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  • Originalmente publicado por TyLeR Ver Mensaje
    Los del Ajax todos los años vendiendo por millonadas.
    Si sabes fichar talento te van a llover los millones.
    A bender78 y Gattuso8 les gusta esto.

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    • Originalmente publicado por cordoBEsTICO Ver Mensaje

      Si sabes fichar talento te van a llover los millones.
      Po atrinca.

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          • Buen equipo están haciendo los turcos.

            A bender78 le gusta esto.

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                • "Tenemos que ayudarle, Adriano. Cuando estaba en el Ajax era incluso mejor que yo". Con estas palabras, Seedorf convenció a Galliani para fichar en 2004 a Harvey Esajas, quien tras probar suerte con varios clubes de Holanda, Italia y España (Real Madrid B y Móstoles) a finales de los noventa, terminó en su país como lavaplatos… hasta la llamada milagrosa de Clarence.

                  Esajas llegó al
                  Milán de Ancelotti con más de cien kilos de peso y, tras sesiones de entrenamiento rígido con el primer equipo durante meses, debutó en un partido de Copa contra el Palermo en enero de 2005. Pese a que disputó tan solo tres minutos se llevó una importante ovación de San Siro. Fue lo único que jugó como rossonero este lateral volador. Convocado incluso para la final de la Champions de Estambul, terminó perdiéndose, en esto del fútbol, entre el Legnano y el Lecco para después volver a la restauración en su país.

                  Este episodio sucedió apenas diez años después de la llegada, también a Milanello, de Zizí Roberts, un liberiano que aconsejó el propio Weah a Braida. "En la selección juego atrás, pero también soy delantero", confesó el primer día en el club. Lógicamente su prematuro epitafio lo escribió en las grutas de divisiones inferiores. Son algunas de las historias más curiosas del Calciomercato, una razón de ser inventada en Italia en 1913 para poder homologar su magia, su estilo, sus chantajes y fanfarronería.

                  "El Calciomercato es raro y especial. Yo empecé muy joven", comenta en exclusiva a Relevo Matteo Materazzi (hermano de Marco), en cuya cartera despuntaban jugadores como Albano Bizzarri o Radu (héroe laziale). "Mi padre fue a entrenar al Sporting de Portugal hace muchos años. Se llevó a De Lucia como preparador de porteros. Meses después, allí se comenzó a hablar de Quaresma, Hugo Viana y Cristiano Ronaldo, que tenía 16 años. De Lucia me dijo que tenía que ir. Hablaba de Cristiano como del nuevo Di Canio. Llegué a Lisboa y cené con Jorge Mendes en su casa. Representaba a los tres. Al día siguiente, en otra cena, estaba con Deco, entonces en el Oporto. Volví a Italia con una orden: Deco tenía que firmar por el Parma", confiesa. Eran los años de oro del club dirigido por Nevio Scala, hoy día hundido en las mazmorras de la Serie B con Buffon bajo palos.
                  Estrellas y bidoni (paquetes)

                  Italia es una herida bella que nunca termina de cicatrizar. Además, su índole es extrapolable a esta experiencia lisérgica que es el Calciomercato, donde el Milán ha coleccionado un buen puñado de fichajes cuanto menos extraños. También Balones de Oro e infinidad de estrellas. La primera, quizás, la dejó escapar hace más de un siglo, cuando el jovencísimo Renzo De Vicchi (19 años; titular con Italia desde hacía tres) no pudo rechazar una suculenta oferta del Genoa: "Deja el Milán y tu trabajo como botones. Aquí jugarás con nosotros y trabajarás en la Banca Nazionale". Todo se cerró con trescientas liras del presidente genovés. Era el año 1913.

                  Fue el primer fichaje italiano de la historia, aunque el dinero de verdad comenzó a moverse en 1923, cuando Virginio Rosetta dejó la Pro Vercelli y fichó por la Juventus de los Agnelli a cambio de 50.000 liras. Fue un escándalo, porque supuso la pérdida de la virginidad, del fútbol romántico que pretendía alejarse del profesionalismo. A partir de ahí, el arte noble del balompié se manchó con dinero y quedó mancillado para siempre. Después -en 1942- llegarían Valentino Mazzola y Ezio Loik al Torino procedentes del Venezia. Dos cracks que cambiaron la historia del fútbol hasta que la colina de Superga puso fin a la epopeya granata. Con ellos se superó, por vez primera, el límite del millón de liras (35.000 euros al cambio) por el traspaso. Italia estaba en guerra, y eso supuso el inicio de las primeras especulaciones. El opio para un país devastado, desnortado, con crisis de identidad en las trincheras.

                  El Calciomercato caminaba lento, pero cada vez había más actores en el juego. Y es que presidentes, dirigentes, negociantes, marqueses y liantes de poca monta comenzaron con premura a intercambiar jugadores como si fueran cromos de Panini. Primero lo hicieron en el Hotel Andreola; después en el mítico Gallia, próximo a la estación central de Milán. Allí precisamente se gestó, en 1952, el primer gran golpe. Lo llevó a cabo Achille Lauro, el presidente del Nápoles: 105 millones de liras por el delantero sueco Hasse Jeppson, con un sueldo cinematográfico (treinta millones de liras). Hoy día, en la ciudad, sigue siendo O Banco 'e Napule, el instituto de crédito ciudadano que ese año inyectó cien millones.

                  Dos años antes, un príncipe de sangre azul, un dandy mundano y extravagante -Raimondo Lanza di Trabia- estaba desnudo en la bañera de la suite 131 del Galli. Era el presidente del Palermo, y acababa de comprar al danés Helge Christian Bronée por cincuenta millones de liras. Era 1950. El kilo de pan costaba poco más de cien liras. Había llegado definitivamente, para quedarse eternamente, el Calciomercato. Lo patentó este aristócrata, amante del lujo, del prosecco y las fresas.


                  Sin frenos

                  Con la veda abierta, y cuando aún faltaban por llegar grandes estrellas foráneas como Maradona, Platini, Zico, Van Basten, Sócrates, Paolo Roberto Falcao o Matthäus, toca el turno de los primeros mánager. Ahí entran en juego Paolo Mazza, Gipo Viani, Italo Allodi y un joven ambicioso llamado Romeo Anconetani, futuro presidente del Pisa. Enseguida lo llamarían míster 5%, porque es el porcentaje que se llevaba de prima por cada movimiento. Es la época en que Gigi Riva va al Cagliari y Gianni Rivera al Milán, procedente del Alessandria. Es el inicio de Ferlaino, el presidente que se trajo a Maradona del Barça.

                  Lo hizo años después de haber pagado dos mil millones de liras por Beppe Savoldi, un hecho que le propinó infinidad de críticas porque Nápoles se moría de hambre. Esa animadversión de la ciudad y el país entero la placó el periodista Enzo Biagi en el Corriere della Sera. "Ferlaino no ha ofendido la miseria; la ha consolado". Era el éxtasis del cinismo, la ambigüedad, el repertorio italiano en los negocios, su ligereza, astucia y superficialidad para hacer frente a los problemas. Churchill siempre dijo que Italia afrontaba una guerra como un partido de fútbol y un partido de fútbol como una guerra.

                  El viento a favor lo insuflaba una lira que atravesó algunos periodos de bonanza, mucho más que el euro hoy día, enfermo de una inflación lacerante. Así, el Pelusa llegó en 1984 por 13.000 millones. Un fichaje planetario: según la estima de PlayRating publicada por el diario The Sun serían 305 millones de esterlinas, casi 350 millones de euros hoy.

                  A partir de entonces la burbuja se fue inflando sin parar. Roberto Baggio arribó a la Juve por 25 miliardi di lire en medio de una Florencia que montó las barricadas denunciando la pérdida del amor en el fútbol. En paralelo, ya había comenzado el show-business de Berlusconi, quien arrebató a la Juve a un talento emergente del Atalanta llamado Roberto Donadoni.

                  Terminaban así los años ochenta, famosos porque el Consejo Federal Italiano acababa de aprobar el retorno de los extranjeros a la Serie A tras casi 15 años de abstinencia obligada como castigo ante la pésima imagen ofrecida en el Mundial del 66. Un cierre de fronteras tras el oprobio ante Corea del Norte. Una vez abiertas, los primeros en llegar fueron Ruud Krol al Nápoles y Falcao a la Roma. En el mismo avión del flamante brasileño, aterrizado en Fiumicino, iba su compatriota Silvio Danuello, que luego cogería un tren en Termini para jugar en la Pistoiese. Pese a decir que era 'ponta', no anotó un gol en seis partidos que jugó. Meses después, sus directivos comprendieron que 'ponta' en portugués significaba extremo y no delantero. El cómico director Lino Banfi hizo incluso una película inspirándose en él. En el área se movía como un holograma. Por su parte, Falcao certificó en la capital lo esperado.

