Otro colosal artículo de un gran bético......
Parece que el asunto Gordillo les va a pesar a alguno......
"A mi ídolo, el dios Tres" ALBERTO GARCÍA REYES Lunes , 01-02-10 ABC SEVILLA
Si hubiera algo de vergüenza en el balompié, el número tres del Betis llevaría 15 años eliminado de las alineaciones. Ese número que las madres nos cosían en cuero a los chiquillos de mi generación es intocable. Ese tres unió a Sevilla. Lo llevaban los sevillistas a su espalda cuando se ponían la camiseta de aquella selección que le metió 12 a Malta. Lo hemos llevado los béticos en el alma hasta cuando Ramón Mendoza pagó 125 millones para arrebatárnoslo. Ese número tres es un trofeo que tendría que exponerse en el Villamarín por delante de las copas y la Liga. Ese tres es una de las simientes de las que ha florecido el esplendor del Betis. Es su patrimonio. Lo único que no puede tener nadie más. Porque el Madrid sólo compró su pierna izquierda. Su beticismo no estaba en venta. Ese número tres que me estremece siquiera al mentarlo es una de las piezas clave del tesoro verdiblanco. Del Sol, Rogelio, Cardeñosa... Y Rafael. Nombres que construyeron un sentimiento y lograron darle al Betis idiosincrasia propia. Ese número tres es un dios de las devociones béticas. Es, hasta con sus defectos, el sanctasanctórum de quienes nos damos golpes en las trece barras que llevamos en el pecho.
Rafael Gordillo Vázquez es un símbolo que representa mejor que ninguno el secuestro al que está sometido el Betis. Es un tótem que tiene que pagarse de su bolsillo las camisetas verdiblancas del equipo de veteranos. Que nunca ha sido invitado al palco de Heliópolis. Que jamás ha entrado en ese campo en los últimos años por la puerta de autoridades. Gordillo, el Tres, es en sí mismo el Betis. Y no se puede, por tanto, defender al Betis agraviándolo a él. Por eso hoy alzo definitivamente mi voz contra el megalómano, ese cobarde que se esconde detrás de nuncios de barrio bajo para esgrimir argumentos de una abyección inmensurable. Ese enflautador artero que se arroga el mérito de haber llenado el campo el 20 de junio del 95 para homenajear a Gordillo necesita que le aclaremos que no nos chupamos el dedo. Aquella noche se llenó el estadio gracias, exclusivamente, a don Rafael. Se abarrotó una grada que era de los béticos desde mucho antes de que embarcara en ella el oligarca mendaz. Y se seguirá llenando, por mucho que le joda, cada vez que el Tres se amarre las botas aunque sólo sea para hacer un saque de honor. Para hablar de Gordillo en representación del Betis hay que lavarse la boca con estropajo, quitarse el sombrero y reclinarse. Así que hasta que el amo no se arrodille a besarle la zurda rogándole excusas, servidor no pisará más ese estadio. Cuando vuelva mi ídolo, volveré yo. Sea por el genio el dolor de mi excedencia. Porque ningún bético puede consentir una agresión como ésta a las entrañas de su Historia.
Parece que el asunto Gordillo les va a pesar a alguno......
"A mi ídolo, el dios Tres" ALBERTO GARCÍA REYES Lunes , 01-02-10 ABC SEVILLA
Si hubiera algo de vergüenza en el balompié, el número tres del Betis llevaría 15 años eliminado de las alineaciones. Ese número que las madres nos cosían en cuero a los chiquillos de mi generación es intocable. Ese tres unió a Sevilla. Lo llevaban los sevillistas a su espalda cuando se ponían la camiseta de aquella selección que le metió 12 a Malta. Lo hemos llevado los béticos en el alma hasta cuando Ramón Mendoza pagó 125 millones para arrebatárnoslo. Ese número tres es un trofeo que tendría que exponerse en el Villamarín por delante de las copas y la Liga. Ese tres es una de las simientes de las que ha florecido el esplendor del Betis. Es su patrimonio. Lo único que no puede tener nadie más. Porque el Madrid sólo compró su pierna izquierda. Su beticismo no estaba en venta. Ese número tres que me estremece siquiera al mentarlo es una de las piezas clave del tesoro verdiblanco. Del Sol, Rogelio, Cardeñosa... Y Rafael. Nombres que construyeron un sentimiento y lograron darle al Betis idiosincrasia propia. Ese número tres es un dios de las devociones béticas. Es, hasta con sus defectos, el sanctasanctórum de quienes nos damos golpes en las trece barras que llevamos en el pecho.
Rafael Gordillo Vázquez es un símbolo que representa mejor que ninguno el secuestro al que está sometido el Betis. Es un tótem que tiene que pagarse de su bolsillo las camisetas verdiblancas del equipo de veteranos. Que nunca ha sido invitado al palco de Heliópolis. Que jamás ha entrado en ese campo en los últimos años por la puerta de autoridades. Gordillo, el Tres, es en sí mismo el Betis. Y no se puede, por tanto, defender al Betis agraviándolo a él. Por eso hoy alzo definitivamente mi voz contra el megalómano, ese cobarde que se esconde detrás de nuncios de barrio bajo para esgrimir argumentos de una abyección inmensurable. Ese enflautador artero que se arroga el mérito de haber llenado el campo el 20 de junio del 95 para homenajear a Gordillo necesita que le aclaremos que no nos chupamos el dedo. Aquella noche se llenó el estadio gracias, exclusivamente, a don Rafael. Se abarrotó una grada que era de los béticos desde mucho antes de que embarcara en ella el oligarca mendaz. Y se seguirá llenando, por mucho que le joda, cada vez que el Tres se amarre las botas aunque sólo sea para hacer un saque de honor. Para hablar de Gordillo en representación del Betis hay que lavarse la boca con estropajo, quitarse el sombrero y reclinarse. Así que hasta que el amo no se arrodille a besarle la zurda rogándole excusas, servidor no pisará más ese estadio. Cuando vuelva mi ídolo, volveré yo. Sea por el genio el dolor de mi excedencia. Porque ningún bético puede consentir una agresión como ésta a las entrañas de su Historia.
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