Aprovecho la ocasión de mi mensaje número 666 para hablar de la figura de Lopera, pues ya llevaba tiempo fraguando la idea en mi cabeza y ansiaba alcanzar la malévola y endiablada cifra, jugando así con la eterna dualidad que supone nuestro máximo accionista para los béticos, idolatrado por unos pero odiado por otros muchos más.
Recuerdo con asombro cuando hace algunos años (no tantos) la figura de donmanué era venerada por la muchedumbre verdiblanca, más bien como un becerro de oro en el monte Sinaí creado por todos nosotros, pero en definitiva idolatrado por una mayoría que veía en sus carnes al Salvador de nuestra querida institución. Nada más alejado de la realidad, pero lo cierto es que se le consideró (y así se le llamó) nuestro Mesías, enviado a la tierra para salvarnos y entregarnos el Reino de Dios.
Pues bien, en todos estos años el Reino de Dios ha cambiado de nombre y ahora se llama Estadio Manuel Ruiz de Lopera y en vez de cruces u otras simbologías cristianas habitan bustos a los que rendir pleitesía por la plebe bética, cuan ******** de oro del éxodo judío. Igualmente la lógica dice que nuestro Mesías nada ha salvado y que el Real Betis sólo fue uno de sus muchos negocios en todos estos años; la Justicia dictaminará finalmente si este negocio ha traspasado el límite de licitud entendible como una acción típica, antijurídica, culpable y punible que perjudica a nuestro Betis o por el contrario si se ha actuado mercantilísticamente dentro de los cauces legales. Como dicen los transalpinos quí lo sá.
Lo verdaderamente reprochable es cómo hemos encumbrado a un sujeto que, aunque hubiera sido lo mejor que le hubiera pasado al Betis en sus más de cien años de historia, jamás tuvo que haber adquirido tal status pseudo místico o de deidad, deidad que para nosotros ha sufrido una metamorfosis en Anticristo, cual Gregorio Samsa en la obra de Kafka Die Verwandlung.
Es por ello que no debemos caer nuevamente en el error de adorar personajes que forman parte de la historia de nuestro insigne y glorioso Club. Recuerdo con cierta pena cómo gran parte de la afición abogaba por la renovación de nuestro ejemplarizante Luiz Eduardo Schmidt, y ello aún a sabiendas que su rendimiento no sería el esperado para la alta cuantía de su remuneración. Cierto que pocos como él han sabido demostrar en el campo la profesionalidad, dedicación y cariño a unos colores, pero no es menos cierto que ni éste, ni Lorenzo Serra Ferrer o Alfonso, Gordillo, Joaquín, Cuéllar y otros muchos más han pasado por aquí motivados, en otras cosas, por un ánimo de lucro que empaña cualquier idea desinteresada que podamos tener sobre ellos.
Con ello no estoy diciendo literalmente que Lopera sea el Anticristo (ni que tampoco antes fuera nuestro Mesías), entre otras cosas porque la numerología indica en hebreo (a cada letra se le asigna un número ya que sus lenguas carecían de numerales) que el 666 fue NRWN QSR (50+200+6+50+100+60+200), es decir, Nerón César (666). En algunas otras Biblias aparece sin embargo el número 616, pues en griego coincide con Dios César. Así pues el 666 no pueda atribuirse a las letras L-O-P-E-R-A, aunque algún malpensado diga que en el Apocalipsis de Juan se recoja lo siguiente:
Apocalipsis 13,11; Vi luego otra Bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
Apocalipsis 13,14; y seduce a los habitantes de la tierra con las señales que les ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió.
Apocalipsis 13,18; ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.
Evidentemente hay muchas formas de ser Anticristo en esta vida sin que ello suponga que tenga que ser Belcebú reencarnado ni nada de eso, así pues para nosotros los béticos (o al menos una mayoría) la figura de Lopera es hoy por hoy el ser antagonista al otrora Mesías verdiblanco que para algunos fue.
Volviendo al plano teológico y a la dualidad Mesías-Anticristo he de decir que la estructura del Apocalipsis Bíblica se da siempre en estas tres fases:
1.-Una etapa de opresión al Pueblo de Dios.
2.-Una etapa de castigo y destrucción del enemigo.