                  Ronaldo y el Inter

                  En los noventa, Massimo Moratti se sumó al carnaval casi sin pedir la vez. Deseoso de emular el Grande Inter de Luisito Suárez y Helenio Herrera (presidido por su padre), cerró la operación Ronaldo en 160.000 millones de liras: 48.000 millones al Barcelona, más de 6.000 millones en sueldo por temporada al Fenómeno y 4.500 millones en derechos de imagen. Además, el camino se regó de comisiones. Eso hizo estallar la burbuja, y con ella se produjo algo que siempre criticó míster Zeman. "El dinero que no se invierte en la cantera italiana es el que tienen los representantes en los bolsillos", afirmó. Una sentencia de la que se desmarca Matteo Materazzi. "Sólo puedo decir que esto es un trabajo de gran responsabilidad y confianza con el jugador. La relación debe ser recíproca, y va más allá del trabajo porque se crea intimidad. Eres todo para él: confesor, psicólogo… Siempre he intentado ser respetuoso, también en el ámbito legal-deportivo. Cuando comenzaron las primeras polémicas en este mundo contraté una abogada -Anna Cerbara- para garantizar una tutela a mi asistido. También la mía".

                  Lo cierto es que los primeros representantes en aparecer fueron Antonio Caliendo, Claudio Pasqualin y Giovanni Branchini. ¿Los movimientos? Vieri al Inter por 93,6 mil millones de liras. Al año siguiente Crespo se une a él, proveniente del Parma, por 104. Precisamente el Parma de Calisto Tanzi (dueño de Parmalat) quebraría poco después. Un hecho que arrastraría a su patrón a la cárcel. Una suerte similar a la de Sergio Cragnotti, quien llevó a la Lazio de Simeone, Nedved, Simone Inzaghi, Mancini, Mihajlovic y Boksic a ganar el campeonato antes de terminar también entre rejas.

                  El mercado estaba loco. Había una concatenación de despropósitos y no se fabricaban anticuerpos que frenaran los ataques hedonistas de representantes, presidentes, empresarios y futbolistas ávidos de dinero. Era un círculo vicioso que además se vio amparado en 1995 por la sentencia Bosman. Todo volvía a hincharse de nuevo en un país que coleccionaba títulos europeos y vivía obnubilado en ese periodo mágico de las sette sorelle: siete hermanas, siete clubes que partían siempre favoritos para lograr el scudetto. Papin, Stoichkov, Zanetti, Mijatovic… Todo el mundo quería marcharse a Italia, que políticamente hablando se recuperaba del escándalo de las Manos Limpias. Faltaban algunos años para el nacimiento de Sky Sport (dueña del fútbol hasta la aparición de DAZN), pero Silvio Berlusconi ya había colocado la televisión privada en la parrilla.

                  El lado oscuro de la Juve

                  El año 2000 comienza con una frase lacónica de Gianni Agnelli, otrora presidente de la Juve, al referirse a Luciano Moggi: "El caballerizo del rey tiene que conocer a todos los ladrones de caballos".

                  La Juventus, que ya en su día juntó a Boniperti con Sívori, en varios años se lleva a Buffon, Zidane, Thuram, Nedved y un buen puñado más de top player. Mientras, se cierra el hotel Gallia. Ahora se opera de manera diferente, de forma mucho más oscura e indiscreta. Surgen los móviles. En los años negros de Calciopoli, Ibra llega a la Juventus con prácticas lejos de la ética y la moral. El mundo descubre a Mino Raiola, el nuevo Rey Midas junto a Mendes. También a la GEA World, una agencia de representación de futbolistas y entrenadores en manos de varios hijos de papá como Tanzi, Cragnotti o Davide Lippi, quien declina la entrevista con Relevo. "Lo siento, no tengo tiempo hoy para contestar. Otro día mejor".

                  En un claro conflicto de intereses, el proceso de apelación -celebrado en Roma en 2011- dictó sentencia: absuelto Davide Lippi; penas reducidas respecto al primer grado para Luciano y su hijo Alessandro. ¿El delito? Violencia privada por la presunta presión ejercida para adquirir nuevos representados, que habrían pasado a formar parte de algunos que ya estaban: Cannavaro, Chiellini, Antonio Conte, Ciro Ferrara, Maresca, Materazzi o el propio Marcello Lippi.

                  La Vecchia Signora retornó de sus cenizas apoyándose en contrataciones a parámetro cero como Pirlo. Luego, compró a Cristiano Ronaldo por 113 millones de euros y volvió a caer en el fango judiciario, salpicada de plusvalías fantasmas y sueldos opacos. Es la metáfora de un fútbol italiano que ha mejorado su calidad, su producto, que sueña los tiempos gloriosos de los noventa, con sus Balones de Oro brillando por las competiciones intercontinentales… Pero que no consigue quitarse de encima la otra cara de la moneda. Ese lado pérfido que siempre acompañó al país, a su fútbol, y que es inherente a él. Sólo sabe vivir en el purgatorio.

