Muchas son las fechas marcadas en rojo en el calendario de un buen bético. Todos recordamos las finales del 77 o de 2005; o el pase a la Liga de campeones; o la final copera del 97...
Pues amigos, esto del día 17 es otra historia. Un título se gana y es gloria para un club. Pero perderlo te deja como estás. Descender es un mazazo y el partido del domingo nos deja como estamos si lo ganamos, pero si lo perdemos sería otra vez empezar de cero, sería una catástrofe.
Nuestro Betis, por desgracia, ha jugado más finales de las que todos tenemos en la mente, porque eso sí son finales de verdad, finales en las que sí se pierde algo realmente. Es perder el estatus de equipo grande a equipo mediocre, el paso del todo a la nada...
Y es que no disputamos un partido como el del domingo desde junio de 2001. Teníamos dos finales en las que no jugábamos el ascenso o seguir en la miseria de Segunda. Y ganamos los dos: al Recre en casa (gol de Belenguer) y a un extramotivado Jaén en la victoria (0-2). Eso sí fue grande...con todos los respetos más que la Copa o la Champions. Y eso sí que fue tensión, tensión de verdad.
Pero el Betis también ha fallado. No supimos ganarle al Madrid en casa y descendimos un año antes (0-2). Descendimos en un partido en el que Alfonso fue el único que dio la cara. Aun recuerdo a gente llorando en Heliópolis. Mucho más que tres años antes cuando perdimos la final ante el Barca.
Y también fallamos en el 92, donde no pudimos hacerle un gol al Deportivo en la promoción de ascenso, cuando nos traímos un bonito 2-1 de Riazor con el campo a reventar. Y eso fue otro mazazo porque estábamos en proceso de la reconversión en SAD, con lo que quedarse en Segunda fue otro varapalo.
Y erramos en la promoción del 89 ante el Tenerife, con un 4-0 en el Heliodoro. El 1-0 de la vuelta no nos sirvió de nada y rompimos una racha de diez años en Primera. Otra vez dejamos de ser grandes.
No obstante, este descenso se veía venir. Un año antes (87/88) nos salvamos en Las Palmas con un gol de Calleja, tras jugadón de Zafra. 1-2, los canarios bajaron y nosotros nos libramos hasta de la promoción, en otra de las muchas finales que hemos disputado para librarnos de la Segunda...
Muchos son los partidos. Ahora, después de vivir en una nube con la Copa y la Champions, volvemos a encontrarnos de bruces con una realidad familiar para los béticos más antiguos. Esperemos que salga a relucir el espíritu del día de Las Palmas o el del último ascenso (también con chaparro en el banquillo). Por el contrario, otra vez tendremos que ir al purgatorio para limpiar nuestros pecados.
Eso sí que son finales, la siguiente en Santander
Pues amigos, esto del día 17 es otra historia. Un título se gana y es gloria para un club. Pero perderlo te deja como estás. Descender es un mazazo y el partido del domingo nos deja como estamos si lo ganamos, pero si lo perdemos sería otra vez empezar de cero, sería una catástrofe.
Nuestro Betis, por desgracia, ha jugado más finales de las que todos tenemos en la mente, porque eso sí son finales de verdad, finales en las que sí se pierde algo realmente. Es perder el estatus de equipo grande a equipo mediocre, el paso del todo a la nada...
Y es que no disputamos un partido como el del domingo desde junio de 2001. Teníamos dos finales en las que no jugábamos el ascenso o seguir en la miseria de Segunda. Y ganamos los dos: al Recre en casa (gol de Belenguer) y a un extramotivado Jaén en la victoria (0-2). Eso sí fue grande...con todos los respetos más que la Copa o la Champions. Y eso sí que fue tensión, tensión de verdad.
Pero el Betis también ha fallado. No supimos ganarle al Madrid en casa y descendimos un año antes (0-2). Descendimos en un partido en el que Alfonso fue el único que dio la cara. Aun recuerdo a gente llorando en Heliópolis. Mucho más que tres años antes cuando perdimos la final ante el Barca.
Y también fallamos en el 92, donde no pudimos hacerle un gol al Deportivo en la promoción de ascenso, cuando nos traímos un bonito 2-1 de Riazor con el campo a reventar. Y eso fue otro mazazo porque estábamos en proceso de la reconversión en SAD, con lo que quedarse en Segunda fue otro varapalo.
Y erramos en la promoción del 89 ante el Tenerife, con un 4-0 en el Heliodoro. El 1-0 de la vuelta no nos sirvió de nada y rompimos una racha de diez años en Primera. Otra vez dejamos de ser grandes.
No obstante, este descenso se veía venir. Un año antes (87/88) nos salvamos en Las Palmas con un gol de Calleja, tras jugadón de Zafra. 1-2, los canarios bajaron y nosotros nos libramos hasta de la promoción, en otra de las muchas finales que hemos disputado para librarnos de la Segunda...
Muchos son los partidos. Ahora, después de vivir en una nube con la Copa y la Champions, volvemos a encontrarnos de bruces con una realidad familiar para los béticos más antiguos. Esperemos que salga a relucir el espíritu del día de Las Palmas o el del último ascenso (también con chaparro en el banquillo). Por el contrario, otra vez tendremos que ir al purgatorio para limpiar nuestros pecados.
Eso sí que son finales, la siguiente en Santander
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