El franco-argelino luce confianza en plena fase de mejora para tratar de cumplir las expectativas: "Poco a poco viene el Ryad que quiero"
Durante la charla surge una pregunta clásica. De no haber sido futbolista, ¿cuál sería su trabajo? «Nada», responde el entrevistado. «¿Nada?», pregunta Nacho Alarcón, empleado del club e intérprete en esta larga conversación. «¿Y si con 17 años hubieras tenido una lesión grave que te obligara a dejar el fútbol?», insiste. «Bueno, sí, entonces entrenador». Es Ryad Boudebouz (Colmar, Francia, 1990). Un apasionado del balón, muy identificado con Quique Setién y deseoso de responder a la expectativa que ha generado desde que llegó a un Betis en el que sus aficionados recibieron al zurdo con un cántico especial y con el deseo de que su fútbol lleve al equipo a lograr las metas de esta temporada.
—Se le ve más entonado en los últimos partidos, ¿cómo se encuentra?
—Tuve muchas dificultades con mi lesión y ahora empiezo a ver el final del túnel. He trabajado mucho. También he recibido muchas críticas. La gente quería que jugara pero cuando te duele la rodilla es muy difícil. Deben entender que necesitaba paciencia. Estoy mejor pero sé que no al cien por cien. Me hacía falta la confianza del grupo, el público y el entrenador y sé que cuando esté a tope todos estarán muy contentos conmigo.
—¿Dónde encuentra la mejoría?
—Me baso mucho en la confianza. Cuando la tengo ya me libero y empiezo a hacer lo que sé. Pero necesito tiempo para eso. Fuera del campo me gusta reírme, gastar bromas, pero aquí es por ahora difícil para mí por el idioma pero poco a poco va saliendo más natural. Me entiendo bien con Andrés (Guardado), Fabián… Poco a poco viene el Ryad que quiero y todo irá mejor. Me ha costado superar el arranque. Necesitaba una adaptación porque ha sido mi primer paso fuera de Francia. Y se hizo más difícil porque llegué lesionado. En el tiempo que no pude estar aprendí que en España se juega muchísimo más rápido que en Francia. Por la tele no te das cuenta de la diferencia de intensidad. Aïssa (Mandi) y Zou (Feddal) me han ayudado mucho. Ahora ya se puede ver también dentro del campo que me siento mejor.
—Su confianza se vio en el túnel a Casemiro.
—Eso forma parte del juego. Cuando la gente paga una entrada también espera ver estas cosas. En ese momento me sirvió para salir de una situación difícil, era un recurso. Pude darle placer a la gente y si encima soy eficaz para el equipo, mejor. Cuando esté del todo bien voy a divertirme muchísimo.
—Los siete millones de su fichaje y su trayectoria en Francia generaron una expectación que quizás le ha perjudicado hasta ahora, ¿no le parece?
—Yo entiendo a la gente pero también hay que comprender al jugador. Porque lo que tuve en la rodilla es difícil y cometí un error al intentar volver antes de tiempo. Sé que la gente quiere verme, que tiene ganas de mí, y yo también. Con el tiempo le daré a la gente lo que la gente espera de mí. Sé que la afición siente que puedo hacer algo y estoy deseando responder a ese cariño. Sé que va a llegar, tengo confianza y voy a hacer que los béticos se levanten de sus asientos.
—¿Su fútbol técnico viene del barrio o de alguna escuela?
—De la calle. Yo jugaba con mi hermano y sus amigos. Siempre era el más pequeño y tenía que regatear para irme de los grandes porque si no me quitaban el balón. Empecé a jugar en el equipo de mi ciudad y cuando el Sochaux quiso ficharme le dije a mi padre que si firmaba de niño era para ser futbolista. En mi cabeza sólo estaba eso:_ser jugador de fútbol. En el colegio la profesora nos preguntaba a todos qué queríamos ser de mayores. Y yo respondía futbolista. Ella me decía:_«Sí, Ryad, todos los niños decís lo mismo». Y yo le respondía: «Ya lo sé, pero le digo que yo sí que voy a ser futbolista».
