Pedazo de artículo!!!!
http://www.andaluciadeportes.com/art...BETIS/58/blogs
EL FUTURO DEL BETIS
Martes 27 de julio de 2010 18:43:19
Es natural que la afición del Betis esté preocupada con el futuro del club. Por todo. Por su grave crisis institucional, por su delicado momento económico y por esa ominosa realidad deportiva que tiene a los verdiblancos en una categoría que no les corresponde.
Junto a esto, los béticos lamentan más cosas que les ofenden. Les duele el bochornoso comportamiento de los que se proclaman como sus dirigentes, el silencio cobarde de quienes debieran dar explicaciones, la aparición ridícula de nuevos personajes tan poco fiables como los que nunca han dejado de irse y la vergüenza a la que están sometiendo todos estos tipos a una entidad que pronto cumplirá los 103 años de historia.
Sin embargo, no es verdad, y creo que así lo siente la mayor parte de los béticos, que la vida sea ahora en Heliópolis peor que hace unos años o unos meses. Primordialmente, porque nada de lo que está pasando es nuevo. Todo viene de antiguo. Exactamente desde hace 18 años, el periodo de tiempo que se tomado el imputado Ruiz de Lopera en minar todo el edificio bético. Una obra casi perfecta de demolición de un sentimiento.
Antes de que apareciera en nuestras vidas la jueza Alaya, hacía mucho que el club no existía, que los llamados a dirigirlo se habían convertido en marionetas –o cucharas, feliz acuñación del pueblo desesperado- del tirano, que las arcas del club se habían llenado de telarañas y que, deportivamente, el equipo venía dando tumbos hasta despeñarse en los secarrales de la segunda división.
Pero, además, no había futuro. El tiempo parecía detenido en el manicomio del Fontanal y no se veían signos de cambio ni propósito de enmienda. A cada fracaso se contestaba con el silencio o el insulto y ni siquiera se respetaban las formas de otorgarle a los béticos tratamiento de personas. Si no, díganme de que otra forma podría definirse la esperpéntica rueda de prensa del diácono metido a redentor una vez que concluyó el partido frente al Levante.
Ahora, tras el auto de la jueza, es cierto que permanece la crisis, la alarma social y el sonrojo generalizado, pero, por primera vez, han pasado cosas que hacen pensar que pueden producirse cambios de futuro.
Todo está manga por hombro, es cierto, pero a Lopera le ha dicho una magistrada lo que los béticos ya sabían desde hace mucho, lo han quitado de enmedio a la espera del pronunciamiento de la Audiencia y le han puesto una fianza de la que ni siquiera han podido presumir otros ilustres imputados de la vida nacional.
Todo está manga por hombro, es cierto, pero las acciones de Farusa están bajo llave en un cajón, los béticos agrupan sus acciones para que, por fin, puedan servir de algo, y en lontananza se anuncian posibilidades de reajuste que coloquen en los órganos de decisión a gente normal con pasiones normales.
Y, junto a esto, que no es poco, le han mandado el busto a su casa, le han precintado el almacén donde cobraba por acumular las prendas que debieran haber estado al servicio del club y, para gozo general, le han dado el finiquito a incompetentes tan solemnes como a ese que ladraba desde la radio o al otro que iba a recoger a los fichajes que hacía el dinosaurio.
¿Qué eso lo ha hecho Oliver? Pues muy bien. Ya se sabe que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. De Oliver no me creo nada, sencillamente porque es imposible creerse a un personaje con semejante currículum, pero, ya sea por convicción o por fingimiento, lo cierto es que limpiar las letrinas y retirar el busto de la vista es siempre una medida profiláctica que se agradece.
Por otra parte, el que Oliver esté ahí no es un problema del engominado amigo del Cuqui de Utrera, sino de esa caterva de indignos que le han cedido su sitio al recién llegado de aventuras inauditas.
Gente que hace mucho que perdió todo rastro de beticismo y que desde las cloacas del club ha venido alimentando durante años las peores entrañas del monstruo.
