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Es lo que le he preguntado a mi hijo en el coche que me dijese... Nene, tú de qué equipo eres? Del Bella y del Betis, papá. Del Bella y del Betis.
Mi hijo todavía no ha llegado a la edad de los desafíos en el patio del colegio, pero me cuentan que es difícil hacerlos porque quedan cada vez menos irreductibles. Pensar que es porque son niños o porque los otro ganan es acertar. Yo recuerdo cuando definitivamente me hice bético, y fue precisamente en el campo del Bella, donde unos hombretones con nombre de leyenda y que ahora pintan canas alejados tristemente del club. Y en aquel partido benéfico, con Gordillo escapando de la chiquillería, mi alma bética fue bautizada. No llegaba a los diez años.
Los que me han leido sabe que me peleo de mil maneras porque el patrimonio de nuestro club se enriquezca no a base de títulos, sino de orgullo de escudo. Es difícil cuando en estas páginas vemos a compañeros que les gusta poner un busto delante del escudo y es, precisamente, la única política social que se ha llevado a cabo. Las pifias del centenario fueron el querer y no poder, el querer sacar de los arcones de los béticos el sabor de lo bueno que nos ha pasado y disfrutarlo entre todos. Pero la esperanza murió. Aquel himno ya no se escucha en el campo, los cánticos es verdad que se han vuelto monótonos porque tampoco se hace nada porque sean mejores. No es culpar a la afición, la afición bastante tiene con encontrar las ganas para ir domingo a domingo.
Es fácil hoy mirar al lado y encontrar respuestas que en casa no encontramos. Pero no es mi estilo. Mi estilo está más por encontrar lo perdido. Aquí, si nos fijamos, cualquiera que quiera expresar algo del Betis es fusilado de mil maneras por los propios béticos. La lista de bajas es inmensa. Todos son unos aprovechados, unos buitres, unos notables o unos suficientes. Nadie puede hacer más que ese núcleo duro y vacío que forman el consejero delegado, ese que le lee los faxs y un consejo que cada vez que tiene un amago de iniciativa sólo encuentra apoyo de aquellos que se creen los comienzos y se olvidan de los finales.
Comienzo y final. El domingo la Real viene a visitarnos. Podemos engancharnos a la carrera de primera. Los nuestros, fieles al equipo, pasan horas al sol sin nisiquiera más aliento que el de aquel en esos agujeros de las taquillas les piden los euros. Es lo que hay. El Betis??? El Betis es una idea que cada bético tiene pero que es distinta. Para unos nuestra historia es obra y gracia de una ciclicidad que justifica cuando estamos mal sin acordarse de cuando estamos bien. Para otros, en su desesperación, los lleva a ofuscarse con cualquiera que sea BÉTICO. Y, por supuesto, aquellos que creen a piés juntillas en quienes nos mandan, flaco favor hacen con ese "solo animar" que campea en sus principios.
Yo soy más de aquello de SI CON FUERZA TE ANIMO, CON MÁS FUERZA TE DEFIENDO. No me interesan movimientos inmóviles como los de nuestra Federación de Peñas, que en las cuestiones mundanas, en las de andar por casa, se mueve bien, da banderitas a diestro y siniestro en homenajes de las peñas, delega la organización de viajes del club y... YA ESTÁ. Ni un gesto cuando descendimos, ni una palabra en situaciones críticas e históricas de nuestro club. Nada. Se ve más la empresa que vende calendarios que la propia Federación de Peñas. Una pena. La diferencia con la extinta coordinadora de Peñas es... casi ninguna.
Autocrítica, exigencia, participación, futuro, sacrificio, trabajo y un largo ectéctera que ese señor que tiene tantas acciones no nos puede dar. Es fácil ver cómo los trabajadores del Real Betis parecen más interesados en guardarse las espaldas que en trabajar por objetivos. En esto ellos no tienen la culpa, la tiene quien lo permite, quien piensa que así los tiene más controlados, ese control que hace que hasta la compra de un bolígrafo pase por Jabugo, ese sitio cada vez más profundo y lejos del Villamarín.
El domingo tenemos un partido de fútbol, pero desde hace mucho tiempo llevamos una pesada carga que los más bisoños sustituyen por un resultado o por la pelotita que entra o no.
Mientras, me quedo con ese regusto agradable que me da mi hijo... Del Bella y del Betis, Papá.
Y seguiré intentado que esa respuesta no cambie, porque es una respuesta maravillosa.