—Y no ha sido un camino fácil.
—No. Con doce años me fui de casa porque me fichó el Sochaux. Fue duro al principio pero con el tiempo la recuerdo como la mejor parte de mi infancia y juventud. Hice muchos amigos y aprendí y descubrí lo que es la vida. Estaba en un centro de formación y cuando los demás compañeros se iban a la ciudad en los días libres yo me quedaba allí solo jugando al fútbol. No quería salir, sólo balón. No me gustaba el colegio, sólo el fútbol.
—¿Qué jugador soñaba ser?
—Zidane. Para cualquier niño francés de mi edad la meta era ser Zidane. El otro día le saludé porque nos conocemos. Jugamos una vez un partido en petit terrain (campo pequeño), cinco contra cinco. Y gané (sonríe).
—El «petit terrain» es el vivero de grandes futbolistas nacidos en Francia en los últimos años.
—Cierto. Siempre jugaba en esos campos. Ahí es donde uno aprende a driblar y salir de situaciones. Cuando estoy de vacaciones sigo jugando muchas veces con amigos. Jugadores como Brahimi, Ben Yedder todos recuerdan su paso por esos campos. Para nosotros era casi obligado porque el campo era gratis y no había más opciones.
—Su cambio de Sochaux a Bastia tampoco fue sencillo.
—Fue un periodo muy difícil porque ya era una de las jóvenes promesas francesas, había subido al primer equipo, tenía minutos y estaba bien pero Marvin Martin cambió de club y todo empezó a ser más duro. No encontraba los apoyos que tenía con él e hice una temporada que no fue muy buena. En ese momento te cuestionas muchas cosas. Dos años antes estaban Inter, Manchester o Marsella interesados, todos hablando de mí pero ahora nadie me quería. Cuando llegó el Bastia dije va a ser difícil pero voy a sobrevivir a esto. Era el Mundial, pensé que si quería ir tenía que jugar. El primer año fue difícil pero el segundo hice una gran temporada y después me fui al Montpellier.
—Nació y se crió en Francia pero eligió Argelia.
—No fue difícil para mí. Es cierto que de joven había jugado en las selecciones inferiores de Francia. Hasta los sub 19. Cuando llegó el Mundial de 2010 ya había hecho internamente mi elección. Crecí en Francia pero mi padre siempre me hablaba de jugadores de Argelia y siempre fue lo que quería hacer. Ese paso lo dieron muchos otros compañeros como Brahimi, Mahrez o Mandi, por ejemplo.
—Es una pena que con una generación así no estén en el Mundial de Rusia, ¿qué ha pasado?
—Hay que entender que es muy difícil clasificarse desde África. Las condiciones son diferentes, muy complicadas, los campos no son buenos y en algunos no se puede ni jugar. Es duro y teníamos ganas, pero es el fútbol.
—Otro palo fue la lesión de Feddal.
—Me ha causado una gran decepción porque aparte de ser muy buen futbolista es una persona increíble. Mete muy buen ambiente en el vestuario. Uno se une no sólo al buen jugador sino sobre todo la persona. El Mundial era una oportunidad única para él pero tendrá otras más. Zou es muy fuerte de cabeza y seguirá adelante.
—Y, para acabar, un sueño que piense alcanzar en el Betis.
—Jugar en Europa. Me encantaría que fuera esta temporada. Con este entrenador, con el equipo que hay y con la afición que tenemos es posible. Los béticos han sufrido mucho y se lo merecen. El ambiente del Villamarín es fantástico. Nunca he jugado en un equipo con tanto respaldo. Como máximo, 20.000 personas. Cuando tienes 50.000 que empujan es… A veces puede ser responsabilidad. Pero no hay que olvidar que toda esa gente trabajar para poder pagar la entrada y venir todos los fines de semana y viajan con el equipo. Intento no olvidar que son trabajadores. Siempre que puedo tiro camisetas a la gente para agradecer que vengan, sé que la vida no es fácil, y quiero estar cerca.
