responsabilidad.
—Al ser su designación cautelar se duda de que deban tomarlas...
—No sabemos cuánto estaremos, pero no podemos tomarnos esta situación como temporal y que pasen uno, dos o tres años sin tomar decisiones. Las tomamos como si fuéramos a estar toda la vida aquí. El que venga después las continuará o las cambiará, pero sería una irresponsabilidad cerrar los ojos y quedarnos de puntillas.
—La gente teme que vuelva Lopera.
—En mi trabajo no entra ni por asomo discutir de quién son las acciones, ni me lo planteo. Yo las represento porque son de Farusa, si no fuera así, dejaría de representarlas.
—¿Le gustaría tener una relación más normal con Lopera?
—Me parece imposible. Soy un administrador impuesto contra su criterio y han recurrido no sé cuántas ocasiones el nombramiento.
—¿Se ha entendido bien la situación económica actual del club?
—El Betis debe 84 millones seguros más 14 probables. La gente dice que 100 millones no es dinero, pero es una barbaridad y además es que hay que pagarlo nos hagan la quita que nos hagan. Hay algo increíble en el fútbol. Te dicen «ficha, contrata, mejora los salarios, termina de construir el estadio», pero es que no hay dinero. La política anterior ha llevado a esos números y lo que hay que hacer es invertirla, no ha funcionado.
—Si el Betis no tuviera en torno a 35.000 socios, ¿qué sería?
—Con esa deuda, insostenible.
—¿Una solución puede ser el patrocinio del estadio?
—Está pendiente de cuajar. No hemos puesto un nuevo letrero porque estamos esperando un acuerdo, que no parece imposible pero no es fácil. La situación económica no ayuda, pero es el patrocinio más rentable.
Fuente: Alfinaldelapalmera
—¿Cómo afronta la junta del 29-J?
—Preveo aprobar con retraso las cuentas y la designación de los auditores. También que haya mucho socio que va a querer hablar de cosas que no están en el orden del día. Será larga porque hay gente que quiere que se escuche su voz en la asamblea.
—¿Tiene claro el sentido del voto?
—Sí, voy a mantenerlo. No puede sorprender. Tengo el encargo de defender los derechos políticos de un paquete mayoritario. Cualquier cosa que lo debilite se sale del encargo.
—Eso tiende a olvidarse...
—Me da la sensación muchas veces de que la gente equivoca lo que represento con lo que soy. Trato de que no pase, pero la gente me dice «reparta usted las acciones» o «denos las acciones a los béticos». Son de Farusa y mi encomienda es que las siga conservando y cuanto más valiosas, mejor.
—¿Cómo se siente presionado al mismo tiempo por parte de la oposición a Lopera y por sus abogados?
—Son situaciones que no escoges. Soy pragmático. Podría haber aceptado el mandato judicial o no. Una vez elegido tengo que ir adelante. A todos nos gustaría que nos quiera todo el mundo, pero eso es imposible. La única manera de pelearte con todo el mundo es tratar de estar a bien con todos. Debes tener clara la línea, el objetivo y las reglas. A veces a la gente se le pasa que las hay. Y es curioso en fútbol, porque cuando un jugador en el área coge la pelota con la mano la gente se indigna si no se pita penalti. Sin embargo, en la vida real nos olvidamos. Tenemos que recordar permanentemente que hay reglas del juego como la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, la Ley de Sociedades Anónimas, la Ley de Sociedades de Capital... Y son las que guían el trabajo de la administración judicial, concursal y el consejo. Y eso parece que no gusta del todo. Cuando la norma no es suficientemente agradable a como yo quisiera, pues por qué no cumplirla. Cuando me beneficia, la exijo.
—¿Cómo se le pide prudencia o paciencia a gente que lleva tantos años luchando por una causa?
—Cada uno tiene su cometido. Primero, el principio de presunción de inocencia está por encima de dudas. Son las reglas del juego y en este escenario cada uno tenemos un cometido distinto. El entrenador no está para atender las lesiones y el médico no diseña la estrategia. Mi cometido es que el Betis sea valioso para que la participación que tenga Farusa lo sea. Hay otra gente que está con otro cometido que me parece tan noble como el mío pero que no debo confundir ni mezclarme con ellos.
