Ángel Vergara es el hombre fuerte de Bitton Sport en el consejo, discute las decisiones de Alaya y justifica la Ley Concursal: «La deuda está entre los 65 y 70 millones y, según Jabugo, era un 15 por ciento menos», explica ABC de Sevilla.
—¿Tienen ustedes legitimidad para estar en el consejo?
—Ahora estamos con nueve acciones, pero sumando a Rufino y Castaño, en el consejo hay en total un porcentaje similar al que tienen los que nos la discuten. Puedo entender las ganas de poder de cierta gente que no reconozca nuestro trabajo y que quiera imponer lo que no tenemos, una vivencia sevillana. Llevo un año aquí y he rehecho mi vida en el seno de una familia bética pero no es suficiente. Esto arrastra tiempo de una gestión «diferente». Hay que atacar los problemas. Da igual quién los originó. Ya hablarán los juzgados.
—¿A cuánto asciende la deuda?
—Está entre los 65 y los 70 millones. Y nos preguntan, ¿esto no lo sabían? Conocíamos los datos que nos dio Jabugo. Ahora sabemos la realidad.
—Pero eso no es lógico.
—¡Jabugo no nos dejó sus datos! Y cuando hemos entrado se han incrementado en un 15 ó 20 por ciento.
—¿Por qué van a la Ley Concursal?
—El club tiene una deuda de entre 32 y 34 millones con Hacienda y es imposible negociar con la Administración si no estás en concurso. El señor Lopera decidía que eso lo echaba para atrás, pero está. Tenemos dinero para pagar a los futbolistas y ya negociaremos lo que se debe. La famosa frase de don Manuel de que «el Betis siempre paga» es graciosa, pues ¿quién ha originado esta deuda? Podemos tener los compromisos que sean con don Manuel, pero lo que manda es la supervivencia del Betis. Ni Lopera ni hostias, con perdón. Si tenemos un contrato con él y nos lleva a juicio, me da igual. ¿Cómo vamos a ser testaferros de alguien que la pieza segunda de responsabilidad de una decisión así va a ir contra él? La Ley Concursal es la única supervivencia para el Betis.
—¿Hay vuelta atrás?
—Sí porque podemos llegar a acuerdos y hay poca gente. El problema es que sólo vale si subimos. Si no, veremos cómo se cumplen los compromisos.
—Pero no sólo son víctimas, sospecharían algo en la negociación...
—Pero pensábamos que había 20 millones menos de deuda. Y luego, Hacienda, en una reunión en Granada, nos ha dicho por dónde debemos ir.
—¿En qué términos plantean el acuerdo anticipado de convenio?
—Hay que tener tacto. Hacienda no se conforma con el 5.3 e iremos directamente a concurso y está aprobado por el juzgado desde la semana pasada. La Ley Concursal es un paraguas y aquí todos tienen que pasar por el aro.
—¿Y la ampliación de capital?
—El tema judicial la ha cercenado. Queríamos, pero es imposible. Aunque tampoco hubiera gustado. Da la sensación de que hagamos lo que hagamos... Si vendemos los que sobran, nos lo llevamos; si compramos barato, también.
—¿No ha pensado en irse?
—Luis (Oliver), no, pero yo sí por la incomprensión, por la diferencia que hay entre libertad de opinión y libertinaje. Nadie se preocupó de conocerme.
—¿Le ve fin?
—Sí. Cuando a un burro se le pone en una noria a sacar agua, los primeros días se rebela y no anda. Se le pone una manta y se le sacude para que no pare. El burro soy yo. Hay un momento dado que el burro va tranquilo y nadie se preocupa por él. Mis declaraciones mueren aquí porque diga lo que diga no me creerán. No soy un ************. Sé que después de aquí me van a buscar todos, pero no me va a encontrar nadie.
—Les faltará credibilidad si no desvelan quién está detrás de Bitton.
—Cierto.
—¿Y no les tienta decirlo?
—Sí, pero si los hubiéramos presentado tendríamos más problemas. Escampará, pero ahora daría igual. Si son del mundo financiero, dirán que vienen a robar. Si no los presentamos, «joder, estos...». Es que no acertaremos. Villamarín era gallego y yo, aragonés. La vaca no es donde nace, sino donde pace. Y nos equivocamos, porque Luis cuando ve una alcachofa tiene una incontinencia verbal y todo es «yo, yo, yo». Y somos «nosotros», el consejo. ¿Miedo? El otro día le dije a Gómez Porrúa una cosa y se enfadó: «Espero que no me pegue nadie por culpa de vuestras apariciones en la Prensa, que no estáis siendo profesionales». «¿Me amenazas?». «No, es un hecho. Espero que no suceda porque estoy cumpliendo mi trabajo y ninguno haríais una cosa diferente». Y me dijo: «No existe otro camino económico más que el de ahora». Les sobra protagonismo. Trabajan para la juez, no para reunirse con las peñas. Que está bien o mal mandado, no lo sé, porque una juez de lo Penal metida en lo Mercantil es un charco complicado. Las acciones serán nuestras. He puesto la pasta y no la perderé.
—Critican mucho a la juez.
