Estimado Sr. Lopera y Ávalos:
Esta carta no pretende ser moralizadora. Cada cual es libre de sus propios pensamientos. Ni siquiera pretende apelar a sus sentimientos, pues usted tiene los suyos y yo los míos. Partiendo de las premisas anteriores solo quiero dejar patente mi humilde punto de vista hacia lo que considero la actualidad del glorioso; El de las trece barras.
Hace mucho que no piso el estadio del Real Betis Balompié, por razones que no tienen nada que ver con su gestión o con la negativa a seguir dándole dinero a usted, sino que corresponde a cuestiones personales que no me permitieron acudir. Eso no quiere decir que no sea menos bético, pues allá donde estuve, siempre saqué tiempo para ver jugar a mi equipo con quien fuera que jugara, siempre que lo permitiera la distancia y la disponibilidad horaria de mi trabajo. Más quiso la diosa Fortuna que hace poco volviera a mi tierra y diese con mis huesos en la que siempre fue mi casa, mi pueblo y mi predisposición a volver a disfrutar cada domingo con mi Betis, con el suyo, con el de todos los Béticos de ley.
Podría comentarle con cuanta ilusión ahorraba para poder comprar el abono. Podría comentarle también, que mis amigos decían que estaba loco, que como iba a pagar uno de los abonos más caros incluso equiparándolos a los clubes de primera para ver jugar al Betis contra el Cartagena o el Irún ( dicho sea con todos mis respetos hacia dichos clubes ). Podría comentarle en fin, con cuanta ilusión uno vuelve, a sus 30 tacos de calendario a aquello que consideraba como suyo. Pero quiso la dama de la venda en los ojos, la de la espada en la diestra y la balanza en la siniestra jugar en contra suya y hacerme recapacitar.
Puedo perdonar que en los últimos años, se haya rodeado de personas que en su buena fe ( todavía pienso que la tiene, en cierto sentido ) creyó capaces de hacer un determinado trabajo y no supieron. Puedo perdonar que su punto de vista hacia lo que hizo en el año 92, año de las fatídicas siglas que nos afean el nombre, esas malhadadas S.A.D., le hayan puesto una venda en los ojos y se crea un ser superior capaz de autoconvencerse de que lo que sale de su boca son verdades absolutas. Puedo perdonar incluso que todo lo que no sea su pensamiento único, sea tachado en el acto de destructor, de malintencionado, de subversivo. Puedo perdonar en suma todo cuanto ha hecho que no se adecúa a lo que yo mismo pienso en cuestiones de gestión y dinámica empresarial ( el dinero es suyo y con su pan se lo coma ).
Lo que no podré perdonarle nunca es el haberme hecho perder la ilusión de querer ver a mi Betis. No podré perdonarle el tratar un sentimiento como una reunión de comadres en la carnicería de la esquina, discutiendo a ver a cuanto está el cuarto de kilo de mollejas. No podré perdonarle que no sepa cuando termina un ciclo, cuando es mejor retirarse, cuando es mejor dejar paso a otros. No podré perdonarle, en suma, que juegue al comerciante, al acaparador, al usurpador.
El Betis no es un puesto del mercado, en el que si no me gusta la cara del que vendedor ni sus productos pues no voy y en paz. El Betis es calor, el Betis es pasión, el Betis es….. el Betis.
Mal que le pese, el Betis es y será de los que se dejan la voz en sus asientos, llevando el grito de “Betis” a sus gargantas. Tenga en cuenta que sin ellos no hay nada. Son el aliento, el arrojo, la valentía. Son los que llevan en volandas a su equipo con el “manquepierda” coherente, sabiendo cuando los jugadores se han dejado la piel en el campo, y agradeciéndoselo siempre. Sesenta mil Béticos no son numero baladí en cuanto a masa social que arrastra este equipo en una convocatoria a una manifestación, y esto solo en las cercanías. Piense en lo que hay repartido por el mundo. No se ría usted de ellos. No los denigre. No quiera hundirlos. Recapacite si todavía se ve capaz de ello.
Sin más, se despide de usted un aficionado más, pidiéndole que ejecute un acto de autocrítica, que piense en todo, que no se deje llevar por cantos de sirena y que de una vez por todas, el Betis vuelva a ser lo que todos queremos y le meto a usted en el saco. Un Betis grande, un Betis libre de verdad, un Betis de todos los Béticos.
Atte.
Una gota de agua en el gran mar del Beticismo.
