De cemento es poco. Me parece increíble que tenga la desfachatez de decir tan claramente que todo es un numerito. La puesta en escena... pero dejad ya de hacer una película de nuestro Betis, que encima es de las malas
«Oliver no manda en el Betis; una cosa es la puesta en escena y otra, la realidad»
Jaime Rodríguez-Sacristán sabe que su paso es circunstancial hasta diciembre pero mientras defiende la legitimidad de su consejo y las decisiones que han tomado, entre ellas la solicitud de Ley Concursal, como se puede leer en la entrevista de ABC de Sevilla.
—Mi paso es transitorio por la situación judicial, pero si lo hubiera rechazado me habría quedado la duda: ¿me equivocaré o lo haré bien?
—¿Ya lo sabe?
—Estoy satisfecho. Sabía dónde me metía.
—¿Qué imagen quiere que quede de usted en la historia del Betis?
—La de alguien que asumió una responsabilidad en una época complicada y que intentó hacerlo lo mejor que supo y pudo. Saldré sin rencores.
—¿Qué le dicen los que más le importan?
—Me apoyan, aunque anidara la preocupación en su interior. Y por la calle, nueve de cada diez personas que me dicen algo me expresan su apoyo. Y no vivo escondido. Evidentemente, en medios y foros también veo división de opiniones.
—¿Quién manda en el Betis?
—Hay un consejo en el que cada uno tiene un voto. Se toman todas las decisiones de forma colegiada.
—Pues parece que manda Oliver...
—Es que esa sensación no obedece a la realidad y hay que estar dentro. Una cosa es la puesta en escena y otra la realidad. No puedo dedicarme todos los días a ir a la ciudad deportiva ni hacer ruedas de prensa. El portavoz del Gobierno no es el que toma las decisiones, pero es el que más vemos.
—Pero si habla como si fuera suyo...
—Eso también forma parte de la puesta en escena.
—Usted defendió su continuidad por el proyecto deportivo, pero él parece exceder este ámbito, ¿parte de la puesta en escena?
—Sí. Cualquier cosa que no me gusta se lo digo. La reconsidera y dice que lo que queramos. Tanto si es una decisión sobre un espejo nuevo como renovar a un canterano. Hay otras que son del día a día, como arreglar una fotocopiadora, y para ello no debe reunirse el consejo, pero nos vemos constantemente. Y las sensaciones que una persona pueda dar por su forma de expresarse no tiene por qué coincidir con la realidad.
—¿Es consciente de que hay quien considera que su papel con Oliver es similar al de León con Lopera?
—Eso es absolutamente incierto. No es así y tienen todas las pruebas que quieran y ejemplos prácticos.
—Avaló a Oliver por las necesidades deportivas, pero ¿y Vergara?
—Mi obsesión era llegar al día del Granada lo mejor posible, pero había otro escenario que era el financiero y Ángel (Vergara) es una de las personas más cualificadas, preclaras y honestas que me he encontrado en mi vida profesional. Ha sido un gran acierto. Da tranquilidad.
—El informe de la Guardia Civil pone en duda su permanencia.
—Mi consideración no es subjetiva, obedece a un hecho real: el día 21 de julio me presentan sendas escrituras notariales de compraventa de acciones. Y ese día, como es mi obligación, las inscribo en el libro.
—Pero el informe habla de un baile de fechas.
—Esas consideraciones son superfluas. Se discrimina entre dos fechas, el 7 de julio y el 21. A mí la del 7 me da igual, es privada. La pública es la que me interesa, el 21. Y el 23 se celebra un consejo en el que se nombra y/o ratifica, para que no quedaran dudas. Esa acta la levanté yo. Si la Guardia Civil quiere hacer sus reflexiones porque el comprador le ha dicho no se qué o que han visto tal, no me meto. Se puede comprar una casa y llevarla al Registro cuando te dé la gana. Son requisitos secundarios. No hay fallo.
—¿Y la legitimidad del consejo?
—El 23 nos reunimos como consecuencia de que el 21 se nombra como consejeros a estos señores. Como habían salido merced a la decisión judicial pues se les nombra por cooptación y para que no cupiese duda pongo nombramiento y/o ratificación. Porque Vergara era representante de Bitton y Oliver, no. Están legítimamente nombrados y por tanto sus decisiones también lo son.