—¿Qué ha ocurrido con PNB?
—Trato de llevar una línea coherente. El consejo manifiesta que someterá a un dictamen jurídico y lo hace. ¿Cuál es la parte ingrata? Que ha habido gente a la que si el dictamen le beneficia, habrían aceptado la regla y que si les perjudica, no. Nosotros con la misma deportividad aceptamos para bien o para mal porque no era un criterio personal sino una cuestión jurídica.
—¿El dictamen es cerrado o el asunto se puede reabrir en el futuro?
—Recomienda el reconocimiento de voto a PNB pero también señala una cantidad de cuestiones que quedan abiertas de la plataforma y que ésta tendrá que resolver. A efectos del consejo nos recomienda que le concedamos la representación de voto y así hacemos. A efectos de la plataforma, ellos sabrán si quieren resolver o no ese tipo de flecos jurídicos.
—Este conflicto, entre otras cuestiones, ha afectado a su imagen pública. ¿Le afecta?
—Preferiría que hablaran bien de mí, pero va incluido en el trabajo. Es inevitable estar dando la cara y representando a una institución que es seguida en la prensa casi como si estuvieses en Gran Hermano. Con la misma deportividad he tratado cuando dicen que soy un hombre diligente y honesto, tomar los comentarios de que soy un desastre y lo estoy haciendo muy mal y llevando al Betis al fracaso. También se emiten opiniones basadas en hechos falsos, pero eso no puedo evitarlo. Lamento la película de los rechazos de la presidencia o detalles así porque quien lo publica sabe que son falsos y de ahí que se saquen unas conclusiones erróneas. Pero no puedo evitarlo. Lo asumo y punto.
—¿Qué cambiará a partir del 29-J?
—Ampliamos la configuración del consejo, las áreas y el reparto de las funciones. Destinaremos un consejero específico para cantera y con conocimiento de fútbol. Queremos adentrarnos en el mundo cultural de la ciudad. El consejo dará un paso atrás. El objetivo es que mientras se va profesionalizando el Betis el consejo tenga menos incidencia en el día a día y más de planificación global y que sean los ejecutivos los que trabajen. Los consejeros ni cobran ni van a cobrar. Aquí no hay un accionista mayoritario que ponga el dinero y que exija que se le trate como dueño. En el consejo se funciona con un hombre-mujer un voto, lo que quiere decir que el presidente o cualquiera en alguna ocasión puede sentir que no se vota en su dirección, pero eso nos aparta de los regímenes presidencialistas donde el club es un presidente.
—¿Cuál es el perfil de éste?
—Seguimos con la línea de profesionales independientes. Es casi imposible encontrar a personas que no hayan estado cerca del Betis, alguna mácula tienen. Tampoco va a representar a ninguna familia —tanto plataformas como familias tradicionales—, sino al conjunto. Estamos empeñados en que la imagen del club sea Gordillo y no el presidente. Eso descarta un presidente estrella.
—Con usted en el consejo, ¿qué competencias tendrá el presidente?
—Yo soy uno más. La atribución que me queda es si considero que el consejo lo está haciendo muy mal o que está atacando los intereses del socio mayoritario, convocar una asamblea y pedir un nuevo consejo.
—¿Saldrá del consejo actual?
—No quiero descartar a nadie.
—¿Hasta qué día le insistió a Gordillo para que siguiera?
—Él dio el paso porque se lo pedían las circunstancias pero estaba haciendo algo en contra de su voluntad y que lo que podía producir es desgaste en su imagen. Eso lo entendí a la semana de conocerle y es razonable. Creo que los béticos en general no saben el riesgo que ha asumido Rafa y lo que se jugaba, entre otras cosas porque todo ha salido bien. Si el Betis no hubiese subido, habría sido un fallo directo de Gordillo y de los que le acompañamos. Sin embargo, si asciende es un éxito de todos.
