http://www.betisweb.com/poker/?p=320
Me levanto este viernes día 1 de enero de 2010 aún con un sabor amargo en la boca. Amargo sabor de unas uvas que, probablemente, estuvieran podridas, o bien caducadas, pues hace 17 años desde su envasado.
La primera de las uvas me supo a impotencia. Impotencia por no poder hacer nada para liberar a mi Betis de la tortura y las humillaciones a las que se ve sometido.
La segunda uva sabía a rabia. Rabia contenida y no expulsada contra todos los individuos que menudean alrededor de mi Betis buscando solo su beneficio personal: Consejeros, empleados varios, locutores de radio, mercenarios y también los que se arriman en estos malos momentos para ver si les cae algo.
La tercera uva tenía el sabor de la tristeza. Tristeza por ver a mi Betis tan sometido, tan vapuleado, tan vilipendiado desde sus mismas entrañas, sin poder defenderse.
La cuarta de indignación. Indignación ante algunos Béticos que anteponen sus propios intereses a los intereses del Betis, al que se supone que aman.
La quinta uva, se me atragantó un poco, por envidia. Envidia de como en el otro club de la ciudad se hacen muchas cosas tal y como me gustaría que se hicieran en mi Betis. No de los trofeos, no, sino de las formas, de los fondos, de las estructuras y del trato que mantienen ante su gente, ante su pasado, su presente y su futuro.
La sexta uva, amarga de nostalgia. Nostalgia por un pasado en el que me sentía feliz por ser Bético, orgulloso de mi Betis, de su afición y de todo lo que le rodeaba.
La séptima uva, no recuerdo bien, me parece que me supo a olvido. Olvido de aquellos tiempos, no muy lejanos, en los que en cualquier rincón de España mencionar a mi Betis era garantizarse una sonrisa y una amistad. Aquellos tiempos en los que el Betis, Real Betis Balompié, era el segundo equipo de la mayoría de los españoles, y el primero en simpatías.
La octava uva sabía a mediocridad. Mediocridad que desprenden las personas encargadas, supuestamente, de dirigir a mi Betis. Mediocridad aliñada con incompetencia, servilismo y falta de dignidad, además de una profunda carencia de elegancia y sensibilidad en todo lo que hacen.
La novena uva, ya con el paladar asqueado, no me supo más que a indolencia. Indolencia que observo partido a partido por los encargados, supuestamente, de darle los éxitos deportivos a mi Betis. Indolencia y falta de profesionalidad y nula sensación de coraje y orgullo propio y colectivo.
La décima uva, la tragué sin masticar, de pura impaciencia. Impaciencia por que la Justicia haga Justicia, por que la causa que se dirime en los Juzgados vaya con celeridad y nos libere de este secuestro, de este martirio infinito que nos está masacrando.
La undécima uva, entre lágrimas, tuvo el sabor de la desesperación. Desesperación por corroborar como las cosas no mejoran, sino que aún pueden empeorar. Viendo las cuentas presentadas en la Junta, leyendo las declaraciones humillantes comparando los números con los grandes de Europa, comprobando como, una vez más a los Béticos no se les deja hablar en su casa y en su propia Junta General, no se les escucha y, por supuesto, no se les responde.
La última uva, sin embargo, fue la más amarga sin duda, porque me supo a odio. Odio a una persona por hacerme sentir odio. Odio a una persona por hacer tanto daño a mi Betis, y por tanto a mí, que solo puedo odiarla. Odio a una persona por introducir en mi un sentimiento tan aborrecible y tan despreciable como el odio. Odio por odiar, por hacerme sentir mala persona al odiarle.
Tras las doce uvas y con un nudo en la garganta levanté mi copa y brindé porque el 2010 sea el final de este horrible ciclo en la Centenaria Historia Verdiblanca, brinde por todos los Béticos y por todas las personas de buena voluntad y brindé porque el año nuevo nos traiga al Beticismo mucha Blanca Paz y mucha Verde Esperanza, tanta como en nuestro coronado escudo hay.
Salud y Felicidad para todos en este año 2010.
VIVA EL BETIS MANQUE PIERDA...
¡¡¡ LOPERA VETE YA !!! MANQUE GANE.
