"Tiene cuatro años y medio y ayer debutó en Heliópolis. Camiseta con el “3” a la espalda: Gordillo. El abuelo, nada más recibir el mensaje que desde el paritorio anunciaba su llegada a este mundo, llamó a ese gran señor del beticismo, Don Antonio Picchi, para que preparase de inmediato el carnet. El padre leyó por primera vez su nombre completo, apenas un par de horas después, sobre aquel trozo de plástico que habría de convertirse en pasaporte perpetuo hacia un veneno sin antídoto, ese sentir, luchar y no siempre poder ganar que es el ser bético. El míster al teléfono: “Mañana ganamos, se lo vamos a dedicar”. Y vaya si cumplió: 1-2, Submarino hundido.
Desde entonces, el verde y el blanco, las trece barras, la doble “B” entrelazada bajo la corona que las remata, han sido para él su pan nuestro de cada día, el Betis de su joven memoria. No hay fecha donde no haya escuchado esas cinco letras, donde no haya visto esos colores o ese escudo que ayer lucía, altanero, encima de un corazoncito al que le queda tanto por sufrir –y es que ser bético, maestro, sigue sin ser fácil medio siglo después– sobre el mismo cemento donde no ha dejado de hacerlo su padre, que también un día entró de la mano de otro padre, hoy feliz abuelo, como a su vez éste había hecho muchos años atrás agarrando otra mano paterna, cuñas de la misma madera, ¿verdad, Manolo Ramírez?
Lo cogió en brazos tras dejar atrás el último peldaño –“Buenas tardes, Betis, ya estamos aquí”– y fijando ambos su vista en la grada, le susurró al oído algo que tendrá que recordar hasta que sea él quien tenga que guiar otra joven mano: “No te olvides nunca, hijo, de este Betis…”.
Juan Salas Rubio. "Cuñas de la misma madera". El Correo de Andalucía, 20/09/2010
Desde entonces, el verde y el blanco, las trece barras, la doble “B” entrelazada bajo la corona que las remata, han sido para él su pan nuestro de cada día, el Betis de su joven memoria. No hay fecha donde no haya escuchado esas cinco letras, donde no haya visto esos colores o ese escudo que ayer lucía, altanero, encima de un corazoncito al que le queda tanto por sufrir –y es que ser bético, maestro, sigue sin ser fácil medio siglo después– sobre el mismo cemento donde no ha dejado de hacerlo su padre, que también un día entró de la mano de otro padre, hoy feliz abuelo, como a su vez éste había hecho muchos años atrás agarrando otra mano paterna, cuñas de la misma madera, ¿verdad, Manolo Ramírez?
Lo cogió en brazos tras dejar atrás el último peldaño –“Buenas tardes, Betis, ya estamos aquí”– y fijando ambos su vista en la grada, le susurró al oído algo que tendrá que recordar hasta que sea él quien tenga que guiar otra joven mano: “No te olvides nunca, hijo, de este Betis…”.
Juan Salas Rubio. "Cuñas de la misma madera". El Correo de Andalucía, 20/09/2010
Comentario