Esta semana se cumplen cien días de la irrupción de Luis Oliver en la actualidad bética. Un centenar de jornadas desde el acuerdo con nocturnidad que sirvió como antesala de la escenificación pública de un traspaso de poderes que ahora está siendo más efectivo que nunca. Cien días con Oliver en los que ha habido un protagonismo repartido entre las acciones de la Justicia, la revolución deportiva, los problemas económicos y la disensión social. Todo ello trufado con la campaña permanente de lavado de cara del autoproclamado consejero deportivo, que pretende variar la imagen de desconfianza que se ha generado entre la tropa bética por su pasado y varias de sus acciones presentes. Reclamaba el propio Oliver a su llegada que se le dieran cien días para opinar sobre su gestión. «Entonces seremos líderes, habrá un consejo nuevo y muchas cosas serán diferentes en el club», decía. Tampoco es que haya acertado tanto el navarro..., como se puede leer en ABC de Sevilla.
El caso es que, deportivamente, su error es de photo-finish. Hace unas horas el Betis era el primero en la tabla de la Liga Adelante, pero el tanto encajado en el alargue en Las Palmas le ha hecho caer de esa privilegiada posición a la tercera. Justo en esta efeméride que esperaba Oliver es cuando el Betis abandona por vez primera en esta temporada los puestos de ascenso directo. Para alcanzar esta situación se vio obligado a una revolución total en la plantilla con una importante y necesaria reducción de masa salarial (de 25 a 12 millones en sueldos) y la apuesta por fichajes baratos y el refresco de la cantera. El área de Mel ha sido la que mejor ha funcionado para Oliver. Sin embargo, en estos cien días también tuvo sus amargores en este ámbito, puesto que tuvo que prescindir de su asesor deportivo, Carlos Bucero, y su gestión se ha visto salpicada con sospechas de cobro de altas comisiones por traspasos, cartas de libertad y contrataciones.
En el plano institucional, más revoluciones. Entró por las bravas, por cooptación, en el consejo junto a su colaborador Ángel Vergara. No eran sus consejeros y nada más entrar se lo recordó a los hombres que heredó de Lopera. De aquella directiva se fueron cayendo elementos hasta dejarla famélica, por debajo del límite legal establecido: Ángel Martín, Luis Navarro, José María Blanco, José León, Rufino González y Antonio Álvarez. En contrapartida sólo entró Eduardo Peña. Esta semana (se prevé que sea el viernes) habrá otro fichaje, éste para la supervivencia de un consejo con otro presidente, Jaime Rodríguez-Sacristán, pero con la autoridad manifiestamente en las manos de Oliver. León se había convertido en un escollo para sus decisiones desde que se vio amenazado por el relevo inminente. Las obras en la ciudad deportiva (que comienzan hoy mismo) son un ejemplo de este mandato absoluto: la aprobación del presupuesto final no pasó siquiera por el consejo.
Ahora hasta Oliver viaja con el equipo (se estrenó en el palco de Las Palmas). Se siente fuerte el navarro en una directiva en la que tendrá, por vez primera, mayoría después de que esta semana entre el refuerzo. Cuatro consejeros por cooptación y sólo tres originales: Rodríguez-Sacristán, Manuel Castaño y Francisco Nuchera. Así ha conseguido Oliver el cambio que necesitaba y sin pasar por una junta de accionistas para hacerse con el gobierno de la entidad. Si la juez Alaya le retiró el mando nada más llegar al suspender la venta y bloquear los derechos políticos de las acciones de Farusa, Oliver se las ha ingeniado para acabar gobernando en la entidad e ir retrasando la asamblea que debe alejarle del Betis. Mientras, la Justicia le investiga sus empresas y él trata de obtener financiación para Bitton Sport o, simplemente, deshacerse de ella. Trata de ganarse la paz social en torno a su persona con gestos populistas (votación para el cambio de nombre al estadio, descuento en los abonos, entradas más baratas para los desempleados) por supuesto siempre bien recibidos y ha moderado sus apariciones públicas consciente de que difícilmente se hará con la simpatía del respetable en un ambiente tan enrarecido (es el motivo por el que justifica no dar los nombres de quienes, supuestamente, dirigen Bitton). Las sospechas sobre la presencia de Lopera en la sombra de su gestión no sólo están en la calle, sino en los autos judiciales. Oliver ya lleva cien días en el Betis y ahora es cuando empieza a mandar de verdad, a tomar las decisiones por su cuenta, aunque lleve una etiqueta con una fecha de caducidad temprana.
