Por desgracia, no van a contribuir a sanar la herida. Los goles de Jorge Molina y la clase de Salva Sevilla no tendrán efecto cauterizador sobre un Betis muy enfermo en sus tejidos social y, principalmente, económico. Siempre es mejor ganar que perder, qué duda cabe, pero junto a la batalla deportiva los verdiblancos libran en el presente otras más importantes para su futuro a corto, medio y largo plazo.
Ocurre que el bético disfruta, o sufre, de una idiosincrasia muy particular. Históricamente, vive domingo a domingo. E incluso cada dos domingos, cuando el balón asoma por Heliópolis. Es ahí, con su bufanda, cuando goza y padece de verdad viendo a su Betis. Lo demás, casi no le importa.
Eso lo sabía muy bien Lopera y lo sabe también Oliver. ¿O no decían las pancartas que eran lo mismo? Y, claro, con goles las penas son menos penas y este okupa llegado de Navarra se verá hoy algo más legitimado para llevar las riendas de la sociedad con la connivencia de Pepe León y compañía, quienes algún día tendrán que responder ante los béticos (¡Quién sabe si también ante la justicia!).
Pero esos goles que ningunearon las tibias críticas a un palco ignominioso no van a frenar las acciones de esa minoría de béticos que vive el club día a día, que sufre cada desdén, cada embate que soporta la entidad, cada euro que sale de forma sospechosa, cada lágrima que derrama… Ese grupo de accionistas comprometido seguirá velando por la legalidad al amparo de esa reina de los juzgados que en breve regresará para, presuntamente, poner al Betis en su sitio en esa otra clasificación de la que hoy no sólo no es líder sino un colista condenado a los avernos.
El fútbol de Meridona » Archivo » Goles con efecto anestésico
Ocurre que el bético disfruta, o sufre, de una idiosincrasia muy particular. Históricamente, vive domingo a domingo. E incluso cada dos domingos, cuando el balón asoma por Heliópolis. Es ahí, con su bufanda, cuando goza y padece de verdad viendo a su Betis. Lo demás, casi no le importa.
Eso lo sabía muy bien Lopera y lo sabe también Oliver. ¿O no decían las pancartas que eran lo mismo? Y, claro, con goles las penas son menos penas y este okupa llegado de Navarra se verá hoy algo más legitimado para llevar las riendas de la sociedad con la connivencia de Pepe León y compañía, quienes algún día tendrán que responder ante los béticos (¡Quién sabe si también ante la justicia!).
Pero esos goles que ningunearon las tibias críticas a un palco ignominioso no van a frenar las acciones de esa minoría de béticos que vive el club día a día, que sufre cada desdén, cada embate que soporta la entidad, cada euro que sale de forma sospechosa, cada lágrima que derrama… Ese grupo de accionistas comprometido seguirá velando por la legalidad al amparo de esa reina de los juzgados que en breve regresará para, presuntamente, poner al Betis en su sitio en esa otra clasificación de la que hoy no sólo no es líder sino un colista condenado a los avernos.
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