Bosch, hoy, no es una opción para ser presidente
Escrito por Mateo González
Miércoles 20 de Abril de 2011 00:30
Bosch, en rueda de prensa junto a Gordillo
La catarata de informaciones que se ha generado para perfilar el sucesor de Rafael Gordillo en la presidencia del Betis se está convirtiendo en una especie de carrera, con variopintos intereses, para dar con el nombre del elegido. Un día es Miguel Guillén, otro José Luis Sáez, antes Juan Carlos Ollero. Y así. En primer plano, siempre, José Antonio Bosch, al que muchos señalan, y quien levantó la espita de esta tentadora distracción mediática con unas declaraciones en las que circunscribía a seis los candidatos a la presidencia. Como si hubiera dicho cinco o siete. El caso es que no hay carrera, sólo un sondeo general entre personas de la familia bética que cumplen los parámetros para asumir tal reto en tiempos para valientes. Candidatos hay y el Betis no se quedará sin presidente... O presidenta. Eso sí, en ningún caso será José Antonio Bosch.
El descarte lo hace el mismo vicepresidente y administrador único de las acciones de Farusa. Y hay que creerle porque es un ejercicio de responsabilidad. Si se han tomado al pie de la letra sus palabras sobre los candidatos y otras muchas cuestiones, su no es igual de sólido. O más. Porque tiene argumentos para ello. Evidentemente el abogado que apareció en escena a mediados de noviembre sustituyendo al malogrado Juan Manuel Gómez Porrúa está sobradamente preparado para ello, algo que ha demostrado en este tiempo pero no será él el próximo presidente. En primer lugar porque, en sus propias palabras, «no es higiénico» confundir la presidencia con la mayoría accionarial y la administración judicial. El papel de Bosch designado por la juez Alaya es el de control. Por ello se ha edificado un Betis con estructura profesional, con un consejo de dirección que ya funciona independiente del consejo, al que sólo tienen que rendir cuentas, y con directivos de perfil elevado que tengan voz propia y no se pleguen a designios de mayoritarios, sean quienes sean. El Betis del presente, y el del futuro, se ve más como una empresa que como un club de fútbol al uso, sin personalismos en su cúpula, sin caudillos. En segundo lugar, porque sería un "fracaso" que una persona, por muy válida que sea, recién llegada y que no pertenece a la familia bética sea quien tenga que dar el paso en estos momentos. Después de tantos años esperando a que Lopera se marchara, hay candidatos adecuados para ocupar este puesto y se conocerán más pronto que tarde. Bosch no anda en un cásting desesperado como se quiere hacer creer, ni mucho menos. Que no se confunda la discreción con la urgencia. Eso sí, que nadie espere inyecciones económicas ni artificios numéricos, porque la situación actual del Betis no inivita a ello con una doble administración (judicial y concursal) y con asuntos aún por dirimir la propiedad de gran parte de las acciones de Farusa y una instrucción abierta. Tampoco una ampliación de capital. En tercer lugar, porque Bosch asumiría un riesgo innecesario al llevar la administración judicial al estar en el primerísimo plano como presidente de la entidad, ya que en el trasfondo está la intención de Lopera de recusarle y retirarle de su cargo.
En todo caso, la figura del presidente o presidenta no es más que un gesto pero no cambiará el rumbo que sigue la entidad en esta nueva etapa. Será un bético reconocido, con experiencia y que esté preparado para asumir el papel de mascarón de proa de una nave que impulsan todos, pero no un líder a la antigua usanza. La sombra de Rafael Gordillo estará ahí, pero como impulso, ya que el mito bético permanecerá en la entidad para contribuir en las relaciones institucionales. La opción de que sea una mujer tiene ciertos adeptos, toda vez que sería un golpe de efecto llamativo y tiene considerable aceptación social (ya se comprobó con las reacciones a la posibilidad de que hubiera una consejera, la segunda presencia femenina en el consejo tras Rosa Baleriola a finales de los ochenta). Es probable que el nombre se reserve hasta que el equipo haya conseguido el ascenso para no interferir en la concentración de los futbolistas, toda vez que se ha comprobado que éstos son permeables a lo que suceda en la planta noble y algunos ya hayan preguntando por el cambio presidencial con cara de preocupación por tener que conocer a su cuarto presidente en una temporada. No sería beneficioso. De hecho, el consejo va a acabar con este debate que se ha prolongado durante más tiempo del preciso
ffff
Escrito por Mateo González
Miércoles 20 de Abril de 2011 00:30
Bosch, en rueda de prensa junto a Gordillo
La catarata de informaciones que se ha generado para perfilar el sucesor de Rafael Gordillo en la presidencia del Betis se está convirtiendo en una especie de carrera, con variopintos intereses, para dar con el nombre del elegido. Un día es Miguel Guillén, otro José Luis Sáez, antes Juan Carlos Ollero. Y así. En primer plano, siempre, José Antonio Bosch, al que muchos señalan, y quien levantó la espita de esta tentadora distracción mediática con unas declaraciones en las que circunscribía a seis los candidatos a la presidencia. Como si hubiera dicho cinco o siete. El caso es que no hay carrera, sólo un sondeo general entre personas de la familia bética que cumplen los parámetros para asumir tal reto en tiempos para valientes. Candidatos hay y el Betis no se quedará sin presidente... O presidenta. Eso sí, en ningún caso será José Antonio Bosch.
