Originalmente publicado por GreenBrigade
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buyu
https://www.elespanol.com/espana/pol...5410886_0.html
El entrenador que descubrió a Pedri escribe la Guerra Civil: 'Hoy no hay violencia, pero sí ese abismo derecha-izquierda'
Pero hoy, ahora, en este rato de descanso entre partidos y entrenamientos, venimos a hablar de su afición más recóndita. Pepe Mel es escritor. Un entrenador de fútbol que escribe. Aunque, con su última trilogía de novelas, casi podríamos decir que es "un escritor que entrena equipos de fútbol".
Sorprende esta dualidad de Mel por considerarse el fútbol –erróneamente, según nos dice– un deporte de iletrados, de chavales que despuntaron en lo suyo muy pronto y que arrumbaron los libros en un cuarto de casa de sus padres. Y sorprende hoy todavía más porque la mencionada trilogía tiene como telón de fondo la Guerra Civil. En concreto, los últimos años de la República y el estallido de la contienda.
Hoy, una burbuja rodea a entrenadores y jugadores. Es raro que uno de ellos, estando en la élite, decida aparecer en un medio de comunicación diciendo lo que realmente piensa sobre asuntos no necesariamente vinculados al fútbol. Mel tiene el arrojo de plantarse en las librerías con una historia sobre esa guerra que casi un siglo después polariza el debate político.
El despertar del diablo (Almuzara, 2024) acaba de salir de la imprenta. Es la segunda parte. Una trama de bebés robados sucedida en el Madrid de 1935. Juegan un papel clave José María Gil-Robles –líder de la derecha de entonces– y Clara Campoamor –abogada liberal que trajo el sufragio femenino–.
¿No les parece una maravilla que el entrenador que instruía a Pedri en Las Palmas pensara al mismo tiempo cómo caracterizar a Gil-Robles? La cara de don José María proyectada sobre la de Pedri. Y al revés.
¿Se mete usted en un lío con una novela así?
Fíjese, si me meto en un lío, no será por el tema de la novela, sino por la novela en sí. Nunca he tenido problemas por publicar libros, pero en el fútbol de hoy a veces no se comprende que un futbolista o un entrenador pueda tener otras aficiones y desconectar
Cubierta de la novela recién publicada por Pepe Mel. Almuzara
La culpa de esta trilogía de novelas la tiene "el Guaje", un personaje que nació de las historias que Mel le escuchaba contar a su suegro, superviviente de la revolución de Asturias de 1934. En realidad, las tres novelas de Mel, más allá de una ingente documentación, han encontrado vida ahí, en los relatos que cuentan los mayores alrededor del fuego.
La primera parte, Los asesinatos de la Xana (Almuzara, 2022), ocurre en la Asturias revolucionaria. "El Guaje", mismo protagonista, huye a Madrid, donde tiene lugar la recién lanzada El despertar del diablo. Y próximamente verá la luz la tercera novela, que enraizará en la posguerra sevillana.
"El Guaje" es en esta novela un chico para todo de Gil-Robles, de donde nacen las intrigas políticas; pero también un compañero de investigación de Clara Campoamor, que se halla enfrascada en la resolución de una trama de bebés robados. 1936 y hoy
–Los años de la república y la guerra, tan delicados, todavía hoy provocan grandes refriegas en el Congreso.
–He leído muchos discursos del año 36. Por fortuna, estamos vacunados frente a la violencia. La guerra, la dictadura, todo lo que pasó... España lo superó y aprendió la religión del respeto. Hoy, por mucha agresividad que hay, es impensable que se traspasen ciertas líneas.
–Pero.
–Ahí iba. Se le ponen a uno los pelos de punta con ciertos paralelismos. El abismo cada vez más insalvable entre la izquierda y la derecha, el auge del separatismo catalán, la agresividad verbal... Sin embargo, ya le digo: no hay diputados con pistola ni amenazas de muerte en el Parlamento. Me quedo con eso.
