Fría y oscura es la larga noche en la que estás Betis. Y ahí vuelves a estar, entre los tuyos, esperando que vengan a llevarte, como ya ocurrió en el 92 y como tantas veces estuviste esperando que te vinieran a llevar.
Pero a diferencia de veces pasadas, Betis, en el 92 caiste en la tentación. Después de luchar lo indecible y que los tuyos se sacrificaran más que ninguno, la serpiente aprovechó la oportunidad para tentarte Betis. Y te prometió ciudades a tus pies, y riquezas, y manjares inimaginables para tí y los tuyos, Betis. Y durante mucho tiempo, adorasteis a un falso ídolo. Y con el tiempo descubristeis que no había riquezas, ni manjares, ni ciudades postradas a tus pies.
Pero hoy Betis, vuelves a estar en la fría y oscura noche esperando a que vengan a llevarte. Y esta vez la serpiente es quien te ha devuelto al monte en el que te tentó aquella vez. Y una vez más, los tuyos siguen esperando junto a tí a que vengan a llevarte. Pero hoy, a diferencia de todas las veces anteriores, los tuyos son todos Judas.
Y cuando ya no estes Betis, los mismos que hoy te besan mientras guardan sus bolsas llenas de monedas unos, de petos otros y de silencios los que más, esos mismos al ser preguntados porqué no estás Betis, negaran su culpa cien veces antes de que cante el gallo.
Pero a diferencia de veces pasadas, Betis, en el 92 caiste en la tentación. Después de luchar lo indecible y que los tuyos se sacrificaran más que ninguno, la serpiente aprovechó la oportunidad para tentarte Betis. Y te prometió ciudades a tus pies, y riquezas, y manjares inimaginables para tí y los tuyos, Betis. Y durante mucho tiempo, adorasteis a un falso ídolo. Y con el tiempo descubristeis que no había riquezas, ni manjares, ni ciudades postradas a tus pies.
Pero hoy Betis, vuelves a estar en la fría y oscura noche esperando a que vengan a llevarte. Y esta vez la serpiente es quien te ha devuelto al monte en el que te tentó aquella vez. Y una vez más, los tuyos siguen esperando junto a tí a que vengan a llevarte. Pero hoy, a diferencia de todas las veces anteriores, los tuyos son todos Judas.
Y cuando ya no estes Betis, los mismos que hoy te besan mientras guardan sus bolsas llenas de monedas unos, de petos otros y de silencios los que más, esos mismos al ser preguntados porqué no estás Betis, negaran su culpa cien veces antes de que cante el gallo.