Re: Juande: «He pasado del cariño a que me piten sin saber por qué»
Transcribo aquí lo que escrito en otro post porque venía al hilo de esta noticia:
Lógicamente la afición del Betis no es ajena al tumulto. Es decir, cuando se junta mucha gente y gran parte de esta es poco reflexiva, pasa que se vuelve muchedumbre de baja ralea. A mí me ha pasado. Recuerdo ahora con vergüenza los ‘holas a donmanué’ o el salvajismo gratuito de mis años mozos, en el grupo la valentía es muy barata. Lo que pudiera convertirse en una masa racional que, con un mismo objetivo, luchase adecuadamente por sus intereses engrandeciendo por así decirlo a la humanidad, se transforma muy a menudo en el circo más lamentable. Pero bueno, así es este país. No es sólo problema de la afición del Betis, es una tara del español medio ser un ordinario pseudoviolento orgulloso de serlo, irreflexivo, presuntuoso y soez. A veces estos sujetos (entre los que me podía incluir en el pasado) van cambiando con la edad o la experiencia, o esporádicamente se olvidan de su ignorancia y recuerdan su educación, pero por desgracia ocurre poco y parcialmente.
Reírte de un portero lesionado por mucho que sea sospechoso de venderse es deshonesto, un gesto indigno. Parte de la afición aplaudió al presunto vendido lesionado, gesto que les honra. Lanzar objetos al campo es de verracos trasnochados, gran parte de la afición señala a los culpables y les censuran, gesto noble y ejemplar. Parte de la afición utiliza verborrea racista y lo justifican con argumentos de niños de 3 años, otra parte lo censura o simplemente no entra en el juego. Parte de la afición se salta al campo a hacer el panoli sin motivo ni justificación alguna, otra parte lo crítica. En definitiva, parte de la afición silba a un jugador de su propio equipo sistemáticamente antes, durante y después del partido, nueva muestra de irracionalidad cuando este gesto va en contra de los intereses generales. La afición bética sufre más que ninguna una paradigmática similitud con el Doctor Jekyll y Mr. Hyde, capaz de lo peor y lo mejor.
Futbolísticamente no me gusta nada Juande, de ahí a silbarle e insultarle mientras defiende la camiseta del glorioso media un abismo, el que separa la coherencia de la estupidez. Soy consciente de que el público tiene derecho a mostrar desacuerdos, es fundamental la libertad de expresión pero Juande más allá de lo futbolístico no ha hecho nada al beticismo, ni un mal gesto, ni una mala palabra, ni un desaire. Lo demás es confundir churras con merinas. Con la autocrítica constructiva se mejora individual y colectivamente, hagamos examen de conciencia, quedémonos con lo mucho y bueno que tenemos e intentemos aislar los tics de vulgo zafio, así haremos más grande al Real Betis Balompié.
Transcribo aquí lo que escrito en otro post porque venía al hilo de esta noticia:
Lógicamente la afición del Betis no es ajena al tumulto. Es decir, cuando se junta mucha gente y gran parte de esta es poco reflexiva, pasa que se vuelve muchedumbre de baja ralea. A mí me ha pasado. Recuerdo ahora con vergüenza los ‘holas a donmanué’ o el salvajismo gratuito de mis años mozos, en el grupo la valentía es muy barata. Lo que pudiera convertirse en una masa racional que, con un mismo objetivo, luchase adecuadamente por sus intereses engrandeciendo por así decirlo a la humanidad, se transforma muy a menudo en el circo más lamentable. Pero bueno, así es este país. No es sólo problema de la afición del Betis, es una tara del español medio ser un ordinario pseudoviolento orgulloso de serlo, irreflexivo, presuntuoso y soez. A veces estos sujetos (entre los que me podía incluir en el pasado) van cambiando con la edad o la experiencia, o esporádicamente se olvidan de su ignorancia y recuerdan su educación, pero por desgracia ocurre poco y parcialmente.
Reírte de un portero lesionado por mucho que sea sospechoso de venderse es deshonesto, un gesto indigno. Parte de la afición aplaudió al presunto vendido lesionado, gesto que les honra. Lanzar objetos al campo es de verracos trasnochados, gran parte de la afición señala a los culpables y les censuran, gesto noble y ejemplar. Parte de la afición utiliza verborrea racista y lo justifican con argumentos de niños de 3 años, otra parte lo censura o simplemente no entra en el juego. Parte de la afición se salta al campo a hacer el panoli sin motivo ni justificación alguna, otra parte lo crítica. En definitiva, parte de la afición silba a un jugador de su propio equipo sistemáticamente antes, durante y después del partido, nueva muestra de irracionalidad cuando este gesto va en contra de los intereses generales. La afición bética sufre más que ninguna una paradigmática similitud con el Doctor Jekyll y Mr. Hyde, capaz de lo peor y lo mejor.
Futbolísticamente no me gusta nada Juande, de ahí a silbarle e insultarle mientras defiende la camiseta del glorioso media un abismo, el que separa la coherencia de la estupidez. Soy consciente de que el público tiene derecho a mostrar desacuerdos, es fundamental la libertad de expresión pero Juande más allá de lo futbolístico no ha hecho nada al beticismo, ni un mal gesto, ni una mala palabra, ni un desaire. Lo demás es confundir churras con merinas. Con la autocrítica constructiva se mejora individual y colectivamente, hagamos examen de conciencia, quedémonos con lo mucho y bueno que tenemos e intentemos aislar los tics de vulgo zafio, así haremos más grande al Real Betis Balompié.
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