–Los cinco años de la República son históricamente apasionantes. ¿Qué lectura hace de ellos después de haberlos estudiado? Llegó aquel régimen para ilusión de la mayoría, con un proyecto de libertades. El apoyo de los intelectuales y de las clases populares. Pero fue un espejismo.
–La primera mitad del siglo XX español es apasionante en líneas generales. Si no hubiera sido futbolista primero y entrenador después, habría sido profesor de Historia. Me habría especializado en ese periodo. Te metes y te enganchas. Vas conociendo a los personajes, vas aprendiendo, vas uniendo cosas, alcanzando conclusiones... La parte más bonita no es escribir, sino investigar. Se cometió un error muy español. Quienes iban ganando, humillaban al adversario. No hablo de la guerra y de la dictadura; hablo también electoralmente, de la República.
–La República se iba hundiendo ante la imposibilidad de garantizar una alternancia izquierda-derecha en el poder. De hecho, la CEDA ganó las elecciones y no pudo gobernar por miedo a desatar una revolución. Pusieron de presidente a Lerroux, que era menos de derechas.
–Era una España muy parecida al fútbol. Uno era de su equipo ganara o perdiera. Y uno humillaba a ese rival al que derrotaba. Hubo barrabasadas en un lado y en otro. En los días del Frente Popular, no se supo contener la quema de las iglesias, los asesinatos de religiosos...
–El Gobierno ha creado la Ley de Memoria Democrática, que establece una versión muy concreta de los hechos. Por otro lado, Vox abole esas leyes donde puede diciendo que el franquismo no fue tan malo.
–Creo que los políticos deberían dejar el pasado como está. ¡No se puede arreglar! Lo que ocurre en el pasado siempre es horroroso si se mira con el código moral del presente. Que se pongan a solucionar los problemas de hoy. Mire cómo está el asunto de la vivienda.
Pepe Mel, en el campo, durante un partido reciente. Cedida por el entrevistado Los futbolistas y los libros
Volvemos a hablar un rato de la novela, de El despertar del diablo. Si "el Guaje", el personaje principal, nació de los relatos de su suegro; el Madrid del año 35 nació de los relatos de su abuela.
Vivía la abuela de Pepe Mel a las afueras, en ese extrarradio hambriento y absurdo del que hablaba Valle-Inclán. "No tenían luz, no tenían agua... Fueron días muy duros. Me contaba que la ciudad era una especie de corredor, una corrala enorme. Eso me ha ayudado a entender cómo se vivía entonces", dice.
–Ahora que se ha publicado, ¿les ha pasado la novela a sus jugadores? ¿Qué le dicen?
–Algunos han leído algo mío... Justo el otro día uno me mandaba un mensaje muy bonito. Eso de que los futbolistas no leen y están poco formados... Se sorprendería.
–Diga, diga.
–La gente se llevaría una sorpresa, de verdad. Viajamos mucho, tenemos muchos ratos muertos. Es cierto que los más jóvenes van con la Play y con las redes... Pero también los hay que viajan con el libro debajo del brazo. Los jugadores de hoy están mucho mejor preparados que en mi época.
–¿Son más conscientes de lo que les viene?
–Algunos incluso acaban carreras universitarias. Resulta raro que no haya en un vestuario jugadores que estén aprendiendo Empresariales y que no estén pensando en qué hacer cuando se retiren.
–¿Y cómo son esas conversaciones con ellos más allá del fútbol?
–La burbuja es sobre todo económica. El fútbol no es ajeno a lo que nos pasa. Se habla de las mismas cosas que en otras oficinas. Eso sí, no somos conscientes, o no todo lo que deberíamos, de lo que le cuesta a la gente ganar 800 euros al mes. Deberíamos ser más empáticos y visibles en ese sentido.
https://www.elespanol.com/espana/pol...5410886_0.html
El entrenador que descubrió a Pedri escribe la Guerra Civil: 'Hoy no hay violencia, pero sí ese abismo derecha-izquierda'
- Pepe Mel, ídolo de la afición bética por devolver al equipo a Primera y clasificarlo para Europa, publica una trilogía de novelas sobre la República y la Guerra Civil. Hoy entrena al Tenerife.