3- Una etapa de liberación, victoria y dominio del Pueblo de Dios.
¿Os suena de algo?
Parece sacado más bien del presente verdiblanco, pero ¿Para cuándo la tercera fase?
Recuerdo con asombro cuando hace algunos años (no tantos) la figura de donmanué era venerada por la muchedumbre verdiblanca, más bien como un becerro de oro en el monte Sinaí creado por todos nosotros, pero en definitiva idolatrado por una mayoría que veía en sus carnes al Salvador de nuestra querida institución. Nada más alejado de la realidad, pero lo cierto es que se le consideró (y así se le llamó) nuestro Mesías, enviado a la tierra para salvarnos y entregarnos el Reino de Dios.
Pues bien, en todos estos años el Reino de Dios ha cambiado de nombre y ahora se llama Estadio Manuel Ruiz de Lopera y en vez de cruces u otras simbologías cristianas habitan bustos a los que rendir pleitesía por la plebe bética, cuan ******** de oro del éxodo judío. Igualmente la lógica dice que nuestro Mesías nada ha salvado y que el Real Betis sólo fue uno de sus muchos negocios en todos estos años; la Justicia dictaminará finalmente si este negocio ha traspasado el límite de licitud entendible como una acción típica, antijurídica, culpable y punible que perjudica a nuestro Betis o por el contrario si se ha actuado mercantilísticamente dentro de los cauces legales. Como dicen los transalpinos quí lo sá.
Lo verdaderamente reprochable es cómo hemos encumbrado a un sujeto que, aunque hubiera sido lo mejor que le hubiera pasado al Betis en sus más de cien años de historia, jamás tuvo que haber adquirido tal status pseudo místico o de deidad, deidad que para nosotros ha sufrido una metamorfosis en Anticristo, cual Gregorio Samsa en la obra de Kafka Die Verwandlung.
Es por ello que no debemos caer nuevamente en el error de adorar personajes que forman parte de la historia de nuestro insigne y glorioso Club. Recuerdo con cierta pena cómo gran parte de la afición abogaba por la renovación de nuestro ejemplarizante Luiz Eduardo Schmidt, y ello aún a sabiendas que su rendimiento no sería el esperado para la alta cuantía de su remuneración. Cierto que pocos como él han sabido demostrar en el campo la profesionalidad, dedicación y cariño a unos colores, pero no es menos cierto que ni éste, ni Lorenzo Serra Ferrer o Alfonso, Gordillo, Joaquín, Cuéllar y otros muchos más han pasado por aquí motivados, en otras cosas, por un ánimo de lucro que empaña cualquier idea desinteresada que podamos tener sobre ellos.
Con ello no estoy diciendo literalmente que Lopera sea el Anticristo (ni que tampoco antes fuera nuestro Mesías), entre otras cosas porque la numerología indica en hebreo (a cada letra se le asigna un número ya que sus lenguas carecían de numerales) que el 666 fue NRWN QSR (50+200+6+50+100+60+200), es decir, Nerón César (666). En algunas otras Biblias aparece sin embargo el número 616, pues en griego coincide con Dios César. Así pues el 666 no pueda atribuirse a las letras L-O-P-E-R-A, aunque algún malpensado diga que en el Apocalipsis de Juan se recoja lo siguiente:
Apocalipsis 13,11; Vi luego otra Bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
Apocalipsis 13,14; y seduce a los habitantes de la tierra con las señales que les ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió.
Apocalipsis 13,18; ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.
Evidentemente hay muchas formas de ser Anticristo en esta vida sin que ello suponga que tenga que ser Belcebú reencarnado ni nada de eso, así pues para nosotros los béticos (o al menos una mayoría) la figura de Lopera es hoy por hoy el ser antagonista al otrora Mesías verdiblanco que para algunos fue.
Volviendo al plano teológico y a la dualidad Mesías-Anticristo he de decir que la estructura del Apocalipsis Bíblica se da siempre en estas tres fases:
1.-Una etapa de opresión al Pueblo de Dios.
2.-Una etapa de castigo y destrucción del enemigo.
3- Una etapa de liberación, victoria y dominio del Pueblo de Dios.
¿Os suena de algo?
Parece sacado más bien del presente verdiblanco, pero ¿Para cuándo la tercera fase?
Comentario