http://www.alfinaldelapalmera.com/no...o-consejo.html
El caso es que, deportivamente, su error es de photo-finish. Hace unas horas el Betis era el primero en la tabla de la Liga Adelante, pero el tanto encajado en el alargue en Las Palmas le ha hecho caer de esa privilegiada posición a la tercera. Justo en esta efeméride que esperaba Oliver es cuando el Betis abandona por vez primera en esta temporada los puestos de ascenso directo. Para alcanzar esta situación se vio obligado a una revolución total en la plantilla con una importante y necesaria reducción de masa salarial (de 25 a 12 millones en sueldos) y la apuesta por fichajes baratos y el refresco de la cantera. El área de Mel ha sido la que mejor ha funcionado para Oliver. Sin embargo, en estos cien días también tuvo sus amargores en este ámbito, puesto que tuvo que prescindir de su asesor deportivo, Carlos Bucero, y su gestión se ha visto salpicada con sospechas de cobro de altas comisiones por traspasos, cartas de libertad y contrataciones.
En el plano institucional, más revoluciones. Entró por las bravas, por cooptación, en el consejo junto a su colaborador Ángel Vergara. No eran sus consejeros y nada más entrar se lo recordó a los hombres que heredó de Lopera. De aquella directiva se fueron cayendo elementos hasta dejarla famélica, por debajo del límite legal establecido: Ángel Martín, Luis Navarro, José María Blanco, José León, Rufino González y Antonio Álvarez. En contrapartida sólo entró Eduardo Peña. Esta semana (se prevé que sea el viernes) habrá otro fichaje, éste para la supervivencia de un consejo con otro presidente, Jaime Rodríguez-Sacristán, pero con la autoridad manifiestamente en las manos de Oliver. León se había convertido en un escollo para sus decisiones desde que se vio amenazado por el relevo inminente. Las obras en la ciudad deportiva (que comienzan hoy mismo) son un ejemplo de este mandato absoluto: la aprobación del presupuesto final no pasó siquiera por el consejo.
Ahora hasta Oliver viaja con el equipo (se estrenó en el palco de Las Palmas). Se siente fuerte el navarro en una directiva en la que tendrá, por vez primera, mayoría después de que esta semana entre el refuerzo. Cuatro consejeros por cooptación y sólo tres originales: Rodríguez-Sacristán, Manuel Castaño y Francisco Nuchera. Así ha conseguido Oliver el cambio que necesitaba y sin pasar por una junta de accionistas para hacerse con el gobierno de la entidad. Si la juez Alaya le retiró el mando nada más llegar al suspender la venta y bloquear los derechos políticos de las acciones de Farusa, Oliver se las ha ingeniado para acabar gobernando en la entidad e ir retrasando la asamblea que debe alejarle del Betis. Mientras, la Justicia le investiga sus empresas y él trata de obtener financiación para Bitton Sport o, simplemente, deshacerse de ella. Trata de ganarse la paz social en torno a su persona con gestos populistas (votación para el cambio de nombre al estadio, descuento en los abonos, entradas más baratas para los desempleados) por supuesto siempre bien recibidos y ha moderado sus apariciones públicas consciente de que difícilmente se hará con la simpatía del respetable en un ambiente tan enrarecido (es el motivo por el que justifica no dar los nombres de quienes, supuestamente, dirigen Bitton). Las sospechas sobre la presencia de Lopera en la sombra de su gestión no sólo están en la calle, sino en los autos judiciales. Oliver ya lleva cien días en el Betis y ahora es cuando empieza a mandar de verdad, a tomar las decisiones por su cuenta, aunque lleve una etiqueta con una fecha de caducidad temprana.
http://www.alfinaldelapalmera.com/no...o-consejo.html
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