Diario de Sevilla - Osado desgaste entre traiciones
Castaño filtra la cita previa a la primera reunión del consejo para erosionar a la oposición · Pepe Tirado defrauda la confianza de PNB y se posiciona al lado de la Fundación, a la que otorgará el poder Porrúa
Javier Mérida
Aún no ha aprobado el Juzgado número 1 de lo Mercantil la celebración de la ansiada Junta General Extraordinaria -posiblemente, lo haga hoy o a primeros de la semana próxima- y las distintas fuerzas que aspiran a gobernar el Betis han comenzado una labor de desgaste que puede acabar por deslegitimar de cara al beticismo a más de uno de los hombres que, presumiblemente, gestionen la sociedad antes de que la hoja de noviembre doble el calendario.
La génesis radica en la seguridad de que será Juan Manuel Gómez Porrúa, el más fuerte de los tres administradores judiciales, el que, en base al 51% de las acciones de Farusa que controla, decida quiénes serán los nuevos gestores del Betis. Con esa mayoría, lo lógico sería que apostara por un consejo de administración de siete miembros, que obligaría a cualquier accionista o grupo a poseer un 14% de las acciones para reclamar un lugar, algo impensable hoy. Baste subrayar que Rufino González y Manuel Castaño controlan un 3% por barba; PNB, un 6,4% y BXV, un 5%. Hasta con alianzas imposibles les costaría trabajo...
La clave es que Porrúa se ha puesto en manos de la Fundación Heliópolis, que controla apenas entre 500 y 1.000 acciones, una cantidad insignificante, dejando de lado, por el momento, a BXV y PNB. Los últimos, por sus estatutos fundacionales, no reclamarán ningún consejero, pero sí les gustaría incluir a algún peñista significativo, para la tarea de liquidar la actual Federación de Peñas, o a un profesional bético cualificado.
De esta teoría, sin embargo, se ha alejado su presidente, Pepe Tirado, quien recientemente declaró de forma pública que el nuevo consejo necesitará "músculo financiero", algo muy lejano a las tesis que defendía hace meses. ¿Qué ha ocurrido? Simplemente, que Tirado está hoy muy próximo a Miguel Cuéllar, presidente de la Fundación y hombre de confianza de Porrúa. Cuéllar, bético cabal, es, además, el mejor posicionado para presidir el nuevo consejo una vez desalojados los okupas.
Tirado ha traicionado a PNB y no cuenta hoy con el apoyo del resto de directivos. El motivo principal: la masónica reunión del pasado 22 de julio, previa a la del consejo del Betis, en la que fueron ratificados Luis Oliver y Ángel Vergara.
Aquella noche del 22 de julio, después de que horas antes en el estadio Oliver y Castaño acabasen a gritos, el impetuoso abogado bético pergeñó una cena en el Mesón Casa Paco, en Bami, propiedad de un compadre suyo, en compañía de Rufino González, Jaime Rodríguez-Sacristán, Miguel Cuéllar y Julián García de la Borbolla, los dos de la Fundación; y Pepe Tirado, de PNB. El objetivo era acabar con Oliver y León al día siguiente, ocupar con los opositores las vacantes y crear un consejo mixto para buscar el consenso y la paz social, con Castaño al frente de presidente, amén de convocar una Junta Extraordinaria de forma inmediata.
Empero, al día siguiente, a mediodía en Heliópolis, Rufino se vio solo. Sacristán traicionó el pacto y Castaño, entonces, miró para otro lado al abstenerse y se enzarzó con Rufino para desviar la atención. Oliver salió ratificado como consejero, junto a Vergara, y León continuó como presidente.
Hace unos días, Castaño filtró esa reunión secreta para dejar a los opositores con el culo al aire, cuando éstos sólo acudieron ese jueves para hallar un bien común antes de la ansiada Junta y, sobre todo, por acabar con Oliver. Lógicamente, la versión de Castaño dista de la real y culpa a Rufino, dejando también en una posición difícil a Sacristán.
De otro lado, Tirado, quien acudió a la cita sin el conocimiento de PNB, negó recientemente a sus directivos haber estado presente. Hoy, está más cerca de Porrúa y de la Fundación que del grupo que lo eligió presidente en dos ocasiones.
El único problema de Porrúa, en su natural desconfianza con todos, es que sólo mira hacia un lado y, aunque recibirá nada más que apoyos pese a que muchos sean con silencios, está olvidando que el Betis necesitará ayudas políticas (¿alguien afín al PP y alguien próximo al PSOE en su consejo?) y profesionales y que se vean representados en siete o más personas -hoy Oliver no entraría ni en un consejo de 20 miembros- los diversos sectores del beticismo. El capital puede no servir de nada porque nadie lo va a exponer, ni mediante avales, por la provisionalidad existente y con una sentencia de la Audiencia coleando. Y la juez Alaya adoptó las medidas cautelares, entre otras cosas, "porque existen accionistas minoritarios capaces de defender los derechos del Betis". ¿Está olvidando este punto Porrúa?