—¿Por qué hubo tanta prisa en hacerles entrar en el consejo tras la firma sin esperar al CSD?
—El CSD tiene tres meses para dar su aprobación, pero si no la da se entiende que es positiva por silencio administrativo. Es decir, te puedes quedar esperando cuatro meses. Si esto pasa en un mercado de valores en los que todos los días se venden acciones, sería un caos, pero había un equipo jurídico externo encargado de evacuar todas las peticiones de aclaración de requisitos que nos consultaba el CSD, y cuando la compraventa se consuma ante notario estaban todas evacuadas y, por cuestión de un par de días, se cruzó la decisión del Juzgado con la aprobación del CSD, que ya sabíamos que estaba en marcha.
—Usted conocía la pignoración de títulos. ¿Por qué no se inscribió en el libro de acciones?
—La conocía. Salgo firmando en las escrituras como secretario del consejo. La pignoración hay que inscribirla en los registros públicos pero no dio tiempo a hacerlo por la vicisitud judicial en la que nos encontramos. Yo, en lugar de tener que registrar la compraventa, debo poner debajo, y lo hago, una nota, que la tiene su Señoría, en la que escribo «esta transmisión queda en suspenso merced al auto tal con fecha tal». Ahí acabó mi misión como secretario. Ahora, que si quedan pignoradas... Eso no procede. Suspendí la inscripción en una nota marginal.
—Pero la suspensión es posterior y a la hora de la suscripción debe anotar la pignoración, ¿no?
—Estaríamos hablando, en cualquier caso, de una demora de varios días en hacer reflejar esa garantía real, que es de lo más normal. Se puede ver, como mucho, como un requisito subsanable. Yo participo en esa escritura pero se la lleva el notario y a mí me la tiene que dar o el pignorante o el pignorado. Lo que hice, lo hice bien. Al final la demora vino bien porque para qué vamos a darle carta de naturaleza jurídica a hechos que iban a ser susceptibles de suspensión.
—Con la pignoración y otros detalles hay quien ve una autoventa...
—Eso es una absoluta distorsión de la realidad. Se puede arbitrar una garantía diferente a la de la pignoración, cierto, pero la más eficaz para un vendedor es la ejecutiva. Si se ve como una autoventa, es un disparate.
—¿Hay cláusulas de retorno?
—Yo no conozco ninguna que no sea la de no pagar.
—El informe habla también de Orión. ¿Quién decide contratarles?
—El consejo, previo estudio de la categoría profesional de esa empresa auditora, y comprobando la seriedad y solvencia de la misma. Su trabajo finaliza el 31. Cobran 35.000 euros mensuales con un equipo de 6 ó 7 personas trabajando a diario en consultoría y auditoría. Han redactado el Plan de Viabilidad que acompaña al concurso. ¿Cuánto cobra una auditora solvente por esto? Si cobran más los auditores que están aquí cuatro días.
—¿No beneficia sólo a Bitton?
—El trabajo que ha hecho Orión beneficia directamente al Betis y es justo que lo paguemos, así como a los asesores jurídicos externos. Es mi profesión y especialidad y he renunciado a ello por incompatibilidad moral.
—¿Y la ciudad deportiva?
—Estudiamos cinco presupuestos. Desde 435.000 euros hasta el que nos quedamos con 248.000. Con esas cifras, viendo lo que se está haciendo, dígame dónde se puede distraer un euro. Eso va a estar amortizado en poco tiempo. Podemos ver fantasmas desde debajo de la cama hasta el altillo, pero si no los hay, no los hay.
—Ustedes ven necesario entrar en el concurso, pero los administradores intentarán que no sea así...
—¿Cómo se hace eso? Haya o no salido el auto. Sería magnífico porque la única manera de evitarlo es poniendo millones, que se vayan a la Agencia Tributaria y den lo que Hacienda reclame. Y para evitarlo Hacienda no va a hacer quitas. El vicepresidente económico del Celta me dijo el domingo que hace dos años debían 87 millones y ahora, tras el concurso, sólo 21. El Plan de Viabilidad es perfecto.
—Si hay inversores tan importantes tras Bitton, ¿por qué no impiden el concurso?
—Por la situación judicial.
—Si fuera otra, ¿invertirían?
—No me gusta especular, pero la incertidumbre frena a cualquiera.
—Que la deuda alcance esta dimensión es consecuencia de una mala gestión económica o deportiva. Usted ha sido parte del club en los últimos años: ¿es compatible este pasado con ser ahora el presidente que lleve al club al concurso?
—Sí porque tenemos que evaluar mi función anterior como secretario, sólo jurídica. En ese aspecto no hay quejas. Con el descenso y no ascenso se genera el 70 por ciento del grueso de la deuda.
—Entonces se decía que el Betis no le debía un duro a nadie y se comparaban sus cifras económicas con las del Milan o el Barcelona...
—El club estaba dividido en parcelas y ni en la económica ni en la deportiva teníamos ni podíamos ni debíamos intervenir el resto que teníamos otras funciones. Si Ángel Martín dijo eso es porque tendría un informe que lo avalaba.
—¿Qué siente cuando Oliver se dedica a atacar a Ruiz de Lopera?
—He hablado con él de eso y muchas veces no se acuerda y dice «lo siento, no quería decirlo». Son términos coloquiales más que realidad. Lo primero que dijo cuando le conocí es que iba a respetar siempre a Lopera y que, si tenía el poder ejecutivo, no iba a permitir que se hablara mal de él.
—Y se compara con Villamarín, critica a Momparlet...
—Eso obedece a la presión continua que tiene que soportar. Está convencido de su proyecto y en la parcela en la que manda de verdad todo le está saliendo bien, pero cuando te están criticando todo el día tienes que sacar recursos de las piedras. El proyecto es un 30 por ciento de Momparlet, un gran profesional.
—¿Qué le parece la instrucción de la juez Mercedes Alaya?
—Jurídicamente discrepo de las medidas adoptadas porque pienso que se parte de una premisa errónea, no efectuada con mala fe, de que la venta es simulada. Yo lo sé.
—¿Debería escuchar a Bitton?
—Sí, y creo que se arrojaría mucha luz sobre el asunto en la parte que afecta al Betis.
—Cuando llegue la junta de diciembre saldrá, ¿qué actitud mantendrá desde fuera?
—Me gustaría descansar, pero como bético me siento obligado a ofrecer mi colaboración a quien venga a sustituirnos. Otra cosa es que quieran contar conmigo.
«Oliver no manda en el Betis; una cosa es la puesta en escena y otra, la realidad»
Jaime Rodríguez-Sacristán sabe que su paso es circunstancial hasta diciembre pero mientras defiende la legitimidad de su consejo y las decisiones que han tomado, entre ellas la solicitud de Ley Concursal, como se puede leer en la entrevista de ABC de Sevilla.
—Mi paso es transitorio por la situación judicial, pero si lo hubiera rechazado me habría quedado la duda: ¿me equivocaré o lo haré bien?
—¿Ya lo sabe?
—Estoy satisfecho. Sabía dónde me metía.
—¿Qué imagen quiere que quede de usted en la historia del Betis?
—La de alguien que asumió una responsabilidad en una época complicada y que intentó hacerlo lo mejor que supo y pudo. Saldré sin rencores.
—¿Qué le dicen los que más le importan?
—Me apoyan, aunque anidara la preocupación en su interior. Y por la calle, nueve de cada diez personas que me dicen algo me expresan su apoyo. Y no vivo escondido. Evidentemente, en medios y foros también veo división de opiniones.
—¿Quién manda en el Betis?
—Hay un consejo en el que cada uno tiene un voto. Se toman todas las decisiones de forma colegiada.
—Pues parece que manda Oliver...
—Es que esa sensación no obedece a la realidad y hay que estar dentro. Una cosa es la puesta en escena y otra la realidad. No puedo dedicarme todos los días a ir a la ciudad deportiva ni hacer ruedas de prensa. El portavoz del Gobierno no es el que toma las decisiones, pero es el que más vemos.
—Pero si habla como si fuera suyo...
—Eso también forma parte de la puesta en escena.
—Usted defendió su continuidad por el proyecto deportivo, pero él parece exceder este ámbito, ¿parte de la puesta en escena?
—Sí. Cualquier cosa que no me gusta se lo digo. La reconsidera y dice que lo que queramos. Tanto si es una decisión sobre un espejo nuevo como renovar a un canterano. Hay otras que son del día a día, como arreglar una fotocopiadora, y para ello no debe reunirse el consejo, pero nos vemos constantemente. Y las sensaciones que una persona pueda dar por su forma de expresarse no tiene por qué coincidir con la realidad.
