El fútbol carece de pasado y de futuro. Sólo tiene presente. Y éste pasa sólo por una máxima: está prohibido perder. Y, además, esto va a peor. Es duro confensarlo, pero cada día me da más asco el entorno que rodea al fútbol e incluyo a los periodistas. No es de recibo, en nuestro caso, que gente con sobrada preparación académica pueda juzgar estados puramente futbolísticos sólo por ello. Sin saber qué mide la portería ni cuándo hay que señalar libre indirecto. Lo digo como lo siento. De ahí, además, el intrusismo de tanto profesional del fútbol en los medios de comunicación. No nos queda otra a los periodistas. O nos especializamos o a tragar con que cualquier futbolista, que también hay muchísimos que no saben de fútbol por bien que lo jugaran, nos quite el pan.
Hago esta reflexión porque la incapacidad manifiesta para explicar la crisis del Betis está provocando que los ventiladores se pongan en marcha. Mel, los futbolistas, el nuevo consejo, el dinero… Se dispara hacia todos lados, pero sin apuntar, a ciegas. Ya lo avisó Iriney hace unos días. Y no escribo estas líneas por ningún medio ni compañero en concreto, Dios me libre, sino por el clima que ha comenzado a crearse y que no amanairá hasta que el Betis no gane un partido.
Las victorias son a veces igual de difíciles de explicar que las derrotas, pero si escribes que el vestuario es la leche y por eso se gana, no va a ocurrir nada. Como tampoco tendrá consecuencias jamás decir que el entrenador es un fiera de esto. El problema viene cuando quien realiza tan simplista análisis (periodista, entrenador, ex futbolista…) se ve obligado a hacer el contrario. Ahí sus carencias sí son dañinas. Porque quien lee no siempre está preparado. Y el zoquete crea igual opinión o más que el analista avezado.
No voy a tratar de explicar las causas de la crisis del Betis, pero sí tengo claro que Mel y la plantilla me siguen pareciendo válidos para la empresa. Tengo muy claro que les ha podido dañar que el okupa los tuviese engañados y que Gordillo y Bosch les hayan abierto los ojos. Pero me niego a creer que ésa sea la única causa de tanta derrota sin sentido. Podría hacer análisis catastrofistas en torno a lo que de verdad pienso, pero me veo obligado a callar porque no estoy dentro del problema y se me escapan datos. Y porque pienso, sinceramente, que si Emana marca el penalti igual hoy estaría escribiendo de otra cosa.
El fútbol de Meridona
Hago esta reflexión porque la incapacidad manifiesta para explicar la crisis del Betis está provocando que los ventiladores se pongan en marcha. Mel, los futbolistas, el nuevo consejo, el dinero… Se dispara hacia todos lados, pero sin apuntar, a ciegas. Ya lo avisó Iriney hace unos días. Y no escribo estas líneas por ningún medio ni compañero en concreto, Dios me libre, sino por el clima que ha comenzado a crearse y que no amanairá hasta que el Betis no gane un partido.
Las victorias son a veces igual de difíciles de explicar que las derrotas, pero si escribes que el vestuario es la leche y por eso se gana, no va a ocurrir nada. Como tampoco tendrá consecuencias jamás decir que el entrenador es un fiera de esto. El problema viene cuando quien realiza tan simplista análisis (periodista, entrenador, ex futbolista…) se ve obligado a hacer el contrario. Ahí sus carencias sí son dañinas. Porque quien lee no siempre está preparado. Y el zoquete crea igual opinión o más que el analista avezado.
No voy a tratar de explicar las causas de la crisis del Betis, pero sí tengo claro que Mel y la plantilla me siguen pareciendo válidos para la empresa. Tengo muy claro que les ha podido dañar que el okupa los tuviese engañados y que Gordillo y Bosch les hayan abierto los ojos. Pero me niego a creer que ésa sea la única causa de tanta derrota sin sentido. Podría hacer análisis catastrofistas en torno a lo que de verdad pienso, pero me veo obligado a callar porque no estoy dentro del problema y se me escapan datos. Y porque pienso, sinceramente, que si Emana marca el penalti igual hoy estaría escribiendo de otra cosa.
El fútbol de Meridona
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