Histórico partido de un Betis que completó la mejor actuación de la temporada y, seguramente de la era de Setién en el escenario más complicado de Europa y en el contexto más difícil desde que es entrenador del equipo verdiblanco. En un equipo donde casi todos estuvieron sobresalientes destacaron cuatro nombres propios: Junior, Lo Celso, el discutido hasta ahora William Carvalho y Setién, claro, con un planteamiento que hizo que el Betis fuera superior de principio a fin.

Seguramente ni los más optimistas, los que pocos que quedaban, podrían presagiar que, tras el empate in extremis ante el Celta y viniendo de jugar el jueves ante el Milán, el Betis pudiera tener opciones hoy. Pues hoy, no solo ha tenido opciones, sino que ha sido netamente superior al Barcelona durante la mayoría del partido. Controló, dominó y no tuvo nunca miedo de ir hacia delante. Hoy el Betis no se cortó las alas, no miró atrás cuando seguramente en jornadas pasadas lo haría y encontró lo que tanto le había sido esquivo durante los tres primeros meses de competición: el gol.

El Betis no entró bien al partido o eso pareció. Los primeros diez minutos las dudas se hicieron patentes en las numerosas perdidas en salida de balón desde atrás ante la presión acertada del Barcelona. Fueron minutos donde el Betis no encontró salida, pudo costar caro, pero no dejó de intentarlo algo que a posteriori resultaría realmente positivo.

Como ya pasará ante el Milán en San Siro, el equipo rival sumaba numerosos hombres arriba viendo las dificultades de la defensa del Betis para sacar el balón y al paso de los minutos esa presión cada vez iba a más. Al final, una presión sin control suele ser una imprudencia y así lo fue para el Barcelona como también lo fue para el Milán. El brillante pase en largo de Pau solía encontrar los tres hombres liberados del Betis y si ganaban la primera o segunda jugada, iban casi en superioridad debido al mal repliegue del centro del campo y los laterales del Barcelona. Con eso, el Betis igualó el partido, primero, y luego lo desniveló para su favor.

Pero hubo otro factor muchísimo más determinante fuera de lo meramente táctico y sí más emocional: la liberación tras el primer gol. Los jugadores del Betis se quitaron toda la presión, las ataduras, las dudas y se lo creyeron. Creyeron que podían ganar al Barcelona. Y lo hicieron jugando al fútbol más inteligente y vertical de la era Setién. El equipo verdiblanco por fin encontró una armonía entre juego posicional y verticalidad. Supo cuando debía, y podía, hacer daño y cuando parar el partido.

Encontró la debilidad del Barcelona, primero en la espalda de Busquets y segundo en la espalda de los laterales, y la explotó. Supo cómo frenar al Barcelona cuando tenía el balón con marcajes al hombre y con una cantidad de ayudas cuando Messi, el único jugador del Barcelona que rompía líneas, se giraba y encaraba la portería. Y, seguramente la nota más positiva del partido, no solo no se vino abajo tras encajar los goles como ya pasó ante el Celta, sino que reaccionó de una manera sobresaliente a cada uno de ellos yendo sin miedo a buscar otro gol aun con ventaja en el marcador.

Ese hambre tuvo su recompensa con el tercer y el cuarto gol. Un tercer gol que seguramente, aun siendo el menos estético en la finalización, es la mayor prueba y el mayor aval del Betis de Setién. Una jugada de libro, moviendo el balón de lado a lado, llevando muchísimos hombres a campo rival y finalizando dentro del área en un contexto donde el Barcelona acababa de marcar el 1-2 y el ánimo de la remontada parecía encenderse. Los jugadores demostraron una entereza y una personalidad enorme.

Un gol y una victoria como liberación de un estilo muy cuestionado pero que, tras esta victoria de prestigio una más del Betis de Setién, vuelve a ganar un crédito que, quizás, nunca mereció perder.


El uno a uno: