Emana, el chivo expiatorio
Emana se ha convertido, muy a su pesar, en el muñeco del pim pam pum y está cansado. Muy cansado. Paciente, el africano lleva tiempo siendo muy comedido en sus declaraciones, pero él siempre está en boca de todos. No hay día que no se hable de si «Emana esto», o «Emana lo otro». Sirve de ejemplo para todo. Lo último, su pericia o impericia con los penaltis. Una circunstancia normal en el fútbol, puesto que hay una jerarquía impuesta en el vestuario que le concedía el privilegio de lanzarlos. Sus errores le dejarán sin lanzarlos en las próximas ocasiones, pero no deja de ser un asunto puntual, que si es elevado a definitivo por cuanto se liga a términos como implicación o motivación inducen al error en el que se suele caer con el delantero bético y que le está haciendo soportar una presión innecesaria en un momento en el que el grupo bético está más unido que nunca y en el que la solidaridad del vestuario se muestra en las acciones de todos sus integrantes, como se puede leer en ABC de Sevilla.
Cierto es que su nivel futbolístico no está en el mejor momento de su carrera, y el futbolista es consciente de ello y lo reconoce, pero la facilidad con la que se airean, recuerdan y destacan sus errores tampoco ayuda. Hay una circunstancia que, inexplicablemente, se pasa por alto a la hora de evaluar el rendimiento del africano: sigue lesionado. Las molestias en su maltrecho tobillo no remiten y el jugador ve cómo su articulación continúa hinchada y le duele hasta al caminar. Sin embargo, no ha dado un paso atrás y ha estado disponible siempre para jugar, exceptuando el duelo ante el Albacete, cuando tuvo que parar forzosamente. De hecho, desde entonces no ha jugado ningún partido completo, puesto que comenzó como suplente en Ponferrada y fue sustituido ante Las Palmas (minuto 70), Gerona (83) y Salamanca (62).
Defendió a Mel
«Estáis demasiado pendientes de todo lo que le pasa a Emana», señalaba Mel estos días, consciente de que el torbellino de opiniones había posado de nuevo su epicentro en la figura del camerunés, controvertida por desgracia desde que puso un pie en Heliópolis. Se ha especulado esta semana con un posible castigo de Mel este domingo, cuando el Betis visita Vallecas. Las pruebas del técnico madrileño durante la semana indican lo contrario, aunque es evidente que no se trata de una figura intocable. Nadie lo es en este equipo, tal y como hizo saber el técnico desde el minuto uno de su llegada al club. El jugador defendió con todos los argumentos posibles al técnico cuando, durante la racha negativa, se le cuestionaba por la continuidad en el responsable del banquillo. Ahora Emana ve cómo se le endosa un imán para cualquier error o imprecisión que aparece en el Betis. Es el chivo expiatorio, el culpable de todos los males que van apareciendo y eso está afectando a su confianza en el campo.
El disgusto de Emana con esta nueva ola de críticas no tiene tanto que ver con su rendimiento deportivo que, reconoce, es mejorable pero que tiene la disculpa de la lesión que nunca se va del todo, sino por ver cómo siempre es tomado como ejemplo de cualquier situación o circunstancia. Emana está en boca de todos y el camerunés sólo busca respeto tanto en el entorno como en los profesionales futbolísticos. Ha recibido, eso sí, el apoyo de sus compañeros, que tras el encuentro ante el Salamanca ya señalaron que están con él en todo momento y que le ayudarán para volver a ser determinante, para convertirse de nuevo en el mejor jugador de la categoría como ha demostrado en muchas ocasiones.
Emana es siempre tomado como ejemplo, incluso ante sus compañeros. Tapia ya le utilizó ante la plantilla. Castigar a Emana es un mensaje para navegantes, pero el africano está cansado de tener que soportar una etiqueta que no entiende. Mel ha dicho infinidad de veces que es «un jugador más», y así quiere ser tratado el camerunés en todo momento. Incluso cuando tuvo que reaparecer de manera precipitada tras la lesión más grave que ha sufrido en su carrera deportiva, la fisura del peroné que se le diagnosticó por parte de los médicos béticos a principios de enero tras el partido ante el Getafe y que aún arrastra. La necesidad de contar con Emana en ese momento estuviera como estuviera y su disponibilidad para ayudar al grupo le hicieron tener que dar el paso ante el Elche y la factura aún la está pagando en su tobillo, que le recuerda todos los días que debió esperar alguna semana más por mera prudencia física aunque la competición a veces no entienda de salud.