Castaño filtra la cita previa a la primera reunión del consejo para erosionar a la oposición · Pepe Tirado defrauda la confianza de PNB y se posiciona al lado de la Fundación, a la que otorgará el poder Porrúa
Javier Mérida
Aún no ha aprobado el Juzgado número 1 de lo Mercantil la celebración de la ansiada Junta General Extraordinaria -posiblemente, lo haga hoy o a primeros de la semana próxima- y las distintas fuerzas que aspiran a gobernar el Betis han comenzado una labor de desgaste que puede acabar por deslegitimar de cara al beticismo a más de uno de los hombres que, presumiblemente, gestionen la sociedad antes de que la hoja de noviembre doble el calendario.
La génesis radica en la seguridad de que será Juan Manuel Gómez Porrúa, el más fuerte de los tres administradores judiciales, el que, en base al 51% de las acciones de Farusa que controla, decida quiénes serán los nuevos gestores del Betis. Con esa mayoría, lo lógico sería que apostara por un consejo de administración de siete miembros, que obligaría a cualquier accionista o grupo a poseer un 14% de las acciones para reclamar un lugar, algo impensable hoy. Baste subrayar que Rufino González y Manuel Castaño controlan un 3% por barba; PNB, un 6,4% y BXV, un 5%. Hasta con alianzas imposibles les costaría trabajo...
La clave es que Porrúa se ha puesto en manos de la Fundación Heliópolis, que controla apenas entre 500 y 1.000 acciones, una cantidad insignificante, dejando de lado, por el momento, a BXV y PNB. Los últimos, por sus estatutos fundacionales, no reclamarán ningún consejero, pero sí les gustaría incluir a algún peñista significativo, para la tarea de liquidar la actual Federación de Peñas, o a un profesional bético cualificado.
De esta teoría, sin embargo, se ha alejado su presidente, Pepe Tirado, quien recientemente declaró de forma pública que el nuevo consejo necesitará "músculo financiero", algo muy lejano a las tesis que defendía hace meses. ¿Qué ha ocurrido? Simplemente, que Tirado está hoy muy próximo a Miguel Cuéllar, presidente de la Fundación y hombre de confianza de Porrúa. Cuéllar, bético cabal, es, además, el mejor posicionado para presidir el nuevo consejo una vez desalojados los okupas.
Tirado ha traicionado a PNB y no cuenta hoy con el apoyo del resto de directivos. El motivo principal: la masónica reunión del pasado 22 de julio, previa a la del consejo del Betis, en la que fueron ratificados Luis Oliver y Ángel Vergara.
Aquella noche del 22 de julio, después de que horas antes en el estadio Oliver y Castaño acabasen a gritos, el impetuoso abogado bético pergeñó una cena en el Mesón Casa Paco, en Bami, propiedad de un compadre suyo, en compañía de Rufino González, Jaime Rodríguez-Sacristán, Miguel Cuéllar y Julián García de la Borbolla, los dos de la Fundación; y Pepe Tirado, de PNB. El objetivo era acabar con Oliver y León al día siguiente, ocupar con los opositores las vacantes y crear un consejo mixto para buscar el consenso y la paz social, con Castaño al frente de presidente, amén de convocar una Junta Extraordinaria de forma inmediata.
Empero, al día siguiente, a mediodía en Heliópolis, Rufino se vio solo. Sacristán traicionó el pacto y Castaño, entonces, miró para otro lado al abstenerse y se enzarzó con Rufino para desviar la atención. Oliver salió ratificado como consejero, junto a Vergara, y León continuó como presidente.
Hace unos días, Castaño filtró esa reunión secreta para dejar a los opositores con el culo al aire, cuando éstos sólo acudieron ese jueves para hallar un bien común antes de la ansiada Junta y, sobre todo, por acabar con Oliver. Lógicamente, la versión de Castaño dista de la real y culpa a Rufino, dejando también en una posición difícil a Sacristán.
De otro lado, Tirado, quien acudió a la cita sin el conocimiento de PNB, negó recientemente a sus directivos haber estado presente. Hoy, está más cerca de Porrúa y de la Fundación que del grupo que lo eligió presidente en dos ocasiones.
El único problema de Porrúa, en su natural desconfianza con todos, es que sólo mira hacia un lado y, aunque recibirá nada más que apoyos pese a que muchos sean con silencios, está olvidando que el Betis necesitará ayudas políticas (¿alguien afín al PP y alguien próximo al PSOE en su consejo?) y profesionales y que se vean representados en siete o más personas -hoy Oliver no entraría ni en un consejo de 20 miembros- los diversos sectores del beticismo. El capital puede no servir de nada porque nadie lo va a exponer, ni mediante avales, por la provisionalidad existente y con una sentencia de la Audiencia coleando. Y la juez Alaya adoptó las medidas cautelares, entre otras cosas, "porque existen accionistas minoritarios capaces de defender los derechos del Betis". ¿Está olvidando este punto Porrúa?
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