—¿Dará usted un paso a un lado tras la asamblea?
—Sí. Habrá otro portavoz. Queremos que lo conflictivo deje de ser noticia y vender Betis. Queremos que la imagen esté encabezada por Rafa. Yo quiero retirarme severamente.
—Hay quien le achaca ansias de notoriedad para satisfacer su ego.
—Jamás he buscado una entrevista o una foto. Tengo claro que en el encargo judicial iba la «venta» del trabajo. Es necesario que se entienda. La situación es realmente atípica. No es normal que en un club de fútbol el accionista mayoritario esté representado por un administrador designado por un juzgado. Sí entendemos que era necesario que se supiera qué es eso y la única manera es a través de los medios. Cuando decides aparecer, el cuándo, cómo y dónde no lo controlas. Queríamos transparencia porque necesitábamos que la masa bética confiase en que se está haciendo algo honesto y limpio por el Betis. Ahora me toca a mí, pero luego a otro y se le imputará que tiene afán de protagonismo, notoriedad...
—Últimamente han tomado decisiones duras y parece que no han sido bien explicadas.
—A veces se nos pide que demos la razón última de por qué no renovamos un contrato o por qué renegociamos o provocamos un despido. Todo el mundo tiene que pensar que cuando a él le despiden en su empresa o no le contratan lo último que le apetece es que su empresario vaya diciendo las razones. Todos querríamos que nos den una recomendación y buscar otro trabajo. Podemos equivocarnos, pero las razones forman parte de la intimidad. Lo que decimos es que hay otro mejor o que puede hacer la misma labor en mejores condiciones. También hay que tener claro que el club va profesionalizándose y tiene confianza en sus ejecutivos. Aquí no hay un dueño del cortijo que hace lo que le da la gana. Yo puedo poner la cara, la voz y llevarme las bofetadas, pero más de una de estas decisiones las están tomando los ejecutivos y lo que tiene que hacer el consejo es arroparlos, respetar la decisión, y pasar revista cuando haya un periodo suficiente para saber si fueron acertadas o no. Si no lo fueron, habrá que despedirles; si lo fueron, aplaudirles. Algunas de las decisiones no me han gustado, pero para eso hay unos ejecutivos en los que confías y que saben de su trabajo más que tú. Hemos delegado esa responsabilidad.
—Al ser su designación cautelar se duda de que deban tomarlas...
—No sabemos cuánto estaremos, pero no podemos tomarnos esta situación como temporal y que pasen uno, dos o tres años sin tomar decisiones. Las tomamos como si fuéramos a estar toda la vida aquí. El que venga después las continuará o las cambiará, pero sería una irresponsabilidad cerrar los ojos y quedarnos de puntillas.
—La gente teme que vuelva Lopera.
—En mi trabajo no entra ni por asomo discutir de quién son las acciones, ni me lo planteo. Yo las represento porque son de Farusa, si no fuera así, dejaría de representarlas.
—¿Le gustaría tener una relación más normal con Lopera?
—Me parece imposible. Soy un administrador impuesto contra su criterio y han recurrido no sé cuántas ocasiones el nombramiento.
—¿Se ha entendido bien la situación económica actual del club?
—El Betis debe 84 millones seguros más 14 probables. La gente dice que 100 millones no es dinero, pero es una barbaridad y además es que hay que pagarlo nos hagan la quita que nos hagan. Hay algo increíble en el fútbol. Te dicen «ficha, contrata, mejora los salarios, termina de construir el estadio», pero es que no hay dinero. La política anterior ha llevado a esos números y lo que hay que hacer es invertirla, no ha funcionado.
—Si el Betis no tuviera en torno a 35.000 socios, ¿qué sería?
—Con esa deuda, insostenible.
—¿Una solución puede ser el patrocinio del estadio?
—Está pendiente de cuajar. No hemos puesto un nuevo letrero porque estamos esperando un acuerdo, que no parece imposible pero no es fácil. La situación económica no ayuda, pero es el patrocinio más rentable.
Fuente: Alfinaldelapalmera
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