Esta respuesta socorrida y manida me ha hecho pensar en muchas cosas, muchísimas. En principio pienso en lo fácil: ¿pero no se trata de eso?

Si la pelotita no entra un partido, es lógico, he visto partidos de 10 a 0 que queda empatados sin goles. Pero que la pelotita no entre en dos años es preocupante, incluso para quien dispara esa respuesta.

La pelotita, en esto del fútbol, además de caprichosa y cruel, también es justa y demoledora. Es difícil estar ahí abajo si no mereces estarlo. Y es difícil estar dos temporadas si no lo mereces pero a conciencia.

Nuestro Betis no cuela la pelotita, nuestro equipo es una banda en la que el saxofón está obligado a tocar el clarinete y el timbal sólo tiene un triángulo que lo ve redondo. Directores de orquesta han venido dos, y en vista de que el músico que han pedido para cuerda es de viento y para los sólos de piano tiene un guitarrista de rock duro pues han hecho lo imposible para que cualquier melodía no suene a lo que lleva sonando toda la temporada, a desafinación total, a abandono total, a triste canción de despedida.

Y la pelotita que no entra, pero no entra no porque la afición haya abandonado al equipo, creo que es de las temporadas con más socios después de haber hecho lo que se ha hecho, los béticos responden, unos por rutina, otros por responsabilidad y todos por beticismo. Ahí estamos, con abonados que ya los quisieran otros equipos simplemente para hacer una muy buena taquilla.

Pero para que la puñetera pelotita entre hay que hacer algo más que creer que mandas y creer que puedes hacer y deshacer, hay que saber tener la mano izquierda más grande que todos los que conoces, negociar y satisfacer, sí, una palabra gorda como ella sola, satisfacer. Satisfacer las necesidades de la plantilla que hace que la pelotita entre, no con millonarias prevendas al final de la temporada. Con sprines finales que dejan helado el corazón del bético más curtido. Satisfacer a la cantera con unos mínimos que serían de risa en un club serio, pero que aquí ni se cumplen. Satisfacer al socio, abriéndose a ellos en vez de hacer cada vez los muros más lejanos y más altos. Otorgarles los medios para que sientan al Betis más allá de un asiento, un abono o un final de temporada de infarto. Satisfacer al accionista, ese eterno olvidado tras el parapeto del 52%, ellos son tan propietarios como el que mal manda. Pero sienten que no sirve para nada porque llevan muchos años viendo que no sirve para nada.

El domingo que viene nuestros corazones estarán en otra casa verdiblanca, la del racing, pendientes de 11 hombres que saben que nos deben muchas, no una, y que de que la pelotita entre depende el futuro inmediato de un club tan grande, tan grande, que quien se le quiere comparar o confundir con él termina como va a terminar, como terminó ícaro en su duelo con el sol. Porque un 52% son algo muy gordo, pero es la cera que se acerca a ese escudo de trece barras que cada vez más se calienta, la convierte en líquido que se desparrama.

La pelotita puede entrar el domingo que viene, o no, pero el beticismo ha perdido su inocencia.

CHAPARRO, SACA LA DIGNIDAD, LA HOMBRÍA DE ESOS JUGADORES, Y SOBRE TODO, SACA LO QUE QUEREMOS QUE TENGAN, ESE FÚTBOL ESCONDIDO EN LAS TOBILLERAS.

A POR EL RACINGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG