Ruego a la moderación si estima oportuno deje este post aquí pues está abierto a conciencia, hablando de la liga en la que milita el Real Betis Balompié y que como sociedad anónima deportiva también incluye y afecta esta más que interesante noticia de la ruina que está siendo dicha medida desde que se tomó allá por los años 90.
El fútbol español juega en el torneo de la ruina - 2726716 - elEconomista.es
El fútbol español juega en el torneo de la ruina
Muchos clubes están en una situación cercana a la quiebra técnica y urge un cambio de modelo que evite situaciones con la del Racing, que destina el 127% de sus ingresos a sufragar los costes laborales.
En 1990 el Parlamento español aprobó una ley por la cual se instaba a que todas aquellas entidades deportivas profesionales que tuvieran deudas pendientes con algún organismo público -Hacienda y la Seguridad Social-, o presentaran pérdidas económicas, se constituyeran en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Dicho de otra forma: lo que se pretendía era evitar la quiebra del fútbol español, que por aquel entonces debía una cantidad equivalente a 172 millones de euros. Así, en 1992 todos los clubes de Primera División, salvo Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna, pasaron a constituirse en empresas privadas.
Lo que la normativa pretendía era evitar que los clubes siguieran engrosando sus deudas, confiando en que sus gestores no permitirían tal situación, dado que estaba en juego su propio dinero.
Sin embargo, 18 años después , la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la subcomisión del Gobierno que está tratando la Ley del Deporte estudian la manera de eliminar esta figura, en vista de que, lejos de haber sido una garantía de buena gestión económica y racionalización de gastos para el fútbol español, se ha convertido en todo lo contrario. Los 172 millones de euros que debían los clubes de Primera División en 1992 se han multiplicado por 20 desde entonces.
Así, en junio de 2009, las deudas que se reflejaban en las cuentas de los veinte participantes en la máxima categoría superaban los 3.500 millones, según demuestra el estudio elaborado por el catedrático José María Gay de Liébana.
Más gastos que ingresos
Llama la atención que clubes como el Atlético de Madrid, cuyo nivel de ingresos se situó hace dos campañas en la órbita de los 78 millones, debían 6,5 veces más. Ello explica, por ejemplo, la no renovación de Simao esta temporada, la venta de Jurado a principios de la misma o la rebaja de la cláusula de rescisión de su principal estrella, Kun Agüero, de 60 a 45 millones, quizás con la esperanza de encontrar un comprador que inyecte liquidez con la que reducir los más de 510 millones en que se cifraba la deuda total, de los que 229 millones correspondían al corto plazo, es decir, las facturas que hay que abonar en el mismo año. El del club presidido por Enrique Cerezo no es un caso aislado.
El Valencia, con un potencial de generación de ingresos similar, también dispara su deuda por encima de los 500 millones de euros. Por eso en la última junta de accionistas, donde se aprobó el presupuesto correspondiente al último ejercicio, se presentó un beneficio de apenas 20.000 euros, a pesar de las ventas de importantes activos como David Villa (al Barcelona por 40 millones) y David Silva (al Manchester City por 28,7 millones). Ese dinero fue a parar directamente al pago de deuda, reduciendo ésta hasta los 430 millones.
Y es que, Real Madrid y Barcelona al margen, el resto de clubes del fútbol español están destinados a dar salida a sus mejores activos deportivos para no verse abocados a la ruina económica. El Deportivo de La Coruña, campeón de Liga hace diez años y un habitual de la Champions League a principios de década, es uno de los que mejor están aplicando esta nueva política de contención del gasto, reduciendo paulatinamente su presupuesto año a año para pagar facturas acumuladas, aunque ello le lleve irremediablemente a una pérdida de potencial deportivo.
Así, el pasado mes de noviembre el presidente de la entidad, Augusto César Lendoiro, presentaba un presupuesto de 52 millones de euros (cinco años antes era de 86 millones), con un plan con el que prevé sanear el club en cinco años. En el último ejercicio, de momento, ha conseguido reducir la deuda neta de 122 a 83 millones de euros. En última instancia, lo que pretende la entidad coruñesa es no caer en la misma situación que Mallorca, Levante, Real Sociedad, Sporting de Gijón o Málaga, clubes que tuvieron que pasar por el concurso de acreedores.