—Se ha metido en un callejón. La Ley no empieza ni acaba en ella. No dejó que nos personáramos porque decía que no pintábamos nada. Entonces, ¿por qué sigue jodiéndome? Señoría, usted no ha hablado con nosotros. Nos sentimos perjudicados y hay juzgados. El señor Garzón era intocable, pero la Ley es para todos.
—Para Alaya y para Lopera...
—Claro. Si Lopera la ha cascado, que pague. Somos terceros de buena fe que compramos antes del auto. Como hizo esa barbaridad ahora cree que somos testaferros y tiene que demostrarlo. Si lo hace, tendré que pedir perdón porque hice cosas que no sé. Cada uno tendrá que atenerse a sus responsabilidades. La Audiencia le puede dar la razón sólo en un 21 por ciento. ¿Por qué no tenemos derecho al 30 restante? No me querello contra Lopera porque daría por hecho que he perdido mis derechos. Si la Audiencia dice que son nuestras, ¿dónde me meto la querella?
—Sospecha que el consejo está controlado por Lopera...
—¡Pero si lo instala ella! Dice una cosa que no puede mantener. Quita los derechos políticos del 51 por ciento y el 20 de agosto no está representado. ¿Voy a permitir que me echen y mande la minoría para que no pueda volver? Ahí sí que sería un testaferro de Lopera. Defiendo mi propiedad. Aquí sólo se busca a Luis para el enunciado divertido y sacudir con «ocupas, sinvergüenzas», pero el consejo lo instituye usted y necesito los poderes de León. Y Gómez Porrúa me dice que no quiere una junta gestora, que lo que el consejo apruebe. ¿Y cómo me lo como yo? La juez nos sacó en ocho días y nos obligaba a llevanos bien con gente que no estaría en nuestro consejo pero no los vamos a despreciar. Hemos pasado las de Caín, pero el Betis ha salido. Han demostrado mucho beticismo. He quitado la querella de Oliver contra Rufino.
—¿Convocarán antes la junta?
—Si lo decide el Juzgado... Pero, ¿qué miedo hay a la Audiencia? Mientras, todos estamos interinos.
—¿Está con las maletas preparadas?
—Luis y yo somos la punta de lanza de una operación. Nos iremos, pero volveremos. El equipo va líder y se está trabajando bien, ¿qué se está haciendo mal? ¿No gustamos? Eso no lo puedo cambiar. Alto, guapo, rubio y sevillano no soy. Bajo, gordo, con barba y aragonés.
—¿Le afecta el embargo de las acciones de Farusa?
—Es más sobre más. Somos terceros de buena fe y la juez tiene estamentos superiores. Es cautelar. Quiero dejar claro que el CSD no ha paralizado la venta, sino que la suspendió.
—¿Tienen ustedes legitimidad para estar en el consejo?
—Ahora estamos con nueve acciones, pero sumando a Rufino y Castaño, en el consejo hay en total un porcentaje similar al que tienen los que nos la discuten. Puedo entender las ganas de poder de cierta gente que no reconozca nuestro trabajo y que quiera imponer lo que no tenemos, una vivencia sevillana. Llevo un año aquí y he rehecho mi vida en el seno de una familia bética pero no es suficiente. Esto arrastra tiempo de una gestión «diferente». Hay que atacar los problemas. Da igual quién los originó. Ya hablarán los juzgados.
—¿A cuánto asciende la deuda?
—Está entre los 65 y los 70 millones. Y nos preguntan, ¿esto no lo sabían? Conocíamos los datos que nos dio Jabugo. Ahora sabemos la realidad.
—Pero eso no es lógico.
—¡Jabugo no nos dejó sus datos! Y cuando hemos entrado se han incrementado en un 15 ó 20 por ciento.
—¿Por qué van a la Ley Concursal?
—El club tiene una deuda de entre 32 y 34 millones con Hacienda y es imposible negociar con la Administración si no estás en concurso. El señor Lopera decidía que eso lo echaba para atrás, pero está. Tenemos dinero para pagar a los futbolistas y ya negociaremos lo que se debe. La famosa frase de don Manuel de que «el Betis siempre paga» es graciosa, pues ¿quién ha originado esta deuda? Podemos tener los compromisos que sean con don Manuel, pero lo que manda es la supervivencia del Betis. Ni Lopera ni hostias, con perdón. Si tenemos un contrato con él y nos lleva a juicio, me da igual. ¿Cómo vamos a ser testaferros de alguien que la pieza segunda de responsabilidad de una decisión así va a ir contra él? La Ley Concursal es la única supervivencia para el Betis.
—¿Hay vuelta atrás?
—Sí porque podemos llegar a acuerdos y hay poca gente. El problema es que sólo vale si subimos. Si no, veremos cómo se cumplen los compromisos.
—Pero no sólo son víctimas, sospecharían algo en la negociación...
—Pero pensábamos que había 20 millones menos de deuda. Y luego, Hacienda, en una reunión en Granada, nos ha dicho por dónde debemos ir.
—¿En qué términos plantean el acuerdo anticipado de convenio?
