«Me gustaría que se recuerde a un tal Rodri que pasó por el Betis» Escrito por Mateo González
—¿Sabe? Hay una cosa que siempre he tenido clara: quería ser futbolista y donde soñaba triunfar era en el Betis. Me gustaría ser un Capi, un Joaquín, un Gordillo... Algo que dure y que cuando pase el tiempo la gente se acuerde de un tal Rodri que jugó muchos años en el Betis.
—Está empezando, pero ¿se ve alcanzando esa cima? Son unos referentes que...
—Hombre, yo estoy muy lejos de eso, pero tengo las cosas claras y sé que a través del trabajo y estando a un nivel importante todo puede llegar, ¿quién sabe?
—Uno de sus espejos lo tiene aquí mismo, a unos metros.
—Cuando llegué al Betis, Capi estaba a un gran nivel. Para mí siempre ha sido un ejemplo a seguir porque es canterano. Me trata muy bien, me da mucho apoyo y me corrige cosas. Constantemente estoy fijándome en él porque tiene una calidad excelente.
—Pero algunos le sacan parecido con Gabino...
—Sí, sí, me lo dicen desde pequeño. En mis primeros años en el Betis, los entrenadores que tenía y que eran de su época, me lo decían. ¡Algunos se creían que yo era su hijo! Es que Brachi (el hijo de Gabino) jugaba también en la cantera y pensaban que era yo. Por lo visto me parezco mucho en el físico, la manera de jugar, los controles... A él no lo conocí jugando. He visto vídeos y ahora sí lo he tratado bastante. Es uno de los grandes del Betis.
—¿Usted se ve similitudes futbolísticas con él?
—No sé. Las comparaciones las dejo para el resto, pero si todo el mundo te lo dice, pues será por algo.
—Su familia, además de con sangre futbolera, salió con una pasión por el flamenco que tiene miga.
—Es cierto. Somos tres hermanos y todos hemos sido futbolistas. Pitín, el mayor, con 16 años ya estaba jugando en Segunda B y Tercera con el Utrera. Luego se fue al Elche, pero sólo duró veinte días. Regresó y dejó el fútbol. Gaspar, el chico, coincidió conmigo en la cantera del Betis. Estuvimos en el mismo equipo y teníamos los piques típicos de hermanos. Ahora está en el Utrera.
—¿Y el flamenco?
—Pitín se dedica a la guitarra. Ha trabajado con varios artistas. Le va muy bien. Es profesor en la Casa de la Cultura de Utrera. La pasión viene por mi padre, que ha estado tocándole a casi todas las figuras de Utrera y por allí: Bernarda, Montoya... Las muertes de Fernanda y Bernarda las sentimos mucho en casa. Llevaban tiempo malusconas, pero es una pena porque han sido dos artistas grandes, grandes. Mi padre y mi hermano han actuado juntos un montón de veces. El flamenco lo tengo en mi vida desde siempre, pero a mí no me ha dado por eso. Me metí en el fútbol y aquí estoy más tranquilo. Yo preferí aislarme.
—Entonces, ¿cómo entró el fútbol en su vida?
—En mi barriada, El Tinte, era lo normal, como en otros tantos sitios. Ahí nos juntábamos unos 20 niños y estábamos todo el día fútbol, fútbol, fútbol. De Utrera han salido varios jugadores que ahora están intentando llegar lejos, como Israel (Betis), Carlos Valverde (Écija), Barranco y Carreño (Sevilla). Yo llegué al Betis en cadetes. Me vieron en la selección sevillana y en la andaluza y me trajeron. Llevo diez años en la cantera y este verano renové hasta 2013.
—De su pueblo también son dos referentes del eterno rival como Caparrós y Reyes.
—Es una suerte para Utrera que sea de aquí un gran entrenador como Caparrós, que lo está demostrando porque allá donde va hace un magnífico papel. Y Reyes, ¡ufff! Es un gran futbolista que con 16 años ya estaba en el primer equipo, ha sido internacional y aún tiene mucho que decir.
—¿Es cierto que pudo ir al Barça de Guardiola?
—He tenido la suerte de que muchos equipos de España se fijaran en mí y sí que es verdad que hace unos años Mani (ojedor del Barcelona) se puso en contacto conmigo y tenía una oferta importante para irme allí. Era cuando el Barcelona B subió a Segunda B con Guardiola. Decidí quedarme y todo ha salido muy bien.
—¿Cómo le dicen que va a ser jugador del primer equipo?