Las cuentas de la lechera
¿Cómo ha llegado el fútbol español a esta situación? El denominador común es lo que se conoce como cuentas de la lechera: un club se fija el objetivo de disputar competición europea y pide una serie de créditos con los que fichar a futbolistas de un nivel superior, con la esperanza de que el dinero que se obtenga de los torneos internacionales amortice la inversión. Se incrementan los fichajes, se eleva la partida salarial, se presupuestan importes muy por encima del nivel de generación real de ingresos... y al final la pelota resulta que no entra en la portería y el club de turno se queda con un gigantesco agujero económico que no es capaz de cubrir.
Este fenómeno se ve de una manera más clara cuando se observa el porcentaje de ingresos que cada equipo destina al pago de salarios. La media de la Liga española en junio de 2009 era del 85 por ciento o, lo que es lo mismo, que 85 de cada 100 euros que entraban en caja iban directamente a sufragar los costes laborales. La UEFA recomienda que este índice no supere el 70 por ciento. En algunos casos se da el caso de que este porcentaje supera el cien por cien. Aligerar las nóminas se torna un ejercicio de obligado cumplimiento, máxime cuando ya hay clubes que no están al corriente de pagos con sus jugadores. El ejemplo más cercano es el del Hércules, que adeuda varias nóminas a la plantilla, lo que ha motivado que uno de sus futbolistas (el holandés Drenthe) se haya declarado en huelga.
No es una situación nueva ni tampoco exclusiva de las entidades más modestas. El FC Barcelona, uno de los dos motores principales de la economía balompédica española, se vio obligado el pasado verano a solicitar un crédito sindicado de 155 millones para poder abonar las nóminas correspondientes al mes de junio.
El dinero que viene
Para mantener el actual ritmo de gasto, el fútbol español necesita incrementar sus ingresos. Sin embargo, esa vía no parece que vaya a producirse a medio plazo. Actualmente la principal fuente de ingresos de los clubes son los derechos de televisión, que se negocian de manera individual. Es por ello que Real Madrid y Barcelona cuentan con los contratos más jugosos, ya que sus partidos son los que cuentan con las mayores cotas de audiencia. Existe una propuesta de cambio de modelo para que, a partir de 2014, estos derechos se negocien de forma colectiva, es decir, que sea la Liga quien comercialice los derechos audiovisuales de todos los equipos en un mismo paquete. El problema está en el sistema de reparto. Madrid y Barcelona proponen quedarse con el 34 por ciento del pastel; Atlético de Madrid y Valencia compartirían el 11 por ciento, mientras que el 45 por ciento restante iría a parar a los otros 16 clubes de la categoría.
Este sistema, firmado por 13 entidades, no mejoraría la situación de los más modestos, que exigen un reparto similar al que se efectúa en Inglaterra. Allí el 56 por ciento de los ingresos por esta partida se dividen en partes iguales; un 22 por ciento se distribuye en función de la posición final de cada equipo; y otro 22 por ciento se reparte en función de la audiencia que haya tenido cada club a lo largo de la temporada. Con este modelo, quien menos dinero percibió la temporada pasada (Middlesbrough) ingresó 34,9 millones de euros, muy lejos de los 12 millones que se llevó el Xerez o de los 2 millones facturados por el Sporting de Gijón en la campaña 2008/09.
De mantenerse el modelo actual, la Liga española camina hacia un escenario donde habrá dos equipos potentes (Madrid y Barcelona), otros dos medianos (Atlético y Valencia) y dieciséis luchando por evitar la quiebra técnica.
Palcos en rebajas
La situación económica que vive el fútbol español ha provocado un fenómeno similar al que se experimenta en Inglaterra con la venta de clubes a millonarios extranjeros. El ruso Dimitri Piterman abrió la veda adquiriendo un extenso porcentaje de las acciones del Racing de Santander y el Alavés en lo que parecía una fórmula que sanearía las cuentas.
El balance es que el Racing hoy vive una acuciada crisis de deuda y el Alavés pasó de jugar una final de la Copa de la UEFA a entrar en concurso de acreedores.
El Real Mallorca, también en concurso, intentó hace un año vender el club a un millonario británico, sin éxito.
Quien sí cambió de palco fue el Málaga, adquirido el pasado verano por un jeque qatarí por 36 millones de euros. Desde entonces la entidad andaluza lleva gastados 23 millones en fichajes, casi 10 veces lo invertido en las cinco temporadas anteriores.
Muchos clubes están en una situación cercana a la quiebra técnica y urge un cambio de modelo que evite situaciones con la del Racing, que destina el 127% de sus ingresos a sufragar los costes laborales.
En 1990 el Parlamento español aprobó una ley por la cual se instaba a que todas aquellas entidades deportivas profesionales que tuvieran deudas pendientes con algún organismo público -Hacienda y la Seguridad Social-, o presentaran pérdidas económicas, se constituyeran en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Dicho de otra forma: lo que se pretendía era evitar la quiebra del fútbol español, que por aquel entonces debía una cantidad equivalente a 172 millones de euros. Así, en 1992 todos los clubes de Primera División, salvo Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna, pasaron a constituirse en empresas privadas.
Lo que la normativa pretendía era evitar que los clubes siguieran engrosando sus deudas, confiando en que sus gestores no permitirían tal situación, dado que estaba en juego su propio dinero.
Sin embargo, 18 años después , la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la subcomisión del Gobierno que está tratando la Ley del Deporte estudian la manera de eliminar esta figura, en vista de que, lejos de haber sido una garantía de buena gestión económica y racionalización de gastos para el fútbol español, se ha convertido en todo lo contrario. Los 172 millones de euros que debían los clubes de Primera División en 1992 se han multiplicado por 20 desde entonces.
Así, en junio de 2009, las deudas que se reflejaban en las cuentas de los veinte participantes en la máxima categoría superaban los 3.500 millones, según demuestra el estudio elaborado por el catedrático José María Gay de Liébana.
Más gastos que ingresos
Llama la atención que clubes como el Atlético de Madrid, cuyo nivel de ingresos se situó hace dos campañas en la órbita de los 78 millones, debían 6,5 veces más. Ello explica, por ejemplo, la no renovación de Simao esta temporada, la venta de Jurado a principios de la misma o la rebaja de la cláusula de rescisión de su principal estrella, Kun Agüero, de 60 a 45 millones, quizás con la esperanza de encontrar un comprador que inyecte liquidez con la que reducir los más de 510 millones en que se cifraba la deuda total, de los que 229 millones correspondían al corto plazo, es decir, las facturas que hay que abonar en el mismo año. El del club presidido por Enrique Cerezo no es un caso aislado.
El Valencia, con un potencial de generación de ingresos similar, también dispara su deuda por encima de los 500 millones de euros. Por eso en la última junta de accionistas, donde se aprobó el presupuesto correspondiente al último ejercicio, se presentó un beneficio de apenas 20.000 euros, a pesar de las ventas de importantes activos como David Villa (al Barcelona por 40 millones) y David Silva (al Manchester City por 28,7 millones). Ese dinero fue a parar directamente al pago de deuda, reduciendo ésta hasta los 430 millones.
Y es que, Real Madrid y Barcelona al margen, el resto de clubes del fútbol español están destinados a dar salida a sus mejores activos deportivos para no verse abocados a la ruina económica. El Deportivo de La Coruña, campeón de Liga hace diez años y un habitual de la Champions League a principios de década, es uno de los que mejor están aplicando esta nueva política de contención del gasto, reduciendo paulatinamente su presupuesto año a año para pagar facturas acumuladas, aunque ello le lleve irremediablemente a una pérdida de potencial deportivo.
Así, el pasado mes de noviembre el presidente de la entidad, Augusto César Lendoiro, presentaba un presupuesto de 52 millones de euros (cinco años antes era de 86 millones), con un plan con el que prevé sanear el club en cinco años. En el último ejercicio, de momento, ha conseguido reducir la deuda neta de 122 a 83 millones de euros. En última instancia, lo que pretende la entidad coruñesa es no caer en la misma situación que Mallorca, Levante, Real Sociedad, Sporting de Gijón o Málaga, clubes que tuvieron que pasar por el concurso de acreedores.
