Los que empezamos a tener unos años recordamos de nuestra infancia y adolescencia, aquellas noches de cines de verano de los años sesenta y primeros setenta; en el Tiro de Línea, nuestro cine de verano era el “Almirante”, con su general, principal, y selecto ambigú.
Tiempos de bocadillo de mortadela Mina y tu cantimplora con agua del grifo, fresquita de la nevera, y para el cine, que empieza a las diez; dos sesiones, la segunda, a las 12,30 de la noche, era ya más comprometida, tenías que ser más mayor porque, esta sesión garantizaba que si la película, por ejemplo, era de Bruce Lee, había más tortas dentro y fuera del cine, que en la misma película.
Y es que aquellos infantes que nos educaron, parte con la Enciclopedia Álvarez, parte con la EGB, y que disfrutamos muy poquito del F.E.N., la educación para la ciudadanía de entonces, éramos ya muy buenos ciudadanos, de los de aquellos tiempos claro, y cuando la censura permitía algún fugaz beso en una película, todo el cine silbaba y chiflaba afeando aquel ósculo que no duraba ni medio segundo. Las películas preferidas eran las del Oeste, eran las que a los chiquillos más nos gustaban, y es que aún no había llegado ni Física ni Química, ni El Internado, ni esas tremendas tramas que hoy conmueven a los jóvenes, en las que la chica adolescente se queda embarazada pero el problema es que no sabe quién puede ser el padre.
El ritual de las películas del Oeste nos obligaba a que cuando los indios ya tenían cercado a los combois, acepción de la época de la palabra inglesa “cowboys”, que resistían en plan heroico, oíamos un sonido de corneta, que no por esperado, no nos dejaba de conmover; ya llegaba el Séptimo de Caballería, todos de azul oscuro, con su pañuelo amarillo al cuello, el capitán con los ojos azules y pelo rubio, de familia buena, del taco se dice ahora, recién salido de West Point, y todo el cine puesto en pié porque ya llegaban los buenos de verdad. Cuando más temíamos por el futuro de la granjera y sus hijos, y de su perrita Lucy, por la vida de los valientes pioneros del Oeste salvaje, en desigual lucha con los salvajes sioux, apaches, o pies negros, llegaban los caballos blancos del invencible Séptimo de Caballería, y como debía ser, ganaban los buenos.
Eran películas, y mitos de la infancia de la España desarrollista de los sesenta, que en el profundo subconsciente de algunas generaciones nos dejaron grabado eso de que siempre vendrían los guapos, buenos, e implacables chicos del Séptimo de Caballería que nos sacarían de los problemas. Pero la vida es cruel y nos enseña después que no es conveniente esperar al Séptimo de Caballería, porque lo más fácil que pase es que ni aparezcan, y ojito, porque si aparecen, como pasaba en las películas del Oeste, vienen para quedarse con todas las medallas.
No ha dejado de sorprenderme algunos post en este gran foro de Betisweb en los últimos días donde, en extraña sintonía con algunos medios periodísticos, se tiende a menospreciar e, incluso, descalificar el trabajo de la Asociación Por Nuestro Betis. Evidentemente que toda crítica es admitida a las actuaciones de PNB, porque podremos gustar o no, compartir o no, pero lo que nos cuesta admitir es el menosprecio a lo hecho a lo que se hace, y al porqué se hace.
Simplemente con entrar en la página web de PNB ya podrán encontrar lo que somos, lo que queremos, los compromisos que asumimos, el trabajo hecho, las manifestaciones vertidas, el cómo se ha peleado bético a bético, peña a peña, para construir la plataforma de sindicación más grande del fútbol español, y hasta, lo que menos importa, qué quiénes somos, béticos de base sin ningún interés en ocupar puestos de responsabilidad en el Betis que ha de venir.
