Entre ambos tienen mucho más de cien años a sus espaldas. Uno tiene en los genes el escudo triangular que ha forjado la leyenda del bético. El otro, humilde y tozudo, tiene en el corazón ese escudo grabado. Ambos son béticos, perdón, con mayúsculas, BÉTICOS.
Dos espíritus libres atormentados porque las trece barras de oro están envueltas en otras mohosas, que las asfixian. En su compromiso bético han pasado por muchas tesituras. La última, la de sentirse profundamente engañados. Cuando más creían en la persona, más decepción se llevaron pensando en el escudo.
Y como espíritus béticos y libres decidieron tomar partido. Se involucraron y quisieron que otros béticos supieran lo que a ellos le había provocado tanto dolor. Pues en la ignorancia puede estar el placebo de la felicidad, pero no la felicidad plena. Como espíritus béticos libres visitan más peñas que la propia Federación, hablan sin tapujos ni miedos, explican y oyen, conversan y miran a todos los béticos cara a cara. Si a algún bético me gustaría tener al lado, es a ellos dos.
El próximo martes, tras el partido que espero ganemos por cuatro a cero ante la Real, pensando en las colas a 35 grados al sol, en el lleno que hace de la del Betis esa afición que no deja solo al equipo aunque ello implique ser partícipe de su propio y tormentoso destino, se celebrará otra asamblea de PNB, y ellos invitan a todo el mundo a asistir.
Lejos de la nueva estrategia de proponer y disponer que esos chicos de PNB son violentos extremistas, estos dos veteranos de sonrisa sensata llevan el mensaje de más de mil béticos, la mayoría veteranos de la cola que en el 92 salvó de verdad al Betis. E invitan a participar a todo bético que quiera saber del Betis. Porque no sólo se sabe del Betis en el teletexto, en el campo o camino del coche tras el partido. Se sabe del Betis conociéndolo por dentro, desgranando ese otro geroglífico en forma de números que bien llevados, daría el oro y el moro a nuestro escudo para no estar preso de unas barras mohosas.
El próximo martes, tras el partido que espero ganemos por cuatro a cero, ya habrán recorrido estos béticos añejos, estos béticos de museo en casa y dinastía de leyenda, pueblos y barrios haciendo de embajadores de otra forma de entender al Betis, esa en que los béticos no queremos ser tomados por tontos, que las mentiras no se tapen unas a otras para que vayan prescribiendo en nuestra memoria mientras las promesas chamusquen nuestro pensamiento bético y el humo no nos deje ver el futuro.
Gracias Enriques, gracias béticos.
Dos espíritus libres atormentados porque las trece barras de oro están envueltas en otras mohosas, que las asfixian. En su compromiso bético han pasado por muchas tesituras. La última, la de sentirse profundamente engañados. Cuando más creían en la persona, más decepción se llevaron pensando en el escudo.
Y como espíritus béticos y libres decidieron tomar partido. Se involucraron y quisieron que otros béticos supieran lo que a ellos le había provocado tanto dolor. Pues en la ignorancia puede estar el placebo de la felicidad, pero no la felicidad plena. Como espíritus béticos libres visitan más peñas que la propia Federación, hablan sin tapujos ni miedos, explican y oyen, conversan y miran a todos los béticos cara a cara. Si a algún bético me gustaría tener al lado, es a ellos dos.
El próximo martes, tras el partido que espero ganemos por cuatro a cero ante la Real, pensando en las colas a 35 grados al sol, en el lleno que hace de la del Betis esa afición que no deja solo al equipo aunque ello implique ser partícipe de su propio y tormentoso destino, se celebrará otra asamblea de PNB, y ellos invitan a todo el mundo a asistir.
Lejos de la nueva estrategia de proponer y disponer que esos chicos de PNB son violentos extremistas, estos dos veteranos de sonrisa sensata llevan el mensaje de más de mil béticos, la mayoría veteranos de la cola que en el 92 salvó de verdad al Betis. E invitan a participar a todo bético que quiera saber del Betis. Porque no sólo se sabe del Betis en el teletexto, en el campo o camino del coche tras el partido. Se sabe del Betis conociéndolo por dentro, desgranando ese otro geroglífico en forma de números que bien llevados, daría el oro y el moro a nuestro escudo para no estar preso de unas barras mohosas.
El próximo martes, tras el partido que espero ganemos por cuatro a cero, ya habrán recorrido estos béticos añejos, estos béticos de museo en casa y dinastía de leyenda, pueblos y barrios haciendo de embajadores de otra forma de entender al Betis, esa en que los béticos no queremos ser tomados por tontos, que las mentiras no se tapen unas a otras para que vayan prescribiendo en nuestra memoria mientras las promesas chamusquen nuestro pensamiento bético y el humo no nos deje ver el futuro.
Gracias Enriques, gracias béticos.
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