Las cuentas de la lechera
¿Cómo ha llegado el fútbol español a esta situación? El denominador común es lo que se conoce como cuentas de la lechera: un club se fija el objetivo de disputar competición europea y pide una serie de créditos con los que fichar a futbolistas de un nivel superior, con la esperanza de que el dinero que se obtenga de los torneos internacionales amortice la inversión. Se incrementan los fichajes, se eleva la partida salarial, se presupuestan importes muy por encima del nivel de generación real de ingresos... y al final la pelota resulta que no entra en la portería y el club de turno se queda con un gigantesco agujero económico que no es capaz de cubrir.
Este fenómeno se ve de una manera más clara cuando se observa el porcentaje de ingresos que cada equipo destina al pago de salarios. La media de la Liga española en junio de 2009 era del 85 por ciento o, lo que es lo mismo, que 85 de cada 100 euros que entraban en caja iban directamente a sufragar los costes laborales. La UEFA recomienda que este índice no supere el 70 por ciento. En algunos casos se da el caso de que este porcentaje supera el cien por cien. Aligerar las nóminas se torna un ejercicio de obligado cumplimiento, máxime cuando ya hay clubes que no están al corriente de pagos con sus jugadores. El ejemplo más cercano es el del Hércules, que adeuda varias nóminas a la plantilla, lo que ha motivado que uno de sus futbolistas (el holandés Drenthe) se haya declarado en huelga.
No es una situación nueva ni tampoco exclusiva de las entidades más modestas. El FC Barcelona, uno de los dos motores principales de la economía balompédica española, se vio obligado el pasado verano a solicitar un crédito sindicado de 155 millones para poder abonar las nóminas correspondientes al mes de junio.
El dinero que viene
Para mantener el actual ritmo de gasto, el fútbol español necesita incrementar sus ingresos. Sin embargo, esa vía no parece que vaya a producirse a medio plazo. Actualmente la principal fuente de ingresos de los clubes son los derechos de televisión, que se negocian de manera individual. Es por ello que Real Madrid y Barcelona cuentan con los contratos más jugosos, ya que sus partidos son los que cuentan con las mayores cotas de audiencia. Existe una propuesta de cambio de modelo para que, a partir de 2014, estos derechos se negocien de forma colectiva, es decir, que sea la Liga quien comercialice los derechos audiovisuales de todos los equipos en un mismo paquete. El problema está en el sistema de reparto. Madrid y Barcelona proponen quedarse con el 34 por ciento del pastel; Atlético de Madrid y Valencia compartirían el 11 por ciento, mientras que el 45 por ciento restante iría a parar a los otros 16 clubes de la categoría.
Este sistema, firmado por 13 entidades, no mejoraría la situación de los más modestos, que exigen un reparto similar al que se efectúa en Inglaterra. Allí el 56 por ciento de los ingresos por esta partida se dividen en partes iguales; un 22 por ciento se distribuye en función de la posición final de cada equipo; y otro 22 por ciento se reparte en función de la audiencia que haya tenido cada club a lo largo de la temporada. Con este modelo, quien menos dinero percibió la temporada pasada (Middlesbrough) ingresó 34,9 millones de euros, muy lejos de los 12 millones que se llevó el Xerez o de los 2 millones facturados por el Sporting de Gijón en la campaña 2008/09.
De mantenerse el modelo actual, la Liga española camina hacia un escenario donde habrá dos equipos potentes (Madrid y Barcelona), otros dos medianos (Atlético y Valencia) y dieciséis luchando por evitar la quiebra técnica.
Palcos en rebajas
La situación económica que vive el fútbol español ha provocado un fenómeno similar al que se experimenta en Inglaterra con la venta de clubes a millonarios extranjeros. El ruso Dimitri Piterman abrió la veda adquiriendo un extenso porcentaje de las acciones del Racing de Santander y el Alavés en lo que parecía una fórmula que sanearía las cuentas.
El balance es que el Racing hoy vive una acuciada crisis de deuda y el Alavés pasó de jugar una final de la Copa de la UEFA a entrar en concurso de acreedores.
El Real Mallorca, también en concurso, intentó hace un año vender el club a un millonario británico, sin éxito.
Quien sí cambió de palco fue el Málaga, adquirido el pasado verano por un jeque qatarí por 36 millones de euros. Desde entonces la entidad andaluza lleva gastados 23 millones en fichajes, casi 10 veces lo invertido en las cinco temporadas anteriores.
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