Claridad y trabajo desde el primer día hasta el día de hoy; nuestros informes económicos de la situación de la SAD, por el que recibimos anuncios de cuantiosas querellas desde el Consejo, y que levantaron la conciencia de muchos béticos (hasta algunos la aportaron a su denuncia a la Fiscalía, sin consultarnos incluso), fueron la base de un trabajo de meses de distintos componentes de PNB en el que aportaron a la querella criminal, presentada conjuntamente con la Liga de Juristas, un detallado informe de las vinculaciones de las sociedades que operaban alrededor del Betis, un estudio del presunto daño económico ocasionado a la sociedad y a los accionistas en los últimos cinco ejercicios, incluso apoyado por un informe de un auditor externo, y un trabajo de documentación, tanto periodístico, como de jurisprudencia, que dejaron en el Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla, una querella criminal de más de cien folios de documentación, buena parte de ella trabajada por asociados de PNB.
Sin dejar de alabar el enorme trabajo de Adolfo Cuellar y de su hermano Miguel, y de otros abogados tanto de la Liga de Juristas como de PNB, afirmar por parte de algunos foreros, con nicks con nombres no tan desconocidos, que la querella es cuestión de dos personas, no solo es una mentira sino un burdo ejercicio de menosprecio al trabajo de muchas más, y no solo de personas de PNB. Es del género tonto por no calificarlo de malintencionado, aquel que diga que la querella una vez presentada, se acabó el trabajo, es que volver a decir lo que se ha actuado, promovido, proporcionado en la instrucción de la causa, resulta ya fútil.
Pero aún lo es más los que acusan a PNB de no saber lo que se quiere, aquellos que todavía no se han definido acusan a los que se llevan definiendo desde hace años; lo estrambótico: Los pájaros disparando a las escopetas. Es muy fácil, paso por la página web de PNB y lo obtendrán todo, desde informes que hace años hablaba de las deudas e hipotecas de la SAD, hasta los estudios aportados a la causa, desde un Plan de Negocios de futuro, abierto a discusión, a un Compromiso de Mínimos de la transición, desde posicionamientos claros de porque no se pueden comprar las acciones, hasta el cómo se puede hacer un reparto entre el beticismo del capital social de la SAD. Los que algunos dicen que son sus objetivos sin detallarlos ni definirse, algunos los hemos plasmado en papeles, y públicamente, hace tiempo; pero eso sí a los béticos de base nos falta glamour; y es que decir lo mismo o anunciar que se va a hacer algo ya hecho, si el que lo dice tiene un apellido rimbombante, vale más que el trabajo de muchos anónimos.
Yo del caballo blanco que mejor recuerdo tengo es el del anuncio del Terry, y no precisamente por el caballo; hace unas semanas escribía en este foro otro post titulado “Nosotros no esperamos a Godot...”, pero, al parecer, Godot y el Séptimo de Caballería se imponen. Y es que en PNB están los potros “revelados” (sic) contra los caballos blancos que nos adelantan, por la izquierda y por la derecha, al grito mítico del fútbol español “Sabino déjame que los arrollo”; eso sí, sin arriesgarse en el Juzgado como los tiesos, ni el nombre ni el patrimonio en una querella criminal pendiente aún, recuerdo, de que se produzcan imputaciones.
Hace pocos días, un periodista deportivo sevillano, y muy sevillísta, nos calificaba a PNB como “el ejercito de Pancho Villa”; en su magnífica ignorancia desconoce que Pancho Villa, y sus tropas, tomaron Ciudad de México para la Revolución en Diciembre del año 1.914, aunque eso sí murió, traicionado por el gobierno, en una fatal emboscada años después.
En el futuro del Betis, solo cabe de su pasado el conocimiento y el recuerdo para saber los errores que no hay que cometer de nuevo, pese al empeño de algunos que quieren repetir historias viejas; y es que el pueblo que no conoce la verdad de su historia está condenado a repetirla. El Betis de futuro debe ser EL BETIS DE LOS BÉTICOS, y por ello seguirá peleando PNB, ni nos apartamos ni nos callamos. Y eso sí, siempre nos quedará el acudir al famoso dicho de que “Dios me proteja de mis amigos, que de mis enemigos ya me protejo yo”.