—Hay que tener tacto. Hacienda no se conforma con el 5.3 e iremos directamente a concurso y está aprobado por el juzgado desde la semana pasada. La Ley Concursal es un paraguas y aquí todos tienen que pasar por el aro.
—¿Y la ampliación de capital?
—El tema judicial la ha cercenado. Queríamos, pero es imposible. Aunque tampoco hubiera gustado. Da la sensación de que hagamos lo que hagamos... Si vendemos los que sobran, nos lo llevamos; si compramos barato, también.
—¿No ha pensado en irse?
—Luis (Oliver), no, pero yo sí por la incomprensión, por la diferencia que hay entre libertad de opinión y libertinaje. Nadie se preocupó de conocerme.
—¿Le ve fin?
—Sí. Cuando a un burro se le pone en una noria a sacar agua, los primeros días se rebela y no anda. Se le pone una manta y se le sacude para que no pare. El burro soy yo. Hay un momento dado que el burro va tranquilo y nadie se preocupa por él. Mis declaraciones mueren aquí porque diga lo que diga no me creerán. No soy un ************. Sé que después de aquí me van a buscar todos, pero no me va a encontrar nadie.
—Les faltará credibilidad si no desvelan quién está detrás de Bitton.
—Cierto.
—¿Y no les tienta decirlo?
—Sí, pero si los hubiéramos presentado tendríamos más problemas. Escampará, pero ahora daría igual. Si son del mundo financiero, dirán que vienen a robar. Si no los presentamos, «joder, estos...». Es que no acertaremos. Villamarín era gallego y yo, aragonés. La vaca no es donde nace, sino donde pace. Y nos equivocamos, porque Luis cuando ve una alcachofa tiene una incontinencia verbal y todo es «yo, yo, yo». Y somos «nosotros», el consejo. ¿Miedo? El otro día le dije a Gómez Porrúa una cosa y se enfadó: «Espero que no me pegue nadie por culpa de vuestras apariciones en la Prensa, que no estáis siendo profesionales». «¿Me amenazas?». «No, es un hecho. Espero que no suceda porque estoy cumpliendo mi trabajo y ninguno haríais una cosa diferente». Y me dijo: «No existe otro camino económico más que el de ahora». Les sobra protagonismo. Trabajan para la juez, no para reunirse con las peñas. Que está bien o mal mandado, no lo sé, porque una juez de lo Penal metida en lo Mercantil es un charco complicado. Las acciones serán nuestras. He puesto la pasta y no la perderé.
—Critican mucho a la juez.
—Se ha metido en un callejón. La Ley no empieza ni acaba en ella. No dejó que nos personáramos porque decía que no pintábamos nada. Entonces, ¿por qué sigue jodiéndome? Señoría, usted no ha hablado con nosotros. Nos sentimos perjudicados y hay juzgados. El señor Garzón era intocable, pero la Ley es para todos.
—Para Alaya y para Lopera...
—Claro. Si Lopera la ha cascado, que pague. Somos terceros de buena fe que compramos antes del auto. Como hizo esa barbaridad ahora cree que somos testaferros y tiene que demostrarlo. Si lo hace, tendré que pedir perdón porque hice cosas que no sé. Cada uno tendrá que atenerse a sus responsabilidades. La Audiencia le puede dar la razón sólo en un 21 por ciento. ¿Por qué no tenemos derecho al 30 restante? No me querello contra Lopera porque daría por hecho que he perdido mis derechos. Si la Audiencia dice que son nuestras, ¿dónde me meto la querella?
—Sospecha que el consejo está controlado por Lopera...
—¡Pero si lo instala ella! Dice una cosa que no puede mantener. Quita los derechos políticos del 51 por ciento y el 20 de agosto no está representado. ¿Voy a permitir que me echen y mande la minoría para que no pueda volver? Ahí sí que sería un testaferro de Lopera. Defiendo mi propiedad. Aquí sólo se busca a Luis para el enunciado divertido y sacudir con «ocupas, sinvergüenzas», pero el consejo lo instituye usted y necesito los poderes de León. Y Gómez Porrúa me dice que no quiere una junta gestora, que lo que el consejo apruebe. ¿Y cómo me lo como yo? La juez nos sacó en ocho días y nos obligaba a llevanos bien con gente que no estaría en nuestro consejo pero no los vamos a despreciar. Hemos pasado las de Caín, pero el Betis ha salido. Han demostrado mucho beticismo. He quitado la querella de Oliver contra Rufino.
—¿Convocarán antes la junta?
—Si lo decide el Juzgado... Pero, ¿qué miedo hay a la Audiencia? Mientras, todos estamos interinos.
—¿Está con las maletas preparadas?
—Luis y yo somos la punta de lanza de una operación. Nos iremos, pero volveremos. El equipo va líder y se está trabajando bien, ¿qué se está haciendo mal? ¿No gustamos? Eso no lo puedo cambiar. Alto, guapo, rubio y sevillano no soy. Bajo, gordo, con barba y aragonés.
—¿Le afecta el embargo de las acciones de Farusa?
—Es más sobre más. Somos terceros de buena fe y la juez tiene estamentos superiores. Es cautelar. Quiero dejar claro que el CSD no ha paralizado la venta, sino que la suspendió.