Pero hoy, ahora, en este rato de descanso entre partidos y entrenamientos, venimos a hablar de su afición más recóndita. Pepe Mel es escritor. Un entrenador de fútbol que escribe. Aunque, con su última trilogía de novelas, casi podríamos decir que es "un escritor que entrena equipos de fútbol".
Sorprende esta dualidad de Mel por considerarse el fútbol –erróneamente, según nos dice– un deporte de iletrados, de chavales que despuntaron en lo suyo muy pronto y que arrumbaron los libros en un cuarto de casa de sus padres. Y sorprende hoy todavía más porque la mencionada trilogía tiene como telón de fondo la Guerra Civil. En concreto, los últimos años de la República y el estallido de la contienda.
Hoy, una burbuja rodea a entrenadores y jugadores. Es raro que uno de ellos, estando en la élite, decida aparecer en un medio de comunicación diciendo lo que realmente piensa sobre asuntos no necesariamente vinculados al fútbol. Mel tiene el arrojo de plantarse en las librerías con una historia sobre esa guerra que casi un siglo después polariza el debate político.
El despertar del diablo (Almuzara, 2024) acaba de salir de la imprenta. Es la segunda parte. Una trama de bebés robados sucedida en el Madrid de 1935. Juegan un papel clave José María Gil-Robles –líder de la derecha de entonces– y Clara Campoamor –abogada liberal que trajo el sufragio femenino–.
¿No les parece una maravilla que el entrenador que instruía a Pedri en Las Palmas pensara al mismo tiempo cómo caracterizar a Gil-Robles? La cara de don José María proyectada sobre la de Pedri. Y al revés.
¿Se mete usted en un lío con una novela así?
Fíjese, si me meto en un lío, no será por el tema de la novela, sino por la novela en sí. Nunca he tenido problemas por publicar libros, pero en el fútbol de hoy a veces no se comprende que un futbolista o un entrenador pueda tener otras aficiones y desconectar
Cubierta de la novela recién publicada por Pepe Mel. Almuzara
La culpa de esta trilogía de novelas la tiene "el Guaje", un personaje que nació de las historias que Mel le escuchaba contar a su suegro, superviviente de la revolución de Asturias de 1934. En realidad, las tres novelas de Mel, más allá de una ingente documentación, han encontrado vida ahí, en los relatos que cuentan los mayores alrededor del fuego.
La primera parte, Los asesinatos de la Xana (Almuzara, 2022), ocurre en la Asturias revolucionaria. "El Guaje", mismo protagonista, huye a Madrid, donde tiene lugar la recién lanzada El despertar del diablo. Y próximamente verá la luz la tercera novela, que enraizará en la posguerra sevillana.
"El Guaje" es en esta novela un chico para todo de Gil-Robles, de donde nacen las intrigas políticas; pero también un compañero de investigación de Clara Campoamor, que se halla enfrascada en la resolución de una trama de bebés robados. 1936 y hoy
–Los años de la república y la guerra, tan delicados, todavía hoy provocan grandes refriegas en el Congreso.
–He leído muchos discursos del año 36. Por fortuna, estamos vacunados frente a la violencia. La guerra, la dictadura, todo lo que pasó... España lo superó y aprendió la religión del respeto. Hoy, por mucha agresividad que hay, es impensable que se traspasen ciertas líneas.
–Pero.
–Ahí iba. Se le ponen a uno los pelos de punta con ciertos paralelismos. El abismo cada vez más insalvable entre la izquierda y la derecha, el auge del separatismo catalán, la agresividad verbal... Sin embargo, ya le digo: no hay diputados con pistola ni amenazas de muerte en el Parlamento. Me quedo con eso.