                  Hoy todo gira en un bucle perfecto. Porque mientras se investiga el origen de la fortuna de Berlusconi (se habla de la Cosa Nostra), el periodista de RAI Sigfrido Ranucci sigue batiéndose en su programa Report por denunciar las injerencias en el fútbol del crimen organizado. También la guerra fría de los representantes, quienes usan estrellas como peones para captar a otros jugadores de Serie A, prometiéndoles una prima por firmar. Un sistema, una praxis equiparable al modus operandi de la criminalidad organizada. Por ejemplo, esa 'Ndrangheta que durante años formó parte del tejido de la tifosería juventina en el Stadium.

                  *****, sarcasmo, picardía

                  Emitido hace dos años en la televisión pública, el programa de investigación citaba los nombres del ya fallecido Mino Raiola o Federico Pastorello (entonces representante de Lukaku), quienes contaban con empresas ficticias para sus negocios, para salvaguardar ingentes sumas económicas en comisiones por traspasos. Una negligencia que ha atraído a la *****, más interesada ahora en el balón que en el tráfico de estupefacientes o la quema ilegal de residuos tóxicos.

                  Porque sí. Para llegar a la médula, han comenzado infiltrándose mediante el negocio de las apuestas. De hecho, el programa Report habló de Top Bast, fundada en Albania. Según la Guardia de Financia de Bari, uno de los propietarios ocultos era Igli Tare, quien acaba de abandonar el cargo de director deportivo de la Lazio. Todo cuadra en un puzle contradictorio como es Italia, único país del mundo que ha contado con la copropiedad de jugadores durante casi setenta años. Una práctica abolida en 2014 tras repetidas denuncias del sindicato de futbolistas, quienes se negaban a ser objeto de subasta al mejor postor, cuya cantidad la depositaba en sobres cerrados ante la Federación Italiana de Fútbol.

                  El caso más flagrante fue en 1971, cuando Paride Tumburus, un internacional azzurro que ganó el scudetto con el Bolonia en el 64 se lo llevó el Vincenza por 175 liras. El agravio fue tal (entonces un lleno de gasolina costaba cinco mil liras) que provocó una modificación en la ley: oferta mínima cien mil liras para, al menos, no faltar el respeto.

                  Ha pasado un siglo. Quizás algo más. El belpaese, su fútbol, su mercado, su manera de vivir con ironía, parodia y comicidad siguen caminando elegantemente hacia ninguna parte. Cogidos de la mano y con mucho estilo (Zidane por el Madrid se cerró en un barco napolitano comiendo pescado). Lo curioso es que este país es el termómetro del planeta. Siempre fue muy adelantado a su tiempo. Conquistó el mundo pegándose tiros en el pie. "Cuando los romanos eran dos, uno mató al otro". La sentencia es de Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia, presuntamente involucrado en muertes de Papas, de políticos, periodistas y en los atentados *******s que, en 1992, se llevaron la vida de los jueces Falcone y Borsellino.

                  Ese año la Sampdoria de Vialli y Mancini perdió la final de Liga de Campeones contra el Barça, y el Torino de Martín Vázquez, Scifo y Lentini (probablemente el primer fichaje mediático del Milán en los noventa) claudicó en la UEFA frente al Ajax. Van Basten levantó su último Balón de Oro y en Italia sonaba con fuerza el The show must go on de Queen. Poco más de una década después, en la temporada 2004-05, debutaba en Serie A con el Perugia Saadi Gheddafi, el hijo del dictador libio. Jugó trece minutos (los únicos) contra la Juventus, de la cual era accionista e hincha. Lo de Freddie Mercury parecía una profecía. Hermosa y sarcástica.

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                        • Originalmente publicado por cordoBEsTICO Ver Mensaje

                          Si sabes fichar talento te van a llover los millones.
                          Pero siendo 1a referencia de la Eredivisie, eres un club vendedor, siempre estará entre los 3 mejores de su liga pero en Europa dificil que sea competitivo.

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                          • Originalmente publicado por TyLeR Ver Mensaje

                            Pero siendo 1a referencia de la Eredivisie, eres un club vendedor, siempre estará entre los 3 mejores de su liga pero en Europa dificil que sea competitivo.
                            Ha tenido unos años dando un gran nivel en Europa últimamente pero lo que pasa es eso, que lo ha vendido todo. Ahora toca reconstrucción, cantera más fichar jóvenes, el Ajax de siempre.

                            Del Ajax campeón de Europa en el 95 pescamos hasta nosotros.
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