Tiempos de bocadillo de mortadela Mina y tu cantimplora con agua del grifo, fresquita de la nevera, y para el cine, que empieza a las diez; dos sesiones, la segunda, a las 12,30 de la noche, era ya más comprometida, tenías que ser más mayor porque, esta sesión garantizaba que si la película, por ejemplo, era de Bruce Lee, había más tortas dentro y fuera del cine, que en la misma película.
Y es que aquellos infantes que nos educaron, parte con la Enciclopedia Álvarez, parte con la EGB, y que disfrutamos muy poquito del F.E.N., la educación para la ciudadanía de entonces, éramos ya muy buenos ciudadanos, de los de aquellos tiempos claro, y cuando la censura permitía algún fugaz beso en una película, todo el cine silbaba y chiflaba afeando aquel ósculo que no duraba ni medio segundo. Las películas preferidas eran las del Oeste, eran las que a los chiquillos más nos gustaban, y es que aún no había llegado ni Física ni Química, ni El Internado, ni esas tremendas tramas que hoy conmueven a los jóvenes, en las que la chica adolescente se queda embarazada pero el problema es que no sabe quién puede ser el padre.
El ritual de las películas del Oeste nos obligaba a que cuando los indios ya tenían cercado a los combois, acepción de la época de la palabra inglesa “cowboys”, que resistían en plan heroico, oíamos un sonido de corneta, que no por esperado, no nos dejaba de conmover; ya llegaba el Séptimo de Caballería, todos de azul oscuro, con su pañuelo amarillo al cuello, el capitán con los ojos azules y pelo rubio, de familia buena, del taco se dice ahora, recién salido de West Point, y todo el cine puesto en pié porque ya llegaban los buenos de verdad. Cuando más temíamos por el futuro de la granjera y sus hijos, y de su perrita Lucy, por la vida de los valientes pioneros del Oeste salvaje, en desigual lucha con los salvajes sioux, apaches, o pies negros, llegaban los caballos blancos del invencible Séptimo de Caballería, y como debía ser, ganaban los buenos.
Eran películas, y mitos de la infancia de la España desarrollista de los sesenta, que en el profundo subconsciente de algunas generaciones nos dejaron grabado eso de que siempre vendrían los guapos, buenos, e implacables chicos del Séptimo de Caballería que nos sacarían de los problemas. Pero la vida es cruel y nos enseña después que no es conveniente esperar al Séptimo de Caballería, porque lo más fácil que pase es que ni aparezcan, y ojito, porque si aparecen, como pasaba en las películas del Oeste, vienen para quedarse con todas las medallas.
No ha dejado de sorprenderme algunos post en este gran foro de Betisweb en los últimos días donde, en extraña sintonía con algunos medios periodísticos, se tiende a menospreciar e, incluso, descalificar el trabajo de la Asociación Por Nuestro Betis. Evidentemente que toda crítica es admitida a las actuaciones de PNB, porque podremos gustar o no, compartir o no, pero lo que nos cuesta admitir es el menosprecio a lo hecho a lo que se hace, y al porqué se hace.
Simplemente con entrar en la página web de PNB ya podrán encontrar lo que somos, lo que queremos, los compromisos que asumimos, el trabajo hecho, las manifestaciones vertidas, el cómo se ha peleado bético a bético, peña a peña, para construir la plataforma de sindicación más grande del fútbol español, y hasta, lo que menos importa, qué quiénes somos, béticos de base sin ningún interés en ocupar puestos de responsabilidad en el Betis que ha de venir.