–Los cinco años de la República son históricamente apasionantes. ¿Qué lectura hace de ellos después de haberlos estudiado? Llegó aquel régimen para ilusión de la mayoría, con un proyecto de libertades. El apoyo de los intelectuales y de las clases populares. Pero fue un espejismo.
–La primera mitad del siglo XX español es apasionante en líneas generales. Si no hubiera sido futbolista primero y entrenador después, habría sido profesor de Historia. Me habría especializado en ese periodo. Te metes y te enganchas. Vas conociendo a los personajes, vas aprendiendo, vas uniendo cosas, alcanzando conclusiones... La parte más bonita no es escribir, sino investigar. Se cometió un error muy español. Quienes iban ganando, humillaban al adversario. No hablo de la guerra y de la dictadura; hablo también electoralmente, de la República.
–La República se iba hundiendo ante la imposibilidad de garantizar una alternancia izquierda-derecha en el poder. De hecho, la CEDA ganó las elecciones y no pudo gobernar por miedo a desatar una revolución. Pusieron de presidente a Lerroux, que era menos de derechas.
–Era una España muy parecida al fútbol. Uno era de su equipo ganara o perdiera. Y uno humillaba a ese rival al que derrotaba. Hubo barrabasadas en un lado y en otro. En los días del Frente Popular, no se supo contener la quema de las iglesias, los asesinatos de religiosos...
–El Gobierno ha creado la Ley de Memoria Democrática, que establece una versión muy concreta de los hechos. Por otro lado, Vox abole esas leyes donde puede diciendo que el franquismo no fue tan malo.
–Creo que los políticos deberían dejar el pasado como está. ¡No se puede arreglar! Lo que ocurre en el pasado siempre es horroroso si se mira con el código moral del presente. Que se pongan a solucionar los problemas de hoy. Mire cómo está el asunto de la vivienda.
Pepe Mel, en el campo, durante un partido reciente. Cedida por el entrevistado Los futbolistas y los libros
Volvemos a hablar un rato de la novela, de El despertar del diablo. Si "el Guaje", el personaje principal, nació de los relatos de su suegro; el Madrid del año 35 nació de los relatos de su abuela.
Vivía la abuela de Pepe Mel a las afueras, en ese extrarradio hambriento y absurdo del que hablaba Valle-Inclán. "No tenían luz, no tenían agua... Fueron días muy duros. Me contaba que la ciudad era una especie de corredor, una corrala enorme. Eso me ha ayudado a entender cómo se vivía entonces", dice.
–Ahora que se ha publicado, ¿les ha pasado la novela a sus jugadores? ¿Qué le dicen?
–Algunos han leído algo mío... Justo el otro día uno me mandaba un mensaje muy bonito. Eso de que los futbolistas no leen y están poco formados... Se sorprendería.
–Diga, diga.
–La gente se llevaría una sorpresa, de verdad. Viajamos mucho, tenemos muchos ratos muertos. Es cierto que los más jóvenes van con la Play y con las redes... Pero también los hay que viajan con el libro debajo del brazo. Los jugadores de hoy están mucho mejor preparados que en mi época.
–¿Son más conscientes de lo que les viene?
–Algunos incluso acaban carreras universitarias. Resulta raro que no haya en un vestuario jugadores que estén aprendiendo Empresariales y que no estén pensando en qué hacer cuando se retiren.
–¿Y cómo son esas conversaciones con ellos más allá del fútbol?
–La burbuja es sobre todo económica. El fútbol no es ajeno a lo que nos pasa. Se habla de las mismas cosas que en otras oficinas. Eso sí, no somos conscientes, o no todo lo que deberíamos, de lo que le cuesta a la gente ganar 800 euros al mes. Deberíamos ser más empáticos y visibles en ese sentido.
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