—Me lo comunica Momparlet. Me informa de que la intención del club es que me quede algunos años como jugador del primer equipo. Tapia siempre me ha mostrado mucho apoyo y cariño y sólo tengo palabras de agradecimiento hacia él y su cuerpo técnico.
—Ya lo agradece hasta con goles. ¿De quién se acordó entonces? ¿Quién fue el primero en felicitarle?
—Cuando marco estoy tan centrado en el campo que no pienso en nada exterior. Y, cuando acaba el partido, ni enciendo el teléfono. Prefiero estar tranquilo. Que vaya todo normal. Tampoco me gusta que hoy me estén dando en la espalda y mañana... Yo voy trabajando y a lo mío. Escucho a todo el mundo, pero yo sé qué tengo que hacer para llegar lejos. No quiero ser el mejor un día solamente. Voy a trabajar para progresar. Todo llegará.
—Buena filosofía.
—Al llegar a este nivel me he dado cuenta rápidamente de que lo más importante del fútbol es trabajar mucho día a día y, cuando salga de la ciudad deportiva, ser uno más, desconectar. Es bueno aislar el fútbol de tu vida personal.
—¿Y cómo es Rodri en su vida personal?
—Yo sigo viviendo en Utrera y suelo andar por mi barrio de siempre. De vez en cuando voy al campo, pero siempre tranquilo. Me gusta pasar el tiempo con mi novia y mi niño, que también se llama Rodri. Me encantaría que también fuera futbolista en el Betis. Mi ilusión es que estuviera orgulloso de mí y yo pueda estarlo de él algún día.
—Ya es un bético más.
—Es que yo desde chico soy bético. Mi familia es humilde y por eso no tuve la suerte de ser socio, pero recuerdo haber venido a muchos partidos desde chiquitillo. Toda mi familia y casi todo mi grupo de amigos son béticos.
—¿Cuál es el Betis que se le ha quedado grabado a fuego?
—El Betis de Serra, en su segunda etapa, hizo cosas importantes. En la anterior yo era muy chico. Cuando ganó la Copa recuerdo haber ido a Santa Justa a celebrarlo. Me gustaría vivir eso con un ascenso. El otro día, en Cádiz, en el autobús pensábamos que nos lo iban a volcar al ver a tanta gente acercándose para animarnos. Es impresionante. Yo no sólo sufro al Betis como profesional, sino es que soy bético. No podemos jugar con sus sentimientos.
Entrevista de ABC de Sevilla
—¿Sabe? Hay una cosa que siempre he tenido clara: quería ser futbolista y donde soñaba triunfar era en el Betis. Me gustaría ser un Capi, un Joaquín, un Gordillo... Algo que dure y que cuando pase el tiempo la gente se acuerde de un tal Rodri que jugó muchos años en el Betis.
—Está empezando, pero ¿se ve alcanzando esa cima? Son unos referentes que...
—Hombre, yo estoy muy lejos de eso, pero tengo las cosas claras y sé que a través del trabajo y estando a un nivel importante todo puede llegar, ¿quién sabe?
—Uno de sus espejos lo tiene aquí mismo, a unos metros.
—Cuando llegué al Betis, Capi estaba a un gran nivel. Para mí siempre ha sido un ejemplo a seguir porque es canterano. Me trata muy bien, me da mucho apoyo y me corrige cosas. Constantemente estoy fijándome en él porque tiene una calidad excelente.
—Pero algunos le sacan parecido con Gabino...
—Sí, sí, me lo dicen desde pequeño. En mis primeros años en el Betis, los entrenadores que tenía y que eran de su época, me lo decían. ¡Algunos se creían que yo era su hijo! Es que Brachi (el hijo de Gabino) jugaba también en la cantera y pensaban que era yo. Por lo visto me parezco mucho en el físico, la manera de jugar, los controles... A él no lo conocí jugando. He visto vídeos y ahora sí lo he tratado bastante. Es uno de los grandes del Betis.
—¿Usted se ve similitudes futbolísticas con él?
—No sé. Las comparaciones las dejo para el resto, pero si todo el mundo te lo dice, pues será por algo.
—Su familia, además de con sangre futbolera, salió con una pasión por el flamenco que tiene miga.
—Es cierto. Somos tres hermanos y todos hemos sido futbolistas. Pitín, el mayor, con 16 años ya estaba jugando en Segunda B y Tercera con el Utrera. Luego se fue al Elche, pero sólo duró veinte días. Regresó y dejó el fútbol. Gaspar, el chico, coincidió conmigo en la cantera del Betis. Estuvimos en el mismo equipo y teníamos los piques típicos de hermanos. Ahora está en el Utrera.
—¿Y el flamenco?
