El consejo de administración del Betis no tiene mañana una comida de confraternización con la plantilla; lo que tiene es un verdadero examen ante un grupo de jugadores (por definición, egoístas) cabreados, algunos de los cuales ya les han reprochado en conversaciones individuales los incumplimientos de la palabra recibida. La plantilla, antes del 13 de diciembre, recibía unos incentivos por todo tipo de conceptos: goles marcados, goles no encajados, semanas en el liderato, puntuación parcial cada tres partidos… Eran premios pactados con los legítimos dirigentes del Real Betis y el vestuario no entiende que los actuales consejeros, en su afán por deshacer cualquier cosa que huela a Luis Oliver, no se sientan obligados por esos pactos no escritos. De Bosch Valero se alaba su bonhomía pero se critica su total desconocimiento de los códigos futbolísticos y el plantel desea que sea Gordillo su único interlocutor. Los pesos pesados de la plantilla consideran que hay tiempo para enderezar una relación que ha nacido torcida.
Muchodeporte
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