http://sevilla.abc.es/deportes/alfin...519500255.html
Durante la charla surge una pregunta clásica. De no haber sido futbolista, ¿cuál sería su trabajo? «Nada», responde el entrevistado. «¿Nada?», pregunta Nacho Alarcón, empleado del club e intérprete en esta larga conversación. «¿Y si con 17 años hubieras tenido una lesión grave que te obligara a dejar el fútbol?», insiste. «Bueno, sí, entonces entrenador». Es Ryad Boudebouz (Colmar, Francia, 1990). Un apasionado del balón, muy identificado con Quique Setién y deseoso de responder a la expectativa que ha generado desde que llegó a un Betis en el que sus aficionados recibieron al zurdo con un cántico especial y con el deseo de que su fútbol lleve al equipo a lograr las metas de esta temporada.
—Se le ve más entonado en los últimos partidos, ¿cómo se encuentra?
—Tuve muchas dificultades con mi lesión y ahora empiezo a ver el final del túnel. He trabajado mucho. También he recibido muchas críticas. La gente quería que jugara pero cuando te duele la rodilla es muy difícil. Deben entender que necesitaba paciencia. Estoy mejor pero sé que no al cien por cien. Me hacía falta la confianza del grupo, el público y el entrenador y sé que cuando esté a tope todos estarán muy contentos conmigo.
—¿Dónde encuentra la mejoría?
—Me baso mucho en la confianza. Cuando la tengo ya me libero y empiezo a hacer lo que sé. Pero necesito tiempo para eso. Fuera del campo me gusta reírme, gastar bromas, pero aquí es por ahora difícil para mí por el idioma pero poco a poco va saliendo más natural. Me entiendo bien con Andrés (Guardado), Fabián… Poco a poco viene el Ryad que quiero y todo irá mejor. Me ha costado superar el arranque. Necesitaba una adaptación porque ha sido mi primer paso fuera de Francia. Y se hizo más difícil porque llegué lesionado. En el tiempo que no pude estar aprendí que en España se juega muchísimo más rápido que en Francia. Por la tele no te das cuenta de la diferencia de intensidad. Aïssa (Mandi) y Zou (Feddal) me han ayudado mucho. Ahora ya se puede ver también dentro del campo que me siento mejor.
—Su confianza se vio en el túnel a Casemiro.
—Eso forma parte del juego. Cuando la gente paga una entrada también espera ver estas cosas. En ese momento me sirvió para salir de una situación difícil, era un recurso. Pude darle placer a la gente y si encima soy eficaz para el equipo, mejor. Cuando esté del todo bien voy a divertirme muchísimo.
—Los siete millones de su fichaje y su trayectoria en Francia generaron una expectación que quizás le ha perjudicado hasta ahora, ¿no le parece?
—Yo entiendo a la gente pero también hay que comprender al jugador. Porque lo que tuve en la rodilla es difícil y cometí un error al intentar volver antes de tiempo. Sé que la gente quiere verme, que tiene ganas de mí, y yo también. Con el tiempo le daré a la gente lo que la gente espera de mí. Sé que la afición siente que puedo hacer algo y estoy deseando responder a ese cariño. Sé que va a llegar, tengo confianza y voy a hacer que los béticos se levanten de sus asientos.
—¿Su fútbol técnico viene del barrio o de alguna escuela?
—De la calle. Yo jugaba con mi hermano y sus amigos. Siempre era el más pequeño y tenía que regatear para irme de los grandes porque si no me quitaban el balón. Empecé a jugar en el equipo de mi ciudad y cuando el Sochaux quiso ficharme le dije a mi padre que si firmaba de niño era para ser futbolista. En mi cabeza sólo estaba eso:_ser jugador de fútbol. En el colegio la profesora nos preguntaba a todos qué queríamos ser de mayores. Y yo respondía futbolista. Ella me decía:_«Sí, Ryad, todos los niños decís lo mismo». Y yo le respondía: «Ya lo sé, pero le digo que yo sí que voy a ser futbolista».