Me levanto este viernes día 1 de enero de 2010 aún con un sabor amargo en la boca. Amargo sabor de unas uvas que, probablemente, estuvieran podridas, o bien caducadas, pues hace 17 años desde su envasado.
La primera de las uvas me supo a impotencia. Impotencia por no poder hacer nada para liberar a mi Betis de la tortura y las humillaciones a las que se ve sometido.
La segunda uva sabía a rabia. Rabia contenida y no expulsada contra todos los individuos que menudean alrededor de mi Betis buscando solo su beneficio personal: Consejeros, empleados varios, locutores de radio, mercenarios y también los que se arriman en estos malos momentos para ver si les cae algo.
La tercera uva tenía el sabor de la tristeza. Tristeza por ver a mi Betis tan sometido, tan vapuleado, tan vilipendiado desde sus mismas entrañas, sin poder defenderse.
La cuarta de indignación. Indignación ante algunos Béticos que anteponen sus propios intereses a los intereses del Betis, al que se supone que aman.
La quinta uva, se me atragantó un poco, por envidia. Envidia de como en el otro club de la ciudad se hacen muchas cosas tal y como me gustaría que se hicieran en mi Betis. No de los trofeos, no, sino de las formas, de los fondos, de las estructuras y del trato que mantienen ante su gente, ante su pasado, su presente y su futuro.
La sexta uva, amarga de nostalgia. Nostalgia por un pasado en el que me sentía feliz por ser Bético, orgulloso de mi Betis, de su afición y de todo lo que le rodeaba.
La séptima uva, no recuerdo bien, me parece que me supo a olvido. Olvido de aquellos tiempos, no muy lejanos, en los que en cualquier rincón de España mencionar a mi Betis era garantizarse una sonrisa y una amistad. Aquellos tiempos en los que el Betis, Real Betis Balompié, era el segundo equipo de la mayoría de los españoles, y el primero en simpatías.
La octava uva sabía a mediocridad. Mediocridad que desprenden las personas encargadas, supuestamente, de dirigir a mi Betis. Mediocridad aliñada con incompetencia, servilismo y falta de dignidad, además de una profunda carencia de elegancia y sensibilidad en todo lo que hacen.
La novena uva, ya con el paladar asqueado, no me supo más que a indolencia. Indolencia que observo partido a partido por los encargados, supuestamente, de darle los éxitos deportivos a mi Betis. Indolencia y falta de profesionalidad y nula sensación de coraje y orgullo propio y colectivo.
La décima uva, la tragué sin masticar, de pura impaciencia. Impaciencia por que la Justicia haga Justicia, por que la causa que se dirime en los Juzgados vaya con celeridad y nos libere de este secuestro, de este martirio infinito que nos está masacrando.
La undécima uva, entre lágrimas, tuvo el sabor de la desesperación. Desesperación por corroborar como las cosas no mejoran, sino que aún pueden empeorar. Viendo las cuentas presentadas en la Junta, leyendo las declaraciones humillantes comparando los números con los grandes de Europa, comprobando como, una vez más a los Béticos no se les deja hablar en su casa y en su propia Junta General, no se les escucha y, por supuesto, no se les responde.
La última uva, sin embargo, fue la más amarga sin duda, porque me supo a odio. Odio a una persona por hacerme sentir odio. Odio a una persona por hacer tanto daño a mi Betis, y por tanto a mí, que solo puedo odiarla. Odio a una persona por introducir en mi un sentimiento tan aborrecible y tan despreciable como el odio. Odio por odiar, por hacerme sentir mala persona al odiarle.
Tras las doce uvas y con un nudo en la garganta levanté mi copa y brindé porque el 2010 sea el final de este horrible ciclo en la Centenaria Historia Verdiblanca, brinde por todos los Béticos y por todas las personas de buena voluntad y brindé porque el año nuevo nos traiga al Beticismo mucha Blanca Paz y mucha Verde Esperanza, tanta como en nuestro coronado escudo hay.
Salud y Felicidad para todos en este año 2010.
VIVA EL BETIS MANQUE PIERDA...
¡¡¡ LOPERA VETE YA !!! MANQUE GANE.
Comentario