El Betis que perdimos
¿Cómo una institución con 50.000 socios puede resistir a tantas decepciones deportivas?
Por ALBERTO GARCÍA REYES, 24 de febrero de 2020 10:53 h.Es curioso que fuese Rienzi, histórico periodista deportivo que tomó su pseudónimo de la ópera de Wagner «El último de los tribunos», quien pronunciase el gran epitafio verdiblanco: «El Betis, señores, es lo más sevillano que hay en Sevilla». El Real Betis Balompié es el último de los tribunos del fútbol español. Y es probable que Rienzi diera con su frase en las entrañas verdiblancas por un mero capricho del destino. Pero es cierto que el Betis representa una de las esencias fundamentales de Sevilla, tal vez la más identitaria, que es su alta capacidad para desperdiciar una y otra vez su infinito potencial natural. No es lógico que una institución que tiene 50.000 socios y que mete en su estadio todos los fines de semana más de 45.000 personas vague por las clasificaciones año tras año sin darse jamás una alegría. ¿Por qué un equipo que tiene seguidores en toda España, jugadores de indiscutible valor internacional y, por fin, una directiva capacitada para dirigir una empresa moderna no es capaz de dar el salto nunca? No sé si los propios béticos nos hemos confundido después de tantas decepciones. Yo, que soy del «manque pierda» hasta las trancas, ando un poco desconcertado. Porque nunca me ha parecido incompatible la idea del amor incondicional, por encima de una coyuntura tan vulgar como la victoria o la derrota, con la exigencia. Y como he defendido, defiendo y defenderé públicamente y sin complejos a Ángel Haro y a José Miguel López Catalán para el progreso del Betis porque creo que componen la comandita idónea para ese crecimiento que tanto anhelamos en Heliópolis, siento que me puedo permitir también dudar en momentos como éste. Si hablamos de la modernización del club, pongo mi sombrero a sus pies. Pero si hablamos del rendimiento deportivo no tengo más remedio que ser crítico. Es evidente que hay algo que no están haciendo bien y, por desgracia, tengo la sensación de que si no se mueven rápido pueden acabar perdiendo todo el crédito que tienen. Las decisiones deportivas han fallado y en la grada se percibe ya una clara impaciencia. Y la afición es sagrada. Que no venga nadie con ningún altavoz a decir que la afición se equivoca, que el Betis ha sido así de toda la vida, que la gente no sabe o que el público está manejado por no sé qué poderes ocultos. Excusas para no asumir responsabilidades. Haro y Catalán, que son muy buenos empresarios en sus respectivas áreas profesionales, saben perfectamente que los éxitos son de los equipos y los fracasos de los que mandan. Están preparados para soportar la presión que ahora mismo les acucia. Y tienen una oportunidad magnífica para demostrar que toda la confianza que el beticismo ha puesto en ellos es merecida. Esto funciona así. Mientras mejor eres, peor te tratan cuando no estás a tu altura. Puro Currobetis. No estamos preocupados por lo que vemos, sino por lo que dejamos de ver. No por el Betis que pierde, sino por el que nos estamos perdiendo.
Para mi un 10.
¿Cómo una institución con 50.000 socios puede resistir a tantas decepciones deportivas?
Por ALBERTO GARCÍA REYES, 24 de febrero de 2020 10:53 h.Es curioso que fuese Rienzi, histórico periodista deportivo que tomó su pseudónimo de la ópera de Wagner «El último de los tribunos», quien pronunciase el gran epitafio verdiblanco: «El Betis, señores, es lo más sevillano que hay en Sevilla». El Real Betis Balompié es el último de los tribunos del fútbol español. Y es probable que Rienzi diera con su frase en las entrañas verdiblancas por un mero capricho del destino. Pero es cierto que el Betis representa una de las esencias fundamentales de Sevilla, tal vez la más identitaria, que es su alta capacidad para desperdiciar una y otra vez su infinito potencial natural. No es lógico que una institución que tiene 50.000 socios y que mete en su estadio todos los fines de semana más de 45.000 personas vague por las clasificaciones año tras año sin darse jamás una alegría. ¿Por qué un equipo que tiene seguidores en toda España, jugadores de indiscutible valor internacional y, por fin, una directiva capacitada para dirigir una empresa moderna no es capaz de dar el salto nunca? No sé si los propios béticos nos hemos confundido después de tantas decepciones. Yo, que soy del «manque pierda» hasta las trancas, ando un poco desconcertado. Porque nunca me ha parecido incompatible la idea del amor incondicional, por encima de una coyuntura tan vulgar como la victoria o la derrota, con la exigencia. Y como he defendido, defiendo y defenderé públicamente y sin complejos a Ángel Haro y a José Miguel López Catalán para el progreso del Betis porque creo que componen la comandita idónea para ese crecimiento que tanto anhelamos en Heliópolis, siento que me puedo permitir también dudar en momentos como éste. Si hablamos de la modernización del club, pongo mi sombrero a sus pies. Pero si hablamos del rendimiento deportivo no tengo más remedio que ser crítico. Es evidente que hay algo que no están haciendo bien y, por desgracia, tengo la sensación de que si no se mueven rápido pueden acabar perdiendo todo el crédito que tienen. Las decisiones deportivas han fallado y en la grada se percibe ya una clara impaciencia. Y la afición es sagrada. Que no venga nadie con ningún altavoz a decir que la afición se equivoca, que el Betis ha sido así de toda la vida, que la gente no sabe o que el público está manejado por no sé qué poderes ocultos. Excusas para no asumir responsabilidades. Haro y Catalán, que son muy buenos empresarios en sus respectivas áreas profesionales, saben perfectamente que los éxitos son de los equipos y los fracasos de los que mandan. Están preparados para soportar la presión que ahora mismo les acucia. Y tienen una oportunidad magnífica para demostrar que toda la confianza que el beticismo ha puesto en ellos es merecida. Esto funciona así. Mientras mejor eres, peor te tratan cuando no estás a tu altura. Puro Currobetis. No estamos preocupados por lo que vemos, sino por lo que dejamos de ver. No por el Betis que pierde, sino por el que nos estamos perdiendo.
Para mi un 10.
Comentario