El futuro es de los niños. El calentamiento global no es de nadie. El Betis es de todos.
Qué día de calor. La semana del niño bético acabó con altas temperaturas, moderados nervios y poco brillo. También hubo postre, anecdótico aunque sabroso. Antes, un partido que se puso muy feo cuando parecía que podía ser propicio para el espectáculo a rayas verdes, después de un testarazo paraguayo que culminaba una jugada cada vez más reconocible y gratificante. Se puso fea la cosa, pero no se llegó a romper el espejo. El calor, la calor, pegaba como las olas del mar, la mar. El ímpetu se iba evaporando de las camisetas béticas al tiempo que se empapaban de sudor, de sopor. El rival terminó por ver claro donde los nuestros empezaban a distanciarse del ideal: teníamos la pelota sin peligro. Más tarde hasta la llegamos a perder durante unos minutos indecorosos. Al final pasó el peligro, atracó el barco, cuando la sombra ya cubría casi todo el verde. Gol en propia puerta, ejemplo perfecto de la frialdad de las estadísticas: vale lo mismo que uno de Joaquín. ¡Ni hablar! Pero no importa, nos sacó del letargo, recuperamos el resuello y llegaron algunas buenas jugadas. Retazos de lo que está por venir.
Por encima de todo, hoy el Betis salió de dos agujeros. Grandes, pequeños, esfínteres o cráteres. Había que salir y se salió. Una, la brecha en la confianza que podía suponer el caos violento de hace una jornada. Otro, el asfixiante agujero en el que se metió hoy el equipo cuando todo pintaba para lienzo primoroso. Apareció Adán y en sus manos, en uno de sus pies, se apoyaron las casi cincuenta mil almas presentes para trepar un poco más en la tabla. La victoria era lo más importante, siempre lo es, para mirar alegres al siguiente capítulo. Mañana será otro día. Habrá una próxima vez y saldrá mejor. El fútbol sí da segundas oportunidades. El cambio climático no, por eso nadie sabe si es verdad o solo un artificio. No es de nadie ni nadie lo quiere. Al Betis sí, al Betis lo queremos nosotros, es nuestro y por encima de todo, es de los niños béticos del presente y del futuro. Cien años más de tabla de salvación.
Betis 2, Alavés 0.
Qué día de calor. La semana del niño bético acabó con altas temperaturas, moderados nervios y poco brillo. También hubo postre, anecdótico aunque sabroso. Antes, un partido que se puso muy feo cuando parecía que podía ser propicio para el espectáculo a rayas verdes, después de un testarazo paraguayo que culminaba una jugada cada vez más reconocible y gratificante. Se puso fea la cosa, pero no se llegó a romper el espejo. El calor, la calor, pegaba como las olas del mar, la mar. El ímpetu se iba evaporando de las camisetas béticas al tiempo que se empapaban de sudor, de sopor. El rival terminó por ver claro donde los nuestros empezaban a distanciarse del ideal: teníamos la pelota sin peligro. Más tarde hasta la llegamos a perder durante unos minutos indecorosos. Al final pasó el peligro, atracó el barco, cuando la sombra ya cubría casi todo el verde. Gol en propia puerta, ejemplo perfecto de la frialdad de las estadísticas: vale lo mismo que uno de Joaquín. ¡Ni hablar! Pero no importa, nos sacó del letargo, recuperamos el resuello y llegaron algunas buenas jugadas. Retazos de lo que está por venir.
Por encima de todo, hoy el Betis salió de dos agujeros. Grandes, pequeños, esfínteres o cráteres. Había que salir y se salió. Una, la brecha en la confianza que podía suponer el caos violento de hace una jornada. Otro, el asfixiante agujero en el que se metió hoy el equipo cuando todo pintaba para lienzo primoroso. Apareció Adán y en sus manos, en uno de sus pies, se apoyaron las casi cincuenta mil almas presentes para trepar un poco más en la tabla. La victoria era lo más importante, siempre lo es, para mirar alegres al siguiente capítulo. Mañana será otro día. Habrá una próxima vez y saldrá mejor. El fútbol sí da segundas oportunidades. El cambio climático no, por eso nadie sabe si es verdad o solo un artificio. No es de nadie ni nadie lo quiere. Al Betis sí, al Betis lo queremos nosotros, es nuestro y por encima de todo, es de los niños béticos del presente y del futuro. Cien años más de tabla de salvación.
Betis 2, Alavés 0.
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