Emana, el chivo expiatorio
Emana se ha convertido, muy a su pesar, en el muñeco del pim pam pum y está cansado. Muy cansado. Paciente, el africano lleva tiempo siendo muy comedido en sus declaraciones, pero él siempre está en boca de todos. No hay día que no se hable de si «Emana esto», o «Emana lo otro». Sirve de ejemplo para todo. Lo último, su pericia o impericia con los penaltis. Una circunstancia normal en el fútbol, puesto que hay una jerarquía impuesta en el vestuario que le concedía el privilegio de lanzarlos. Sus errores le dejarán sin lanzarlos en las próximas ocasiones, pero no deja de ser un asunto puntual, que si es elevado a definitivo por cuanto se liga a términos como implicación o motivación inducen al error en el que se suele caer con el delantero bético y que le está haciendo soportar una presión innecesaria en un momento en el que el grupo bético está más unido que nunca y en el que la solidaridad del vestuario se muestra en las acciones de todos sus integrantes, como se puede leer en ABC de Sevilla.
Cierto es que su nivel futbolístico no está en el mejor momento de su carrera, y el futbolista es consciente de ello y lo reconoce, pero la facilidad con la que se airean, recuerdan y destacan sus errores tampoco ayuda. Hay una circunstancia que, inexplicablemente, se pasa por alto a la hora de evaluar el rendimiento del africano: sigue lesionado. Las molestias en su maltrecho tobillo no remiten y el jugador ve cómo su articulación continúa hinchada y le duele hasta al caminar. Sin embargo, no ha dado un paso atrás y ha estado disponible siempre para jugar, exceptuando el duelo ante el Albacete, cuando tuvo que parar forzosamente. De hecho, desde entonces no ha jugado ningún partido completo, puesto que comenzó como suplente en Ponferrada y fue sustituido ante Las Palmas (minuto 70), Gerona (83) y Salamanca (62).
Defendió a Mel
«Estáis demasiado pendientes de todo lo que le pasa a Emana», señalaba Mel estos días, consciente de que el torbellino de opiniones había posado de nuevo su epicentro en la figura del camerunés, controvertida por desgracia desde que puso un pie en Heliópolis. Se ha especulado esta semana con un posible castigo de Mel este domingo, cuando el Betis visita Vallecas. Las pruebas del técnico madrileño durante la semana indican lo contrario, aunque es evidente que no se trata de una figura intocable. Nadie lo es en este equipo, tal y como hizo saber el técnico desde el minuto uno de su llegada al club. El jugador defendió con todos los argumentos posibles al técnico cuando, durante la racha negativa, se le cuestionaba por la continuidad en el responsable del banquillo. Ahora Emana ve cómo se le endosa un imán para cualquier error o imprecisión que aparece en el Betis. Es el chivo expiatorio, el culpable de todos los males que van apareciendo y eso está afectando a su confianza en el campo.
El disgusto de Emana con esta nueva ola de críticas no tiene tanto que ver con su rendimiento deportivo que, reconoce, es mejorable pero que tiene la disculpa de la lesión que nunca se va del todo, sino por ver cómo siempre es tomado como ejemplo de cualquier situación o circunstancia. Emana está en boca de todos y el camerunés sólo busca respeto tanto en el entorno como en los profesionales futbolísticos. Ha recibido, eso sí, el apoyo de sus compañeros, que tras el encuentro ante el Salamanca ya señalaron que están con él en todo momento y que le ayudarán para volver a ser determinante, para convertirse de nuevo en el mejor jugador de la categoría como ha demostrado en muchas ocasiones.
Emana es siempre tomado como ejemplo, incluso ante sus compañeros. Tapia ya le utilizó ante la plantilla. Castigar a Emana es un mensaje para navegantes, pero el africano está cansado de tener que soportar una etiqueta que no entiende. Mel ha dicho infinidad de veces que es «un jugador más», y así quiere ser tratado el camerunés en todo momento. Incluso cuando tuvo que reaparecer de manera precipitada tras la lesión más grave que ha sufrido en su carrera deportiva, la fisura del peroné que se le diagnosticó por parte de los médicos béticos a principios de enero tras el partido ante el Getafe y que aún arrastra. La necesidad de contar con Emana en ese momento estuviera como estuviera y su disponibilidad para ayudar al grupo le hicieron tener que dar el paso ante el Elche y la factura aún la está pagando en su tobillo, que le recuerda todos los días que debió esperar alguna semana más por mera prudencia física aunque la competición a veces no entienda de salud.
Emana, el chivo expiatorio
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