En un partido que parecía perdido durante 80 minutos, el Betis se puso por delante por pura casualidad y no pudo ni aguantar el resultado tres minutos. Dos errores mayúsculos, el primero, un pase horizontal y el segundo no saber afrontar los últimos minutos, le volvieron a costar puntos que ya son totalmente sentenciadores para la temporada y, más que probable y merecido, para Rubi.

Este Betis ha entrado en una vorágine de sensaciones, mala suerte y, sobre todo y más evidente, un estado mental y físico bastante endeble del que difícilmente va a salir hasta final de temporada. Lleva el equipo de Rubi viviendo en un fino alambre toda la temporada y nunca consiguió una estabilidad para poder crecer. Vivir en el limbo nunca es buen presagio de mejora en el futuro y el Betis ha vuelto a tirar nuevamente otra temporada por mantener un mismo sistema y confiar en un entrenador que salvo momentos muy esporádicos no ha conseguido ni mejorar a un jugador individualmente y mucho más evidente mejorar al equipo colectivamente. Solo le equipo consiguió ganar en momentos de inspiración individual.

Rubi salió con un once más parecido a lo que le estaba funcionando antes del parón y, aunque el equipo gano algo en consistencia, no fue suficiente para llevar el dominio en cuanto a control y ocasiones. Ya que el equipo de Rubí manejo siempre la pelota, pero fue el Granada quien generaba las ocasiones más peligrosas debido a sus peligrosas contras.

El Betis circuló durante la primera media hora el balón de una manera pausada, bastante lenta y que difícilmente provocaba ventajas en salida de balón. Esa circulación lenta provocaba inevitablemente la presión correcta del Granada y ponía siempre en apuros al jugador que recibía. Solo cuando ese jugador, de manera individual, superaba esa opción crítica era cuando el Betis avanzaba.

El plan del Granda era claro, y es un plan bastante habitual y que hemos visto ya durante muchos años en el Villamarín, esperar al Betis atrás hasta que cometa un error fatal por pura presión de la situación. Y así fue un balón muy parecido al que dio Benzema en la última victoria del Betis de esos que no se tienen que dar nunca, un pase horizontal, y una contra de libro por parte del Granada. El Betis volvía a estar por debajo y ahí comenzó la fase 2 del equipo: la desesperación.

Una desesperación tras el gol comenzó a hacer mella en los jugadores que empezaron a ser más egoístas e individualista intentando hacer la guerra por su cuenta y nunca eligiendo la mejor opción. Así se fueron al limbo varias ocasiones de gol y de ataques del equipo, sobre todo, en las botas de Joaquín que nunca cerró su herida del fallo en el primer gol.

En la segunda parte la desesperación del resultado y de las continuas pérdidas de tiempo del rival conllevo varios errores más. Pelotazos largos sin sentido que cogían siempre a Loren en fuera de juego sin opción de competirlos. Jugadas que comenzaron bien pero un error, ya sea en el pase o en la colocación que tiraba todo al traste. El Betis no era coral y todo se convertía en un caos que provocaba que difícilmente el Betis generase ocasiones de gol ante un Granada con, cada vez, más acumulación de jugadores defensivos.

Pero al Granada su conservadurismo le iba a salir caro. Olvido atacar a partir de su primer gol, confiados en que la desesperación del equipo verdiblanco fuese a su favor, y así lo estaba siendo, hasta que un error al nivel del de Joaquín metió al Betis en el partido e, instantes después, darle la vuelta al marcador en un momento de lucidez y suerte en ese centro chut de Tello.

El Betis había vuelto a remontar un partido clave en el futuro de Rubi. Solo tenía que aguantar ocho minutos. Solo tenía que poner en práctica lo que había hecho el Granada durante más de una hora: ser listos y contemporizar. No lo hizo. Primero fue Fekir en banda izquierda quien perdió un balón en vez de intentar mantenerlo y segundo fue Feddal dejando marchar un balón a córner sabiendo que seguramente fuera de las jugadas más peligrosas para conseguir el empate del Granada, ya que había movido demasiado el banquillo acumulando jugadores defensivos y que iban bien en el remate. Se sabe el final.

Qué manera de tirar los partidos.

El uno a uno: