Dijo Montesquieu que “no hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”. Montesquieu murió el 10 de Febrero de 1.755 pero, desde hace unos años, es asesinado en este país un día sí, y otro también.
¿Qué tienes Betis que todo te toca? Solo mala suerte no puede ser, no siempre es la mala suerte, aunque nada bueno fue el que cuando se inició la instrucción de la querella por presunto delitos societarios y de apropiación indebida contra Lopera en el Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla, a las pocas semanas recayera en el mismo Juzgado el caso Mercasevilla. Nada bueno, y no solo por el volumen de trabajo que caía sobre él, sino por las influencias que uno podría ejercer sobre el otro, y así parece haber sido…y estar siendo.
El Ministerio Fiscal de España tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos, y del interés público, velando por la independencia de los Tribunales, y procurando ante éstos la satisfacción del interés social. Ejerce sus funciones por medio de órganos propios conforme a los principios de unidad de actuación, es único para todo el Estado, con una acusada dependencia jerárquica dado que los fiscales reciben órdenes e instrucciones de sus superiores jerárquicos, y con sujeción, en todo caso, a los principios de legalidad, recogidos en la Constitución Española y en el resto del ordenamiento jurídico, y el de imparcialidad.
¿A que suena bien lo antes expresado? Pero en este país, y atendiendo al hecho de que los fiscales reciben órdenes e instrucciones de sus superiores jerárquicos, tenemos probadas experiencias del papel que juegan, no solo el Fiscal General del Estado, sino los fiscales jefes, en las actuaciones de sus subordinados, los fiscales, teniendo en cuenta que a estos superiores jerárquicos, los nombra el Gobierno, el ejecutivo.
Y es que a la par que en la instrucción del caso Mercasevilla, el PSOE, partido en el poder, ha ido sufriendo golpe tras golpe, con firmeza, sin titubeos, las valientes decisiones de la juez Dª Mercedes Alaya, la fiscalía, en el asunto Lopera se ha ido apartando, incluso actuando de manera incorrecta en las formas, dando un giro radical en sus planteamientos. Lo que antes era aliento ahora es reproche, lo que antes era conjunción ahora es enfrentamiento,
¿y por qué? ¿Qué le ha hecho cambiar los criterios en este caso? ¿O es que simplemente se trata de descalificar a la juez del caso Mercasevilla vía caso delito societario en el Betis, torpedeando la instrucción del mismo e intentando hacerla parecer como poco fiable en su trabajo?
Independientemente de ello resulta curioso el papel de algunos antiguos servidores públicos de la justicia, ex jueces, ex fiscales, que una vez retirados, y llenos del espíritu que les hizo servir para el interés público de la justicia, trabajan para bufetes privados, con nóminas muy generosas, donde aparte de prestar su sapiencia, prestan el impagable servicio de abrir muchas puertas e influencias que tanto les cuestan a otros letrados. Y si hace unos años ordenábamos la acusación pública contra un ciudadano, a los pocos años, y sin rubor alguno, lo defiende usando para ello todo lo que ha aprendido y, especialmente, todo lo que maneja. Me tocó estudiar en un tiempo que se podía escoger entre Religión o Ética, parece que algunos hicieron novillos en ambas asignaturas.
El Betis es muy querido, muy seguido, muy popular, y por ende, muy fácil el aprovecharse de él. Aún recordamos el pasado 15 de Junio, como no solo se pegaron a la foto, sino que se subieron al estrado, cogieron el micrófono y se pusieron a hablar, no sabemos algunos aún en nombre de quién, algunos destacados cargos políticos del PSOE. Después de las fotos, y de los días de periódicos, cuatro o cinco, desaparecen, y quedan los otros trescientos sesenta días del año en los que los de siempre se parten la boca en los juzgados, en las juntas, en los medios, en las peñas, en la calle.
Hoy en día, por mucho apellido rimbombante, por mucho político notable, que solo presta su nombre a la lista mil veces repetida de ilustres béticos inanes, sigue todo igual, los mismos de siempre moviéndose, mientras los otros continúan esperando, con el ojo y el oído pendientes de la próxima cámara, del próximo clic, de la próxima exaltación de beticismo para salir en la mejor foto, teniendo en cuenta durante el resto del año el conocido principio guerrista de quien se mueve no sale en la foto.
Pobre Betis, cuántos Judas en tu historia; cuántos dicen preocuparse por ti mientras dejan que día a día le falten al respeto a la institución y a los béticos, y especialmente a aquellos más de sesenta mil que salieron hace casi un año a las calles de Sevilla, y a las de muchas otras ciudades, pidiendo dignidad y justicia para ti, recibiendo solo, de aquellos con lustre político que presumen ostentosamente de ser béticos, indiferencia, injusticia y abandono.
Más no importa, fiscalía, políticos, ilustres en off, nosotros seguiremos; los béticos escogimos el camino de la dignidad y del de recuperar al Betis de las manos de un tirano. No nos pararán, como escribió Alberti y aún canta Paco Ibáñez: A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar.