—Pitín se dedica a la guitarra. Ha trabajado con varios artistas. Le va muy bien. Es profesor en la Casa de la Cultura de Utrera. La pasión viene por mi padre, que ha estado tocándole a casi todas las figuras de Utrera y por allí: Bernarda, Montoya... Las muertes de Fernanda y Bernarda las sentimos mucho en casa. Llevaban tiempo malusconas, pero es una pena porque han sido dos artistas grandes, grandes. Mi padre y mi hermano han actuado juntos un montón de veces. El flamenco lo tengo en mi vida desde siempre, pero a mí no me ha dado por eso. Me metí en el fútbol y aquí estoy más tranquilo. Yo preferí aislarme.
—Entonces, ¿cómo entró el fútbol en su vida?
—En mi barriada, El Tinte, era lo normal, como en otros tantos sitios. Ahí nos juntábamos unos 20 niños y estábamos todo el día fútbol, fútbol, fútbol. De Utrera han salido varios jugadores que ahora están intentando llegar lejos, como Israel (Betis), Carlos Valverde (Écija), Barranco y Carreño (Sevilla). Yo llegué al Betis en cadetes. Me vieron en la selección sevillana y en la andaluza y me trajeron. Llevo diez años en la cantera y este verano renové hasta 2013.
—De su pueblo también son dos referentes del eterno rival como Caparrós y Reyes.
—Es una suerte para Utrera que sea de aquí un gran entrenador como Caparrós, que lo está demostrando porque allá donde va hace un magnífico papel. Y Reyes, ¡ufff! Es un gran futbolista que con 16 años ya estaba en el primer equipo, ha sido internacional y aún tiene mucho que decir.
—¿Es cierto que pudo ir al Barça de Guardiola?
—He tenido la suerte de que muchos equipos de España se fijaran en mí y sí que es verdad que hace unos años Mani (ojedor del Barcelona) se puso en contacto conmigo y tenía una oferta importante para irme allí. Era cuando el Barcelona B subió a Segunda B con Guardiola. Decidí quedarme y todo ha salido muy bien.
—¿Cómo le dicen que va a ser jugador del primer equipo?
—Me lo comunica Momparlet. Me informa de que la intención del club es que me quede algunos años como jugador del primer equipo. Tapia siempre me ha mostrado mucho apoyo y cariño y sólo tengo palabras de agradecimiento hacia él y su cuerpo técnico.
—Ya lo agradece hasta con goles. ¿De quién se acordó entonces? ¿Quién fue el primero en felicitarle?
—Cuando marco estoy tan centrado en el campo que no pienso en nada exterior. Y, cuando acaba el partido, ni enciendo el teléfono. Prefiero estar tranquilo. Que vaya todo normal. Tampoco me gusta que hoy me estén dando en la espalda y mañana... Yo voy trabajando y a lo mío. Escucho a todo el mundo, pero yo sé qué tengo que hacer para llegar lejos. No quiero ser el mejor un día solamente. Voy a trabajar para progresar. Todo llegará.
—Buena filosofía.
—Al llegar a este nivel me he dado cuenta rápidamente de que lo más importante del fútbol es trabajar mucho día a día y, cuando salga de la ciudad deportiva, ser uno más, desconectar. Es bueno aislar el fútbol de tu vida personal.
—¿Y cómo es Rodri en su vida personal?
—Yo sigo viviendo en Utrera y suelo andar por mi barrio de siempre. De vez en cuando voy al campo, pero siempre tranquilo. Me gusta pasar el tiempo con mi novia y mi niño, que también se llama Rodri. Me encantaría que también fuera futbolista en el Betis. Mi ilusión es que estuviera orgulloso de mí y yo pueda estarlo de él algún día.
—Ya es un bético más.
—Es que yo desde chico soy bético. Mi familia es humilde y por eso no tuve la suerte de ser socio, pero recuerdo haber venido a muchos partidos desde chiquitillo. Toda mi familia y casi todo mi grupo de amigos son béticos.
—¿Cuál es el Betis que se le ha quedado grabado a fuego?
—El Betis de Serra, en su segunda etapa, hizo cosas importantes. En la anterior yo era muy chico. Cuando ganó la Copa recuerdo haber ido a Santa Justa a celebrarlo. Me gustaría vivir eso con un ascenso. El otro día, en Cádiz, en el autobús pensábamos que nos lo iban a volcar al ver a tanta gente acercándose para animarnos. Es impresionante. Yo no sólo sufro al Betis como profesional, sino es que soy bético. No podemos jugar con sus sentimientos.
Entrevista de ABC de Sevilla
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