El descarte lo hace el mismo vicepresidente y administrador único de las acciones de Farusa. Y hay que creerle porque es un ejercicio de responsabilidad. Si se han tomado al pie de la letra sus palabras sobre los candidatos y otras muchas cuestiones, su no es igual de sólido. O más. Porque tiene argumentos para ello. Evidentemente el abogado que apareció en escena a mediados de noviembre sustituyendo al malogrado Juan Manuel Gómez Porrúa está sobradamente preparado para ello, algo que ha demostrado en este tiempo pero no será él el próximo presidente. En primer lugar porque, en sus propias palabras, «no es higiénico» confundir la presidencia con la mayoría accionarial y la administración judicial. El papel de Bosch designado por la juez Alaya es el de control. Por ello se ha edificado un Betis con estructura profesional, con un consejo de dirección que ya funciona independiente del consejo, al que sólo tienen que rendir cuentas, y con directivos de perfil elevado que tengan voz propia y no se pleguen a designios de mayoritarios, sean quienes sean. El Betis del presente, y el del futuro, se ve más como una empresa que como un club de fútbol al uso, sin personalismos en su cúpula, sin caudillos. En segundo lugar, porque sería un "fracaso" que una persona, por muy válida que sea, recién llegada y que no pertenece a la familia bética sea quien tenga que dar el paso en estos momentos. Después de tantos años esperando a que Lopera se marchara, hay candidatos adecuados para ocupar este puesto y se conocerán más pronto que tarde. Bosch no anda en un cásting desesperado como se quiere hacer creer, ni mucho menos. Que no se confunda la discreción con la urgencia. Eso sí, que nadie espere inyecciones económicas ni artificios numéricos, porque la situación actual del Betis no inivita a ello con una doble administración (judicial y concursal) y con asuntos aún por dirimir la propiedad de gran parte de las acciones de Farusa y una instrucción abierta. Tampoco una ampliación de capital. En tercer lugar, porque Bosch asumiría un riesgo innecesario al llevar la administración judicial al estar en el primerísimo plano como presidente de la entidad, ya que en el trasfondo está la intención de Lopera de recusarle y retirarle de su cargo.
En todo caso, la figura del presidente o presidenta no es más que un gesto pero no cambiará el rumbo que sigue la entidad en esta nueva etapa. Será un bético reconocido, con experiencia y que esté preparado para asumir el papel de mascarón de proa de una nave que impulsan todos, pero no un líder a la antigua usanza. La sombra de Rafael Gordillo estará ahí, pero como impulso, ya que el mito bético permanecerá en la entidad para contribuir en las relaciones institucionales. La opción de que sea una mujer tiene ciertos adeptos, toda vez que sería un golpe de efecto llamativo y tiene considerable aceptación social (ya se comprobó con las reacciones a la posibilidad de que hubiera una consejera, la segunda presencia femenina en el consejo tras Rosa Baleriola a finales de los ochenta). Es probable que el nombre se reserve hasta que el equipo haya conseguido el ascenso para no interferir en la concentración de los futbolistas, toda vez que se ha comprobado que éstos son permeables a lo que suceda en la planta noble y algunos ya hayan preguntando por el cambio presidencial con cara de preocupación por tener que conocer a su cuarto presidente en una temporada. No sería beneficioso. De hecho, el consejo va a acabar con este debate que se ha prolongado durante más tiempo del preciso
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