Claridad y trabajo desde el primer día hasta el día de hoy; nuestros informes económicos de la situación de la SAD, por el que recibimos anuncios de cuantiosas querellas desde el Consejo, y que levantaron la conciencia de muchos béticos (hasta algunos la aportaron a su denuncia a la Fiscalía, sin consultarnos incluso), fueron la base de un trabajo de meses de distintos componentes de PNB en el que aportaron a la querella criminal, presentada conjuntamente con la Liga de Juristas, un detallado informe de las vinculaciones de las sociedades que operaban alrededor del Betis, un estudio del presunto daño económico ocasionado a la sociedad y a los accionistas en los últimos cinco ejercicios, incluso apoyado por un informe de un auditor externo, y un trabajo de documentación, tanto periodístico, como de jurisprudencia, que dejaron en el Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla, una querella criminal de más de cien folios de documentación, buena parte de ella trabajada por asociados de PNB.
Sin dejar de alabar el enorme trabajo de Adolfo Cuellar y de su hermano Miguel, y de otros abogados tanto de la Liga de Juristas como de PNB, afirmar por parte de algunos foreros, con nicks con nombres no tan desconocidos, que la querella es cuestión de dos personas, no solo es una mentira sino un burdo ejercicio de menosprecio al trabajo de muchas más, y no solo de personas de PNB. Es del género tonto por no calificarlo de malintencionado, aquel que diga que la querella una vez presentada, se acabó el trabajo, es que volver a decir lo que se ha actuado, promovido, proporcionado en la instrucción de la causa, resulta ya fútil.
Pero aún lo es más los que acusan a PNB de no saber lo que se quiere, aquellos que todavía no se han definido acusan a los que se llevan definiendo desde hace años; lo estrambótico: Los pájaros disparando a las escopetas. Es muy fácil, paso por la página web de PNB y lo obtendrán todo, desde informes que hace años hablaba de las deudas e hipotecas de la SAD, hasta los estudios aportados a la causa, desde un Plan de Negocios de futuro, abierto a discusión, a un Compromiso de Mínimos de la transición, desde posicionamientos claros de porque no se pueden comprar las acciones, hasta el cómo se puede hacer un reparto entre el beticismo del capital social de la SAD. Los que algunos dicen que son sus objetivos sin detallarlos ni definirse, algunos los hemos plasmado en papeles, y públicamente, hace tiempo; pero eso sí a los béticos de base nos falta glamour; y es que decir lo mismo o anunciar que se va a hacer algo ya hecho, si el que lo dice tiene un apellido rimbombante, vale más que el trabajo de muchos anónimos.
Yo del caballo blanco que mejor recuerdo tengo es el del anuncio del Terry, y no precisamente por el caballo; hace unas semanas escribía en este foro otro post titulado “Nosotros no esperamos a Godot...”, pero, al parecer, Godot y el Séptimo de Caballería se imponen. Y es que en PNB están los potros “revelados” (sic) contra los caballos blancos que nos adelantan, por la izquierda y por la derecha, al grito mítico del fútbol español “Sabino déjame que los arrollo”; eso sí, sin arriesgarse en el Juzgado como los tiesos, ni el nombre ni el patrimonio en una querella criminal pendiente aún, recuerdo, de que se produzcan imputaciones.
Hace pocos días, un periodista deportivo sevillano, y muy sevillísta, nos calificaba a PNB como “el ejercito de Pancho Villa”; en su magnífica ignorancia desconoce que Pancho Villa, y sus tropas, tomaron Ciudad de México para la Revolución en Diciembre del año 1.914, aunque eso sí murió, traicionado por el gobierno, en una fatal emboscada años después.
En el futuro del Betis, solo cabe de su pasado el conocimiento y el recuerdo para saber los errores que no hay que cometer de nuevo, pese al empeño de algunos que quieren repetir historias viejas; y es que el pueblo que no conoce la verdad de su historia está condenado a repetirla. El Betis de futuro debe ser EL BETIS DE LOS BÉTICOS, y por ello seguirá peleando PNB, ni nos apartamos ni nos callamos. Y eso sí, siempre nos quedará el acudir al famoso dicho de que “Dios me proteja de mis amigos, que de mis enemigos ya me protejo yo”.
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