Todos ellos, pero muy particularmente el cu.ch.ara mayor, Pepe León, son lo que ahora, en un más difícil todavía, le han puesto la mesa al primero que pasaba e incluso le han buscado las acciones necesarias para que se siente donde deberían estar sentados ellos y para que el mundo sepa que la mayor vocación de estos individuos es la de cuadrarse.
Pepe León, ya que estamos en ello, es un personaje irreconocible al que en algún momento intenté comprender. Pero no lo he conseguido. Él, que siempre presumió de mandar mucho –y es verdad que mandó en otros tiempos de la protohistoria bética-, va a pasar a la historia como un vulgar secuaz. Un final muy triste.
Ellos sabrán. Como deben saber que es imparable el proceso que se inició en el Betis hará más o menos cuatro años. No se detendrá. Ni a Lopera volverá jamás a quererlo nadie, ni habrá un solo día de su vida en que halle la paz en los juzgados.
Esto, con más o menos sangre, acabará un día con el Betis en manos de los béticos y con una nueva era marcada, quiera Dios, por los valores antagónicos a los que personificó durante casi dos lustros uno de los mayores enemigos –sino el que más- que ha tenido el Betis desde que en la Escuela Politécnica un grupo de militares fundaran el Sevilla Balompié.
Por ello, la responsabilidad histórica de los leones, los castaños, los rufinos y demás devotos de la herejía loperiana es trascendental. En sus manos, y no en las de Oliver, está entenderse con el accionariado que representa a los béticos de verdad y, poco a poco, comenzar a pacificar la situación institucional.
De que lo hagan o no dependerá que la cornada tenga una, dos, o más trayectorias. Porque la cornada ya se la dieron al Betis hace mucho. Por eso está en segunda, tieso y con los papeles del club rodando por el juzgado número 6.
Sólo que ahora sí hay alguna posibilidad de que el doctor Vila llegue a tiempo.
Manolo Rodríguez
Director del programa El Fútbol de nuestras vidas
Giralda TV
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EL FUTURO DEL BETIS
Martes 27 de julio de 2010 18:43:19
Es natural que la afición del Betis esté preocupada con el futuro del club. Por todo. Por su grave crisis institucional, por su delicado momento económico y por esa ominosa realidad deportiva que tiene a los verdiblancos en una categoría que no les corresponde.
Junto a esto, los béticos lamentan más cosas que les ofenden. Les duele el bochornoso comportamiento de los que se proclaman como sus dirigentes, el silencio cobarde de quienes debieran dar explicaciones, la aparición ridícula de nuevos personajes tan poco fiables como los que nunca han dejado de irse y la vergüenza a la que están sometiendo todos estos tipos a una entidad que pronto cumplirá los 103 años de historia.
Sin embargo, no es verdad, y creo que así lo siente la mayor parte de los béticos, que la vida sea ahora en Heliópolis peor que hace unos años o unos meses. Primordialmente, porque nada de lo que está pasando es nuevo. Todo viene de antiguo. Exactamente desde hace 18 años, el periodo de tiempo que se tomado el imputado Ruiz de Lopera en minar todo el edificio bético. Una obra casi perfecta de demolición de un sentimiento.
Antes de que apareciera en nuestras vidas la jueza Alaya, hacía mucho que el club no existía, que los llamados a dirigirlo se habían convertido en marionetas –o cucharas, feliz acuñación del pueblo desesperado- del tirano, que las arcas del club se habían llenado de telarañas y que, deportivamente, el equipo venía dando tumbos hasta despeñarse en los secarrales de la segunda división.
Pero, además, no había futuro. El tiempo parecía detenido en el manicomio del Fontanal y no se veían signos de cambio ni propósito de enmienda. A cada fracaso se contestaba con el silencio o el insulto y ni siquiera se respetaban las formas de otorgarle a los béticos tratamiento de personas. Si no, díganme de que otra forma podría definirse la esperpéntica rueda de prensa del diácono metido a redentor una vez que concluyó el partido frente al Levante.
