Si en el campo todos son culpables de las victorias y las derrotas, igual debe ocurrir en los despachos con los que ocupan las diversas instancias
Precioso le ha quedado el Benito Villamarín a este Real Betis de Ángel Haro que navega ya por las aguas tranquilas de la paz social, con cuarenta y cinco mil bocas soplando ánimos que lo lleven más lejos, más rápido. Al barco le falta aún el nuevo motor, ese equipo que tan gripado se ha mostrado en las últimas campañas y que en esta, idos fracasados Eduardo Macià y Miguel Torrecilla, tiene como ingeniero responsable a Lorenzo Serra y como jefe de máquinas a Setién. Uno lo diseñó y el otro es el responsable de hacerlo carburar. Si en el campo todos son culpables de las victorias y las derrotas, igual debe ocurrir en los despachos con los que ocupan las diversas instancias.
Esta semana pasada, al rebufo del apocadísimo Betis que se vio en el Camp Nou, los escépticos con el banquillo sintieron la necesidad de poner bolardos virtuales entre la dirección deportiva y el entrenador para que las críticas, de recrudecerse (una completa avanzadilla de las mismas ya se han oído en la pretemporada), golpeasen sólo a los técnicos a pies de césped e impidieran que arrastrasen a quienes pusieron la materia prima en manos de Quique Setién. Y no es eso.
Ayer mismo, frente a un Celta de Unzué que parece ir difuminando el dibujo de Berizzo, el cuadro bético tuvo mucho más empaque, mayor intensidad y garra, y momentos de buen fútbol. No fue ajeno a ello la incorporación Javi García, ni la mayor libertad de Guardado, ni la superior movilidad de Sergio León. El equipo progresa adecuadamente, como el párvulo listo en el colegio. Un día, no hace mucho, titulábamos con la necesidad de tener una paciencia de la que ya no dispone el beticismo. Con Setién, sí, que es el encargado de que el grupo sea competitivo, pero también con Serra, que se responsabilizó de buscar a los jugadores que mejor se adaptaran a la filosofía del santanderino. Ya escribí, y me reafirmo, que a mí la actual plantilla me parece más del gusto del mallorquín entrenador que del cántabro, pero eso no es óbice para pedirle a este que haga funcionar a un plantel que, sin duda y con alguna excepción atrás, está mucho mejor conformado que los anteriores. Anda en el buen camino.
AFDLP.
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