—¿Es consciente de que hay quien considera que su papel con Oliver es similar al de León con Lopera?
—Eso es absolutamente incierto. No es así y tienen todas las pruebas que quieran y ejemplos prácticos.
—Avaló a Oliver por las necesidades deportivas, pero ¿y Vergara?
—Mi obsesión era llegar al día del Granada lo mejor posible, pero había otro escenario que era el financiero y Ángel (Vergara) es una de las personas más cualificadas, preclaras y honestas que me he encontrado en mi vida profesional. Ha sido un gran acierto. Da tranquilidad.
—El informe de la Guardia Civil pone en duda su permanencia.
—Mi consideración no es subjetiva, obedece a un hecho real: el día 21 de julio me presentan sendas escrituras notariales de compraventa de acciones. Y ese día, como es mi obligación, las inscribo en el libro.
—Pero el informe habla de un baile de fechas.
—Esas consideraciones son superfluas. Se discrimina entre dos fechas, el 7 de julio y el 21. A mí la del 7 me da igual, es privada. La pública es la que me interesa, el 21. Y el 23 se celebra un consejo en el que se nombra y/o ratifica, para que no quedaran dudas. Esa acta la levanté yo. Si la Guardia Civil quiere hacer sus reflexiones porque el comprador le ha dicho no se qué o que han visto tal, no me meto. Se puede comprar una casa y llevarla al Registro cuando te dé la gana. Son requisitos secundarios. No hay fallo.
—¿Y la legitimidad del consejo?
—El 23 nos reunimos como consecuencia de que el 21 se nombra como consejeros a estos señores. Como habían salido merced a la decisión judicial pues se les nombra por cooptación y para que no cupiese duda pongo nombramiento y/o ratificación. Porque Vergara era representante de Bitton y Oliver, no. Están legítimamente nombrados y por tanto sus decisiones también lo son.
—¿Por qué hubo tanta prisa en hacerles entrar en el consejo tras la firma sin esperar al CSD?
—El CSD tiene tres meses para dar su aprobación, pero si no la da se entiende que es positiva por silencio administrativo. Es decir, te puedes quedar esperando cuatro meses. Si esto pasa en un mercado de valores en los que todos los días se venden acciones, sería un caos, pero había un equipo jurídico externo encargado de evacuar todas las peticiones de aclaración de requisitos que nos consultaba el CSD, y cuando la compraventa se consuma ante notario estaban todas evacuadas y, por cuestión de un par de días, se cruzó la decisión del Juzgado con la aprobación del CSD, que ya sabíamos que estaba en marcha.
—Usted conocía la pignoración de títulos. ¿Por qué no se inscribió en el libro de acciones?
—La conocía. Salgo firmando en las escrituras como secretario del consejo. La pignoración hay que inscribirla en los registros públicos pero no dio tiempo a hacerlo por la vicisitud judicial en la que nos encontramos. Yo, en lugar de tener que registrar la compraventa, debo poner debajo, y lo hago, una nota, que la tiene su Señoría, en la que escribo «esta transmisión queda en suspenso merced al auto tal con fecha tal». Ahí acabó mi misión como secretario. Ahora, que si quedan pignoradas... Eso no procede. Suspendí la inscripción en una nota marginal.
—Pero la suspensión es posterior y a la hora de la suscripción debe anotar la pignoración, ¿no?
—Estaríamos hablando, en cualquier caso, de una demora de varios días en hacer reflejar esa garantía real, que es de lo más normal. Se puede ver, como mucho, como un requisito subsanable. Yo participo en esa escritura pero se la lleva el notario y a mí me la tiene que dar o el pignorante o el pignorado. Lo que hice, lo hice bien. Al final la demora vino bien porque para qué vamos a darle carta de naturaleza jurídica a hechos que iban a ser susceptibles de suspensión.
—Con la pignoración y otros detalles hay quien ve una autoventa...
—Eso es una absoluta distorsión de la realidad. Se puede arbitrar una garantía diferente a la de la pignoración, cierto, pero la más eficaz para un vendedor es la ejecutiva. Si se ve como una autoventa, es un disparate.