Esta carta no pretende ser moralizadora. Cada cual es libre de sus propios pensamientos. Ni siquiera pretende apelar a sus sentimientos, pues usted tiene los suyos y yo los míos. Partiendo de las premisas anteriores solo quiero dejar patente mi humilde punto de vista hacia lo que considero la actualidad del glorioso; El de las trece barras.
Hace mucho que no piso el estadio del Real Betis Balompié, por razones que no tienen nada que ver con su gestión o con la negativa a seguir dándole dinero a usted, sino que corresponde a cuestiones personales que no me permitieron acudir. Eso no quiere decir que no sea menos bético, pues allá donde estuve, siempre saqué tiempo para ver jugar a mi equipo con quien fuera que jugara, siempre que lo permitiera la distancia y la disponibilidad horaria de mi trabajo. Más quiso la diosa Fortuna que hace poco volviera a mi tierra y diese con mis huesos en la que siempre fue mi casa, mi pueblo y mi predisposición a volver a disfrutar cada domingo con mi Betis, con el suyo, con el de todos los Béticos de ley.
Podría comentarle con cuanta ilusión ahorraba para poder comprar el abono. Podría comentarle también, que mis amigos decían que estaba loco, que como iba a pagar uno de los abonos más caros incluso equiparándolos a los clubes de primera para ver jugar al Betis contra el Cartagena o el Irún ( dicho sea con todos mis respetos hacia dichos clubes ). Podría comentarle en fin, con cuanta ilusión uno vuelve, a sus 30 tacos de calendario a aquello que consideraba como suyo. Pero quiso la dama de la venda en los ojos, la de la espada en la diestra y la balanza en la siniestra jugar en contra suya y hacerme recapacitar.
Puedo perdonar que en los últimos años, se haya rodeado de personas que en su buena fe ( todavía pienso que la tiene, en cierto sentido ) creyó capaces de hacer un determinado trabajo y no supieron. Puedo perdonar que su punto de vista hacia lo que hizo en el año 92, año de las fatídicas siglas que nos afean el nombre, esas malhadadas S.A.D., le hayan puesto una venda en los ojos y se crea un ser superior capaz de autoconvencerse de que lo que sale de su boca son verdades absolutas. Puedo perdonar incluso que todo lo que no sea su pensamiento único, sea tachado en el acto de destructor, de malintencionado, de subversivo. Puedo perdonar en suma todo cuanto ha hecho que no se adecúa a lo que yo mismo pienso en cuestiones de gestión y dinámica empresarial ( el dinero es suyo y con su pan se lo coma ).
Lo que no podré perdonarle nunca es el haberme hecho perder la ilusión de querer ver a mi Betis. No podré perdonarle el tratar un sentimiento como una reunión de comadres en la carnicería de la esquina, discutiendo a ver a cuanto está el cuarto de kilo de mollejas. No podré perdonarle que no sepa cuando termina un ciclo, cuando es mejor retirarse, cuando es mejor dejar paso a otros. No podré perdonarle, en suma, que juegue al comerciante, al acaparador, al usurpador.
El Betis no es un puesto del mercado, en el que si no me gusta la cara del que vendedor ni sus productos pues no voy y en paz. El Betis es calor, el Betis es pasión, el Betis es….. el Betis.
Mal que le pese, el Betis es y será de los que se dejan la voz en sus asientos, llevando el grito de “Betis” a sus gargantas. Tenga en cuenta que sin ellos no hay nada. Son el aliento, el arrojo, la valentía. Son los que llevan en volandas a su equipo con el “manquepierda” coherente, sabiendo cuando los jugadores se han dejado la piel en el campo, y agradeciéndoselo siempre. Sesenta mil Béticos no son numero baladí en cuanto a masa social que arrastra este equipo en una convocatoria a una manifestación, y esto solo en las cercanías. Piense en lo que hay repartido por el mundo. No se ría usted de ellos. No los denigre. No quiera hundirlos. Recapacite si todavía se ve capaz de ello.
Sin más, se despide de usted un aficionado más, pidiéndole que ejecute un acto de autocrítica, que piense en todo, que no se deje llevar por cantos de sirena y que de una vez por todas, el Betis vuelva a ser lo que todos queremos y le meto a usted en el saco. Un Betis grande, un Betis libre de verdad, un Betis de todos los Béticos.
Atte.
Una gota de agua en el gran mar del Beticismo.
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