Durante los muchos años que he sufrido al Betis, junto con la pelotita que no entra se han alineado astros inmensos, que en realidad eran detallitos.
Durante esos años que he sufrido al Betis se ha hablado de estructuras, de profesionalidad, de cortijos, de amos, de *******s y palmeras, de todo un poco para justificar mil cosas y esconder otras mil.
No hay duda de que si la pelotita entra somos felices, incluso nos tapamos la nariz y miramos para otro lado. Todos no, pero la mayoría sí. Si la pelotita no entra todo eso que nos hace tapar la nariz huele demasiado y nos fijamos en lo que antes nos hacía mirar para otro lado.
Lejos ya el espacio tiempo donde un amo y señor nos decía que los detallitos pasaban por la UVi, por el Gran Poder y por motivos de lo más extraño, nuestra particular travesía por el desierto ha destapado personajes que creíamos venían a echar una mano y casi nos hacen una mortaja.
No oculto que quizá mi Betis de los Béticos fuese otro del que es, pero en el que es veo esos detalles que hacen que, entrando la pelotita, luzcan con más brillo. Nuestro Betis tiene gente que hace cosas que no empujan el esférico, pero sí son la simiente para que germine esa alegría que trae este equipo.
Los veo trabajar a destajo sin decir aquí estoy yo, por eso no los nombro, tienen esa forma de sentir al Betis que no sé si es una profesión o una forma de vida, lo han padecido injustamente y lo han levantado con esfuerzo. Han dejado paso a mejores profesionales y los apoyan.
Obviamente todo es muy mejorable, pero si no fuese así ya estaría todo inventado en el fútbol, y su labor ya habría acabado. Pero en cada pequeño detalle que acompañan a las victorias me acuerdo de eso, de las Victorias, del Curro que tiene detrás tanto trabajo, de los voluntarios en medio del campo, de cómo una fuerza grande se apoya en las victorias para que luzca el Betis.
Llegarán momentos malos y todo esto habrá que defenderlo de otra manera, con la misma humildad de esos personajes que lejos de sacar pecho, se secan la frente.
Durante esos años que he sufrido al Betis se ha hablado de estructuras, de profesionalidad, de cortijos, de amos, de *******s y palmeras, de todo un poco para justificar mil cosas y esconder otras mil.
No hay duda de que si la pelotita entra somos felices, incluso nos tapamos la nariz y miramos para otro lado. Todos no, pero la mayoría sí. Si la pelotita no entra todo eso que nos hace tapar la nariz huele demasiado y nos fijamos en lo que antes nos hacía mirar para otro lado.
Lejos ya el espacio tiempo donde un amo y señor nos decía que los detallitos pasaban por la UVi, por el Gran Poder y por motivos de lo más extraño, nuestra particular travesía por el desierto ha destapado personajes que creíamos venían a echar una mano y casi nos hacen una mortaja.
No oculto que quizá mi Betis de los Béticos fuese otro del que es, pero en el que es veo esos detalles que hacen que, entrando la pelotita, luzcan con más brillo. Nuestro Betis tiene gente que hace cosas que no empujan el esférico, pero sí son la simiente para que germine esa alegría que trae este equipo.
Los veo trabajar a destajo sin decir aquí estoy yo, por eso no los nombro, tienen esa forma de sentir al Betis que no sé si es una profesión o una forma de vida, lo han padecido injustamente y lo han levantado con esfuerzo. Han dejado paso a mejores profesionales y los apoyan.
Obviamente todo es muy mejorable, pero si no fuese así ya estaría todo inventado en el fútbol, y su labor ya habría acabado. Pero en cada pequeño detalle que acompañan a las victorias me acuerdo de eso, de las Victorias, del Curro que tiene detrás tanto trabajo, de los voluntarios en medio del campo, de cómo una fuerza grande se apoya en las victorias para que luzca el Betis.
Llegarán momentos malos y todo esto habrá que defenderlo de otra manera, con la misma humildad de esos personajes que lejos de sacar pecho, se secan la frente.