DICE el refrán que quien tiene árbol, tiene pájaros. En Heliópolis, donde el Betis crió cuervos durante 18 años, ya no quedan ramas en pie ni para los jilgueros que quieren cantar la buenaventura por la que tanto lloró Pedro aquella noche del gol inútil de Chano al Tenerife, cuando el Villamarín entero gritaba al unísono Betis, Betis, Betis desde las honduras de la miseria. Al fin y al cabo, los béticos estamos criados en la escasez.
Y tal vez por eso no estamos preparados para entender la falta de honradez. Los béticos no conocemos el reproche, ni el rencor, ni mucho menos la venganza. Vivimos en el deleite indescifrable de sobrevivir como sea, pero sin agraviar a nadie. A nuestro aire. Sin vendavales que arrasen en apenas un tris toda la raíz de nuestra esencia hasta lograr que el árbol centenario que pudimos plantar humildemente en el Huerto de la Mariana caiga de forma ineluctable al ras de los truhanes de poca monta. Los béticos no hemos nacido para
creernos ciclones de media hora. Soñamos una vez con la falsa opulencia de Lopera y ya hemos aprendido que el Betis no es de nadie ni para nadie. Donmanué se ha ido a su estilo, arrancando el tronco bético de su alcorque natural y acudiendo a la recriminación. Ha vendido lo que no es suyo al peor postor que ha encontrado para asegurarse el fracaso tras su marcha. Ahí os dejo. Me echaréis de menos.
Síntoma de una patología incurable que se llama egolatría. ¿No queríais que me fuera? Vuestros deseos son órdenes. Adiós típico de un autócrata a quien el pueblo rechaza. Cerciorándose de que sin su presencia todo irá aún peor. Y escondiéndose de la repercusión mediática tras una semifinal de un Mundial entre España y Alemania. Con la Justicia pisándole los talones. Dejando entrever triquiñuelas de baja ralea para evitar ser el dueño del cadáver el día del juicio. Mintiendo sin pudor al exclamar que no hay una sola denuncia contra el Betis ni deuda con los futbolistas. Como si el dinero que
se pacta con un apretón de manos no tuviera obligación de pagarse.
D Lopera ha talado el alma del Betis para que su sucesor pueda hacer leña del árbol caído. Anunció que dejaría sus acciones en herencia a los socios y ha terminado malvendiéndolas, si es que las ha vendido de veras, a un empresario navarro al que podría aplicársele el famoso oxímoron de Pío Baroja cuando fue azotado por el periódico carlista «El Pensamiento Navarro». «¿Pensamiento navarro? Si lo primero, ¿cómo lo segundo?». ¿Empresario Oliver? La caída de los árboles de Heliópolis, tierra yerma tras los últimos tornados, ha obligado a los pájaros a posarse sobre el césped. Un pícaro malhablado y chistoso deja su sitio a un encantador de serpientes. Un cromo por otro.
Que los que de niños juntábamos estampitas ya sabemos que nadie te cambia a Chirri por Gordillo. Así que en este trueque extraño, Dios quiera que me equivoque y tenga que tragarme esta página, sólo se vislumbra un futuro hacia el ocaso del que tal vez nunca más nos levantaremos.
Hoy estoy —mañana quizás diga lo
contrario— tristemente convencido de que la resurreción sólo pasa por volver a sembrar otra semilla virgen entre los trece surcos de nuestra historia y ver cómo el árbol nace de nuevo desde la nada, que es nuestro todo.
http://www.abcdesevilla.es/20100710/...-20100710.html
Y tal vez por eso no estamos preparados para entender la falta de honradez. Los béticos no conocemos el reproche, ni el rencor, ni mucho menos la venganza. Vivimos en el deleite indescifrable de sobrevivir como sea, pero sin agraviar a nadie. A nuestro aire. Sin vendavales que arrasen en apenas un tris toda la raíz de nuestra esencia hasta lograr que el árbol centenario que pudimos plantar humildemente en el Huerto de la Mariana caiga de forma ineluctable al ras de los truhanes de poca monta. Los béticos no hemos nacido para
creernos ciclones de media hora. Soñamos una vez con la falsa opulencia de Lopera y ya hemos aprendido que el Betis no es de nadie ni para nadie. Donmanué se ha ido a su estilo, arrancando el tronco bético de su alcorque natural y acudiendo a la recriminación. Ha vendido lo que no es suyo al peor postor que ha encontrado para asegurarse el fracaso tras su marcha. Ahí os dejo. Me echaréis de menos.
Síntoma de una patología incurable que se llama egolatría. ¿No queríais que me fuera? Vuestros deseos son órdenes. Adiós típico de un autócrata a quien el pueblo rechaza. Cerciorándose de que sin su presencia todo irá aún peor. Y escondiéndose de la repercusión mediática tras una semifinal de un Mundial entre España y Alemania. Con la Justicia pisándole los talones. Dejando entrever triquiñuelas de baja ralea para evitar ser el dueño del cadáver el día del juicio. Mintiendo sin pudor al exclamar que no hay una sola denuncia contra el Betis ni deuda con los futbolistas. Como si el dinero que
se pacta con un apretón de manos no tuviera obligación de pagarse.
D Lopera ha talado el alma del Betis para que su sucesor pueda hacer leña del árbol caído. Anunció que dejaría sus acciones en herencia a los socios y ha terminado malvendiéndolas, si es que las ha vendido de veras, a un empresario navarro al que podría aplicársele el famoso oxímoron de Pío Baroja cuando fue azotado por el periódico carlista «El Pensamiento Navarro». «¿Pensamiento navarro? Si lo primero, ¿cómo lo segundo?». ¿Empresario Oliver? La caída de los árboles de Heliópolis, tierra yerma tras los últimos tornados, ha obligado a los pájaros a posarse sobre el césped. Un pícaro malhablado y chistoso deja su sitio a un encantador de serpientes. Un cromo por otro.
Que los que de niños juntábamos estampitas ya sabemos que nadie te cambia a Chirri por Gordillo. Así que en este trueque extraño, Dios quiera que me equivoque y tenga que tragarme esta página, sólo se vislumbra un futuro hacia el ocaso del que tal vez nunca más nos levantaremos.
Hoy estoy —mañana quizás diga lo
contrario— tristemente convencido de que la resurreción sólo pasa por volver a sembrar otra semilla virgen entre los trece surcos de nuestra historia y ver cómo el árbol nace de nuevo desde la nada, que es nuestro todo.
http://www.abcdesevilla.es/20100710/...-20100710.html
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