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Entre el tercer y el cuarto anillo del campo del Betis estaré este domingo al empezar el partido. No estaré fuera, ni dentro, sino entre el tercer y el cuarto anillo. Puede que no vea a los once jugadores que pelean por mí cada quince días en la casa de los béticos. Pero allí estaré, estaré tan cerca que se me sentirá más que dentro del propio estadio. Allí estaré por convicción, porque creo que se puede conseguir recuperar algo que muchos ya lo dan por muerto. Y bien tocado que lo están dejando. Pero yo no me rindo, el Betis no es una categoría más alta o más baja, el Betis no es Europa o un derbi, el Betis es más, mucho más, es sentir un cosquilleo cuando las familias hechas a golpe de asiento durante años se abrazan de corazón antes de comenzar el partido y muchos béticos miran al cuarto anillo sabiendo que allí alguien les mira.
Por eso, porque no quiero que se rompa jamás la pasarela mágica que hay entre el tercer y el cuarto anillo que el domingo estaré entre ambas, con las ganas de ver ganar al Betis, como siempre, y con ganas de animar a mi Betis, como nunca antes. Formaremos un anillo más entre la leyenda y el frío cemento a medio terminar, con esos hierros oxidados que nos recuerdan cuánto hemos perdido que no es dinero, que no son partidos, sino cuánto hemos perdido de nosotros mismos como béticos.
El domingo esperaré 20 minutos con una congoja grande en el corazón, con un cariño todavía más grande al Betis, porque si por algo lo hago yo, personalmente, es por el Betis. Por un Betis que es difícil reconocer y que queremos que vuelva a ser el sueño de un niño cuando, agarrado a su camiseta, duerme feliz antes del partido que irá a ver con su padre de la mano. Es difícil, pero se puede hacer, y lo difícil no es hacerlo, sino pedirle a quien lo impide que queremos hacerlo, por eso este partido tenemos otra oportunidad, una oportunidad histórica, como aquella que dicen los que no creyeron en ella que no sirvió para nada, pero que sacudió los mismos cimientos del cuarto anillo, allá por junio, un quince, donde el Betis buscaba lo que parece nunca le darán los que ahora están.
El domingo allí estaré, entre el tercer y el cuarto anillo.
Entre el tercer y el cuarto anillo del campo del Betis estaré este domingo al empezar el partido. No estaré fuera, ni dentro, sino entre el tercer y el cuarto anillo. Puede que no vea a los once jugadores que pelean por mí cada quince días en la casa de los béticos. Pero allí estaré, estaré tan cerca que se me sentirá más que dentro del propio estadio. Allí estaré por convicción, porque creo que se puede conseguir recuperar algo que muchos ya lo dan por muerto. Y bien tocado que lo están dejando. Pero yo no me rindo, el Betis no es una categoría más alta o más baja, el Betis no es Europa o un derbi, el Betis es más, mucho más, es sentir un cosquilleo cuando las familias hechas a golpe de asiento durante años se abrazan de corazón antes de comenzar el partido y muchos béticos miran al cuarto anillo sabiendo que allí alguien les mira.
Por eso, porque no quiero que se rompa jamás la pasarela mágica que hay entre el tercer y el cuarto anillo que el domingo estaré entre ambas, con las ganas de ver ganar al Betis, como siempre, y con ganas de animar a mi Betis, como nunca antes. Formaremos un anillo más entre la leyenda y el frío cemento a medio terminar, con esos hierros oxidados que nos recuerdan cuánto hemos perdido que no es dinero, que no son partidos, sino cuánto hemos perdido de nosotros mismos como béticos.
El domingo esperaré 20 minutos con una congoja grande en el corazón, con un cariño todavía más grande al Betis, porque si por algo lo hago yo, personalmente, es por el Betis. Por un Betis que es difícil reconocer y que queremos que vuelva a ser el sueño de un niño cuando, agarrado a su camiseta, duerme feliz antes del partido que irá a ver con su padre de la mano. Es difícil, pero se puede hacer, y lo difícil no es hacerlo, sino pedirle a quien lo impide que queremos hacerlo, por eso este partido tenemos otra oportunidad, una oportunidad histórica, como aquella que dicen los que no creyeron en ella que no sirvió para nada, pero que sacudió los mismos cimientos del cuarto anillo, allá por junio, un quince, donde el Betis buscaba lo que parece nunca le darán los que ahora están.
El domingo allí estaré, entre el tercer y el cuarto anillo.
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