El diccionario del fútbol, maneja numerosos conceptos diferentes, unos técnicos, otros tácticos, también psicológicos y emocionales, y algunos de difícil encasillamiento. En definitiva, una compleja trama de términos exclusivos de nuestro deporte rey que no hacen más que complicar lo que no hace mucho tiempo era bastante más sencillo.

Sin embargo, da la impresión que el diccionario futbolístico que maneja este nuestro equipo está incompleto, le faltan páginas y no se conocen algunos términos que en el fútbol de antes y en el de ahora son esenciales, fundamentales. Al menos, el equipo no los demuestra en el terreno de juego.

Términos como:

Presión: Por eso les coge tan de sorpresa que el equipo rival intente quitarles el balón con tanto ímpetu. Porque nuestros jugadores no saben lo que es realizar una presión conjunta, solo, a veces, a alguno le da por perseguir el balón con avidez hasta que se cansa al ver que es el único que corre y corre.

Solidaridad: Con el compañero. No debería ser tan difícil para unos deportistas profesionales supuestamente bien preparados físicamente. Es decir, pasar el compañero y apoyarle en su jugada facilitándole una opción de pase. Movilidad en el césped para buscar desmarques en ataque o líneas de pase por todo el campo.

Velocidad: En el juego. Ni siquiera supone correr más, algo que no estaría nada mal, sino que supone tener claridad de ideas y mover el balón con rapidez de forma que el contrario tenga dificultades para defender las jugadas de ataque. Si además se acompaña de jugadores rápidos que ganen carreras y los balones divididos, mejor que mejor.

Personalidad: Tanto en el conjunto del equipo como individualmente. No se sabe a lo que se juega, ni a lo que se quiere jugar. No existe ningún jugador que se erija como líder ni capitán de sus compañeros en el campo.

Orgullo: Quizás consecuencia del término anterior. Es indignante tener la impresión de que a ningún jugador ni técnico le duele perder, empatar o dar una triste imagen en el campo. Nadie levanta la voz y llama la atención a los demás, nadie protesta alguna decisión injusta del árbitro, a nadie le hierve la sangre de pensar como se arrastra la camiseta a rayas verdes y blancas partido tras partido.

La lista podría ser mucho más extensa, términos como calidad, inteligencia o profesionalidad son alguna de ellas, pero seguir enumerándolas solo serviría para hurgar en la herida de todos los Béticos.

Frustración, impotencia, hastío, desesperación, amargura... El Beticismo se frota los ojos, se pellizca esperando que esto solo sea un mal sueño, una horrorosa pesadilla que el despertar hará olvidar. Sin embargo son cinco años seguidos así y la pesadilla continua.

Eso si, hay una palabra que no se borra nunca de este diccionario incompleto...

EXCUSA.