Es lo que le he preguntado a mi hijo en el coche que me dijese... Nene, tú de qué equipo eres? Del Bella y del Betis, papá. Del Bella y del Betis.
Mi hijo todavía no ha llegado a la edad de los desafíos en el patio del colegio, pero me cuentan que es difícil hacerlos porque quedan cada vez menos irreductibles. Pensar que es porque son niños o porque los otro ganan es acertar. Yo recuerdo cuando definitivamente me hice bético, y fue precisamente en el campo del Bella, donde unos hombretones con nombre de leyenda y que ahora pintan canas alejados tristemente del club. Y en aquel partido benéfico, con Gordillo escapando de la chiquillería, mi alma bética fue bautizada. No llegaba a los diez años.
Los que me han leido sabe que me peleo de mil maneras porque el patrimonio de nuestro club se enriquezca no a base de títulos, sino de orgullo de escudo. Es difícil cuando en estas páginas vemos a compañeros que les gusta poner un busto delante del escudo y es, precisamente, la única política social que se ha llevado a cabo. Las pifias del centenario fueron el querer y no poder, el querer sacar de los arcones de los béticos el sabor de lo bueno que nos ha pasado y disfrutarlo entre todos. Pero la esperanza murió. Aquel himno ya no se escucha en el campo, los cánticos es verdad que se han vuelto monótonos porque tampoco se hace nada porque sean mejores. No es culpar a la afición, la afición bastante tiene con encontrar las ganas para ir domingo a domingo.
Es fácil hoy mirar al lado y encontrar respuestas que en casa no encontramos. Pero no es mi estilo. Mi estilo está más por encontrar lo perdido. Aquí, si nos fijamos, cualquiera que quiera expresar algo del Betis es fusilado de mil maneras por los propios béticos. La lista de bajas es inmensa. Todos son unos aprovechados, unos buitres, unos notables o unos suficientes. Nadie puede hacer más que ese núcleo duro y vacío que forman el consejero delegado, ese que le lee los faxs y un consejo que cada vez que tiene un amago de iniciativa sólo encuentra apoyo de aquellos que se creen los comienzos y se olvidan de los finales.
Comienzo y final. El domingo la Real viene a visitarnos. Podemos engancharnos a la carrera de primera. Los nuestros, fieles al equipo, pasan horas al sol sin nisiquiera más aliento que el de aquel en esos agujeros de las taquillas les piden los euros. Es lo que hay. El Betis??? El Betis es una idea que cada bético tiene pero que es distinta. Para unos nuestra historia es obra y gracia de una ciclicidad que justifica cuando estamos mal sin acordarse de cuando estamos bien. Para otros, en su desesperación, los lleva a ofuscarse con cualquiera que sea BÉTICO. Y, por supuesto, aquellos que creen a piés juntillas en quienes nos mandan, flaco favor hacen con ese "solo animar" que campea en sus principios.
Yo soy más de aquello de SI CON FUERZA TE ANIMO, CON MÁS FUERZA TE DEFIENDO. No me interesan movimientos inmóviles como los de nuestra Federación de Peñas, que en las cuestiones mundanas, en las de andar por casa, se mueve bien, da banderitas a diestro y siniestro en homenajes de las peñas, delega la organización de viajes del club y... YA ESTÁ. Ni un gesto cuando descendimos, ni una palabra en situaciones críticas e históricas de nuestro club. Nada. Se ve más la empresa que vende calendarios que la propia Federación de Peñas. Una pena. La diferencia con la extinta coordinadora de Peñas es... casi ninguna.
Autocrítica, exigencia, participación, futuro, sacrificio, trabajo y un largo ectéctera que ese señor que tiene tantas acciones no nos puede dar. Es fácil ver cómo los trabajadores del Real Betis parecen más interesados en guardarse las espaldas que en trabajar por objetivos. En esto ellos no tienen la culpa, la tiene quien lo permite, quien piensa que así los tiene más controlados, ese control que hace que hasta la compra de un bolígrafo pase por Jabugo, ese sitio cada vez más profundo y lejos del Villamarín.
El domingo tenemos un partido de fútbol, pero desde hace mucho tiempo llevamos una pesada carga que los más bisoños sustituyen por un resultado o por la pelotita que entra o no.
Mientras, me quedo con ese regusto agradable que me da mi hijo... Del Bella y del Betis, Papá.
Y seguiré intentado que esa respuesta no cambie, porque es una respuesta maravillosa.
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