Algo cambió en Vitoria para el Sevilla

De una dolorosa derrota hay dos caminos para salir: o agachar la cabeza y dejarte llevar, o levantar el vuelo con un cambio de actitud. El Sevilla de García Pimienta ha optado por la segunda opción. Tras la última derrota del curso en Mendizorroza, hace diez días, que hizo saltar todas las alarmas en Nervión por una imagen ya conocida por semejante a la vivida en muchos momentos de las dos últimas temporadas, club y cuerpo técnico quisieron ponerle remedio de la forma más inmediata posible. Por parte del presidente, confirmando al entrenador de cara a la plantilla con una renovación que ya estaba pactada; mientras que el entrenador, conociendo ese respaldo, tuvo conversaciones con sus jugadores para que la competición no los engullese. Que se podía perder cualquier partido, pero nunca por falta de intensidad, ganas o competitividad. Que la imagen ofrecida contra el Alavés no se podía volver a repetir.

Desde entonces, el Sevilla ha sumado una victoria y un empate. De la incipiente crisis, a encontrarse el equipo en tierra de nadie en la clasificación, situación esperada e incluso valorada como positiva por los dirigentes, quienes saben que en este año de transición el objetivo principal es no sufrir, que el año se haga lo más corto posible por navegar por aguas tranquilas, que demasiado ruido existe acerca del club en otras áreas que no son la deportiva. Para ello se han apoyado sobre todo en la figura de García Pimienta, quien no ha perdido la compostura ni en los primeros vaivenes del curso. Su liderazgo tranquilo ha calado y de ahí esa confirmación inesperada en el cargo tras su primer mes y medio en el cargo. Cintura ante las adversidades

De una dolorosa derrota hay dos caminos para salir: o agachar la cabeza y dejarte llevar, o levantar el vuelo con un cambio de actitud. El Sevilla de García Pimienta ha optado por la segunda opción. Tras la última derrota del curso en Mendizorroza, hace diez días, que hizo saltar todas las alarmas en Nervión por una imagen ya conocida por semejante a la vivida en muchos momentos de las dos últimas temporadas, club y cuerpo técnico quisieron ponerle remedio de la forma más inmediata posible. Por parte del presidente, confirmando al entrenador de cara a la plantilla con una renovación que ya estaba pactada; mientras que el entrenador, conociendo ese respaldo, tuvo conversaciones con sus jugadores para que la competición no los engullese. Que se podía perder cualquier partido, pero nunca por falta de intensidad, ganas o competitividad. Que la imagen ofrecida contra el Alavés no se podía volver a repetir.

Desde entonces, el Sevilla ha sumado una victoria y un empate. De la incipiente crisis, a encontrarse el equipo en tierra de nadie en la clasificación, situación esperada e incluso valorada como positiva por los dirigentes, quienes saben que en este año de transición el objetivo principal es no sufrir, que el año se haga lo más corto posible por navegar por aguas tranquilas, que demasiado ruido existe acerca del club en otras áreas que no son la deportiva. Para ello se han apoyado sobre todo en la figura de García Pimienta, quien no ha perdido la compostura ni en los primeros vaivenes del curso. Su liderazgo tranquilo ha calado y de ahí esa confirmación inesperada en el cargo tras su primer mes y medio en el cargo. Cintura ante las adversidades

El técnico catalán no sólo maneja esas claves internas del vestuario, sino que también comienza a mostrar una cintura mayor a la esperada en el terreno de juego. Al equipo le faltaron jugadores importantes en San Mamés, sobre todo en la creación de juego. Pese a ello, el Sevilla compitió bien y encontró en una pareja de mediocentros sólidos la mejor forma de llevar al equipo hacia delante. Recuperando en lugares donde podía hacer daño, sin miedo a todo lo que podía suceder a las espaldas de sus defensores. Un planteamiento atrevido y sin miedo a las sustituciones.

Su apuesta por Iheanacho no está saliendo. Con el poco gol que ha ofrecido la delantera, lo normal es apostar por el punta disponible. No le tembló el pulso en quitar a Valentín Barco en el descanso para ordenar el sistema defensivo y adelantar la última línea para defender bien hacia delante. Hizo debutar a Mateo Mejía, quien provocase la expulsión del portero del Athletic. Movimientos desde la pizarra para un Sevilla que ya ataca con cuatro desde la pizarra. Pimienta se amolda a lo que tiene y a las propias características de sus jugadores. El conjunto nervionense crece. Muy poco a poco, pero lo hace. Todo desde el petardazo de Vitoria. Un aviso que ha despertado a los remolones. El derbi dirá para qué está preparado este Sevilla.