¿Qué tienes Betis que todo te toca? Solo mala suerte no puede ser, no siempre es la mala suerte, aunque nada bueno fue el que cuando se inició la instrucción de la querella por presunto delitos societarios y de apropiación indebida contra Lopera en el Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla, a las pocas semanas recayera en el mismo Juzgado el caso Mercasevilla. Nada bueno, y no solo por el volumen de trabajo que caía sobre él, sino por las influencias que uno podría ejercer sobre el otro, y así parece haber sido…y estar siendo.
El Ministerio Fiscal de España tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos, y del interés público, velando por la independencia de los Tribunales, y procurando ante éstos la satisfacción del interés social. Ejerce sus funciones por medio de órganos propios conforme a los principios de unidad de actuación, es único para todo el Estado, con una acusada dependencia jerárquica dado que los fiscales reciben órdenes e instrucciones de sus superiores jerárquicos, y con sujeción, en todo caso, a los principios de legalidad, recogidos en la Constitución Española y en el resto del ordenamiento jurídico, y el de imparcialidad.
¿A que suena bien lo antes expresado? Pero en este país, y atendiendo al hecho de que los fiscales reciben órdenes e instrucciones de sus superiores jerárquicos, tenemos probadas experiencias del papel que juegan, no solo el Fiscal General del Estado, sino los fiscales jefes, en las actuaciones de sus subordinados, los fiscales, teniendo en cuenta que a estos superiores jerárquicos, los nombra el Gobierno, el ejecutivo.
Y es que a la par que en la instrucción del caso Mercasevilla, el PSOE, partido en el poder, ha ido sufriendo golpe tras golpe, con firmeza, sin titubeos, las valientes decisiones de la juez Dª Mercedes Alaya, la fiscalía, en el asunto Lopera se ha ido apartando, incluso actuando de manera incorrecta en las formas, dando un giro radical en sus planteamientos. Lo que antes era aliento ahora es reproche, lo que antes era conjunción ahora es enfrentamiento,
¿y por qué? ¿Qué le ha hecho cambiar los criterios en este caso? ¿O es que simplemente se trata de descalificar a la juez del caso Mercasevilla vía caso delito societario en el Betis, torpedeando la instrucción del mismo e intentando hacerla parecer como poco fiable en su trabajo?
Independientemente de ello resulta curioso el papel de algunos antiguos servidores públicos de la justicia, ex jueces, ex fiscales, que una vez retirados, y llenos del espíritu que les hizo servir para el interés público de la justicia, trabajan para bufetes privados, con nóminas muy generosas, donde aparte de prestar su sapiencia, prestan el impagable servicio de abrir muchas puertas e influencias que tanto les cuestan a otros letrados. Y si hace unos años ordenábamos la acusación pública contra un ciudadano, a los pocos años, y sin rubor alguno, lo defiende usando para ello todo lo que ha aprendido y, especialmente, todo lo que maneja. Me tocó estudiar en un tiempo que se podía escoger entre Religión o Ética, parece que algunos hicieron novillos en ambas asignaturas.
El Betis es muy querido, muy seguido, muy popular, y por ende, muy fácil el aprovecharse de él. Aún recordamos el pasado 15 de Junio, como no solo se pegaron a la foto, sino que se subieron al estrado, cogieron el micrófono y se pusieron a hablar, no sabemos algunos aún en nombre de quién, algunos destacados cargos políticos del PSOE. Después de las fotos, y de los días de periódicos, cuatro o cinco, desaparecen, y quedan los otros trescientos sesenta días del año en los que los de siempre se parten la boca en los juzgados, en las juntas, en los medios, en las peñas, en la calle.
Hoy en día, por mucho apellido rimbombante, por mucho político notable, que solo presta su nombre a la lista mil veces repetida de ilustres béticos inanes, sigue todo igual, los mismos de siempre moviéndose, mientras los otros continúan esperando, con el ojo y el oído pendientes de la próxima cámara, del próximo clic, de la próxima exaltación de beticismo para salir en la mejor foto, teniendo en cuenta durante el resto del año el conocido principio guerrista de quien se mueve no sale en la foto.
Pobre Betis, cuántos Judas en tu historia; cuántos dicen preocuparse por ti mientras dejan que día a día le falten al respeto a la institución y a los béticos, y especialmente a aquellos más de sesenta mil que salieron hace casi un año a las calles de Sevilla, y a las de muchas otras ciudades, pidiendo dignidad y justicia para ti, recibiendo solo, de aquellos con lustre político que presumen ostentosamente de ser béticos, indiferencia, injusticia y abandono.
Más no importa, fiscalía, políticos, ilustres en off, nosotros seguiremos; los béticos escogimos el camino de la dignidad y del de recuperar al Betis de las manos de un tirano. No nos pararán, como escribió Alberti y aún canta Paco Ibáñez: A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar.
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