Ahora, tras el auto de la jueza, es cierto que permanece la crisis, la alarma social y el sonrojo generalizado, pero, por primera vez, han pasado cosas que hacen pensar que pueden producirse cambios de futuro.
Todo está manga por hombro, es cierto, pero a Lopera le ha dicho una magistrada lo que los béticos ya sabían desde hace mucho, lo han quitado de enmedio a la espera del pronunciamiento de la Audiencia y le han puesto una fianza de la que ni siquiera han podido presumir otros ilustres imputados de la vida nacional.
Todo está manga por hombro, es cierto, pero las acciones de Farusa están bajo llave en un cajón, los béticos agrupan sus acciones para que, por fin, puedan servir de algo, y en lontananza se anuncian posibilidades de reajuste que coloquen en los órganos de decisión a gente normal con pasiones normales.
Y, junto a esto, que no es poco, le han mandado el busto a su casa, le han precintado el almacén donde cobraba por acumular las prendas que debieran haber estado al servicio del club y, para gozo general, le han dado el finiquito a incompetentes tan solemnes como a ese que ladraba desde la radio o al otro que iba a recoger a los fichajes que hacía el dinosaurio.
¿Qué eso lo ha hecho Oliver? Pues muy bien. Ya se sabe que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. De Oliver no me creo nada, sencillamente porque es imposible creerse a un personaje con semejante currículum, pero, ya sea por convicción o por fingimiento, lo cierto es que limpiar las letrinas y retirar el busto de la vista es siempre una medida profiláctica que se agradece.
Por otra parte, el que Oliver esté ahí no es un problema del engominado amigo del Cuqui de Utrera, sino de esa caterva de indignos que le han cedido su sitio al recién llegado de aventuras inauditas.
Gente que hace mucho que perdió todo rastro de beticismo y que desde las cloacas del club ha venido alimentando durante años las peores entrañas del monstruo.
Todos ellos, pero muy particularmente el cu.ch.ara mayor, Pepe León, son lo que ahora, en un más difícil todavía, le han puesto la mesa al primero que pasaba e incluso le han buscado las acciones necesarias para que se siente donde deberían estar sentados ellos y para que el mundo sepa que la mayor vocación de estos individuos es la de cuadrarse.
Pepe León, ya que estamos en ello, es un personaje irreconocible al que en algún momento intenté comprender. Pero no lo he conseguido. Él, que siempre presumió de mandar mucho –y es verdad que mandó en otros tiempos de la protohistoria bética-, va a pasar a la historia como un vulgar secuaz. Un final muy triste.
Ellos sabrán. Como deben saber que es imparable el proceso que se inició en el Betis hará más o menos cuatro años. No se detendrá. Ni a Lopera volverá jamás a quererlo nadie, ni habrá un solo día de su vida en que halle la paz en los juzgados.
Esto, con más o menos sangre, acabará un día con el Betis en manos de los béticos y con una nueva era marcada, quiera Dios, por los valores antagónicos a los que personificó durante casi dos lustros uno de los mayores enemigos –sino el que más- que ha tenido el Betis desde que en la Escuela Politécnica un grupo de militares fundaran el Sevilla Balompié.
Por ello, la responsabilidad histórica de los leones, los castaños, los rufinos y demás devotos de la herejía loperiana es trascendental. En sus manos, y no en las de Oliver, está entenderse con el accionariado que representa a los béticos de verdad y, poco a poco, comenzar a pacificar la situación institucional.
De que lo hagan o no dependerá que la cornada tenga una, dos, o más trayectorias. Porque la cornada ya se la dieron al Betis hace mucho. Por eso está en segunda, tieso y con los papeles del club rodando por el juzgado número 6.
Sólo que ahora sí hay alguna posibilidad de que el doctor Vila llegue a tiempo.
Manolo Rodríguez
Director del programa El Fútbol de nuestras vidas
Giralda TV
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