—Y no ha sido un camino fácil.
—No. Con doce años me fui de casa porque me fichó el Sochaux. Fue duro al principio pero con el tiempo la recuerdo como la mejor parte de mi infancia y juventud. Hice muchos amigos y aprendí y descubrí lo que es la vida. Estaba en un centro de formación y cuando los demás compañeros se iban a la ciudad en los días libres yo me quedaba allí solo jugando al fútbol. No quería salir, sólo balón. No me gustaba el colegio, sólo el fútbol.
—¿Qué jugador soñaba ser?
—Zidane. Para cualquier niño francés de mi edad la meta era ser Zidane. El otro día le saludé porque nos conocemos. Jugamos una vez un partido en petit terrain (campo pequeño), cinco contra cinco. Y gané (sonríe).
—El «petit terrain» es el vivero de grandes futbolistas nacidos en Francia en los últimos años.
—Cierto. Siempre jugaba en esos campos. Ahí es donde uno aprende a driblar y salir de situaciones. Cuando estoy de vacaciones sigo jugando muchas veces con amigos. Jugadores como Brahimi, Ben Yedder todos recuerdan su paso por esos campos. Para nosotros era casi obligado porque el campo era gratis y no había más opciones.
—Su cambio de Sochaux a Bastia tampoco fue sencillo.
—Fue un periodo muy difícil porque ya era una de las jóvenes promesas francesas, había subido al primer equipo, tenía minutos y estaba bien pero Marvin Martin cambió de club y todo empezó a ser más duro. No encontraba los apoyos que tenía con él e hice una temporada que no fue muy buena. En ese momento te cuestionas muchas cosas. Dos años antes estaban Inter, Manchester o Marsella interesados, todos hablando de mí pero ahora nadie me quería. Cuando llegó el Bastia dije va a ser difícil pero voy a sobrevivir a esto. Era el Mundial, pensé que si quería ir tenía que jugar. El primer año fue difícil pero el segundo hice una gran temporada y después me fui al Montpellier.
—Nació y se crió en Francia pero eligió Argelia.
—No fue difícil para mí. Es cierto que de joven había jugado en las selecciones inferiores de Francia. Hasta los sub 19. Cuando llegó el Mundial de 2010 ya había hecho internamente mi elección. Crecí en Francia pero mi padre siempre me hablaba de jugadores de Argelia y siempre fue lo que quería hacer. Ese paso lo dieron muchos otros compañeros como Brahimi, Mahrez o Mandi, por ejemplo.
—Es una pena que con una generación así no estén en el Mundial de Rusia, ¿qué ha pasado?
—Hay que entender que es muy difícil clasificarse desde África. Las condiciones son diferentes, muy complicadas, los campos no son buenos y en algunos no se puede ni jugar. Es duro y teníamos ganas, pero es el fútbol.
—Otro palo fue la lesión de Feddal.
—Me ha causado una gran decepción porque aparte de ser muy buen futbolista es una persona increíble. Mete muy buen ambiente en el vestuario. Uno se une no sólo al buen jugador sino sobre todo la persona. El Mundial era una oportunidad única para él pero tendrá otras más. Zou es muy fuerte de cabeza y seguirá adelante.
—Y, para acabar, un sueño que piense alcanzar en el Betis.
—Jugar en Europa. Me encantaría que fuera esta temporada. Con este entrenador, con el equipo que hay y con la afición que tenemos es posible. Los béticos han sufrido mucho y se lo merecen. El ambiente del Villamarín es fantástico. Nunca he jugado en un equipo con tanto respaldo. Como máximo, 20.000 personas. Cuando tienes 50.000 que empujan es… A veces puede ser responsabilidad. Pero no hay que olvidar que toda esa gente trabajar para poder pagar la entrada y venir todos los fines de semana y viajan con el equipo. Intento no olvidar que son trabajadores. Siempre que puedo tiro camisetas a la gente para agradecer que vengan, sé que la vida no es fácil, y quiero estar cerca.
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