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Acaba un año aciago para mi Betis, Real Betis Balompié. Acaba un año que siguió a otros años de miseria, indignidad y humillación continuas por parte de quienes lo malgobiernan.
Finaliza un año más de secuestro y malversación de los bienes comunes e inherentes al escudo de las trece barras coronadas. Finaliza, en segunda división, un equipo que, vestido de verdiblanco arrastra a base desgana, desidia e indolencia su Centenaria Historia.
Sin embargo, aún no ha terminado el año y aún queda una cita, debo decidir si acudo o no. Debo decidir si doy un paso al frente por mi Betis o me callo.
El 30 de diciembre tengo la oportunidad de expresar mi opinión ante aquel que ha llevado al Betis, Real Betis Balompié a esta insostenible situación. Gritarle a la cara, decirle, mirándole a los ojos que se vaya, que no le quiero en mi vida. Sí, en mi vida, porque mi Betis es parte importante de mi vida. Que ya ha hecho muchísimo daño a algo que quiero tanto, que se vaya.
Tengo dos días para decidir si se lo digo o no.
El 30 de diciembre tengo la ocasión de sentir, una vez más, que estoy luchando por algo que me importa. Que sirva o no, lucho por algo que soy y que siento, y que esa lucha me hace ser más yo y sentirme más yo.
Tengo dos días para decidir si quiero seguir luchando por mi Betis.
El 30 de diciembre tengo el derecho y la obligación como Bético de acudir a interesarme por la situación actual de algo que para mi es mucho más que un club de fútbol, mucho más que un partido los domingos por la tarde.
Tengo dos días para decidir si acudo o no.
Aún me quedan dos días para pensar si voy o no a la Junta General de Accionistas del Real Betis Balompié SAD... pero, por otra parte me pregunto, ¿de verdad me lo tengo que pensar?
Acaba un año aciago para mi Betis, Real Betis Balompié. Acaba un año que siguió a otros años de miseria, indignidad y humillación continuas por parte de quienes lo malgobiernan.
Finaliza un año más de secuestro y malversación de los bienes comunes e inherentes al escudo de las trece barras coronadas. Finaliza, en segunda división, un equipo que, vestido de verdiblanco arrastra a base desgana, desidia e indolencia su Centenaria Historia.
Sin embargo, aún no ha terminado el año y aún queda una cita, debo decidir si acudo o no. Debo decidir si doy un paso al frente por mi Betis o me callo.
El 30 de diciembre tengo la oportunidad de expresar mi opinión ante aquel que ha llevado al Betis, Real Betis Balompié a esta insostenible situación. Gritarle a la cara, decirle, mirándole a los ojos que se vaya, que no le quiero en mi vida. Sí, en mi vida, porque mi Betis es parte importante de mi vida. Que ya ha hecho muchísimo daño a algo que quiero tanto, que se vaya.
Tengo dos días para decidir si se lo digo o no.
El 30 de diciembre tengo la ocasión de sentir, una vez más, que estoy luchando por algo que me importa. Que sirva o no, lucho por algo que soy y que siento, y que esa lucha me hace ser más yo y sentirme más yo.
Tengo dos días para decidir si quiero seguir luchando por mi Betis.
El 30 de diciembre tengo el derecho y la obligación como Bético de acudir a interesarme por la situación actual de algo que para mi es mucho más que un club de fútbol, mucho más que un partido los domingos por la tarde.
Tengo dos días para decidir si acudo o no.
Aún me quedan dos días para pensar si voy o no a la Junta General de Accionistas del Real Betis Balompié SAD... pero, por otra parte me pregunto, ¿de verdad me lo tengo que pensar?
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