—¿Hay cláusulas de retorno?
—Yo no conozco ninguna que no sea la de no pagar.
—El informe habla también de Orión. ¿Quién decide contratarles?
—El consejo, previo estudio de la categoría profesional de esa empresa auditora, y comprobando la seriedad y solvencia de la misma. Su trabajo finaliza el 31. Cobran 35.000 euros mensuales con un equipo de 6 ó 7 personas trabajando a diario en consultoría y auditoría. Han redactado el Plan de Viabilidad que acompaña al concurso. ¿Cuánto cobra una auditora solvente por esto? Si cobran más los auditores que están aquí cuatro días.
—¿No beneficia sólo a Bitton?
—El trabajo que ha hecho Orión beneficia directamente al Betis y es justo que lo paguemos, así como a los asesores jurídicos externos. Es mi profesión y especialidad y he renunciado a ello por incompatibilidad moral.
—¿Y la ciudad deportiva?
—Estudiamos cinco presupuestos. Desde 435.000 euros hasta el que nos quedamos con 248.000. Con esas cifras, viendo lo que se está haciendo, dígame dónde se puede distraer un euro. Eso va a estar amortizado en poco tiempo. Podemos ver fantasmas desde debajo de la cama hasta el altillo, pero si no los hay, no los hay.
—Ustedes ven necesario entrar en el concurso, pero los administradores intentarán que no sea así...
—¿Cómo se hace eso? Haya o no salido el auto. Sería magnífico porque la única manera de evitarlo es poniendo millones, que se vayan a la Agencia Tributaria y den lo que Hacienda reclame. Y para evitarlo Hacienda no va a hacer quitas. El vicepresidente económico del Celta me dijo el domingo que hace dos años debían 87 millones y ahora, tras el concurso, sólo 21. El Plan de Viabilidad es perfecto.
—Si hay inversores tan importantes tras Bitton, ¿por qué no impiden el concurso?
—Por la situación judicial.
—Si fuera otra, ¿invertirían?
—No me gusta especular, pero la incertidumbre frena a cualquiera.
—Que la deuda alcance esta dimensión es consecuencia de una mala gestión económica o deportiva. Usted ha sido parte del club en los últimos años: ¿es compatible este pasado con ser ahora el presidente que lleve al club al concurso?
—Sí porque tenemos que evaluar mi función anterior como secretario, sólo jurídica. En ese aspecto no hay quejas. Con el descenso y no ascenso se genera el 70 por ciento del grueso de la deuda.
—Entonces se decía que el Betis no le debía un duro a nadie y se comparaban sus cifras económicas con las del Milan o el Barcelona...
—El club estaba dividido en parcelas y ni en la económica ni en la deportiva teníamos ni podíamos ni debíamos intervenir el resto que teníamos otras funciones. Si Ángel Martín dijo eso es porque tendría un informe que lo avalaba.
—¿Qué siente cuando Oliver se dedica a atacar a Ruiz de Lopera?
—He hablado con él de eso y muchas veces no se acuerda y dice «lo siento, no quería decirlo». Son términos coloquiales más que realidad. Lo primero que dijo cuando le conocí es que iba a respetar siempre a Lopera y que, si tenía el poder ejecutivo, no iba a permitir que se hablara mal de él.
—Y se compara con Villamarín, critica a Momparlet...
—Eso obedece a la presión continua que tiene que soportar. Está convencido de su proyecto y en la parcela en la que manda de verdad todo le está saliendo bien, pero cuando te están criticando todo el día tienes que sacar recursos de las piedras. El proyecto es un 30 por ciento de Momparlet, un gran profesional.
—¿Qué le parece la instrucción de la juez Mercedes Alaya?
—Jurídicamente discrepo de las medidas adoptadas porque pienso que se parte de una premisa errónea, no efectuada con mala fe, de que la venta es simulada. Yo lo sé.
—¿Debería escuchar a Bitton?
—Sí, y creo que se arrojaría mucha luz sobre el asunto en la parte que afecta al Betis.
—Cuando llegue la junta de diciembre saldrá, ¿qué actitud mantendrá desde fuera?
—Me gustaría descansar, pero como bético me siento obligado a ofrecer mi colaboración a quien venga a sustituirnos. Otra cosa es que quieran contar conmigo.
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